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Palabras del Presidente Uribe en la tercera entrega
de indemnizaciones por vía administrativa a víctimas de la violencia

Julio 26 de 2009 (Medellín)
     
 

“Más que una reparación, este es un gesto de afecto. Entendemos que reparación total no hay. Los voceros de las víctimas nos han dicho aquí, cómo no se alcanza a superar totalmente la dimensión del sufrimiento. Pero este gesto de afecto ayuda a reconciliar, a encontrar caminos de la vida, anula cualquier germen de odio.

Esta semana, cuando asistíamos al lanzamiento del libro del doctor Óscar Tulio Lizcano, ‘Años de silencio’ –el doctor Lizcano secuestrado durante tantos años por el grupo terrorista de las Farc- destacábamos del doctor Lizcano y de su libro, que tiene dos características: primero, no sufrió lo que se ha llamado el ‘Síndrome de Estocolmo’ y segundo, no tiene odios, carece de ellos. No tiene cólera.

En Colombia los victimarios han logrado que muchas veces las víctimas, por ejemplo los secuestrados, en su desespero tengan que aliarse a ellos. O por alguna razón, en lugar de enfrentar a los victimarios, enfrenten las políticas de seguridad del Gobierno.

El caso del doctor Óscar Tulio Lizcano es un gran ejemplo.

Pero también algo muy importante: así como en él no hay alianza con los victimarios, no hay indulgencia con los victimarios, tampoco hay cólera frente a los victimarios. Hay una ausencia de odio, que se requiere para que Colombia avance.

La política de firmeza contra los violentos no es odio, es afán de encontrar caminos verdaderos para que Colombia pueda vivir en paz.

La firmeza se excluye con el odio, con la cólera. El odio y la cólera lo único que causan es desespero, errores. En cambio la firmeza, acompañada de un corazón lleno de afecto a la Patria, en el cual no cabe el odio, el cual rechaza la cólera, esa firmeza así concebida, nos conduce a que la Patria reencuentre totalmente el camino de la seguridad y el camino de la paz.

El doctor Jaime Jaramillo Panesso (Comisionado Nacional de Reparación y Reconciliación) en su elocuente intervención se ha referido a casi 50 años de violencia. Realmente el siglo pasado tuvo muy poquitos años de paz. El país terminó aquella Guerra de los Mil Días en el año 1902, quedó en una profunda depresión, sobrevino al año siguiente la separación de Panamá. Yo diría que vivimos en relativa paz hasta principios o mediados de los años 1940, cuando estalló la violencia partidista.

En alguna forma, al inicio del Gobierno del General Rojas Pinilla, después el Frente Nacional, permitieron superar la violencia partidista, pero surgieron las guerrillas marxistas de inmediato, cuyo método de lucha era la violencia en nombre de la lucha violenta de clases, del odio de clases, cuyo propósito era la instauración de lo que llamaban ‘la dictadura del proletariado’.

Creció con ellas la violencia, no hubo la reacción que se habría requerido de los gobiernos, y vinieron los paramilitares y procedieron con la misma crueldad. Y ambos, guerrilla y paramilitares, terminaron fusionados con el narcotráfico, y el país con 30 mil asesinatos al año y con 4 mil secuestros al año.

Una tragedia difícilmente comparable.

Víctimas han perdido temor a reclamar

Hemos avanzado en esta política de Seguridad Democrática, a pesar de todo lo que falta. Uno de sus resultados ha sido el de convertir en la primera línea de las políticas nacionales la política pro-reparación de víctimas.

Antes las víctimas no reclamaban por temor a la retaliación, o porque lo encontraban inútil. Aquí nos han expresado cómo, a la fecha tenemos más de 250 mil víctimas que han registrado sus reclamos.

Creemos que es un avance bien importante para Colombia.

Las víctimas han perdido el temor a reclamar: es un gran avance de la política de Seguridad Democrática.

Quiero agradecer a todos.

Este proceso empezó con la Ley 975, la Ley de Justicia, Paz y Reparación, después continuó con la integración de la Comisión de Reparación creada en esa Ley, Comisión que acordó con nuestro Gobierno, a finales de 2007, el decreto para la Reparación Administrativa de las Víctimas, que hoy aplicamos.

Quiero agradecer a los organismos internacionales que nos ayudan; al Ministro del Interior, doctor Fabio Valencia Cossio, responsable del equipo de esta reparación administrativa; al Alto Comisionado (para la Paz) doctor Frank Pearl; a Acción Social, que ha hecho un gran esfuerzo.

Ese apoyo humanitario al cual se refería el doctor Jaime Jaramillo Panesso, que es el antecedente inmediato de esta reparación, demandó de este Gobierno 300 millones de dólares para darles ese apoyo inicial a las víctimas.

Ahora, el país está enfrente de un enorme gasto. Yo creo que habremos de gastarnos no menos de 14 billones en el proceso de Reparación de Víctimas, en ese componente monetario, pecuniario.

Eso no se va a lograr de la noche a la mañana. La situación fiscal de la Nación es bastante difícil, pero haciéndolo año a año, tramo a tramo, lo vamos logrando.

Este año, en medio de una gran crisis económica internacional, un país que va a recaudar 7 billones 400 mil millones menos de lo que esperaba recaudar, sin embargo en este año se hace el esfuerzo de ejecutar del presupuesto 200 mil millones, hoy más de 100 millones de dólares para apoyar con estos recursos a las primeras 10 mil víctimas.

Yo creo que es un buen esfuerzo de Colombia.

Y en la medida en que esto continúe con unos ritmos que nos permita el Presupuesto Nacional, se va a ir tejiendo esta bella artesanía del perdón, de la reconciliación.

Derecho a la no repetición

Me han dicho algunos compañeros, como el doctor Frank Pearl, que lo más importante es el derecho a la no repetición. Lo compartimos.

Nada ganamos con reparar hoy, y que Colombia siga en esa violencia sin rienda y sin límites, en esa violencia desaforada causando víctimas. Lo más importante es frenar esta violencia, que es la manera de garantizar el derecho a la no repetición.

Por eso tenemos que insistir en la firmeza de la política de Seguridad Democrática.

Cuado yo veo que esta semana el grupo narcoterroristas del Eln asesinó al suboficial de la Policía, al subintendente de la Policía, Jimmy Téllez Ortegón, cerca de Nunchía, en el departamento de Casanare, el subintendente que hacía parte de la representación de la Ruta de la Libertad –lo asesinaron cobardemente, con un explosivo que instalaron en el camino y lo activaron desde un escondite- cuando observamos esos actos, cuando vemos que las bandas criminales del narcotráfico siguen produciendo gran cantidad de asesinatos en ciudades como Medellín, el camino para garantizar el derecho de la no repetición a las víctimas, es el camino de la firmeza en la política de seguridad.

Hoy reitero nuestro clamor a las Fuerzas Armadas de Colombia para que derrotemos todos estos grupos terroristas. Señores generales: estas bandas del narcotráfico hay que derrotarlas.

Nosotros no podemos seguir en Medellín contabilizando asesinatos. Hay que derrotarlas, estamos en mora de ello. No tenemos años para capturarlos, tenemos que capturarlos en días, pero nosotros no podemos amanecer a contar los asesinatos en la noche anterior en la ciudad de Medellín. A esta ciudad hay que recuperarle totalmente la paz.

Nosotros tenemos la opción de continuar con la firmeza, o la opción de retroceder al apaciguamiento.

En el pasado no se enfrentaba a estos bandidos, aquí simplemente se les daba una palmadita a los familiares de las víctimas en los funerales y se les hacía una expresión de duelo, de solidaridad. No se reparaba las víctimas, no eran visibles las víctimas y no se enfrentaba con contundencia a los terroristas.

En esta ciudad vivíamos solos, los gobiernos poco se acordaban de nosotros. Venían de las revistas a hacer de la violencia una publicación de fantasía, para poder aumentar sus ventas.

Aquí estallaban los carros-bomba, eran masivos los secuestros; la Comuna 13 era dominada por los terroristas, ¿y dónde se acordaban de nosotros?, ¿cuál era el esfuerzo de los gobiernos nacionales por nosotros?

Era una política de descuido, de apaciguamiento.

‘No volveremos al apaciguamiento frente al terrorismo’

Por lo menos hoy hay un Gobierno que enfrenta con toda firmeza a estos terroristas, un Gobierno al cual acudir. No volvamos a esas políticas de apaciguamiento.

Yo recuerdo que venían cronistas, producían fotos de carátula de revista muy vendedoras, para convertir la sangre de Medellín en relatos fantásticos en las grandes revistas, a fin de aumentar sus ventas.

Eso sí, nada nos ayudaban a combatir a los violentos.

Por eso, es la hora de hacer una reflexión: entre la firmeza frente a los violentos, que garantiza el derecho de las víctimas a la no repetición, y el apaciguamiento y la indolencia del pasado.

Esa reflexión hay que hacerla hoy en todos los lugares de Colombia.

La firmeza nos permite avanzar hacia la seguridad, y solamente la seguridad nos da la paz. Solamente la seguridad nos permite hacer visibles a las víctimas, facilita que las víctimas reclamen y crea las condiciones para poder reclamar a las víctimas.

El apaciguamiento y la indolencia que vivimos en el pasado, solamente envalentonan a los terroristas, crucifican todavía más a la comunidad.

Por ejemplo, sabemos que los grupos terroristas han adquirido lanzacohetes de marca en los mercados internacionales de armas, en la comunidad internacional. Colombia lo sabe.

Hemos elevado nuestra queja a través de los canales diplomáticos a los respectivos países.

Frente a eso hay dos opciones: o nos ponemos a apaciguar, o procedemos con firmeza.

Si asumimos la actitud del apaciguamiento, disparan esos lanzacohetes y adquieren más, y nadie se frena en la comunidad internacional de vendérselos, y ellos tampoco van a considerar si los disparan o no, los accionan contra el pueblo colombiano.

Si procedemos con firmeza, la comunidad internacional tiene que pensar que en lugar de tener la actitud para venderles estas armas a los terroristas, tienen que tener firmeza para cooperar con la democracia colombiana en la derrota del terrorismo.

Cuando a mí me dicen: ‘Presidente, es que el grupo narcoterrorista de las Farc adquirió estos sofisticados lanzacohetes’. Yo me pregunto: ¿cuál es el camino?, ¿esperar nosotros, de manera indolente, en actitud de apaciguamiento, que las Frac los dispare?, ¿o buscar nosotros los acuerdos internacionales que nos ayuden a derrotar el narcotráfico, que justamente es la fuente del dinero con la cual adquieren estas armas que activan contra el pueblo colombiano?

Esta es una hora de dolor y reflexión, de perdón y también de reiteración de la firmeza.

La verdad, es que cuando hay indolencia y apaciguamiento nunca se da la reparación y jamás llega el perdón.

La violencia, el apaciguamiento, la indolencia crean más violencia, crean más espíritu criminal en los victimarios. Un espíritu criminal en alza no permite que florezca el perdón, tampoco crea las posibilidades para la reparación. En cambio la firmeza, que va debilitando a los terroristas, crea las posibilidades de la rectificación, crea las posibilidades de la reparación y del perdón.

En la época del apaciguamiento, de la indolencia, solamente se desmovilizaron 4 mil terroristas. En nuestra época, la época de la firmeza contra los terroristas, se han desmovilizado más de 50 mil.

Algunos dicen: ‘es que el camino de Uribe no es el camino de la paz’. El camino nuestro es el camino de la seguridad, de la firmeza, el único que conduce a la paz, para prueba de ello que en este Gobierno se han desmovilizado más de 50 mil integrantes de los grupos terroristas.

En el pasado, en nombre de la paz, se practicaba el apaciguamiento y se procedía con indolencia, y solamente se desmovilizaron 4 mil, y mientras se desmovilizaban 4 mil, se sumaban 60 mil a las acciones del terrorismo, en Colombia.

En el presente, en nombre de la firmeza, hemos practicado la política de Seguridad Democrática, que ha contribuido a la desmovilización de más de 50 mil.

Esa política hay que pulirla, en Medellín necesitamos que esa política se traduzca en una nueva tendencia de reducción de asesinatos, en un desmantelamiento total de estas bandas del narcotráfico, lo necesitamos, es urgente.

Pero a esa política de firmeza, no podemos renunciar. No permitamos que las pirotecnias de la política nos oculten la realidad. En esta hora Colombia tiene que reiterar al compromiso, con toda la firmeza, para derrotar a los terroristas.

Aquellos que nos presentan hoy nuevas esperanzas, tuvieron todas las oportunidades y se dedicaron al apaciguamiento, y se dedicaron a la indolencia.

Tenían éxitos en la política mientra Medellín se cubría en sangre. Solamente se acordaban de nosotros para retratar a los criminales que los martirizaban en las portadas de las revistas, convertir sus masacres en narraciones fantásticas y ganar dinero a través de la venta de la publicidad.

Es la hora de la firmeza, apreciados coterráneos y compatriotas, no desmayemos".

 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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