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Palabras del Presidente Uribe en la
presentación del libro de Carlos Lemos Simmonds

Septiembre 10 de 2008 (Bogotá)
     
 

“Hemos escuchado dos magníficas intervenciones sobre el ex Presidente Carlos Lemos. Aquella del doctor Alfonso Gómez Méndez, quien empezara resaltando la identificación histórica entre el Cauca y el Tolima.

Diría yo que ahí hay elementos de carácter, que ahí hay elementos de lucha por la descentralización, que hay elementos de coexistencia en muchos momentos determinantes de la Nación.

Cuando lo oía introducir sus magníficas palabras, resaltando esa integración entre el Cauca, la tierra del ex Presidente Lemos, y el Tolima, la tierra del doctor Alfonso Gómez Méndez, venía a la memoria aquel pasaje de la historia, cuando antes de la Constitución de 1863, justamente en el Páramo de las Hermosas, se encontraron Mosquera y Murillo Toro. Eso precipitó la creación del Estado Soberano del Tolima, que se convirtió en un gran antecedente para el texto constitucional de 1863.

Y el ex Presidente Ernesto Samper nos ha traído un ameno y agudo relato de los momentos más importantes de la vida pública del ex Presidente Carlos Lemos Simmonds.

Asistimos hoy a una magnífica investigación sobre la biografía del ex Presidente, y a dos magníficas intervenciones, de quienes me han antecedido en el uso de la palabra.

Permítanme agregar algunas ideas sobre el ex Presidente Carlos Lemos Simmonds. Cuando uno examina las características que se definen en el mundo contemporáneo para la identificación de los líderes, las encuentra plenamente en él.

Sumando definición de líderes de varios autores, diríamos que él tuvo la credibilidad, los factores que granjean esa credibilidad, la competencia, la consecuencia, la congruencia, un sentido real y autentico, no zalamero, de las relaciones humanas.

Carlos Lemos fue un líder de permanentes iniciativas, y fue un líder de mucho valor civil, y además, un ejemplo de carrera política con total honradez.

El tema de la competencia. El país lo conoció estudiando permanentemente. Quien quiera hubiera sido su interlocutor casual o permanente, su lector de prensa, lector de sus libros, alumno suyo, compañero en las funciones públicas, daba el testimonio de que, permanentemente, vivía dedicado al tema del estudio.

Sabía que la competencia no se podía agotar, que mantenerla tenía que soportarse en el hecho de estudiar permanentemente.

Ninguno de los campos del conocimiento le era ajeno. Era un gran erudito y no posaba de serlo.

Yo tuve la oportunidad de conocerlo en la vida pública, como todos ustedes, compatriotas, y de tratarlo ya más personalmente, cuando él se desempeñaba como Embajador en Gran Bretaña.

El Presidente Samper acaba de recordar cómo el Gobierno Británico, en cinco horas, extendió ese agreedment, y yo estaba en un exilio académico en la Universidad de Oxford. Compartimos allí foros bastante delicados, de análisis sobre la situación de Colombia, y tuve oportunidad de conversar mucho con él, de escucharlo, y cómo tenía esa erudición con tanta sobriedad.

Él mismo era un escéptico frente a la cantera de su pensamiento. Sabía muchísimo más que el promedio de los sabios, y creía que era más lo que ignoraba. Tenía una valoración de sí mismo, que lo llevaba a exigirse todos los días más.

Era un hombre totalmente consecuente. Para él importaban no los auditorios del momento, sino las ideas que convenían al interés general. Por eso no vaciló en tomar las decisiones que aquí se han mencionado.

Desafió las mayorías del Congreso, para sacar adelante una decisión que él consideraba totalmente conveniente para el país, como era mantener la extradición.

Se separó también de las mayorías del Constituyente de 1991, por esa misma razón.

Habría sido más integrador con el continente en ese momento, si en lugar de ser la excepción para la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca en la OEA (Organización de Estados Americanos), él no hubiera asumido la posición mediante la cual Colombia, con su veto, evitó, en buena hora, que se aplicara ese tratado, que nos habría llevado a una aventura de unas consecuencias insospechables.

¿Qué tal que no hubiéramos tenido la valentía de Lemos? Apoyada en la serena valentía del Presidente (Julio Cesar) Turbay, para vetar la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca.

¿Qué tal que entonces ese día hubiera votado la OEA a favor de ese tratado, y los países nuestros hubieran tenido que acudir a Las Malvinas a apoyar la aventura de Argentina?

Cómo con su consecuencia, con su consistencia, en ese momento salvó de un gravísimo problema no solamente a Colombia sino también al continente, y ayudó a hacerle un llamado de atención bien importante a Argentina, cuya historia evolucionó tan rápidamente, que en pocos meses le dio la razón al entonces Canciller de Colombia, el doctor Lemos Simmonds.

El pensador político fue consecuente dentro de la evolución, que lo más grave es pretender estancarse para ser consecuente. Y lo otro más grave, es dar bandazos para ser evolucionista. Yo creo que la síntesis de Lemos es haber sido consecuente dentro de la evolución.

El comunista que de él se predicaba, era simplemente un reformador. Creía que el país debía vivir en un proceso permanente de reformas. Pero el país también lo vio consecuente en la lucha contra la violencia. Él era una pieza fundamental de la lucha contra la violencia.

Cuando las mayorías que se expresaban en el país, eran tan amigas de hacerles coqueteos a la subversión creciente. Yo de jovencito me complacía leyendo a Lemos, porque ahí había una excepción de verticalidad.

Y no era al servicio de las ideas de derecha. Él en lo social, en lo económico, era un evolucionista, pero un hombre totalmente firme en la lucha contra la violencia. Yo creo que esa combinación es bien importante.

Y ayudó a que el país reflexionara sobre la materia, a que nos sacaran de esa idea de que para poder ser civilista, estar de moda, estar bien, estar a la altura de la vanguardia intelectual del momento, había que vivir en coqueteos con los violentos.

Lemos se mantenía en la vanguardia sociológica, en la vanguardia de las tesis económicas; Lemos se mantenía en la vanguardia política, pero era un radical contra la violencia. Y era un radical en defensa del pluralismo.

Por eso a nadie le puede extrañar que Lemos, después de dar esa batalla solitaria, que la dio muchos años desde la prensa, desde la radio, desde la televisión, solitario contra la violencia, terminara en el pacto de paz con el M-19

Porque él no le negaba a los grupos insurgentes espacios ideológicos, él le negaba era el ejercicio de la violencia.

Fue natural en su proceso histórico, que cuando el M–19 dijo ‘no más violencia’, él como Ministro fuera el que tendiera la mano e hiciera posible ese acuerdo de paz.

Una vida al servicio de la Patria, con total honradez, sin mácula, como ustedes lo han dicho.

Lemos nos enseñaría un sentido bien importante de la tolerancia, del carácter, de las relaciones humanas. Pienso yo, que la tolerancia no es hacer concesiones hipócritas contra las propias convicciones, que la tolerancia no es negarse a ser afirmativo, en los términos de la obra del ex Presidente López Michelsen.

Pienso yo que la tolerancia es ser capaz de expresar todas las ideas, de dar la razón o la sin razón, de combatir todas las ideas que haya que combatir, pero de permitir que todos los interlocutores estén rodeados de garantías.

Yo creo que la tolerancia en nuestros días no es la renunciación a la derrota del terrorismo, sino la capacidad de que la seguridad sea eficazmente democrática. Que los proteja a todos. Que proteja por igual a los voceros del Gobierno, a los voceros de la oposición. Y yo creo que en eso hemos avanzado mucho.

Todos los días los medios de comunicación dan la noticia de que algún otro de los que había inventado el exilio, regresa al país.

Entonces yo me pregunto con alguna satisfacción patriótica: “bueno, pero mis críticos que estaban en el exilio desde antes de mi Gobierno empiezan a regresar al país y aquí se sienten rodeados de garantías”. Qué bueno.

Yo pienso que la tolerancia es dar garantías a la contradicción, no tratar de contemporizar hipócritamente con la contradicción.

Lemos no fue un hombre de concesiones. No le hizo concesiones al parlamento en la extradición; no le hizo concesiones a la Constituyente en la extradición; no le hizo concesiones al chauvinismo latinoamericano en la votación de la OEA.

Con sus antecedentes de ideas de avanzada, muchos intérpretes de Lemos habrían dicho: ‘le habría lucido más hacerle concesiones al chauvinismo latinoamericano’. No se las hizo.

Lemos creía que la tolerancia era que todo el mundo se comprometiera con la paz, pero se mantuviera el pluralismo. No hizo esas concesiones, pero sí hizo una –y aquí está Rosemberg Pabón- que fue la concesión de facilitar la paz con el M-19. No porque él estuviera de acuerdo con las ideas del M–19, no porque le exigiera el M–19 estar de acuerdo con sus ideas, sino porque creía en el pluralismo, pero en el pluralismo sin violencia.

Lemos mantenía un sentido de las relaciones humanas sin zalamería. ¿Cómo dice el Presidente Samper? Manejaba un lagartómetro, y lo aplicaba bien, y lo sabía leer y marcaba distancias.

Pero cuando uno escucha los relatos de doña Martha (Blanco), de sus hijas –y ustedes que tuvieron tantas oportunidades de ser sus amigos, yo tuve la oportunidad de conversar mucho con él, en ese exilio, cuando él era Embajador en Gran Bretaña- encontraba uno un hombre muy fácil en las relaciones humanas, un hombre sin barreras, un interlocutor muy ameno, franco.

Yo diría que era en ese muy buen punto de las relaciones humanas, nada extravagante, nada zalamero, todo genuino y todo sencillo.

Yo diría que contrariamente a la acidez que algunos le asignaban, Lemos era un ser humano con quien uno se podía entender muy fácilmente en la discrepancia, porque él no le exigía a sus contertulios el acuerdo con él, ni tampoco era fácil de que se pusiera de acuerdo con sus contertulios.

Era un gran combatiente de la democracia.

El doctor Gómez Méndez nos ha dicho cómo en el país hemos sido egoístas con muchas biografías. Los ingleses han hecho unas biografías modernas, unas sobre Churchill, de acuerdo con los parámetros del liderazgo contemporáneo, y otras biografías sobre los que debieron llegar y no pudieron llegar.

En eso hemos sido bastante egoístas en Colombia. Por fortuna tenemos esta buena obra sobre el ex Presidente Lemos Simmonds, y felicitaciones a su autor y a usted, Honorio (Miguel Henríquez, Director de la Esap). En buena hora la ha publicado la Esap.

Ahora encontramos, infortunadamente, que la obra más importante, más objetiva, más documentada sobre el Libertador, para este Bicentenario, es la obra del investigador inglés John Linch. Vamos a tener que promover en el país este tipo de esfuerzos.

Uno piensa mucho los que debieron llegar y no llegaron, por algunas casualidades.

El país le ha hecho un gran homenaje a Uribe Uribe, a Gaitán y a Luis Carlos Galán, pero muchos otros también están en la dimensión de los que debieron llegar y por alguna casualidad no llegaron: Hernando Durán Dussan, Víctor Mosquera Chaux, Carlos Lemos Simmonds. Pero ya que ellos tenían todos los merecimientos, toda la competencia, toda la capacidad, nos ayuden desde el cielo para que Colombia llegue a la paz.

Como Lemos. Yo nunca lo vi en el discurso de las palomas. Él no se aproximó al M-19 con el discurso de las palomas, fue con el discurso del pluralismo en paz.

Que nos ayuden a que el país sea un país próspero, un país con equidad social.

El tema del carácter de Lemos no era tema de mal carácter o de falta de carácter, era tema de carácter igual a identificación. Fue una manera genuina y auténtica de expresarla.

Él era un hombre sin cálculos. Todo lo que ustedes no han contado, señor ex Presidente Samper y señor ex procurador y ex fiscal, doctor Gómez Méndez, retratan esa gran personalidad: un hombre sin cálculos. Su único cálculo era ser consecuente con su manera de pensar, que la mantenía muy bien conectada con los bienes superiores de la nación.

Muchas gracias a todos, y que pensemos mucho en la Patria leyendo esta magnífica obra sobre el ex Presidente Carlos Lemos Simmonds”.
 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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