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Palabras del Presidente Álvaro Uribe,
en la ceremonia de condecoración a Sergio Caramagna
Febrero 04 de 2009 (Bogotá)
     
 

“Doctor Caramagna, muchas gracias. Una cosa es comentar su misión cuando todavía no se conoce la dificultad del tema, y otra cosa es ponderar esas dificultades.

No podemos olvidarnos que esta Patria nuestra estaba con más de 60 mil terroristas. A la fecha hay más de 50 mil desmovilizados. Cuando uno compara esto con otros países del mundo, se pregunta ¿y cómo subsistió esto?, ¿cómo subsistió Colombia?

Es que las cuentas en otros países del mundo eran cuentas de 3 mil, de 4 mil integrantes de grupos en muchos casos no terroristas, sino que tenían el calificativo de insurgentes, y que estaban luchando contra una dictadura, que en alguna forma trataban de obtener legitimidad en las causas, etcétera.

Lo nuestro, demasiado complicado: unos poderes de facto sumamente poderosos y ricos, una enorme capacidad de dinero y de armas, un gran control del narcotráfico y una total arrogancia para despreciar la vida.

La verdad es que uno mira eso hacia atrás y empieza ya a hacer análisis, y encuentra qué situación tan difícil, que todavía no es fácil, que todavía sigue siendo difícil.

Nosotros llegamos al Gobierno con el propósito de que esta Patria superara tanto guerrilla como paramilitares, se recuperara el monopolio del Estado para combatir los grupos violentos y se superara la usurpación de la justicia, porque de facto, en muchas regiones colombianas, la justicia venía siendo aislada, guerrilla o paramilitares la querían reemplazar y se imponían ante los ciudadanos. No era fácil enfrentar el tema.

Por ejemplo los paramilitares: se les desconceptuaba en el lenguaje político, pero no se les enfrentaba. Qué ganábamos cuando hablaban mal de ellos en la comunidad internacional, en los organismos internacionales o en los cocteles de las capitales de Colombia, pero no se les enfrentaba.

Enfrentarlos no fue una tarea fácil, tampoco una tarea fácil decir: bueno, aquí hay dos organizaciones terroristas, finalmente le hacen el mismo daño a Colombia, finalmente ambas violan el ordenamiento jurídico, la una viola el ordenamiento jurídico que por sustituir el estatu quo, y la otra lo viola que por defenderlo. Ambas, todos los días, incurren en delitos de lesa humanidad y hay que darles el mismo tratamiento.

La tarea de la OEA ha sido una tarea, yo diría que de múltiples connotaciones en esta lucha, porque la presencia de la comunidad internacional es un vigilante de nuestra lucha, es un consejero, es un magnífico validador, un crítico que nos dice ‘cuidado que eso va mal, cuidado que esto va bien’. Yo creo que ha cumplido un papel múltiple de gran importancia.

Y eso necesita una conducción profesional, con todo el rigor ético, con la capacidad de ser independiente y al mismo tiempo de comprender la problemática, con la capacidad de exigir todos los resultados, y al mismo tiempo con la capacidad de ponderar los obstáculos y dificultades.

Y hemos tenido en el doctor Sergio Caramagna lo mejor que pudimos haber tenido, en un momento tan, tan difícil.

Yo quiero expresarle en nombre de los colombianos nuestra gratitud, nuestra admiración.

Me sorprendía mucho las veces que conversaba con usted, su equilibrio para ver dificultades y también para reconocer avances.

Me sorprendía mucho cómo, manteniendo usted su independencia, le permitía al Gobierno y a las Fuerzas Armadas un buen diálogo con usted.

Es que uno lo ha visto en algunas misiones internacionales, que por ser críticos cierran los ojos y no ven avances, por ser independientes no permiten un diálogo con el Gobierno y no entienden que en el Gobierno hay toda la buena fe, todo el deseo de transparencia para poder superar esto.

Yo creo que usted ha sido un gran equilibrio: la capacidad de señalar dificultades y de reconocer avances, la capacidad de ser independiente y al mismo tiempo comprender que aquí hay unas instituciones de buena fe, un Gobierno de buena fe cuyo único propósito es acertar, con el cual ha permitido un diálogo.

Eso es muy difícil de encontrar, ese equilibrio, doctor Caramagna, y nosotros se lo agradecemos de todo corazón.

Quiero reiterarle que tenemos un compromiso con las nuevas generaciones. Es agotar todos nuestros esfuerzos, para que este país recupere plenamente la vigencia de la ley y el orden. Que las nuevas generaciones no tengan la pesadilla que han tenido las pesadillas de mayores.

Mi generación no ha vivido un día completo de paz. Yo no recuerdo un día que mi generación haya podido decir: ‘estamos tranquilos, aquí hay un día completo de paz’. Mi generación nació en la violencia partidista, y le tocó el tránsito a las guerrillas que primero se declararon marxistas, después de abandonar las armas partidistas. Prácticamente no hubo tregua. Fue un traslapo sin solución de continuidad.

Después vino un narcotráfico incipiente, que se miró en el país –diría yo- que con algún descuido. Eso creció hasta el punto que casi nos colapsa.

Surge ese tema de los paramilitares y vivimos una Patria donde los poderes reales se transfirieron a guerrilla y paramilitares, ambos financiados por el narcotráfico.

Sepa usted que al entregarle la Orden de San Carlos, en reconocimiento a sus méritos, en gratitud, para hacer una exaltación de su equilibrio, se la entregamos como un compromiso, el compromiso de mantener nuestra lucha con toda la buena fe, con toda la transparencia, contra todos estos factores terroristas, con el compromiso de que la comunidad internacional puede confiar en nosotros.

Nosotros tenemos un alma comprometida con las nuevas generaciones de colombianos, que nos obliga a no frustrar a las nuevas generaciones de colombianos, y que nos obliga a no engañar a la comunidad internacional.

Todavía tenemos dificultades con la guerrilla. Ya se lo decía yo al doctor Alan Jara: “doctor Alan, no hemos podido llegar a toda parte”.

Uno diría que de los casi 50 mil que se han desmovilizado entre paramilitares y guerrilla, una reincidencia de 3 mil 500 es muy poco, como cifra relativa, pero 3 mil 500 bandidos en armas es mucha gente, son capaces de destruir el mundo, incendian al mundo.

Yo diría que ahí hay un aspecto positivo. Los reincidentes paramilitares no han reincidido como paramilitares. Yo he venido comprometiéndome ante la comunidad nacional y ante la internacional que hoy no hay paramilitares, ¿por qué?, porque a pesar de que hay unos delincuentes de estos que han reincidido, la palabra paramilitar surgió en Colombia para señalar las bandas privadas criminales cuyo objetivo era combatir a la guerrilla.

Creo que hay un avance bien importante, que es haber recuperado el monopolio del Estado para combatir a los violentos. Yo ayer por la mañana hablaba con los comandantes en Santa Marta. Allá quedan de esas bandas criminales unos 180 bandidos, ¿pero en qué están? Puro narcotráfico y pura extorsión, y allí donde encuentran guerrilla, se alían con la guerrilla.

Yo, por ejemplo, ya no veo en el Nudo de Paramillo la vieja pelea entre paramilitares y guerrilla, ahora lo que están es en el tema de narcotráfico, y dos bandas de esas criminales enfrentadas entre ellas: la que llaman de ‘Los Paisas’ y la que llaman de ‘don Mario’, por controlar lo que denominan las rutas del narcotráfico.

Entonces cuando hay peleas entre ellos, son peleas por el botín del narcotráfico.

En medio de eso, el elemento positivo es que se ha recuperado el monopolio estatal de orden público y de justicia.

Sepa doctor Caramagna que nosotros no cejaremos un momento en el propósito de acabar las bandas criminales. Se lo digo todos los días al Ministerio de Defensa, al Ejército, a la Policía, es un compromiso de honor con la Patria que el tal ‘don Mario’ quede en manos de la justicia. Anoche se los decía en Villavicencio: por Dios que ‘el Cuchillo’, que el ‘loco Barrera’.

Y he procurado hacer una cosa: acercarme al problema. Por ejemplo, he querido asumir personalmente, casi desde que empezó el Gobierno, la denuncia de criminales que los mantienen en el anonimato, y antes los gobiernos no se atrevían a denunciarlos.

Todo el mundo hablaba de la ‘oficina de Envigado’, pero no se le denunciaba. Yo he querido asumir personalmente eso para que quede como ejemplo, ir a mi tierra y decir: aquí está operando una banda de criminales que es la ‘oficina de Envigado’ y hay que acabarlos, y ahí está que el ‘Beto’, que el ‘Yiyo’, que fulano, que perano.

Que sea el Presidente de la República quien de ejemplo en aquello de señalar esos criminales, y en pedir que se vaya detrás de esos criminales, y en señalarlos con nombre propio.

Al entregarle la Orden de San Carlos, se la entregamos escribiéndole ahí el compromiso de que nosotros no cejaremos en este empeño. Todos los días le pedimos a Dios que nos ayude a no quedarle mal a las nuevas generaciones de colombianos, y a o quedarle mal a la comunidad internacional, que usted tan dignamente ha representado.

Este país mantiene una gratitud incancelable con usted.

Teresita (de Caramagna), muchas gracias. La manera como ustedes han querido a Colombia, sus hijitos; la manera como han acompañado al doctor Sergio en esta tarea tan difícil.

Algo recuerdo yo de las misiones internacionales en El Salvador, de la misión internacional en Guatemala, pero quiero atreverme delante de esta representación tan importante de la comunidad internacional a decir lo siguiente: allá hubo misiones de la OEA, especialmente en Guatemala, pero es que allá había un conflicto donde una de las partes era insurgencia. Aquí hay un elemento que se llama terrorismo narcotraficante, con la capacidad de destruir el mundo, y que marca una diferencia cualitativa y sustancial.

Por eso creo yo que esta es la misión más difícil que nuestra generación ha conocido en el continente, y usted la ha ejercido de manera ejemplar. Se lo agradecemos por siempre, doctor Caramagna”.

 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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