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Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez en la instalación de la XVIII Asamblea General de la Organización Latinoamericana y del Caribe de Entidades Fiscalizadoras (Olacefs)

Octubre 7 de 2008 (Bogotá)
     
 

“Nos honra mucho a los colombianos acoger, hoy en Bogotá, esta Asamblea tan importante de las Entidades Fiscalizadoras.

Honra la tradición democrática de Colombia, el afán de nuestra Contraloría General de la República y de nuestro contralor, Julio César Turbay Quintero, para que Colombia todos los días avance más en transparencia.

Los saludamos muy afectuosamente, les damos la bienvenida y nos sentimos muy contentos con su presencia.

Muchas gracias, señor Presidente de la Organización Latinoamericana y del Caribe de Entidades Fiscalizadoras (Olacefs), doctor Rafael Hernán Conteras Rodríguez, por entregarnos la moneda conmemorativa de los acuerdos de paz de El Salvador; la paz que añoramos en todos los rincones de Colombia.

Permítanme, distinguidos contralores y delegados, referirme a cinco temas que consideramos de la mayor importancia en la construcción de una democracia moderna. Un Estado formado por instituciones independientes: la transparencia, la seguridad, el respeto a las libertades y la lucha por la cohesión social.

Colombia, un Estado de instituciones independientes

Colombia es un Estado de instituciones independientes; el presupuesto necesario para evitar los excesos, para que de verdad la ciudadanía quede protegida, asegurada contra excesos de alguno de los órganos del poder.

Nuestro anfitrión es el Contralor General de la República, cabeza del órgano del control fiscal, una institución independiente del Ejecutivo, independiente de los otros organismos de control, independiente de la Justicia.

Nos acompaña el Presidente de la Corte Constitucional, magistrado Humberto Sierra Porto, creada en la Constitución de 1991, cuando se dispuso sustraer de la Corte Suprema de Justicia la competencia para vigilar la guarda de la Constitución.

La Corte Constitucional, el supremo órgano de control constitucional, también totalmente independiente en su origen y en el ejercicio de sus competencias.

Nos acompaña el Procurador General de la Nación, Edgardo Maya, el Ministerio Público, el control disciplinario. Es un órgano también independiente en nuestro país, independiente en su origen, independiente para el ejercicio de sus competencias.

Visitan ustedes una democracia de órganos independientes; garantista para el ciudadano frente a cualquier tentación de excesos por parte de cualquiera de las ramas del poder público.

Creemos que ese es un presupuesto fundamental para el segundo principio de una democracia moderna: la transparencia.

La transparencia que es lo que finalmente genera confianza en las relaciones de todos los ciudadanos entre sí y con las instituciones que lo gobiernan. La transparencia que es aquello que permite tener la confianza necesaria para que haya la unidad nacional, dentro de la divergencia en la manera de pensar en lo político, en la manera de aproximarse a lo económico.

Esa transparencia es un motivo de lucha diaria en Colombia por parte de la opinión ciudadana, de las autoridades regionales, de los órganos de control, del Gobierno Nacional.

El país tiene el control disciplinario a cargo de la Procuraduría General de la Nación. Tiene una Fiscalía General de la Nación independiente. Tiene unos jueces independientes. Tiene un sistema penal acusatorio en el cual se da esa figura esencial que caracteriza a ese sistema, que es la independencia entre el investigador y el juzgador. Tiene un control fiscal independiente, un control político independiente, un control de constitucionalidad independiente y nosotros, en nombre del Estado Comunitario, que busca lograr un gran equilibrio entre la democracia participativa y la democracia representativa, concederle, todos los días, más importancia a la participación ciudadana, le asignamos, desde el Gobierno, toda la importancia al control de opinión.

El control de opinión que finalmente es el control que va a caracterizar en el desarrollo, presente y futuro, al Estado de Derecho.

Y observamos que en Colombia, no solamente en el Gobierno, todos los días hay más reconocimiento al control de opinión, sino que también lo hay en los diferentes órganos.

Nuestra Contraloría y nuestra Procuraduría, de manera independiente, adelantan sus tareas de control, todos los días más conectadas con la opinión pública.

Definitivamente, el elemento singular del Estado de Derecho es constituirse en un Estado de opinión.

La participación creciente de la opinión pública en las decisiones del Estado, en la ejecución de esas decisiones, en el control de esas decisiones, es garantía de eficiencia, de austeridad en la aplicación de los recursos, de transparencia en el manejo de los recursos, de transparencia en toda la motivación de la administración y de la Justicia y de transparencia en los resultados que se obtengan en la gestión pública.

El control de opinión para nosotros es de una gran importancia.

Con la Contraloría General venimos trabajando para que todas las entidades del Gobierno puedan tener las calificaciones internacionales de calidad. Un propósito de nuestra administración es que antes de agosto de 2010, cuando llegará la nueva administración, podamos mostrar todas las entidades que forman el Gobierno Nacional, con los certificados internacionales de calidad.

Otros dos objetivos que trabajamos con la Contraloría General de la Nación, es que todas las entidades del Gobierno Central puedan tener el fenecimiento de sus cuentas y mejoren en la estructura de calificación que ha adoptado la Contraloría General de la Nación.

Cuando empezó nuestro Gobierno, un 36 por ciento de las entidades del Gobierno central tenían fenecimiento. El último fenecimiento muestra que estamos cerca de un 80 por ciento. Pero no estamos contentos. Estamos haciendo todo el esfuerzo para que en algún momento el control independiente pueda certificar que todas las entidades del Gobierno central en Colombia han logrado fenecimiento contable.

El otro objetivo fundamental en esta tarea, muy apreciados contralores visitantes y compatriotas, es el de lograr que todas las entidades se mantengan en una senda de mejoramiento continuo, que les garantice que, año tras año, la Contraloría General las pueda calificar como que efectivamente están mejorando.

En estos esfuerzos hay progresos. También hay dificultades. Pero lo importante es mantener toda la voluntad.

La seguridad como valor democrático

Otro valor democrático que estamos trabajando en Colombia es el valor de la seguridad. Nosotros la hemos propuesto como Seguridad Democrática. Así la hemos practicado a lo largo de estos seis años, por muchas razones.

Una de ellas, es que en el continente había un gran temor a los proyectos de seguridad, porque se les asociaba como caminos a la dictadura, a la supresión de libertades, a la expulsión del disenso.

Nosotros, durante seis años, hemos practicado la seguridad como un valor democrático; seguridad para todos los colombianos, no importa su manera de pensar, su filiación política, su identificación o su oposición a las tesis de Gobierno.

El país viene mejorando sustancialmente en seguridad, gracias al heroísmo de los soldados y policías de Colombia y gracias al respaldo permanente del pueblo colombiano a este propósito.

Hace poco, la revista Foering Policy, al examinar las cifras de seguridad en todo el continente, muestra a Bogotá, la Capital -que con su visita nos hacen un gran honor- como una de las ciudades más seguras del continente.

Todos los días estamos haciendo adicionales esfuerzos para que este país, ante propios y ante los visitantes, se exprese como un país totalmente garantista de la seguridad.

Los resultados de la Seguridad Democrática

Hemos logrado resultados materiales. Faltan muchos, pero vamos siempre en una senda de progreso. Y resultados inmateriales, intangibles, no cuantificables.

Los colombianos tienen hoy más confianza. Han superado la indiferencia de muchos y han superado la tentación, que muchísimos tenían, de resolver el problema de seguridad por sus propios métodos.

Hoy hay más confianza en el colectivo, más confianza en las instituciones, más confianza en las Fuerzas Armadas, más confianza en la Justicia.

Hoy vemos que se da un gran intangible: la recuperación de los colombianos de la confianza para poder reclamar la provisión del servicio esencial de seguridad de parte de las entidades del Estado.

Es bien importante, también, poder decir que el Estado ha recuperado el monopolio para combatir a los violentos y el monopolio para ejercer Justicia.

Colombia tenía aproximadamente 60 mil terroristas. En esta administración se han desmovilizado 48 mil. Enfrentamos un gran desafío costoso y difícil que es la reinserción de todos los desmovilizados.

Hemos superado el paramilitarismo y hemos debilitado bastante a las guerrillas. Unos y otros, aparentemente en polos antagónicos, sin embargo unidos por el negocio criminal del narcotráfico.

Cuando digo que hemos desmontado el paramilitarismo, lo digo por que hoy en Colombia quedan guerrillas y bandas criminales. Pero ya no hay bandas criminales cuyo propósito sea combatir a otros criminales.

Los paramilitares se crearon en Colombia y la palabra se adoptó para denominar las bandas privadas criminales cuyo propósito era combatir a la guerrilla. Hoy, en Colombia, el combate a los criminales es tarea exclusiva del Estado.

De los desmovilizados han reincidido unos tres mil. Están activos unos 400. Así como ha sido generosa nuestra política de reinserción, también ha sido rigurosa en materia de combatir a los reincidentes.

Aquellos que reinciden, no reinciden hoy como paramilitares, de acuerdo con la acepción original del término. Están simplemente en el secuestro, en el narcotráfico, en la extorsión, en el terrorismo. Y en las regiones de la Patria que visitamos periódicamente en compañía de nuestras fuerzas armadas se unen con la guerrilla.

En una región encontramos la guerrilla produciendo coca y comercializando esa coca con bandas criminales que anteriormente se pudiera haber pensado pertenecían a las organizaciones paramilitares, en lugar de estar hoy enfrentadas están asociadas alrededor del negocio del narcotráfico y el Estado, de manera eficiente e imparcial y transparente, combatiéndolas a todas.

La Justicia en Colombia también ha recuperado el monopolio para el Estado. En muchas regiones había sido derogada por las guerrillas y en otras regiones, por los paramilitares.

Hoy vemos una recuperación bien importante del monopolio del Estado para la prestación del servicio de administración de Justicia.

Otros intangibles bien importantes:

Los colombianos han perdido el temor a denunciar; los colombianos han perdido el temor a dar testimonio. Uno de los grandes obstáculos para ejercer la Justicia antes de que llegara la política de Seguridad Democrática, era el temor de los ciudadanos a denunciar o a rendir testimonio, porque, además, consideraban que era crearse un riesgo muy peligroso en lo personal y de consecuencias inocuas, intrascendentes para el mejoramiento de la seguridad y para el mejoramiento de la Justicia.

Los colombianos hoy se sienten más seguros, más confiados; denuncian y, además, rinden testimonio.

Las víctimas encuentran hoy que su reclamo es útil

El tema de las víctimas es un tema hoy de gran importancia. Todos sabíamos del número creciente de víctimas, pero el tema no aparecía en las prioridades de la agenda política ni las víctimas reclamaban por temor o porque encontraban totalmente, totalmente inútil el reclamo.

Hoy encuentran que su reclamo es útil. Han comparecido a reclamar sus derechos más de 150 mil víctimas. Estamos haciendo un esfuerzo que en los próximos años puede costar 3 mil 500 millones de dólares en materia de reparación de victimas.

Reparación total no hay. Pero un esfuerzo de reparación produce un logro de reconciliación. Allí donde a través de la reparación se sana una herida, cicatriza una herida, se conjura, también, la posibilidad de una expresión de venganza, se anula el crecimiento de un sentimiento de odio.

Consideramos que el esfuerzo de reparación es fundamental para la reconciliación de los colombianos.

Estamos trabajando, pues, para avanzar en este proyecto se seguridad. Y lo hacemos con un país abierto a la crítica internacional. Aquí, ONG nacionales e internacionales vigilan la marcha del Gobierno y de las Fuerzas Armadas todos los días. Hay mucha crítica, pero están totalmente, esos representantes de los organismos de derechos humanos, protegidos por la política de seguridad del Estado.

Para nosotros, la vigilancia internacional es de fundamental trascendencia, a fin de que se tenga confianza en Colombia. Es una expresión de la transparencia de la política de Seguridad Democrática. Transparencia que también tiene que expresarse en la obstinación por el respeto a los derechos humanos y que cuando va de la mano de la eficacia, se constituyen en los pilares para que esa política sea creíble. Credibilidad que en el Estado de opinión es lo único que la hace permanente en el largo plazo.

Seguridad y respeto por las libertades

Esta política de Seguridad Democrática está indisolublemente vinculada a nuestro respeto por las libertades. Para nosotros es fundamental el respeto por las libertades; todo el mundo las necesita.

El viejo marxismo decía que las libertades constituían una categoría de superestructura simplemente para desconocer las condiciones de explotación y poderlas reproducir.

Más tarde, la propia izquierda democrática se dio cuenta que sin libertades es imposible erigirse como alternativa de poder.

Nosotros creemos que más que insistir en esa división entre izquierda y derecha, hay que insistir en lo que es una democracia moderna, donde las libertades juegan un papel trascendente. Las libertades, como la seguridad, trascienden hoy las viejas barreras ideológicas y se expresan como presupuestos necesarios para que haya Gobiernos y alternativas de Gobierno.

Cohesión social

Estamos trabajando la cohesión social. Ya no es un patrimonio de la izquierda, es un patrimonio para la sostenibilidad de la democracia.

Nosotros la adaptamos a la prosperidad. Creemos que tiene que haber prosperidad y al mismo tiempo cohesión social. Que son variables mutuamente dependientes. Que si hay prosperidad se posibilita la cohesión social y que si hay cohesión social se convalida la prosperidad. Para la prosperidad, es fundamental el avance de la seguridad y el avance de la confianza inversionista.

Nosotros, a fin de avanzar en prosperidad, a fin de avanzar en confianza inversionista, le decimos al mundo que este es un país totalmente garantista de la inversión privada.

Le exigimos unas condiciones: las condiciones de la responsabilidad social. Una inversión privada en la cual no haya dudas sobre la transparencia en las relaciones entre los inversionistas y el Estado; transparencia en la asignación de contratos; transparencia en la solución de disputas; transparencia en la tributación.

Responsabilidad social expresada también en las responsabilidades de los inversionistas con las comunidades. Colombia era un país que producía 32, 34 millones de toneladas de carbón. Este año puede exportar más de 80 millones de toneladas de carbón. No puede haber extracción del mineral si no hay total respeto de las empresas extractoras por los derechos ambientales de las comunidades, más allá de los mínimos legales.

Ese es un presupuesto fundamental de solidaridad, una expresión de responsabilidad social sin la cual no puede prosperar la inversión.

Alternativas energéticas

Nosotros creemos que en esta crisis energética mundial todos los países tienen la obligación de buscar alternativas energéticas. En Colombia avanzamos con muchísimas.

Una bien importante es la de los biocombustibles. El país no producía biocombustibles hace cuatro años. Este año terminaremos produciendo un millón de litros diarios de alcohol carburante a partir de caña de azúcar y también un también un millón de litros diarios de biodiesel a partir de palma africana.

La responsabilidad social exige que al producir biocombustibles no se afecte la selva y no se restrinja la seguridad alimentaria.

Tenemos un 51 por ciento de nuestro territorio en selva. He ahí la importancia del control ambiental, en lo cual tanto interés demuestra nuestra Contraloría. 578 mil kilómetros de selva se constituyen en nuestro mejor aporte a la lucha contra el calentamiento global. Hay que preservarla. El gran enemigo ha sido la coca.

Por eso nuestra programa de Familias Guardabosques que va sustituyendo, paulatinamente, al campesinado vinculado a la coca por campesinado vinculado a la protección de la selva.

No la podemos destruir so pretexto de producir energéticos. Es una limitación que hemos impuesto a la producción de biocombustibles.

Tenemos 42 millones de hectáreas de sabana, 5 millones de hectáreas en agricultura, 24 millones de cabezas de ganado. Podemos crecer la seguridad alimentaria en esa sabana y, al mismo tiempo, crecer la producción de biocombustibles.

Para nosotros, no afectar la seguridad alimentaria es una responsabilidad social fundamental en esta oportunidad económica de los biocombustibles.

Creemos en la fraternidad laboral. En la fraternidad laboral como responsabilidad social.

Pensamos que en las relaciones laborales ha hecho muchísimo daño el odio de clases y ha hecho muchísimo daño el capitalismo salvaje. Ni lo uno ni lo otro. El camino es el de la fraternidad laboral.

Creemos, como cuarto presupuesto de responsabilidad social, en la necesidad de controlar los capitales especulativos.

En el país hemos tenido una discusión en los últimos tres años, porque a raíz de la apreciación de nuestra moneda, que apenas se ha corregido en las últimas semanas, el Gobierno impuso controles a los capitales foráneos de corto plazo.

Los críticos han dicho que eso no guarda lógica con un Gobierno amigo de la inversión.

Nosotros hemos respondido que lo que más contribuye a la inversión es garantizar la estabilidad económica y que la estabilidad económica se amenaza cuando se le permite al capital especulativo incursionar en una economía, sin limitaciones, sin regulación. ¿La muestra? La de Wall Street.

La crisis financiera originada en los Estados Unidos

Y deseamos y requerimos que los Estados Unidos pueda adelantar exitosamente el plan de rescate de la economía.

Es un imperativo ético con el mundo. Es el único país que se da el lujo de tener un alto déficit fiscal, un alto déficit comercial y, al mismo tiempo, ser el país mayor deudor del mundo.

¡Qué paradoja! En medio de esta crisis, en las últimas semanas, aún ayer, los ciudadanos retiran dinero de los bancos, de muchas posibilidades de inversión, y buscan refugiarse en los papeles del Tesoro de los Estados Unidos.

Los ciudadanos buscan la protección allí donde se ha generado la crisis.

Por eso, los Estados Unidos tiene hoy un deber ético con el mundo entero, para entrar a resolver esta crisis que allí mismo se ha originado.

Y países como Colombia tienen hoy la oportunidad de reflexionar en el sentido de que la limitación al capital especulativo armoniza perfectamente con el estímulo a la inversión y el emprendimiento.

Nosotros, para garantizar en el país confianza inversionista, hemos venido mejorando los indicadores de déficit y de endeudamiento. Con enormes dificultades.

El año entrante, solamente el Gobierno Nacional central tendrá que gastar más de 5 puntos del PIB en pago de pensiones.

Este país ha sido sumamente cuidadoso en evitar que las pensiones pierdan su capacidad adquisitiva. En los procesos inflacionarios han sido automáticamente ajustadas.

Mientras en América Latina tenemos un cargo pensional contra los presupuestos del 2.5 del PIB en promedio, en Colombia es superior al 12 por ciento.

Pero hemos logrado, así y todo, rebajar el déficit del Gobierno Nacional central del 7.5 al 3.2. Y hemos logrado reducir el endeudamiento público en estos años del 50 por ciento del PIB al 27.

Reforma del Estado

Hemos reformado 411 entidades del Estado.

No creemos en lo que ocurrió en las décadas del neoliberalismo, pero tampoco creemos en el estatismo.

Nos preocupa mucho el desmantelamiento del Estado, como intentó hacerse en América Latina, y nos preocupa mucho la obsolescencia del estatismo. Porque la obsolescencia del estatismo es lo que finalmente deteriora la competitividad y la calidad de vida de los pueblos.

Todavía la historia no ha respondido qué fue lo que produjo la caída del Muro de Berlín, el colapso de Unión Soviética, la transformación de la China de Mao Tsetung hacia la China de Deng Xiaoping: si la falta de libertades o la falta de calidad de vida.

Se asomaban, desde Alemania del Este, por las rendijas del Muro de Berlín y los alemanes del Este observaban que mientras en Alemania del Oeste avanzaba la calidad de vida, en Alemania del Este estaban en total deterioro.

En Unión Soviética, mientras prosperaba la carrera armamentista, también la obsolescencia de los monopolios estatales afectaba muchísimo la calidad de vida de los ciudadanos. Y lo mismo ocurría en la China de Mao Tsetung.

Nosotros pensamos que no se puede permitir el capitalismo salvaje con el desmantelamiento del Estado ni tampoco se puede estimular la anulación de la creatividad individual con el monopolio del Estado. Por eso hemos venido buscando ese equilibrio: reformando el Estado, sin desmantelarlo y continuaremos en esa tarea.

Hemos entregado muchas entidades del Estado, como clínicas, al manejo de entidades sociales sin ánimo de lucro, en las cuales participa el Estado.

Nuestra reforma ha venido siendo inspirada en la idea de hacer el tránsito del desgreño del monopolio estatal a la eficiencia social.

En materia de tributación, nuestra idea no es rebajar las tarifas a todo el mundo, como parecería ser una tendencia universal. La idea nuestra es estimular la inversión. Creemos que el mejor estímulo, en la época moderna, de integración de las economías a los empleos de alta calidad es a través del estímulo a la inversión con responsabilidad social.

Colombia ha logrado confianza inversionista

Esperamos poder sortear estos difíciles momentos de la economía que a todos nos afecta.

Por fortuna, el instrumento que hemos tenido, que nos ayuda frente a esta crisis de inflación, frente a esta crisis de desaceleración en el crecimiento, frente a esta crisis financiera internacional, es que Colombia ha logrado confianza inversionista.

Nuestra tasa de inversión ha pasado, en los últimos años, del 12, 14, al 27, al 28. Nuestro afán es mantenerla. Y esto lo que nos puede ayudar, en medio de las dificultades, a avanzar hacia la cohesión social.

Estamos logrando ciento por ciento de cobertura en educación básica. Hemos empezado ya la tarea de cobertura masiva para los niños menores de 5 años.

Hemos pasado, en este Gobierno, de 3 millones 300 mil niños en programas de nutrición a 10 millones niños. Pero tenemos que llegar a 12 millones de niños en programas de nutrición.

Esperamos, para el año 2010, lograr tener plena cobertura en materia de aseguramiento en salud. Ya tenemos 38 millones de colombianos con aseguramiento en salud, el país tiene 45 millones de habitantes.

En los últimos años hemos pasado de 23 millones de asegurados a 38 millones de asegurados.

Por supuesto, quedan muchísimas dificultades porque a la par que crece la cobertura, todavía no ha crecido la calidad. Tenemos por delante un gran reto en materia de calidad.

Y todavía tenemos dos sistemas: el sistema de protección a los trabajadores formales y el sistema de protección a los trabajadores informales. Es mucho más completo, en cobertura, el seguro de protección a los trabajadores formales, que el seguro de protección a los trabajadores informales. Ahí nos queda un gran reto, para que a medida que las circunstancias lo vayan permitiendo y los esfuerzos lo vayan logrando, el país vaya disminuyendo esa brecha.

Encuentran ustedes un país que los recibe con todo afecto; un país luchando por estos valores democráticos; un país que en medio de la lucha contra el terrorismo, no ha sacrificado una sola de las libertades democráticas.

Muchas gracias por honrar a Colombia con su presencia, apreciados visitantes”.

 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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