“Deploro mucho esta demora, pero el tema de las ‘pirámides’ ha sido el tema que está copando toda la agenda del Gobierno. Y estaba con el equipo económico mirando cómo podemos atender esta emergencia.
Doctor Jorge Eduardo Gechem: felicitaciones por su estoicismo, su calidad humana. El dolor del secuestro no ha afectado su calidad humana. La suya es la misma hoy, que la que todos los colombianos le reconocimos antes del secuestro.
Felicitaciones por su ponderación. Usted fue una víctima inocente. Su libro es claro: usted no tenía contactos con grupos armados, con grupos ilegales. Cuando todos estos grupos avanzaban para copar la política colombiana, usted se mantuvo al margen de guerrilla, de paramilitares, de narcotráfico. Usted es un colombiano secuestrado por su transparencia. Sufrió ese cautiverio como todos sus compañeros. Cautiverio que duele mucho.
Cuando nosotros empezamos el Gobierno y planteamos la política de seguridad democrática, nunca cerramos las puertas del diálogo ni las puertas del acuerdo humanitario.
Había propuesto yo en la campaña del 2002 que un acuerdo humanitario necesitaría un cese de hostilidades y una iniciación de un proceso de paz.
Los familiares de los secuestrados, la Iglesia Católica, la comunidad internacional, el entonces Secretario de las Naciones Unidas, el Presidente de Francia de entonces, todos me pidieron que depusiera esas exigencias. Se aceptó.
Y vinieron exigencias menores. Que se liberara a todos los secuestrados, que aquellos guerrilleros que salieran de la cárcel tenían que irse del país y no podían volver a la guerrilla, que no podíamos entrar en una zona de despeje.
Recuerdo a nuestro Arzobispo Monseñor Luis Augusto Castro y al Padre Darío Echeverri. Ellos se constituyeron en la primera misión de la Iglesia para ir a hablar con la guerrilla, recién iniciado este Gobierno. Y fueron. Y vinieron aquí a contarme. Y me dijeron: ‘Presidente, la guerrilla no acepta la condición de que los guerrilleros que salgan de la cárcel tengan que irse al extranjero’. Les dije: ‘Lo importante es que no vuelvan a delinquir, busquemos una alternativa’.
Esta historia no la tengo escrita. Habrá que escribirla antes de que se borre de la memoria. Pero aquí veo a Monseñor Luis Augusto, ya está el Padre Darío, creo que no miento.
Les dije a Monseñor Luis Augusto y al Padre Darío: ‘Está bien, busquemos una alternativa, aceptemos que no se tengan que ir del país, pero que nos den una garantía de que no se reintegran al delito, porque sería muy grave liberar a unos guerrilleros de la cárcel para que se reintegren al delito. Y esa garantía puede ser que se queden en Colombia en el proceso de desmovilización, bajo la tutoría de la Iglesia Católica’.
Eso se ofreció. Y esa fue mi respuesta cuando Monseñor Luis Augusto y el Padre Darío vinieron a estos despachos oficiales y me dijeron: ‘Presidente, hablamos con las Farc’.
Creo que habían hablado todavía más al sur de Cartagena del Chairá. Fue la ubicación general de aquel encuentro que me refirieron Monseñor Luis Augusto y el Padre Darío.
¿Por qué negamos la zona de despeje?
Y nosotros siempre mantuvimos abiertas las puertas. ¿Por qué negamos la zona de despeje? Por lo que le había pasado al país en la zona del despeje.
Leeré con mucho entusiasmo el nuevo libro del Presidente Fidel Castro. Pero en algunos extractos publicados en primeras páginas de los periódicos, citando al Presidente Fidel Castro, se dice que mientras las Farc estaban en conversaciones en la zona de despeje, también buscaba la toma definitiva del poder.
Para mí eso no es nuevo. Lo conocí desde la Universidad. Las Farc aprendieron muy bien la lección que Marx les trajo desde Maquiavelo: cuando tu adversario tenga un gesto de generosidad contigo, no lo tomes como generosidad sino como debilidad, y aprovéchalo para obtener tus fines.
Para las Farc y sus socios, las generosidades del pueblo colombiano se han constituido en ofertas de idiotas útiles, según sus propias palabras, que ellos han aprovechado para avanzar en sus objetivos criminales.
Todo lo que en ese entonces pasó llevaba al Gobierno nuestro a decir que no podíamos aceptar zonas de despeje.
Uno de los temas que más le falta a la Fuerza Pública es motivación. Ahora hemos puesto todo el cuidado. El pueblo colombiano se ha quitado el temor a denunciar. Antes no se denunciaba. Si oportunamente se hubieran hecho las denuncias que ahora se han hecho sobre alianzas de los paramilitares y la política, si se hubieran hecho antes esas denuncias, habría mucho más gente en la cárcel, por todas las alianzas que nunca se denunciaron entre la guerrilla y la política.
Afortunadamente, y es algo que exaltamos lo colombianos, usted ha sido un demócrata ajeno a todos estos bandidos, doctor Gechem. Por eso su libro no genera la más mínima sombra de sospecha.
Los colombianos aprendieron a denunciar. Y ahora que estamos en el propósito de que Colombia sea tan eficaz, como lo propusimos desde el principio del Gobierno, en la seguridad democrática, como transparente, en la observancia de los derechos humanos, les he dicho a mis compatriotas: hay que ponerle buen cuidado de no desmotivar a las Fuerzas Armadas.
Un país que ha vivido tanto tiempo sometido a la guerrilla, a los paramilitares y al narcotráfico, tiene un camino para su protección, que son las Fuerzas Armadas. Que todos los días hay que mejorarlas y hay que tener el valor de que ellas mismas se sientan cómodas al ser depuradas de elementos indeseables, que la deshonran y deshonran a nuestra democracia, no se pueden desmotivar.
Las Fuerzas Armadas necesitan aviones, helicópteros, presupuesto. Fundamentalmente necesitan motivación. Por más brigadas que se creen, más helicópteros que se compren, más aviones que se adquieran, unas Fuerzas Armadas desmotivadas no son eficaces.
Por eso este Gobierno ha sido muy cuidadoso en motivarlas permanentemente. Y nos pareció que regresar a la zona de despeje, que fue causa de un crecimiento explosivo de guerrilla y de paramilitares, era entrar a desmotivar a unas Fuerzas Armadas que estaban ganando el aire fresco de la motivación, que ha sido muy importante para su eficacia.
Unas Fuerzas Armadas desmotivadas, por más elementos técnicos, armamento y presupuesto que tuvieran, no harían la Operación Jaque, ni la operación contra Raúl Reyes, ni los otros operativos.
Todo esto nos llevó razonadamente a decir por qué no se podía una zona de despeje.
No se negó una sola solicitud de facilitación
Siempre buscamos alternativas. Tal vez no se lo he dicho, doctor Gechem: nosotros no negamos una sola solicitud para realizar tareas de facilitación.
Lamentablemente por esta demora mía, por la que nuevamente ofrezco excusas, no nos acompaña el ex Ministro Alfonso López Caballero. Su padre, el ex Presidente Alfonso López Michelsen, muy temprano en este Gobierno, si la memoria no me falla, en diciembre de 2003, me dijo que él quería ser facilitador. Yo fui a su casa. Le dije: ‘Presidente, si usted lo que quiere es autorización del Gobierno, la tiene’. Y me dijo pero que tenía que proceder con independencia frente al Gobierno. Le dije: ‘Eso no es problema, no es problema, Presidente López Michelsen’.
Todos los que pidieron ser facilitadores fueron autorizados. Todos los que pidieron ser facilitadores fueron autorizados. Buena crítica nacional e internacional sobre mí se da porque autoricé la facilitación del Presidente Chávez.
Algunos de los amigos del acuerdo humanitario, reclaman el acuerdo humanitario y sin embargo fueron muy críticos de la decisión que tomé de autorizar la facilitación del Presidente Chávez. Y la autoricé a sabiendas de que podría crear un riesgo político. Y sobrevino una dificultad política.
Sin embargo, en el momento en que el Presidente Chávez me llama y me dice que está con Piedad Córdoba y que quiere solicitarme que le apruebe para él ser facilitador, yo estaba saliendo en un helicóptero del Parque del Cañón del Chicamocha en Santander. A mi lado iba el Ministro Carlos Holguín. Y yo puse sobre la balanza rápidamente, en un lado, el riesgo político de esa facilitación, y el otro lado, la posibilidad humanitaria de esa liberación. Dije: ‘Voy a correr el riesgo político, por la posibilidad humanitaria de esta facilitación’.
Y por eso se tomó la decisión, de enorme riego político, de autorizar la facilitación del señor Presidente Hugo Chávez.
Nosotros no negamos una sola solicitud de facilitación. Todas las aprobamos.
Cuando nos proponíamos extraditar a ‘Simón Trinidad’ y a ‘Sonia’, ofrecimos públicamente que no los extraditaríamos si las Farc aceptaban entrar a liberar a los secuestrados. Las Farc no dieron respuesta.
Una de las capturas más importantes que realizó este Gobierno, fue la captura de Rodrigo Granda. A mí me llama al siguiente día de la posesión el Presidente Sarkozy y me dice: ‘¿Es verdad que usted va a liberar a unos guerrilleros de la cárcel de Colombia para facilitar la liberación de los secuestrados?’. Le dije: ‘Sí, Presidente, ya liberamos a 27, y ahora hemos anunciado la liberación de 150. Aquí hay que hacer unos trámites jurídicos, dar unos pasos de nuestro ordenamiento, hay que consultar unas decisiones judiciales, pero la voluntad política del Gobierno es hacerlo’.
Y a los cinco días me vuelve a llamar y me dice: ‘¿Usted sí va a hacer esa liberación?’. Le dije: ‘Presidente, he procurado cumplir la palabra, cuente con eso, eso se va a hacer’.
A reglón seguido me dice: ‘¿Le puedo pedir un favor?’. Digo: ‘Pídalo Presidente’. Dice: ‘¿Usted libera a Rodrigo Granda?’. Y le dije rápidamente: ‘Sí, Presidente, vamos a buscar el camino jurídico’. Porque el Presidente de Colombia ejerce unas funciones severamente reglamentadas por la ley.
Algunos me han preguntado: ‘¿Y usted no se aseguró de que el Presidente Sarkozy tuviera ya un convenio con las Farc? ¿Cómo le dice usted que va a liberar a Rodrigo Granda sin preguntarle antes: ¿Presidente, usted ya tiene la seguridad de que eso va a tener la reciprocidad de la liberación de los secuestrados?’.
Me pareció que yo debía tener un gesto de prudencia. Y pudo más en mí ser prudente, mostrarle confianza al Presidente Sarkozy, que ser incisivo o curioso y preguntarle si ya tenía un acuerdo con las Farc. No le hice esa pregunta. En un gesto de confianza, buscando la liberación de los secuestrados, le dije: ‘Liberamos a Rodrigo Granda’.
Y, oh, dificultades. Y se liberó. E incumplió. Porque a él se le liberó para que fuera gestor de paz, y volvió a sus actividades de terrorista desafiante. Todas las noticias que tenemos de él, es una foto vistiendo de nuevo el uniforme de las Farc y portando armas.
Y cumplimos con la liberación de todas las personas que habíamos ofrecido. Creo que no pudimos liberar a los 150 sino a 127, porque los jueces no nos permitieron liberar a los otros 23.
Se hicieron todos, todos los esfuerzos, apreciado doctor Gechem. Todos los esfuerzos.
Un día me dicen dos delegados de Europa. Los gobiernos europeos piden tener unos facilitadores. Y se aceptó a dos personas, designadas por los gobiernos de Suiza, de España y de Francia. Me dicen que hay que despejar un corredor militar en el Valle del Cauca, entre el Valle del Cauca y el Cauca, porque ellos hicieron el acuerdo con las Farc de que van a liberar a una de las mujeres secuestradas.
El Gobierno accedió. Tuvimos ese corredor despejado durante cinco días, al cabo de los cuales los mismos delegados europeos nos buscaron y nos dijeron: ‘Las Farc nos engañó’.
La propuesta de zona de encuentro
Todo eso lo hicimos, apreciados compatriotas. Nosotros aceptamos una propuesta de zona de encuentro de las Farc en la ruralidad de Pradera y Florida.
Estoy tratando de ser totalmente objetivo. Tendré que sentarme con el Comisionado algún día para que se le haga este relato al país. Y antes de su publicación, se verifique ampliamente con quienes conocieron los hechos.
Y entonces a mí me llamaron muy temprano, en la madrugada, a decirme que si el Gobierno aceptaba esa zona de encuentro, que también se la habían propuesto a las Farc, pero que necesitaban que el Gobierno se pronunciara de inmediato. En minutos dijimos que sí se aceptaba.
Las Farc, primero, dijeron que no le habían consultado. Y después dijo que era que no aceptaban. Mintió.
Yo no creo que los señores europeos hubieran acudido al Presidente de la República y al Comisionado a decirnos: le consultamos a las Farc esto mismo que les consultamos a ustedes, y le pedimos al Gobierno que lo acepte y lo publique.
En minutos publicamos. Después alguien dijo: es que Uribe dañó el acuerdo, porque dio aceptación pública de la propuesta de los europeos. Fue lo que nos pidieron los europeos.
Así como hemos mantenido de firme la política de seguridad democrática, hemos mantenido abiertas las puertas al diálogo, al acuerdo humanitario, con unas restricciones, que en su momento el país conoció, como los inamovibles, que creo que son totalmente razonables.
No le hemos mentido al país. Una de las tranquilidades que el país puede tener es que de mi persona es fácil de disentir, porque trato de poner las cartas sobre la mesa.
No le hemos mentido al país. Guste o no guste, hemos expresado nuestros puntos de vista sin cambiar de discurso, de acuerdo con el cambio de auditorio.
Para mí era muy difícil discrepar del ex Presidente Alfonso López Michelsen, a quien tanto respetábamos todos los colombianos, y por quien yo tenía un elevadísimo respeto. Imagínense ustedes la dificultad de discrepar de él en esta materia.
Las Farc han mentido
Hemos dicho la verdad y las Farc han mentido. Les mintió a los europeos. Cuando aceptamos la propuesta que le hizo a la Iglesia Católica de que los guerrilleros no se tuvieran que ir al extranjero, nos engaño las Farc, porque no volvieron a hablar del tema.
Cuando asesinan a los diputados vallecaucanos, las Farc mintieron. A nosotros nos despertaron aquí al amanecer, ya era de día en Europa, con ese comunicado, donde estos bandidos dicen que los diputados murieron en un enfrentamiento con el Ejército.
Yo me propuse no hablarle al país hasta tener claridad. Y le hablé al mediodía. Le pedí al Ministro de Defensa y a los militares que buscaran toda la bitácora de operativos militares, y que la norma nuestra desde el primer día del Gobierno era decir la verdad.
Ellos vinieron y me dijeron: ‘Presidente, nos comprometemos que en esta área no ha habido operativos’. Dije: ‘Me voy a comprometer ante el país con eso’. Y lo dijimos.
Para que no hubiera duda de nuestro ánimo de decir la verdad, pedimos una comisión internacional de legistas. Y después, cuando entregaron los cadáveres, se dijo en el reporte legista que los diputados prácticamente habían sido asesinados a corta distancia, muchos de ellos tirados en el suelo. Y se supo que fueron las mismas Farc quienes los asesinaron.
Gobierno ha procurado decir la verdad
Este Gobierno ha procurado decir la verdad, lo que facilita el debate.
Cuando aquí ha habido acusaciones de derechos humanos, el primero que ha pedido la verdad es el Gobierno: en Guaitarrilla, en Cajamarca. Yo fui a Cajamarca un lunes, después de Semana Santa, al camino de Anaime, y me entrevisté allá con el Ejército. Y me mintieron. Me dijeron que era que una confusión, que creían que era la guerrilla, etcétera. Eso resultó mentira. Ahí están en la cárcel.
¿Y qué pasó en Arauca? Allá murieron, a manos del Ejército, dos sindicalistas del Eln, afiliados a la guerrilla. Grave. Y grave también porque el Ejército no los dio de baja en combate. Fue un asesinato. Lo que llaman una ejecución extrajudicial, impropia denominación. En el ordenamiento jurídico colombiano se debe hablar de asesinato. No de baja por fuera de combate, ni de ejecución extrajudicial, porque aquí tampoco se permite la ejecución judicial. Y ahí están en la cárcel.
Ocurrió esa masacre del Ejército contra la Policía en Jamundí, pocos días antes de la elección presidencial de 2006.
Sin Estado de Sitio y sin predominio de la justicia penal militar
Y alguien me dijo: ‘Presidente, no hable de eso hasta después de su elección, eso puede derrotarlo’. Y le dije: ‘Jamás pondré los intereses de la democracia y de los colombianos por encima de las circunstancias electorales’. Dije: ‘Esto se comunica de inmediato. El Gobierno ejerce la superioridad de jerarquía sobre la justicia penal militar, para exigirle a la justicia penal militar que se separe del conocimiento de este tema, y que la investigación solamente la puede abocar la justicia ordinaria’. Así se procedió.
Esta seguridad democrática ha avanzado con unas características: sin Estado de Sitio y sin predominio de la justicia penal militar.
Qué paradoja. El periodo más prolongado en la historia del país, que tiene dos antecesores recientes, a quienes siempre brindo mi mayor homenaje: los Presidentes Guillermo León Valencia y Julio César Turbay Ayala. Si los hubiéramos comprendido, cuánto derramamiento de sangre hubiera evitado Colombia.
Pero sus períodos fueron cortos. Este es el período más prolongado en la historia de Colombia desde que empezó esta nueva violencia en los años 40’s, durante el cual se ha enfrentado los terroristas con toda firmeza.
Pero con dos características, para brillo de nuestra democracia, que hoy las reconocen las mayorías que nos apoyan, y espero que también los críticos las reconozcan en el futuro, cuando se apacigüe la tormenta del calor de la disputa política: nosotros hemos procedido sin leyes marciales, y además hemos procedido dándole el mayor poder a la justicia ordinaria.
Es en este Gobierno cuando se ha ejercido Seguridad Democrática sin Estado de Sitio y sin predominio de la justicia penal militar.
Siempre hemos buscado la verdad. Yo autoricé el operativo de rescate de Gilberto Echeverri, del Gobernador Guillermo Gaviria. Y estaba en Cali, en los muros de Cali, instalando el Batallón de Alta Montaña. Y me avisan que los mató las Farc en el operativo de rescate.
Cuando íbamos en el avión de Cali al aeropuerto de Rionegro, yo iba con los ojos cerrados tratando de rezar, muy triste, y oí una conversación en el avión que decían: ‘¿Qué vamos a decir?’ Y abrí los ojos y dije: ‘Eso no se discute, la verdad. Y yo la asumo. Les ruego simplemente recoger bien la verdad, y en la noche la hablamos al país’.
Fuimos hasta esa selva del Murrí. Antes de hablarle al país hablé con los dos sobrevivientes, nos contaron cómo los mataron. El Ejército no disparó ni alcanzó a llegar. Oyeron un sobrevuelo de unos helicópteros en la selva. La guerrilla se fue, y al ver que no llegaban los soldados, se devolvió y asesinaron a estos compatriotas. Es la narración de estos dos sobrevivientes. El Ejército no alcanzó a llegar ni a disparar una sola bala. Y se le dijo la verdad al país.
Nosotros hemos procurado decirle, paladinamente, la verdad al país sobre todos estos sucesos.
Generosos con los desmovilizados y severos con los reincidentes
Hemos tenido toda la generosidad también. Aquí se han desmovilizado 48 mil integrantes de los grupos terroristas. Hemos sido severos con los reincidentes.
Este año llevamos desmovilizados 3 mil guerrilleros. Porque se desmovilizaron 80 que decían ser de una banda de paramilitares y no se contabilizaron ahí. Se les dio un tratamiento de sometimiento a la ley ordinaria, no de desmovilización.
En los años 90, en los procesos de paz, se desmovilizaron 4 mil guerrilleros. Un Gobierno que ha desmovilizado a 48 mil integrantes de grupos terroristas, ya vamos por 14 mil, 15 mil guerrilleros, y que les ha dado este tratamiento generoso, creo que allí hay una oferta bien importante para la paz.
Uno tiene que asumir responsabilidades
Por supuesto, por supuesto hemos sido estrictos. Y uno tiene que asumir responsabilidades. Una personalidad muy importante de Colombia me dijo que yo por qué asumía la responsabilidad de la captura de ese bandido de Granda, que eso había causado un problema muy grande con Venezuela.
Y dijo: ‘El Presidente no se puede desgastar, echa al Comandante de la Policía’. Dije: ‘Por eso es que no tienen confianza’.
Para darle confianza a la Policía, primero les dije: ‘Captúrenlo bajo mi responsabilidad’. Y Después salí públicamente a asumir la responsabilidad. Si no hubiera hecho eso, las Fuerzas Armadas no hubieran tenido motivación para capturar a ese otro bandido de Simón Trinidad en Ecuador.
Y cuando hicimos la operación contra Raúl Reyes, que ha facilitado la Operación Jaque. Con Raúl Reyes no habríamos podido hacer la Operación Jaque. Yo no le quise hablar al país hasta la noche, para ver cómo evolucionaban las cosas en el mundo.
Porque cuando había mucha discusión por el lugar en que se encontraba, yo simplemente hice esta pregunta: ‘¿Hay civiles?’. Y me dijeron: ‘No, un campamento terrorista en la selva’.
Entonces la discusión: que por estar allá en el país hermano, etcétera. Y dije: ‘Bajo mi responsabilidad se hace ese operativo’.
Pero para que no quedara eso simplemente en la reunión privada con el Ministro y los Altos Mandos Militares, la noche del operativo, el operativo fue en la madrugada, y creo que a las siete u ocho de la noche, cuando ya empecé a ver las dificultades con la política mundial, dije que yo asumía la responsabilidad.
Yo habría podido resolver, como Presidente de la República, el problema internacional muy fácil, apreciados compatriotas. Habría podido llamar al Presidente del Ecuador y decirle. No había necesitado pedirle la renuncia al Ministro de Defensa, ni al General Padilla, ni de pronto al Comandante de la Fuerza Aérea. Haber pedido la renuncia de algunos integrantes de la Fuerza Aérea. Y se hubiera tranquilizado el problema. Decir: fue un abuso, un exceso, han salido fulano, perano, zutano, de la Fuerza Aérea. Pero el Presidente de Colombia no puede hacer eso.
El Presidente de Colombia tenía que asumir la responsabilidad, como se asumió. Que nos ha generado tantos dolores de cabeza, pero eso ayudó a que las Fuerzas Armadas tuvieran la motivación para la Operación Jaque. Operación que no podemos perder ahora. Porque si no se facilita un acuerdo humanitario, tenemos que seguir en la búsqueda del rescate de los colombianos que siguen secuestrados.
Yo recuerdo, apreciado doctor Gechem y compatriotas que sufrieron ese flagelo, que antes de la liberación de ustedes, se dio el problema del niño Emmanuel.
Era un 31 de diciembre. Yo procuro los 24 y los 31 de diciembre, lo he hecho a lo largo de mi carrera pública, estar un buen rato con comunidades pobres o con el Ejército o con la Policía. Me embarcaba en un avión para Los Montes de María, y llevaba unas bandejas de buñuelos y natilla para el Ejército, la Policía y el campesinado. Me contaron ese problema de Villavicencio y dije: ‘Llévenles esto, un saludo muy afectuoso de mi parte, yo me voy allí a Villavicencio’.
Oh, sorpresa, cuando conté todo lo que sabíamos de Emanuel. Desató la santa ira del extranjero. Una cantidad de insultos que mi santa madre paciente en el cielo sé que los soportó con paciencia.
Un acuerdo serio para hacer la paz, sí; acuerdos con engaños, no…
¿Qué se comprobó? Que dijimos la verdad. Nosotros hemos procurado no engañar a los colombianos en esto. Y hay que seguir con toda la firmeza. Para qué los voy a engañar hablándoles de un acuerdo humanitario en condiciones que el Gobierno no lo puede aceptar. Un acuerdo humanitario serio, sí. Para hacer la paz, sí.
El Gobierno en la última propuesta dijo: una zona rural, despoblada, donde no haya instalaciones militares que tengamos que remover. Ojalá, cuánto mejor para mí quedar de ex Presidente en los años que el Creador me prolongue, saboreando la paz, y no a toda hora, como creo que lo voy a tener que hacer, defendiéndome de los enemigos de la Seguridad Democrática.
Voy a tener que volver a estudiar Derecho, en mi propia causa. Cuánto mejor en lugar de hacer eso en mi propia defensa y en la de mis compañeros, aspirar el Premio Nobel de la Paz, por un acuerdo con las Farc. Pero por el futuro del país, ese acuerdo no se puede hacer en condiciones que afecten la Seguridad Democrática.
De aquí en adelante me voy a respaldar en el propio libro del Presidente Fidel Castro. Porque voy a decir: “Acuerdos con engaños, no”.
Y es que ellos tienen un problema. Yo los conocí en la universidad y combatí con ellos. Y mientras a ellos, los profesores, por complicidad política, les pasaban las materias de marxismo, a mí, profesores antagonistas políticos me tenían que poner buenas calificaciones, porque yo sí estudié eso. Yo memoricé y racionalicé todo lo de Mao Tse Tung, lo de Engels, parte de lo de Marx, porque es muy denso, y toda esa política de odio de clases que le trajeron a Colombia.
¿Y cómo nos engañaron? Le propusieron a Colombia más democracia. Un día nos escribieron: ‘Si este país acepta la elección popular de Alcaldes y de Gobernadores, hacemos la paz’.
Habíamos discutido durante ciento y tanto de años la elección popular de alcaldes. No la pudo introducir ni la Colombia Federal de la Constitución de 1863. Fue el primer punto del manifiesto político del congreso ideológico de Ibagué, del liberalismo, en 1923. Y solamente se convirtió en acto legislativo cuando la presentó de quien menos se esperaba: el senador Álvaro Gómez Hurtado en el Gobierno del Presidente Betancur. Y las Farc, que en la víspera la habían pedido como condición para hacer la paz, empezó a asesinar a los alcaldes.
Hablaron de soluciones sociales. Y lo que crearon fue más pobreza en Colombia. Mientras la población de Colombia pasó de 14 millones de habitantes a 44, esa violencia lo que hizo fue condenarlos a que la economía no creciera en la misma proporción, a que nos empobreciéramos más y se acentuaran las diferencias.
Engendraron el paramilitarismo. El paramilitarismo es hijo de la guerrilla. Cuando estábamos en la universidad se mostraban totalmente opuestos a las drogas y terminaron financiándose con la droga. Hoy son inseparables de los carteles de la droga.
En esos engaños no podemos caer. Yo recuerdo que el Presidente Fidel Castro –que nos ha ayudado, y lo reconozco en todas partes; lo reconozco en frente de amigos y de adversarios de Presidente Fidel Castro; hemos tenido una relación transparente con él; nos ha ayudado mucho en lo del Eln–, algún día me decía que llevaba muchos años sin contacto con las Farc. Y no se necesitan palabras mías. Él lo explica en el libro.
Y es que además estos bandidos se volvieron ingratos. Les interesaba Cuba mientras estaban pobres. Apenas se llenaron de plata del narcotráfico, empezaron a despreciar a Cuba. Y ahí sí ya no era importante la voz del Presidente Castro.
Negociar con unos bandidos ricos es muy difícil. Por eso es duro esta política de sostenerse en la tarea de enfrentarlos, pero es necesario.
Déjenme hacer a mí esa tareíta de enfrentarlos, y verá que se facilita que de pronto, si no es conmigo, con mis sucesores hagan la paz, querido doctor Gechem.
Yo acabo de hacer ese desgaste, que es necesario. Y pidámosle a mi Dios que nos dé energías todos los días. A mí sí que me duele el Huila. Uno que se ha criado y ha vivido en esas regiones de violencia, veo en mis compatriotas del Huila ese sufrimiento. Cada vez que le hacían un atentado a la anterior alcaldesa de Neiva, recordaba los atentados de los cuales mi Dios me ha librado, o lo que han vivido los finqueros de mi tierra.
Y es que son un facilismo. Llamar terrateniente a un huilense con 200 hectáreas, con 100 hectáreas, eso es un facilismo. Si eso lo reparten más, lo que crean es un rancherío de pobreza. Ahí hay que revisar el discurso de los sociólogos y de los radicales selenitas de algunas universidades.
El Huila ha sufrido mucho e injustamente. Hace poco que lo visité con unos visitantes chilenos, les mostraba, aterrizando: es que la zona de despeje llegaba hasta allá y aquí secuestraban la gente y se la llevaban por ese camino y allá la escondían.
El Huila ha sufrido mucho. Yo le pido a mi Dios todos los días energía para no desfallecer. Y por eso vivo atento a las noticias. Donde le duela una muela al Huila por culpa de estos bandidos, reaccionar y estar allá. Y hasta el último día hacer el esfuerzo de acabarlos. En eso no se puede ablandar. Yo no me puedo poner con discursos almibarados. Ellos no van a negociar si no sienten que los podemos acabar. Lo otro son sofismas.
Doctor Gechem: no lo vamos a defraudar. Vamos a seguir buscando la liberación de los secuestrados. Vea, créame que no hubo un día de Gobierno, mientras ustedes estuvieran secuestrados, que nosotros no nos preocupáramos por ustedes. Eso ha sido una obsesión permanente.
Nosotros teníamos su ubicación. Habíamos logrado ya perfeccionar toda la inteligencia, que teníamos su ubicación. Y los seguimos en todo el camino, para llevarlos hasta el sitio donde se los entregaron a la delegación de Venezuela.
Y a mí me preguntó el Ejército: ‘¿Qué instrucciones da, Presidente?’. Les dije: ‘Ninguna. Si nosotros hemos hablado de ubicación humanitaria para que los liberen, pues van camino a la liberación, déjenlos que sigan camino a la liberación, vamos a cumplir esto’.
Lo del doctor Lizcano se facilitó por el cerco humanitario. En lo de la Operación Jaque, uno de los temas que se discutió fue éste. Vinieron a consultarme a mí: ‘¿Presidente, si no se suben al helicóptero y nos fracasa la operación, entonces los dejamos ir para que no haya riesgo?’. Les dije: ‘No los dejan ir, hay que tener un contingente listo en un punto para hacer un cerco humanitario’.
Y hay un testigo, el Canciller de Francia, yo le dije: ‘Esté listo que de pronto lo llamo porque hacemos un cerco humanitario’. No le dije dónde ni cómo, ni le hablé de la Operación Jaque. Le dije que un cerco humanitario en general, que tenía la pretensión de que entrara alguien y les dijera a los señores de las Farc: ‘Vamos ahora aquí, ya con este cerco humanitario, a negociar con ustedes la liberación de esos secuestrados’.
Le dije al Canciller de Francia: ‘Esté listo’ –me dejó un teléfono privado–, que a cualquier momento lo llamo para que se venga. Era el elemento contingente que teníamos, para el evento en que los guerrilleros no se hubieran montado con los secuestrados al helicóptero, y hubiéramos tenido que aplicar la alternativa B, la opción B, que era la el cerco humanitario.
Les queremos cumplir a los guerrilleros
Y también les queremos cumplir a los guerrilleros. Otra oferta que hicimos fue el fondo de recompensas para los guerrilleros que abandonen las Farc y trajeran consigo a los secuestrados, y buscar su libertad.
Lo vamos a cumplir con el caso del guerrillero ‘Isaza’, a quien le hemos dado el más generosos tratamiento. Y le vamos a cumplir al pie de la letra la palabra. Estamos haciendo todos los trámites con la Fiscalía, etcétera. Y ese guerrillero va a disfrutar de libertad y va a recibir una recompensa. Porque cuando él percibió ese cerco humanitario, del Ejército, a esas selvas entre Risaralda y Chocó, él corrió el riesgo de fugarse de propio grupo, trayendo al doctor Lizcano a la libertad. Y le vamos a cumplir a ese guerrillero.
A usted lo apreciamos muchos los colombianos, doctor Gechem. Se lo digo desde el alma. Usted ha tenido esa calidad humana de su estirpe, de doña Nidia, del Presidente Turbay. Y nunca la ha alterado.
La calidad humana suya no se afectó en el secuestro. Lo apreciamos mucho y le agradecemos inmensamente a Ricardo, nuestro noble amigo, la tarea de este libro.
Surge. Es un libro muy importante, porque da pie a la crítica, a la discrepancia, a la controversia, que está bien en la democracia. Esta política de Seguridad es democrática.
A mí me honra abrir esta página 190. Y ver este descenso del secuestro en Colombia. No solamente hay que liberar a los secuestrados, sino que hay que acabar con el secuestro. Déjenme que ahí estamos haciendo esa tareíta. Ahí estamos haciendo esa tareíta y vamos a seguir en ella.
Apreciados compatriotas del Huila, todo el afecto por ustedes, y muchas gracias”. |