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Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez en la ceremonia
de ascensos de 250 alféreces a subtenientes del Ejército Nacional

Junio 03 de 2009 (Bogotá)
     
 

“Nos reunimos hoy para recibir una nueva promoción de subtenientes, que lleva el nombre de una gran figura de nuestras fuerzas, a quien Colombia le debe tanta gratitud: del brigadier general Rafael Navas Pardo.

Apreciados jóvenes:

La graduación de ustedes es un motivo de orgullo para Colombia, de estímulo a las Fuerzas Armadas, de fortalecimiento del Ejército.

Ustedes han escogido la vida de disciplina del Ejército, la vida de abnegación del Ejército, la vida de responsabilidad de portar las armas de la República, la vida del estudio, la vida del riesgo por el bien común.

Son unos jóvenes ejemplares.

Las generaciones mayores como la mía vemos con más tranquilidad el futuro de la Patria, al saber de la manera como ustedes van ascendiendo en el Ejército de Colombia.

Una Patria que está haciendo un gran esfuerzo por la seguridad, por la prosperidad, a través de la inversión, por la política social.

Nunca antes, señor general Freddy Padilla, Comandante General y Ministro encargado; señores generales comandantes, graduandos, nunca antes Colombia había asignado tanta importancia a la seguridad, no por la seguridad en sí misma, sino por todo lo que significa para el conjunto de la vida nacional.

Nunca antes mi generación había tenido tanta claridad de que así vaya bien el manejo de la economía, se introduzcan estímulos tributarios a la inversión, haya pactos de estabilidad de 20 años con los inversionistas, a pesar de todo eso, sin la seguridad no florecería la inversión en Colombia.

Yo no recuerdo un momento en el que haya habido tanta conciencia del papel determinante que juega la seguridad en la inversión.

Graduandos:

Este país necesita prosperidad. Hacer política social sin prosperidad equivale, no a dar bienestar, sino a repartir pobreza. Ninguna gracia tiene. Lo que necesitamos es bienestar para la mayoría de colombianos, para todos los colombianos; no un reparto de pobreza.

Graduandos:

Nunca antes había habido una relación tan importante, en la práctica y en la conciencia de los ciudadanos, entre la seguridad y la prosperidad.

Yo me he preguntado en estos días, en un momento difícil de la economía mundial, que a nosotros nos toca y nos afecta, ¿qué habría sido de Colombia si este momento difícil no la hubiera encontrado mejor preparada en lo económico? Pero por encima de eso, ¿qué habría sido de Colombia si este momento difícil de la economía no la hubiera encontrado avanzando en la seguridad?

Seguridad y vías

Durante estos días se han venido adjudicando las rectificaciones y pavimentaciones de carreteras de gran importancia: que la pavimentación para llegar hasta San José del Guaviare, donde este Gobierno ha pavimentado 196 kilómetros y nos faltan 34. Licitación ya adjudicada.

Que la adjudicación de las carreteras del Cauca al Huila; que queda pavimentado todo el Putumayo, porque se llegó con pavimento a Mocoa; de Mocoa a Villa Garzón, se avanza en el tramo Villa Garzón-Puerto Caicedo; hemos pavimentado de Puerto Caicedo a Puerto Asís, y se ha adjudicado la pavimentación de Santana al Puente Internacional de San Miguel.

Que el Ejército, con dineros de regalías de Arauca, ha hecho una gran obra al pavimentar un tramo sustancial de la carretera de Tame a Arauca; que Colombia tiene hoy un gran avance para que haya una carretera de muy buenas especificaciones entre Bogotá y Buenaventura; que se ha adjudicado el contrato del tramo que faltaba; que ya se construyó el primer túnel del Túnel de la Línea y ahora empieza ya el Túnel del Tráfico; que está en plena licitación la carretera de Bogotá a Santa Marta; en plena licitación la fusión de las concesiones del Caribe para una gran carretera entre Palo de Letras y Venezuela, de frontera con Panamá a frontera con Venezuela.

Eso no se podría hacer sin seguridad.

La inseguridad había ahuyentado la inversión, había impedido que creciera la economía. La inseguridad había llevado a la quiebra a las firmas de ingeniería. No había obras, y allí donde se adelantaban las obras, las firmas de ingeniería eran presas de la extorsión y del secuestro.

Uno de los grandes reclamos de Colombia es infraestructura. Apreciados graduandos, se puede construir si hay seguridad.

Miren ustedes: nunca antes se había tenido conciencia en Colombia de la relación determinante entre la seguridad y, por ejemplo, la necesidad del país de tener una carretera muy buena de Bogotá a Buenaventura o de Bogotá a Santa Marta, para que haya más competitividad y mejor empleo.

Política social

Hemos avanzado en política social, a pesar de lo que falta.

Antes, un 78 por ciento de cobertura en educación básica; hoy llegando al ciento por ciento. Un 57 por ciento en educación media; hoy llegando al 78 por ciento.

Teníamos cuatro millones y medio de raciones alimentarias al día en Bienestar Familiar; hoy llegando a 14 millones 156 mil raciones alimentarias, especialmente para niños menores de 5 años, para escolares y, también, para un buen número de ancianos.

El país tenía menos de un millón de estudiantes universitarios; hoy tiene cerca de millón 600. El país financiaba 60 mil estudiantes universitarios; hoy financia, con el Icetex, 300 mil estudiantes universitarios.

Capacitábamos en el Sena, un millón 100 mil jóvenes al año; hoy capacitamos seis millones.

Teníamos matriculados en el Sena, en técnicas y tecnologías, 41 mil; hoy, 298 mil.

Ahora estamos abriendo matrículas para otros 250 mil jóvenes colombianos en el Sena, en técnicas y tecnologías que tengan relación con los empleos del futuro, porque muchos empleos que desaparecen en esta crisis, no van a reaparecer.

El lunes, en El Salvador, se asombraba la señora Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, porque le habían dicho que Colombia ya tenía 41 millones de ciudadanos con seguro de salud.

Y me dijo: ‘Presidente, ¿es verdad? No lo puedo creer’. Le dije: ‘Sí, señora Secretaria de Estado. Hemos dado un gran salto, pero todavía nos falta mucho. Porque tenemos deficiencias en hospitales, porque todavía el Régimen Subsidiado no da todos los beneficiosa que da el Contributivo’.

Y me decía: ¿Y cómo lo han logrado?

Le dije: ‘Le voy a ahorrar argumentos: que hay una política de salud, que unas leyes, que unos esfuerzos por inversión’. Le dije: ‘Señora Secretaria de Estado, la base de todo esto es la seguridad. Sin la seguridad no hay los recursos para poder universalizar la afiliación a la salud de los colombianos’.

Me decía: ‘Pero tengo entendido que el Sena es hoy líder en formación vocacional en la región. ¿Cómo lo han hecho?’.

Le decía: ‘Sí, es posible. Hemos hecho muchas reformas, hemos reformado 437 entidades del Estado. Pero el Sena se sostiene porque los empresarios pagan. Por cada 100 pesos de salario, pagan dos pesos para el Sena, y eso es posible porque ha avanzado la seguridad, ya hay más confianza de inversión en Colombia’.

Miren, apreciados compatriotas:

Nunca habíamos tenido esta conciencia, la claridad sobre la relación entre el esfuerzo y el sacrificio de los soldados y policías de Colombia, y la posibilidad de que el país avance en política social. A pesar de todo lo que falta.

Que ahora estamos llegando a 3 millones de Familias en Acción; eran 220 mil, un gran salto. Pero es que tenemos 19 millones de pobres. O sea que hemos avanzado mucho, pero es más lo que falta. Y así como lo que hemos avanzado ha dependido fundamentalmente de la seguridad, lo que falta también dependerá fundamentalmente de la seguridad.

Ocasiones como estas, donde uno piensa como padre de familia al saludar a los papás y a las mamás de los tenientes; cuando uno piensa como ciudadano ya de las generaciones mayores, al ver con alborozo la llegada de estos subtenientes. Ocasiones como estas generalmente se utilizan para hablar exclusivamente de seguridad.

Hay que hacer visible algo que se siente en Colombia: la seguridad es hoy causa eficiente de la posibilidad de que este país supere la crisis de la economía; de que haya prosperidad; de que avance la política social; de que se supere la pobreza y de que se construya equidad.

Hemos avanzado mucho, pero todos los días los colombianos nos piden más. Y con razón.

Miren, en aquel puente de noviembre de 2002, cuando empezaba la Seguridad Democrática y millones de colombianos se volcaban a la calle, después de que no habían podido salir de sus casas, eso parecía la liberación de un secuestro colectivo de millones de ciudadanos.

Algunos pensaron que era todo. No. Ya eso se toma como algo común y corriente en Colombia.

Esta madrugada recibí un mensaje de unos rotarios internacionales que vinieron a la Costa Caribe a un Congreso Internacional de Rotarios y me decían que viajaron por mucha parte de Colombia; que estaban felices; que admirados del país; que un homenaje a la Policía y al Ejército; que los colombianos muy amables; que en todas partes los atendían con cariño; que les ofrecían una hamaca, les pedían 100 pesos, se las daban por 30.

Y que los restaurantes muy buenos, que la gente muy atenta, que unos colombianos vivaces, pero llenos de transparencia, llenos de afecto. Que, por favor, felicitara a las Fuerzas. Eso lo hemos ganado.

Pero también miren qué pasa:

Antes, un secuestro más no se sentía. Era un país anestesiado. Sufría la familia, pero en la opinión pública habíamos perdido la capacidad de conmovernos. }

Eran casi 4 mil secuestros al año. Ahora me dicen: ‘Presidente, es que todavía hay 97’.

¿Nos podemos poner nosotros a la defensiva?

No.

¿Qué debemos entender nosotros, los que tenemos estas responsabilidades?

Que el país, con justa razón, no quiere disminuir la violencia, sino erradicar la violencia. Nosotros no nos podemos conformar con una disminución de la violencia. El propósito tiene que ser erradicarla.

Sí, hay cosas buenas, pero también tenemos que mantener la autocrítica.

El fin de semana anterior, cuando nuestras tropas entraban a esos campamentos madre que protegen a Jorge Briceño, conocido como el ‘Mono Jojoy’, seis integrantes de nuestra tropa fueron asesinados.

¡Qué dolor!

¿Cuál es el testimonio de los heridos? Nuestros soldados y nuestros policías heridos muestran un gran valor, un gran compromiso, una gran motivación.

Entonces, el dolor que uno siente cuando es asesinado un soldado de la Patria, el dolor que se siente cuando es herido un soldado de la Patria, la conexión con el alma de su familia.

A eso se le suma otra reflexión: la reflexión que produce admiración, al conocer que esos soldados heridos tienen la mayor motivación para darle a Colombia la erradicación de la violencia que el país entero clama.

Y nos toca hacer ajustes todos los días.

En el Cauca me dicen: ‘Presidente, se ha avanzado mucho. Se ha disminuido mucho el secuestro, las masacres, no se destruyen municipios. Pero todavía hay problemas, porque intentaron tumbar el Puente Guillermo León Valencia; asesinaron un periodista en el sur del Cauca, que llevábamos dos años sin el asesinato de un periodista; hubo otro problema en Argelia’.

Y nosotros no podemos decir: ‘No es que hemos mejorado mucho’. Tenemos que mirar cómo mejoramos esos factores, porque el país no quiere disminuir la violencia, sino erradicar la violencia.

El primero que tiene que ser conciente de esa responsabilidad es el Presidente de la República, y el más joven de los soldados y de los policías.

El compromiso es muy grande. Con un país que quiere seguridad total, prosperidad total, coberturas plenas de política social, el compromiso es muy grande.

El país exige, y con razón. El país no se conforma hoy con que seamos medias tintas. El país no quiere que seamos medias tintas en seguridad. No quiere que seamos medias tintas en inversión. No quiere que seamos medias tintas en política social. El país nos obliga hoy a actuar con tinta reteñida para erradicar totalmente la violencia, para crear las condiciones de prosperidad y para avanzar en las coberturas sociales. ¡Qué compromiso!

En Medellín qué me dicen. Me dicen: ‘Sí, Presidente, mostramos un gran descenso frente a los asesinatos de 2002. Pero es que habíamos mejorado más en asesinatos en el 2007’.

Yo ya no le puedo decir a la ciudadanía: es que mire lo que pasó en el 2002 y en el 2003. Me dicen: ‘No Presidente, necesitamos es cero asesinatos. Y estas bandas criminales en Medellín buscan presionar al Gobierno y pelearse entre ellos el botín del narcotráfico, asesinándose mutuamente, y queremos cero asesinatos. Cero asesinatos’.

La verdad es esta: antes asesinaban a un narcotraficante y antes que rechazar el asesinato, se trataba de justificar el asesinato. La reacción ciudadana era: ‘es que lo mataron, pero es que estaba en el narcotráfico’. Se buscaba una especie de justificación automática del asesinato.

Hoy los compatriotas le dicen a uno: ‘Presidente, no se puede justificar un solo asesinato’. El derecho a la vida hay que garantizarlo. A los buenos y a los malos. Y nos toca hacerlo, nos toca hacerlo.

Nosotros hoy no podemos explicar una tasa elevada de asesinatos en algún lugar de Colombia, porque las víctimas tengan antecedentes judiciales.

El país nos exige, y tenemos que estar a la altura de la noble exigencia de los colombianos, que le vida se le proteja por igual a los buenos que a los malos. El país nos exige.

En Garzón (Huila), ¡qué paradojas!

Me había reunido yo horas antes con los comandantes; con el general Padilla, Ministro encargado. Les había dicho: ‘Vengo de un Consejo de Empleo en Neiva y encontré a la ciudadanía muy optimista de que ha mejorado mucho la seguridad’.

Y a las pocas horas se producen los hechos de sangre en el Concejo de Garzón y nos secuestran un concejal.

Se está en la tarea de rescatarlo. Generales, ¡nos toca rescatarlo! ¡Nos toca rescatarlo! Es un desafío de la conciencia nacional que lo rescatemos. Que llevar todo el Ejército de la Patria en esa persecución, nos toca hacerlo.

Y se ha pagado un costo alto: un policía que reaccionó contra esos bandidos, lo asesinaron; dos guardias de seguridad privada fueron asesinados, y los soldados que andaban en la persecución, dos heridos, uno murió.

Pero miren, la ciudadanía nos exige. Nos dice: ‘Presidente, ¿por qué se confían?’ ¿Qué pasa en Garzón si hay dos batallones del Ejército y está la Policía? ¿Por qué no tenían previsto un anillo de seguridad, una comunicación, un plan candado para evitar que en un evento de estos se pudieran fugar?

La ciudadanía nos exige. No nos podemos descuidar.

La conciencia nacional nos pide recuperar al concejal secuestrado.

Y, también, poner todo el cuidado, porque en ninguna parte se puede bajar la guardia. Y esto no lo puede decir el Presidente de la República. Lo tenemos que practicar todos.

Yo tengo que dar ejemplo. Yo veo esta Sabana de Bogotá tan bonita, y me gustan los caballos, y me quisiera ir por ahí los domingos; montarme en un caballo fino -el único oficio que aprendí a hacer bien hecho fue adiestrar caballos de paso- y volver a la juventud, a los 25 años, tomarme dos aguardientes y echar unos poemas. ¡No puedo! Tengo que dar ejemplo.

No puedo dar el mal ejemplo de que bajamos la guardia. Toca estar al pie del cañón. Pedirle a mi Dios fuerzas y estar que los sábados con mis compañeros del Gobierno en los consejos comunitarios; que domingos, lunes, con los altos comandantes en los consejos de seguridad.

No podemos bajar la guardia. El primero que tiene que dar ejemplo es el Presidente de la República. Pero eso tiene que gravitar en la conducta y en la conciencia de los altos comandantes, de los medianos comandantes. De todos, de todos.

Jóvenes subtenientes:

Tienen ustedes que hablar con los tenientes, con los capitanes, con los mayores, con los coroneles, para que la responsabilidad no solamente sea de arriba abajo, sino de abajo arriba.

General Padilla, general González (general Óscar Enrique González Peña,
Comandante del Ejército Nacional), general Naranjo (general Óscar Naranjo, Director de la Policía Nacional), no les he contando una experiencia ayer:

Llamaron unos señores de Cimitarra y me dijeron: ‘Vea, Presidente, cuando nos quejamos el año pasado de que ahí en Landázuri y Cimitarra había unas plantaciones de coca, finalmente la Fuerza Pública fue y las erradicó. Pero allí hay un campesinado mal orientado por bandas criminales y guerrillera, con unos viveros para plantar nuevamente coca’.

Y esos campesinos que me llamaron me dijeron: ‘Presidente, ¿por qué no hace una cosa?: Que la responsabilidad no sea solamente del Comandante de la Brigada de Bucaramanga; del Jefe de la División; que del general Óscar González, Comandante del Ejército; que de mi general Padilla, Comandante de las Fuerzas Militares; que de mi general Naranjo, Comandante de la Policía. ¿Por qué no le asignas esa responsabilidad y les piden cuentas a los coroneles que están al mando de esos batallones, a los mayores que hay en las operaciones, a los capitanes? Creo que eso lo tenemos que hacer.

La opinión ciudadana es clarividente y nos ayuda mucho con eso.

Yo creo, mi general González, que comprometer a los oficiales que están en ese nivel, para que nos entreguen Cimitarra, Landázuri, sin una sola mata de coca, ni matas produciendo ni matas creciendo ni matas germinando en un vivero, yo creo que es un buen paso que nos exige la opinión ciudadana.

Alguien me dice: ‘Presidente, ¿y la motivación?’

La motivación de los soldados y policías de Colombia es muy buena. El espíritu que expresan los heridos.

Ahora hemos tenido dificultades que no los pueden desmotivar. Por ejemplo: los ‘falsos positivos’.

Hay que entender que en este país hoy hay menos temor a denunciar que el que había antes. Los ciudadanos antes denunciaban menos por temor o porque creían que nada ganaban con denunciar, que no iba a ver reacción con la Fuerza.

Un ‘falso positivo’, que tenga soporte, nosotros lo tenemos que sancionar con toda la fuerza. Y así se ha demostrado.

Porque para nosotros es tan importante la eficacia como la transparencia.

Pero hay un ‘pero’: hay mucha falsa acusación.

Yo creo que al Presidente de la República y a las Fuerzas nos ha falta una cosa: así como hemos sido prontos y solícitos; diligentes para sancionar los ‘falsos positivos’, tenemos que ser más beligerantes para denunciar las falsas acusaciones.

Mea culpa, nos falta beligerancia para denunciar las falsas acusaciones.

Nos morimos de miedo, nos morimos de miedo. ¿Por qué?

Y cuando hay una falsa acusación, si el Gobierno, los comandantes, el Ministerio de Defensa no la rebaten con toda la determinación, eso sí que desmotiva.

Creo que estamos obligados a señalar los casos de falsas acusaciones y a denunciarlos.

Porque es que como lo he dicho, hay personas que no se atreven a criticar la Seguridad Democrática. Dicen: ‘No, yo no estoy de acuerdo con eso, pero si lo critico pierdo votos’.

Entonces, cómo le hacen daño a la Seguridad Democrática. Dicen: ‘No, lo que pasa es que hay violaciones de derechos humanos; hay asesinatos extrajudiciales impropiamente denominados extrajudiciales, que son fuera de combate; hay ‘falsos positivos’.

Y así como nosotros hemos tenido toda la determinación de sancionar la acusación que tiene sustento, tenemos que demostrar toda la beligerancia para denunciar la acusación falsa.

Denunciar hechos de violencia ante ONU

Yo creo, mi general (general Fredy Padilla de León), que en este tramo de su encargo como Ministro de la Defensa, señores viceministros, es muy importante poner en práctica la decisión de que todo hecho de violencia, en un formato, nosotros inmediatamente lo denunciemos a Naciones Unidas y a todos los órganos Internacionales: que violencia de las Farc, que violencia del Eln, que violencia de las bandas criminales.

Pongamos eso en conocimiento diario, una o dos veces a la semana, de estos organismos internacionales. En un formato nuestro y que lo conozca la opinión internacional y que lo conozca el país. Tenemos que hacerlo.

Tenemos que estar introduciendo todo, enriqueciendo la política de Seguridad Democrática; hay que enriquecerla todos los días.

Y todos los días hay más dificultades, porque en ciudades que tienen ese problema de asesinato, hoy uno no encuentra unos asesinos organizados en grandes bandas visibles, sino refugiados en la oscuridad, en la clandestinidad. No hay quién dé frente. Y se nos dificulta mucho a nosotros la acción.

El científico, mientras más avance en sus investigaciones más tropiezos tiene. La Política de Seguridad Democrática, mientras más avanza, la opinión le exige más. Y tiene dificultades.

Es distinto enfrentar un grupo que da la cara, a ir a buscar uno a uno de una organización de asesinos que se mantiene en el anonimato y en la clandestinidad total. Invisibles. Pero es un reto que tenemos que afrontar.

Estos jóvenes se preguntarán: a medida que Colombia vaya ganando escalas superiores de seguridad, ¿qué va a pasar con el Ejército?

Lo decíamos ayer en la Armada, en la ceremonia de graduación de los subtenientes de Infantería y de la Naval:

Con el Ministro Santos (ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos) se dio un gran paso en la Política de Seguridad Democrática: el salto estratégico. Hay que enriquecer ese salto estratégico ahora con otro capítulo. Tenemos que visionar el futuro de las Fuerzas.

Ayer decíamos en la Armada: Colombia tiene más de 16 mil kilómetros de ríos navegables. Antes vigilábamos 3 mil kilómetros; hoy, alrededor de 15 mil. Un gran avance.

La Armada se ha distinguido por su capacidad de construir naves de última tecnología a muy bajo costo.

¿Qué hay que visionar?:

Cómo esa Armada, a medida que vamos ganando escalas superiores de seguridad, puede ir apoyando a los pescadores civiles, a los campesinos; ser el gran instrumento de salud en todos los ríos de Colombia; el gran apoyo a las comunidades ribereñas.

La integración del Ejército en las actividades civiles de la Nación, en la ciencia, en las carreteras, en la vivienda, en la salud, tiene que ser todos los días mayor.

Uno encuentra júbilo en la población araucana por lo que el Ejército hizo en la carretera.

Y ahora hay gran esperanza en Arauca, en Boyacá y en Norte de Santander, porque el Ejército va a asumir el mejoramiento de esa carretera que se llama ‘Carretera de la Soberanía’, que va de Tame, pasa por la franja de Boyacá, limítrofe con Venezuela; sube a la Legía, llega a Toledo o a Chinácota (Norte de Santander).

Y hay júbilo en el Meta, y hay Júbilo en el Huila, porque el Ejército va a construir ese tramo tan importante para comunicar los Llanos Orientales con el río Magdalena, que es la carretera que nos falta entre Colombia y La Uribe.

Nosotros tenemos que visionar el futuro de nuestra Fuerza, porque es una Fuerza muy ‘aprestigiada’. Si esta Fuerza no tuviera prestigio, no tendríamos esta comunidad graduandos. Y que todos son soldados de la Patria y llamados a ser profesionales de excelencia en sus actividades de conocimiento: que en la Ingeniería, que en el Derecho, que en la Medicina.

Es algo bien importante, como la nueva generación está combinando ambos oficios: portar las armas de la República y tener la más elevada preparación.

Y por eso tienen el derecho de exigir que visionemos el futuro de las Fuerzas.

¡Qué sorprendente! Hace pocos días en la Policía había una graduación y todos habían estudiado previamente una profesión. Todos los que graduamos aquel día en la Policía habían tenido una graduación universitaria, que en Derecho, que en Ingeniería, que en Medicina.

Y estas Fuerzas tienen prestigio Internacional.

En América Latina –unos se lo dicen a uno abiertamente; otros al oído, porque yo siempre tengo muchos amigos que les da pena decir que son amigos míos, y en la comunidad internacional, algunos me dicen: ‘Presidente, yo no lo puedo apoyar públicamente porque me meto en líos. Pero, ¿podría mandar cien muchachos de mi país a que los prepare el Ejército de Colombia?’

Y yo les digo: ‘No mande cien, mande mil, que esto hay que hacerlo con ganas y con fuerza’.

Hay una gran admiración en la comunidad internacional.

A Colombia se le mira como la gran posibilidad de la derrota del terrorismo y del narcotráfico. Entonces, ya quieren que estemos en Afganistán, que ayudemos en muchos de los países hermanos.

Es un prestigio grande el de estas Fuerzas, de estos soldados y policías de la Patria. Prestigio ganado con su sacrificio, que nosotros tenemos que honrar todos los días, mejorando.

A eso vengo a invitarlos:

Mejoremos todos los días, porque el país no se conforma con nuestros avances. El país quiere que avancemos hacia la total seguridad.

Porque el país ha disfrutado algo que fue ajeno a otras latitudes. En otras latitudes, para dar seguridad, eliminaban libertades. Aquí hay un país más alegre, más libre y más seguro.

Entonces, como los colombianos han probado eso de combinar seguridad con libertades, ahora quieren es plena seguridad. Y tienen derecho, tienen derecho.

Es natural de la vida de los hombres ascender siempre. Todo el mundo quiere ir hacia delante. Nadie quiere ir hacia atrás. ¡Qué deber tan grande!

Bicentenario de la Independencia

Nos preparamos para el segundo centenario de la Independencia. Y este 20 de julio y este 7 de agosto tienen que ser antecedentes muy importantes.

El 20 de julio habrá un concierto nacional en todos los municipios de la Patria, con todos nuestros artistas, en todos los municipios de la Patria.

El principal concierto, el centro, será en Tame (Arauca). Allí nos reuniremos con nuestras Fuerzas, a reflexionar sobre lo que han sido estos 200 años; a pensar lo que viene, no obstante que el hombre propone y Dios dispone.

A volver sobre El Libertador (Simón Bolívar), la autoridad al servicio de la virtud. Sobre el General (Francisco de Paula) Santander, la Ley al servicio de la virtud.

Y a medida que suenen ese concierto, representantes de nuestras Fuerzas saldrán a caballo y a pie de Tame, allí donde termina la llanura, a remontar la Cordillera, a Pisba, al Pantano de Vargas, y deben llegar a Boyacá el 7 de Agosto. Y los debe acompañar la televisión, para mostrarles a los niños colombianos, especialmente, cada una de esas jornadas; para representar cada una de esas jornadas de aquellos descamisados, ilustres y valerosos que nos dieron la libertad. Y a pensar cómo le vamos a dar nuevas satisfacciones a los colombianos en lo que viene.

Tiene que ser una conmemoración de mucha reflexión, de mucho recuerdo histórico y de mucha prospección, porque el deber es muy grande con el bienestar de 46 millones de colombianos.

General Padilla, apreciados comandantes:

No nos dejemos presionar por los que hablan de acuerdo humanitario y al otro día secuestran al concejal de Garzón (Huila). Pero no renunciemos al propósito de avanzar en el rescate de los secuestrados. He ahí un compromiso fundamental.

Quiero felicitar de todo corazón al subteniente Juan Guillermo González Quintana, primer puesto de esta graduación, de Bosa, Bogotá.

Quiero felicitar a los graduandos, quiero felicitar al alférez José Vicente Villamil Pedreros, quien ha obtenido la Copa Arturo Ahumada y Diego Guillén al compañerismo, a las relaciones humanas, fundamentales en las Fuerzas.

Quiero felicitar a las mamás y a los papás. Los colombianos que somos papás, las colombianas que son mamás, sentimos mucha gratitud por las mamás y los papás que han aportado sus hijos a la causa de la seguridad y del bienestar de los colombianos, que es la tarea de nuestras Fuerzas Armadas.

Papás y mamás de estos graduandos: muchas, muchas gracias. Las nuevas generaciones van a vivir felices en el suelo de Colombia, por la gran responsabilidad patriótica de ustedes y por la abnegación de sus hijos.

Graduandos, adelante. La Patria espera todas sus victorias.

A todos, muchas gracias”.
 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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