“La agenda para mi ciudad de Medellín en este probablemente el último viaje oficial como Presidente de Colombia, en estos diez días que faltan de Gobierno, decía que tenía una reunión para examinar el avance de los call centers en la ciudad, otra reunión para asistir al evento inaugural de la nueva versión de Inexmoda, que ha sido tan importante para el país, y una pequeña reunión con empresarios.
Don Gabriel (Harry Hinestroza, Presidente de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Medellín) y Manuel Santiago (Mejía Correa, empresario y directivo de la fundación ‘Héroe camina’), me conmueven. Yo venía preparado para escribir en una libretica qué podíamos hacer por la actividad empresarial en los diez días restantes de Gobierno y ustedes me conmueven todos, apreciados compatriotas, con esta inmensa reunión que compromete más nuestro afecto con Colombia y con Antioquia.
En nombre de Lina (Moreno de Uribe), de los hijos (Tomás y Jerónimo Uribe Moreno), de la familia, de mis compañeros de Gobierno aquí encabezados por el Ministro (de Comercio, Industria y Turismo) Luis Guillermo Plata, y por la Ministra (Consejera de la Presidencia) Claudia Jiménez Jaramillo, muchas, muchas gracias.
Antioquia fue pionera de la historia
Hay tantas cosas para hablar de esta gran tierra. Ahora por ejemplo pensando en el Bicentenario de la Independencia, encuentra uno que en aquella Acta de Rionegro de 1812, liderada por don Juan Carrasquilla, la declaración sobre el voto libre de coacción y de presión, fundamento de los valores democráticos, la declaración sobre el respeto al derecho ajeno, es un antecedente más profundo y más bello que el que reivindicara 50 años después en México el gran pensador de esa Nación azteca (Benito Juárez).
Antes se habían sucedido unos episodios en nuestra Patria, bien referenciados en la obra de uno de los nuestros, cuando dijo que las frustraciones colombianas se debían a la violencia, que por la violencia no habíamos podido examinar toda esa herencia que nos dejó la Cultura Agustiniana, destruida por la Cultura Chibcha, y que la conquista tampoco nos permitió conocer toda esa herencia de creatividad porque destruyó a la Cultura Chibcha.
Después de aquellos episodios de 1812 vino el Acta de Independencia de Santa Fe de Antioquia. En todo el continente se discutía si Fernando VII debía venir a gobernar aquí o cuál era la representación que debíamos tener en el Gobierno en España o en los gobiernos de representación de España en nuestro medio.
Uno de los nuestros, proveniente de Mompós, don Juan del Corral, lideró en Santa Fe de Antioquia lo que se constituye en un gran hito en la formación del Estado de Derecho, el gobierno de origen popular.
Fue una excepción a aquel conjunto de declaraciones de independencia de la época. Él no puso como condición en el Acta de Santafé de Antioquia que el Rey de España viniera a gobernar a nuestro medio o que nos dieran tal o cual representación, él puso como condición que el Gobierno se originara en el pueblo.
Después en 1864, en aquel bellísimo discurso del Presidente (Abraham) Lincoln de los Estados Unidos, sobre el campo de los centenares de muertos de Gettysburg, dijo ‘que Dios siempre proteja y que nunca perezca el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo’.
Pero ya en 1813 en Santafé de Antioquia lo había construido don Juan del Corral. Aquí a esta tierra había llegado el sabio (Francisco José de) Caldas; encontró campo fértil para crear la Escuela de Ingenieros Militares, de la cual data nuestra alma máter, la Universidad de Antioquia, y que es uno de los antecedentes más importantes de la fundación de la Universidad Nacional y de la Escuela Nacional de Minas, orgullo de esta tierra, gran contribución a Colombia.
Muy difícil la Independencia. El Libertador (Simón Bolívar) llegó derrotado a Cartagena, más que por las fuerzas españolas en Venezuela llegó derrotado a Cartagena por la reacción de los propios venezolanos contra él. Allí recibido por (Manuel) Rodríguez y Torices, empezó a construir ese ejército que fue recorriendo a Tenerife y a Mompós, y que después cruzó la cordillera por Ocaña y llegó a Cúcuta, y emprendió la batalla admirable, donde finalmente lo derrotaron.
Y cuando años después en el campo de Boyacá, en medio de enormes dificultades que antecedieron esos eventos que consolidó la independencia de la Nueva Granada, instaló rápidamente al general (Francisco de Paula) Santander como Vicepresidente para la Nueva Granada y emprendió el viaje que lo llevaría a la Batalla de Carabobo a lograr finalmente la Independencia de Venezuela.
El legado de José María Córdoba
Pero en aquel final de 1819, mientras él partía a Venezuela enviaba a (José María) Córdoba, uno de los nuestros. Ya habíamos perdido a Atanasio Girardot en el Bárbula en esas primeras batallas; enviaba a Córdoba a consolidar la independencia de Antioquia y la independencia de la costa.
Córdoba, en todo el vigor de la juventud, en la conquista de una novia en Rionegro, se accidenta en un caballo y tiene que acudir bastante, bastante afectado en sus condiciones físicas a la batalla de Chorros Blancos.
Finalmente se impone, pero se anticipó a aquello que después pasó en Gettysburg, Lincoln destituyó al general que había ganado Gettysburg y le preguntaron por qué y dijo: ‘porque ganó la batalla pero perdió la oportunidad de ganar la guerra’.
Se baño en laureles, dejó que los ejércitos separatistas del sur continuaran, se recuperaran, cruzaran el Potomac; después llegó el invierno, se prolongó la guerra y se prolongó el derramamiento de sangre.
Córdoba supo que eso no podía ocurrir. Por esos en las horas que siguieron la batalla de Chorros Blancos en Yarumal, Córdoba emprende el camino de Majagual, hoy inundado, un triste hecho de la Patria de hoy. Al llegar yo a este hotel, a esta reunión que generosamente ustedes han convocado, tengo la triste noticia de una nueva inundación en La Mojana.
Pues de ‘Chorros Blancos’ se fue Córdoba a Majagual, a Magangué, a consolidar la independencia del Caribe. Y se vuelve a encontrar con el Libertador a su regreso de Venezuela y emprenden la Campaña del Sur, y Córdoba acompaña a (Antonio José de) Sucre por el Pacífico, finalmente por Guayaquil, a subir a la sierra ecuatoriana, a la batalla de las faldas del Junín para libertar a Ecuador, mientras el Libertador lograba franquear la resistencia de la lealtad pastusa al Gobierno español en la Batalla de Bombona.
Y después del encuentro del Libertador y (José de) San Martín allá en el puerto de Guayaquil, cuando se define que Guayaquil es del Ecuador, de esa gran confederación, la Gran Colombia, que el Libertador estaba construyendo, Córdoba al lado del Libertador y con Sucre continúa al sur.
Y dan la batalla para complementar aquello que había dejado iniciado el general San Martín en el Perú. Y después se funda Bolivia, en lo que se llamaba el Alto Perú. Y Córdoba allí ilumina la inteligencia de Sucre para producir esa gran Constitución de respeto a la Ley y de igualdad del pueblo, que es la Constitución de Bolivia.
El Libertador regresa un poco antes y Córdoba es el encargado de traer a Manuelita (Sáenz) a Bogotá. Por cosas del destino, por la rebeldía del uno y la incomprensión sobre la manera de pensar del otro, terminan enfrentados. Y Córdoba se constituye en uno de los grandes magnicidios de nuestra historia.
Los magnicidios en la historia nacional
Antes en esa misma lucha había muerto (Manuel) Piar y por los mismos días de Córdoba también muere el almirante (José Prudencio) Padilla, asesinado sin explicación, sin acreditar los hechos, simplemente acusado de haber participado en el atentado contra el Libertador del 25 de septiembre de 1828.
Y también muere Córdoba en nuestras planicies del oriente y con él muere una gran participación de esta tierra en las luchas por la independencia, por la libertad, por el Estado de derecho, por las reglas democráticas.
Y sigue la tarea del Libertador hacia el exilio, de Santander hacia el exilio. El Libertador en su ruta final es informado del otro magnicidio, el asesinato de (Antonio José de) Sucre en la montaña de Berruecos, aquel 4 de junio de 1830.
Córdoba y Sucre inauguran una especie de lo que podríamos llamar los accidentes fatales de los magnicidios de la Patria.
Y después en Berruecos vino (Julio) Arboleda, Presidente Electo asesinado, y después de Arboleda, (Rafael) Uribe Uribe en las gradas del Capitolio en 1914 y después (Jorge Eliécer) Gaitán en el 48; y Luis Carlos Galán y Álvaro Gómez Hurtado.
Santander parte al exilio, Bolívar parte a su lecho final. La República se desintegra, el sueño de la Gran Colombia queda en cenizas. Se pierden por la violencia las revoluciones educativas de Bolívar y Santander.
Después aparece otro grande de la historia de Antioquia, Mariano Ospina Rodríguez. Funda las primeras bases de lo que podríamos llamar la organización descentralista. Cuando el país haga el paralelo, entre las propuestas de los años 1850, 1857 de don Mariano Ospina Rodríguez y las constituciones recientes de Colombia, encontraran en él un gran antecedente de la descentralización de Colombia.
Es importante anotar esto sobre ese gran coterráneo nuestro.
En 1848 se produce el manifiesto comunista de Carlos Marx y (Federico) Engels y al año siguiente Mariano Ospina y José Eusebio Caro producen el manifiesto de su Partido Conservador, en el cual se constituyen en la primera fuerza mundial que se opone conceptualmente al manifiesto comunista de Engels y de Marx.
Pero Ospina también es derrotado por la violencia. Y es en nuestra Rionegro, donde se reúne la gran Constitución de 1863. Mosquera y Murillo Toro en el Páramo de Las Hermosas, entre el Tolima, el Quindío, el Valle del Cauca y el Huila, habían declarado en 1862 que Colombia debería constituirse en una organización federal.
Allí lanzaron el grito del estado del Tolima como estado independiente y autónomo, en ese mismo páramo en donde hoy nuestras fuerzas libran una batalla definitiva para derrotar el terrorismo.
La Constitución de Rionegro es impecable. Produce excelentes mandatarios: (Manuel) Murillo Toro, Aquileo Parra, el general Santos Acosta, uno de los progenitores de la Universidad Nacional de Colombia. Pero son periodos muy cortos de Gobierno, una inestabilidad determinada por la violencia.
Alberto Velásquez Martínez, el nuestro, en su examen de la historia ha encontrado que entre 1863 y la Constitución de Núñez de 1886, hubo en la Patria 30 guerras civiles, que dieron al traste con la Constitución de Rionegro.
El espíritu del Caribe contra el desorden y la violencia
Surge la figura de (Rafael) Núñez. ¿De dónde provenía? De ejercer la presidencia del estado de Bolívar, elegido allí por esa gran fuerza de la alegría caribe para expresarse contra el desorden y la violencia. Y la misma reacción caribe contra el desorden y la violencia impulsa la elección de Rafael Núñez.
Un periodo de siete años de relativa paz. Surge la agricultura, la caficultura en la Colombia andina, la industria en la Colombia caribe. Pero eso dura poco. Viene la Guerra Civil de 1895, viene la Guerra Civil de los mil 128 días, que termina con la separación de Panamá que era ‘la joya de la corona’.
En aquellos meses finales de 1902, se pacta la paz entre dos de los nuestros que habían hecho la guerra por fuera de Antioquia, Pedro Nel Ospina y Rafael Uribe Uribe.
¿Por qué por fuera de Antioquia? Ahí hay un momento de la vida nacional bien importante, para detenerse en él, para reflexionar sobre él. Antioquia participó en todas esas guerras hasta las primeras de la Constitución de 1863. Después tomó la decisión de separarse de las guerras.
El capital social de Antioquia
Esas guerras civiles finales del siglo XIX, se dieron por fuera de Antioquia, y Antioquia se dedicó al Gobierno del general (Pedro Justo) Berrio, Antioquia se dedicó al Gobierno de la educación, Antioquia se dedicó a la industria, Antioquia se dedicó a la misión alemana, Antioquia se dedicó al aprendizaje de oficios varios, Antioquia se dedicó a construir capital social.
Esos periodos durante los cuales Antioquia se sustrajo de la violencia, fueron periodos de gran avance de Antioquia. Una de las nuestras, Patricia Londoño Vega, en una magnífica tesis doctoral sobre el capital social de Antioquia, entre 1850 y 1960, muestra cómo al sustraernos de esas guerras aquí avanzó la educación y avanzó la salud y avanzó la fraternidad y avanzó el capital social.
Ese estudio de Patricia Londoño Vega es extraordinario, muestra todo lo grande que hicieron los forjadores de esta tierra por el capital social. Y ella termina su obra justamente cuando aparece uno de los grandes desafíos que más daño ha hecho: el narcotráfico en los años 60.
Aquellos ausentes de Antioquia, hijos muy importantes de la tierra, que por fuera de Antioquia comandaron la guerra, Pedro Nel Ospina y Rafael Uribe Uribe, le ponen punto final en 1902.
Uribe Uribe, en uno de los tres acuerdos, el que a él le tocó firmar en la Hacienda Neerlandia, en el departamento del Magdalena, con el general Florentino Manjarrés, delegado de las fuerzas gubernamentales de la época, dijo: ‘hemos hecho la paz, no porque estuviéramos convencidos de la paz, hemos hecho la paz porque ya no hay nada porque pelearnos. La Nación está destruida’.
Y agregó: ‘nuestros padres y nosotros mismos creímos que hacíamos Patria con los fusiles destructores de la violencia. Hoy la única manera de hacer Patria es con las herramientas fecundas del trabajo’. Tenía razón, ya no quedaba nada por lo cual pelearse.
La separación de Panamá
Al año siguiente, intuyendo esa profunda depresión, Panamá se separaba. En un acta de independencia atípica, de hermandad, sin amenazas de violencia y sin que aquí tuviéramos capacidad de resistir acciones de violencia.
El Presidente (José Manuel) Marroquín, en aquel 3 de noviembre de 1902, estaba en el Palacio de San Carlos, y el general Pedro Nel Ospina, uno de los nuestros, subió a decirle que se estaba independizando Panamá, y sorprendió al Presidente Marroquín leyendo una novela en francés.
Con la pérdida de Panamá perdimos nosotros ‘la joya de la corona’ del momento.
Y también hay que detenernos sobre esta pérdida, porque vuelve a darle la razón al profesor (Luis) López de Mesa, cómo la violencia nos ha traído tantas frustraciones nacionales.
Los historiadores hablan de la política del ‘gran garrote’ del Presidente (de Estados Unidos, Teodoro) Roosevelt, que presionó las separación de Panamá. Tienen razón.
Los historiadores hablan de los intereses económicos de Wall Street, para apropiarse del Canal de Panamá. Tienen razón.
Los historiadores registraron el hecho de que el Gobierno de Colombia de la época no aceptó que se le entregara una concesión a los norteamericanos para poder reemprender la obra abandonada por los franceses y contar con el Canal de Panamá. Tienen razón.
Pero los historiadores están en mora de examinar otro aspecto. Panamá estaba cansada. Panamá estaba cansada de la violencia y de que nosotros no fuéramos capaces de enfrentarla, Panamá estaba cansada de nuestra falta de sentido de autoridad.
Ya lo había manifestado en una ocasión anterior uno de los más grandes de la Patria. El general Rafael Reyes, antes de ser Presidente, fue enviado por el Gobierno de Colombia de entonces a que evitara la separación de Panamá, porque Panamá se sublevó por la razón de que Colón fue incendiada, un incendio totalmente destructor que quedó en la impunidad. Los panameños decían: ‘en Colombia no hay autoridad, no hay quién nos defienda, no hay Gobierno; nos han destruido nuestra ciudad, las pólizas de seguro no alcanzan, vamos a separarnos. Llegó allí el general Reyes, capturó a los pirómanos, los condenó y tranquilizó al hermano pueblo panameño.
Pero el hermano pueblo panameño reincidió, insistió nuevamente en la separación. Y vino aquel hecho separatista del 3 de noviembre de 1903.
Desde esos procesos de paz entramos en una relativa paz, gobiernos serios, patrióticos; vino ese gran gobierno de construcción de infraestructura del general Rafael Reyes, el gobierno de uno de los nuestros, de la sensatez, del equilibrio patriótico de Carlos E. Restrepo.
La cooperación entre los antiguos bandos. Rafael Uribe Uribe no dudó en cooperarle en el Gobierno al general Reyes, al doctor Carlos E. Restrepo; y en 1914, antes de su asesinato, anunció como liberal su voto por el doctor (José Vicente) Concha, en contra del candidato oficial de su partido, don Nicolás Esguerra.
Vino el asesinato de Uribe Uribe y después del Gobierno del doctor Concha, el Gobierno de otro de los nuestros, de don Marco Fidel Suárez; y después el Gobierno de otro de los nuestros, de Pedro Nel Ospina, pragmático y realizador; invirtió bien en infraestructura la indemnización de 25 millones de dólares que nos pagó los Estados Unidos por la pérdida de Panamá.
Y vino el Gobierno de (Miguel) Abadía, y después el Gobierno de (Enrique) Olaya, y un Gobierno histórico de Alfonso López Pumarejo, aquel que 30 años más tarde dijo que tenía que venir a Antioquia, porque por Antioquia pasaba el meridiano político de la Nación.
Qué importante detenerse en López Pumarejo. No es como algunos quieren interpretarlo simplemente para obtener votos al fragor de las pasiones políticas en las vísperas electorales.
López no fue la revolución de los obreros contra la empresa, López fue la convergencia de dos revoluciones: la revolución de las empresas por su modernización y la revolución por la reivindicación de los trabajadores.
Yo creo que se entendió muy bien por Antioquia, porque entendió que aquí había fraternidad, porque López visionó que todo lo que había que hacer en nombre de la fraternidad de las revoluciones laborales se originaba en Antioquia, como en efecto ocurrió en el Gobierno de (Mariano) Ospina, cuando José Gutiérrez Gómez y los dirigentes empresariales de esta tierra crearon la compensación familiar, que es uno de los avances sociales más importantes de la Nación entera.
Y Ospina también, con gran sentido práctico, se constituye en el impulsor de la pequeña agricultura, en el impulsor de la caficultura, en el impulsor de la consolidación de la Federación Nacional de Cafeteros, del Fondo Nacional del Café. La Federación se había creado en el 27, el Fondo en el 40.
En ese Gobierno de Eduardo Santos se tomó la decisión inteligentísima de asignar el manejo del Fondo a la Federación para evitar que se perdiera en el burocratismo. Y Ospina es el gran consolidador de esa tarea.
Pero el país que había hecho la paz entre los partidos en el año de 1902, ve resurgir esa violencia entre los partidos que termina con los acuerdos del Frente Nacional, liderados por los expresidentes Alberto Lleras y Laureano Gómez.
López Pumarejo viene a refrendarlos y repetía en todo el país: hay que oír a Antioquia, hay que oír el sentido de Antioquia; por Antioquia pasa el meridiano político de la Nación.
Pero no habían terminado de llegar a las regiones de Colombia las noticias sobre los pactos del Frente Nacional, y ya empezaban a sonar los explosivos y los fusiles de las guerrillas marxistas que querían replicar aquí la Revolución Cubana y también en Bolivia.
Podríamos decir que el curso vital de las generaciones colombianas desde los años 1940 es el curso de la violencia entre los partidos, de las guerrillas marxistas convertidas finalmente en mercenarios del narcotráfico, de la reacción igualmente cruel del paramilitarismo, del narcoterrorismo.
Es el curso que han vivido las generaciones desde los años 1940.
La semilla de la seguridad
Yo admiro, cuando viene un avión oficial de Bogotá, digo a mis compañeros de Gobierno que se asomen por la ventana para ver la montaña, digo: mientras más conozco mi tierra, más admiro a mis coterráneos, capaces de hacer aquí una gran civilización de capital social, de fraternidad, de empresa, en medio de esta montaña. Pero también agrego: el obstáculo más difícil de esta montaña, de esta tierra, no ha sido la abrupta topografía; ha sido la violencia que ha afectado a Antioquia, como a tantas regiones de la Patria’.
Hay que superarla, definitivamente.
Por eso nuestro empeño en estos años de la seguridad con valores democráticos, de la seguridad con libertades. Se ha sembrado la semilla, la plenitud de los resultados aun no se recoge; vamos ganando, pero no hemos ganado todavía.
Esta tarde decía yo en el Valle de Aburrá que yo siento tristezas al dejar la Presidencia, por no haber podido derrotar totalmente las bandas del narcotráfico, que siguen causando asesinatos en nuestra ciudad y en otras ciudades colombianas.
Por lo menos hay una ciudadanía con firmeza frente al delito, con conciencia de que se requiere la seguridad. Ahí observo una gran evolución en la cultura política.
Cuando yo era joven, apreciados compatriotas, el discurso político de seguridad era rechazado, se le señalaba como una postura hacia la dictadura y hacia el fascismo. Hoy la inmensa mayoría de mis compatriotas reconoce en la seguridad un valor democrático y una fuente de recursos.
Falta un largo trecho, un enorme camino, pero hay conciencia ciudadana para defender la seguridad, el derecho a la vida.
Hemos avanzado en tangibles y también en intangibles. Hemos recuperado dos monopolios que nunca se debieron perder: el monopolio de las Fuerzas Armadas para combatir a los violentos, a los criminales de toda pelambre.
El país ha superado el paramilitarismo. Hoy son exclusivamente las Fuerzas Armadas las que combaten a los criminales.
Rodear con afecto a Fuerzas Armadas
Cuando invito a mis compatriotas a apoyar con afecto a las Fuerzas Armadas, a cooperar con ellos, lo hago en la convicción de que una Nación de un millón 150 mil kilómetros de área, con 600 mil kilómetros de selva, la abrupta montaña andina, con sus Fuerzas Armadas solamente nos supera la tragedia. Se requiere un apoyo permanente de los ciudadanos.
Por eso he invitado a mis compatriotas a que en nombre de ese principio de nuestra Constitución, que es el principio de la solidaridad, todos apoyemos a las Fuerzas Armadas.
Hoy me decía un general de la República que resumiera en tres sets el arsenal que yo propongo para las Fuerzas Armadas: un fusil de cariño, por las fuerzas armadas; una metralleta por las Fuerzas Armadas; y un celular diligente, para mantenerse en contacto con las Fuerzas Armadas.
Hay que acompañarlas con el afecto que les tiene esta Fundación (‘Héroe camina’). Hay que estar con las Fuerzas Armadas en las horas de fatiga y también en las horas de reposo, quererlas y apoyarlas.
Y se ha recuperado el monopolio de la justicia. Autónoma e independiente, la justicia colombiana reformada y todavía necesita de muchas reformas, había perdido su posibilidad de administrar su valiosa tarea en muchas regiones de Colombia, porque había sido desplazada por la guerrilla o por el paramilitarismo.
En efecto, en muchos municipios de Colombia no podían actuar fiscales ni jueces, por el desplazamiento y el reemplazo de cabecillas de la guerrilla y de cabecillas del paramilitarismo. Hoy en toda la Patria la justicia puede actuar.
Reparación
Se han ganado otros intangibles: la Patria no reclamaba y poco protestaba. Las víctimas no reclamaban por temor o porque lo encontraban inútil. Hoy tenemos registradas 320 mil víctimas, el país está haciendo un gran esfuerzo por la reparación administrativa.
En los últimos dos años hemos aplicado a esa reparación 250 millones de dólares. Una reparación que será muy costosa, nunca suficiente.
Pero esta noche, ante esta concurrencia de mis paisanos, yo sí quiero decir con afecto a mis compatriotas que la única reparación finalmente útil es el derecho a la no repetición.
Si garantizamos a las nuevas generaciones el derecho a superar esta tragedia, esta pesadilla, las nuevas generaciones van a comprender todos los sacrificios fiscales y todos los desvelos.
Más importante que la reparación administrativa, que la reparación moral, que la reparación pecuniaria, es el derecho a la no repetición.
Y esta Patria yo creo que en alguna forma había perdido el sentido de la protesta. Hoy me dicen a mí algunos compañeros de Gobierno que se quejan: ‘Presidente, pero ¿por qué hay tanta queja por el atraco a apartamentos, por el robo del celular, por el atraco al comercio, si todos esos delitos han venido disminuyendo?’
Y mi respuesta es: Qué bueno que la Nación proteste por cualquier delito. Hace diez años los secuestros colectivos, que eran de todos los días, la destrucción de los municipios, las masacres; habían llevado a los colombianos a no protestar. Y si no se tenía espíritu para protestar por parte de una Nación acongojada frente a esos delitos, menos para protestar frente al hurto del celular.
Hoy la Nación protesta por el delito mayor y por el delito menor. Se ha presentado ahí un fenómeno sicológico y sociológico, semejante a las necesidades básicas.
El país tiene que seguir avanzando cada día
(Abraham) Maslow nos dice que en el curso del ser humano, cuando se resuelve una necesidad el ser humano no voltea a mirar hacia atrás, sino que quiere que le resuelvan la siguiente. Ese fenómeno ocurre hoy en Colombia, y está bien que así sea.
El Gobierno no se puede quedar pensando en aquellos puentes, en aquellos fines de semana largos de octubre y noviembre de 2002, cuando iniciado el Gobierno, volcamos la Fuerza Pública sobre las carreteras, después de una larga discusión.
Y el país volvió a respirar libertad, y eso parecía la salida de un secuestro colectivo de 45 millones de compatriotas.
El país tiene que seguir avanzando diariamente, porque llegará un momento en el cual el robo del celular de las nuevas generaciones será tan grave como fue para nuestra generación el secuestro masivo o la masacre.
Eso es una gran garantía para exigir a los nuevos gobiernos su compromiso con la seguridad, que es fuente de recursos y es valor democrático.
Seguridad sin afectar libertades
Apreciados paisanos, hemos adelantado esta política sin afectar las libertades. En 2002 me visitó una delegación inglesa y su conclusión fue que de adelantarse la política de seguridad que proponía el nuevo Presidente de Colombia, necesariamente Colombia llegaría a una dictadura.
Hace poco volví a recibir a los contertulios de aquel entonces y llegaron a afirmar que reconocían que aquí se había adelantado una política de seguridad más firme de la que ellos pudieron anticipar en 2002 y absolutamente respetuosa de las libertades, como ellos lo negaron en 2002.
No hemos utilizado la legislación de Estado de Sitio; hemos enfrentado este desafío terrorista con legislación ordinaria, con la plenitud del respeto a las garantías individuales, a los derechos políticos.
Hemos tenido un concepto de la seguridad inspirado, también, en el himno libertario de esta comarca. Una seguridad para la libertad, una seguridad para los valores democráticos, una seguridad para que Colombia sea un jardín en el cual florezcan todas las tendencias de la ciencia y del pensamiento.
Hemos procurado recuperar la descentralización. Esta tierra vanguardista en la lucha por la descentralización sabe que esa lucha tomó mucho tiempo, que la Constitución del 63 fue incapaz de producir la elección popular de alcaldes, que se requirió llegar al Gobierno del Presidente (Belisario) Betancur, otro a los nuestros, para que el entonces senador Álvaro Gómez presentara el acto legislativo que incorporó la elección de alcaldes.
Que se requirió la Constitución del 91 para incorporar, durante la administración del Presidente (César) Gaviria la elección de gobernadores; que la descentralización fiscal, que tuvo sus primeros asomos en el Situado Fiscal de la Reforma Constitucional de 1968 del Presidente (Carlos) Lleras Restrepo, desarrollos ulteriores en las leyes 11 y 12 de la administración Betancur y por supuesto, un gran avance en la Constitución del 91. Lo uno y lo otro estaba perdido.
Descentralización
¿Para qué elección popular de alcaldes, si 400 alcaldes de Colombia no podían desempeñarse por las imposiciones del terrorismo? ¿Para qué descentralización de recursos si guerrillas y paramilitares se robaban los recursos de la salud, los recursos de las regalías, los recursos del Sistema General de Participaciones?
Hoy todos los alcaldes de Colombia operan en los mil 102 municipios de la Patria. Los 32 gobernadores pueden ejercer a cabalidad sus competencias en todos los departamentos de la Patria.
Confieso que me duele en el alma el secuestro y el posterior asesinato de don Luis Francisco Cuéllar, Gobernador del Caquetá, el pasado mes de diciembre. Haciendo a un lado esa dolorosa tragedia, quiero decirles a mis coterráneos, a ustedes que han entonado desde niños el himno libertario de Epifanio (Mejía), que todos los alcaldes y gobernadores de Colombia están rodeados hoy de garantías.
A ustedes que han reclamado siempre el respeto a la región y a la descentralización, que los recursos de la descentralización están a salvo, porque con las Fuerzas Armadas de Colombia hemos venido derrotando el terrorismo para que todos los alcaldes y gobernadores puedan desempeñarse en sus regiones, cualquiera haya sido el origen político de su elección; para que los recursos de la descentralización se apliquen sin ese factor corruptor que es el terrorismo, se apliquen en todas las regiones de Colombia.
Abiertos a la vigilancia internacional
Hemos estado abiertos a la discusión internacional. A mí de pronto me regañan organismos internacionales que porque mis discursos frente a algunas organizaciones. Les digo: Colombia ha estado abierto al examen internacional, no les exigimos ni visa; el único problema que tienen es tenerse que enfrentar en argumentos con un Presidente deliberante.
¿Pero qué tal que no? ¿Qué tal que yo no hubiera ido el domingo pasado, a 15 días de entregar la Presidencia al Presidente Juan Manuel Santos, a La Macarena, territorio de la Patria que se ha recuperado de las garras del terrorismo, a decir con franqueza que los enemigos de la seguridad, combinando las formas de lucha, tienen ahora dos voceros, un vocero que pide la paz para devolverle oxígeno a los movimientos terroristas que están bastante debilitados, y otros voceros que se atrevieron a ir la semana pasada a La Macarena, territorio recuperado para la democracia, simplemente a lastimar la honra de nuestras Fuerzas Armadas?
Ese es el único peligro, ese es el único peligro que le hemos ofrecido a la vigilancia internacional. Nuestra deliberación para garantizar el derecho de los colombianos de derrotar totalmente al terrorismo. El único peligro que hemos ofrecido es nuestra deliberación, para que aquellos que viven cómodamente desde el extranjero no sigan en el atrevimiento de llenar de sangre la vida de los colombianos alimentando, alimentando calumnias contra nuestras Fuerzas Armadas.
Unas Fuerzas Armadas que además no han tenido la más mínima resistencia de depurarse. Yo recuerdo cuando empezó el Gobierno, el doctor Fernando Araújo me decía, después de su rescate: ‘mire, Presidente, cuando empezó su Gobierno todos los días hablaba de que ya iba a llegar un operativo. E Inmediatamente avisaban al campamento guerrillero. Ahí les va a mandar Uribe unos helicópteros, ahí va una gente de la Infantería de la Marina, ahí va una gente del Ejército’. Teníamos una penetración del terrorismo que anunciaba todos esos operativos, y una penetración del narcotráfico.
Eso se ha venido depurando totalmente. Y se ha venido depurando no contra el consentimiento, sino con el consentimiento de las Fuerzas Armadas. Motivo de más para darles a las Fuerzas Armadas todo nuestro afecto y nuestra confianza, rodearlas con nuestro cariño, unas Fuerzas Armadas heroicas. Acabamos de verlo en ese video de la Fundación ‘Héroe camina’. Y unas Fuerzas Armadas responsables, dispuestas a que no se puede pasar una sola violación de derechos humanos, unas Fuerzas Armadas conscientes de que la credibilidad de una política de seguridad reposa en el principio de la eficacia y en el principio de la transparencia.
La vigilancia internacional ha sido una vigilancia ilimitada en nuestra Patria.
Confianza en TLC y seguridad de sindicalistas
Y hay otros logros importantes. Yo confío que el Gobierno de Estados Unidos nos cumpla su promesa que por tarde en enero estará ratificado el Tratado de Comercio con ese país. Además por una razón, hace pocos días la Organización Internacional del Trabajo excluyó a Colombia definitivamente de la lista de países sancionados por maltrato a los trabajadores. Qué bueno para Colombia eso.
Esta tarde en Inexmoda (Colombiamoda) repetí los agradecimientos al sector privado, encabezado por el doctor Luis Carlos Villegas (Presidente de la Asociación Nacional de Empresarios, Andi), porque el sector privado ha estado al frente de ayudar a superar esa tragedia –la permanencia de Colombia en esa lista– y, por supuesto, expresé la gratitud a todos mis compañeros de Gobierno y a dirigentes de los trabajadores que han estado en esa tarea.
Antes asesinaban 256 líderes de los trabajadores en un año; todavía 28. A mí no me gusta hablar de las cifras, porque no se puede tasar; cuando uno tasa la vida es como tasar al ser humano, aquello a lo cual se refiere peyorativamente y con tanta razón Porfirio (Barba Jacob), nuestro poeta del norte.
Es grave 256 o 28 o un asesinato, pero alguna diferencia hay de 256 a 28. Y había dos sentencias a finales de 2002; hoy hay 200. Y no había presos, y hoy hay más de 200 en las cárceles por haber sido condenados como criminales contra nuestros trabajadores.
Hemos procurado que sea una política de seguridad para beneficio de todos los colombianos. Pero esa política tiene que ir acompañado de una política de inversión y de la política social.
Cuando yo era joven hablábamos siempre en el discurso político de lo social, pero no nos deteníamos a examinar cuáles eran las fuentes para alimentar lo social. Hoy observo que un número creciente de mis compatriotas ve en la inversión la única fuente posible para alimentar lo social, en la inversión con fraternidad y, por supuesto, ve en lo social el único validador para legitimar la política de seguridad y para legitimar la política de inversión.
He repetido hasta el cansancio para mis compatriotas la necesidad de llevar de la mano esas tres políticas, la política de seguridad, la política de inversión y la política social.
Mejor políticas que hacer política
He creído que es mucho mejor hablar de políticas que hacer política; que la política no puede reducirse a la noticia escandalosa del enfrentamiento entre nosotros los políticos, que la política tiene que ser más profunda, estar proponiendo política que sean sencillas pero útiles a la Patria.
Algo ha calado eso. Aquello de los tres huevitos, que de manera coloquial he referido a mis compatriotas, ha pretendido significar que el país no está en un paraíso, que no corren ríos de leche y miel, pero que hay unas buenas semillas. Y ha penetrado la mente de muchos compatriotas.
Hace poco en una calle de Cartagena, apreciados coterráneos, mientras me trasladaba del Centro de Convenciones ‘Julio César Turbay’ a la oficina de un hotel a atender una reunión durante el Foro Económico Mundial, saludando a los compatriotas en la calle encontré un taxi, que esperaba que cambiara la luz de un semáforo.
Un taxi nuevo. Veía el vidrio medio polarizado, escarchado. Dije: este hombre tiene un aire acondicionado muy potente y nuevo. Le toqué le vidrio. El hombre abrió la ventanilla y me dijo en su amable acento caribeño, me dijo: ‘Presidente, Seguridad Democrática, confianza inversionista, cohesión social’. Y le dije: ¿por qué repites eso? Y me dijo: ‘Presidente, de oírlo a usted todos los días’. Le dije: ahí te queda una penitencia; ahora se lo repites a tus hijos y a tus nietos’. Hay que tener visiones sencillas pero que sean útiles para la Patria.
La inversión es fundamental
Don Gabriel Harry (Presidente de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Medellín), generosamente expresaba esta noche cómo en el país hoy hay inmensa confianza de inversión. A mí me alegra, apreciados compatriotas, toda decisión de inversión doméstica o internacional en nuestro país.
Ahora le decía al Presidente de Argos (José Alberto Vélez) que ayer en Cartagena vi esa magnífica inversión de Argos que va a contribuir muy positivamente a la transformación de Cartagena. Y hace 15 días celebraba con el Gobernador (de Antioquia, Luis Alfredo Ramos) y el Alcalde de Medellín (Alonso Salazar) la llegada de Hewlett-Packard, a empezar a avanzar en la construcción de un tejido de empleo de alta tecnología, de más formalización, de mejores posibilidades de salarios, de afiliación a la seguridad social.
La inversión es fundamental. Nosotros tenemos que hacer de esta Patria y de esta ciudad de Medellín los principales destinos de inversión del mundo, esa es una tarea de todos los días.
Yo les quiero confesar a ustedes que la Providencia y el pueblo colombiano me dieron esta oportunidad y ahora que estoy haciendo el examen de conciencia de estos ocho años, hay errores y dificultades y temperamentos y chispas. Pero lo que sí les puedo asegurar es que no se ha perdido un minuto, que le puedo decir: mi Dios me diste la oportunidad y la aproveché de las cero hora a la última hora del final del año 8 y una de las maneras de aprovecharla fue llamar a todos los inversionistas del mundo, prepararles un discurso en ‘paisa-english’, repetírselos en todas partes para que vinieran a esta tierra, se contagiaran de afecto por esta tierra. Ese huevito queda apenas puesto, hay que cuidarlo; para sacar adelante 46 millones de colombianos necesitamos mantener la tasa de inversión más alta del mundo.
El año en la crisis de América Latina tuvimos la mayor tasa de inversión de América Latina, la nuestra fue del 25,8, la de Brasil estuvo entre el 16 y el 17 por ciento.
Y no hay que desesperarse. El objetivo tiene que ser tasa alta de inversión, la más alta de todas, con fraternidad y lo otro irá llegando. Porque a uno le dicen ‘pero si ya llevamos 4 años de tasa de inversión ¿y por qué el desempleo tan alto? Hay que tener paciencia, se nos atravesó la crisis internacional, la crisis particular con Venezuela.
China que lleva más de 20 años de la revolución de Deng Xiaoping, apenas ha reivindicado a 400 millones de chinos de la pobreza de un total de 1.300 millones. Nosotros, con una tasa de inversión sostenida, con la fraternidad histórica de Antioquia en las relaciones de las empresas y los trabajadores, sacamos este país adelante.
Tratados de comercio
Por eso mi insistencia ante mis coterráneos, antes todos mis compatriotas, sobre la necesidad de mantener esa alta tasa de inversión y acceso a todos los mercados del mundo.
Nosotros hicimos la apertura de nuestros mercados, pero nos demoramos 14 años si abrir nuevos mercados.
Yo quiero agradecer al sector privado, a los medios de comunicación de Antioquia, el apoyo a nuestro proyecto de abrir mercados para Colombia. A mis compañeros encabezados por Jorge Humberto Botero, Ministro de Comercio del primer Gobierno y Luis Guillermo Plata, una revelación de las nuevas generaciones, por ese avance en la negociación de tratados de comercio para nuestra Patria.
Comunidad Andina-Mercosur; Chile, Perú más allá de las reglas mínimas de inversión de la Comunidad Andina; tres países centroamericanos, tratado que se firmó en Medellín; ahora la negociación con Panamá; con Canadá, que a pesar de toda la presión internacional acaba de darle ese gesto a Colombia de confianza ratificando en su Parlamento el tratado con Colombia; el tratado con los Estados Unidos, que confiamos que el próximo Congreso norteamericano que habrá de elegirse en noviembre lo apruebe en el mes de enero, ojalá, es lo que nos han dicho en los Estados Unidos; el reciente tratado firmado con la Unión Europea; los tratados de promoción de inversiones con China, con India, con otros países; la semana pasada firmamos con Corea.
Y Luis (Guillermo Plata) hay que trabajar hasta las 3:00 de la tarde del 7 de agosto. Si le toca firmar a las 2:59 el tratado de promoción de inversiones con Japón, fírmelo, pero no me vaya a decir a las 3:00 que no se pudo, que ya no podremos.
Llegar a mercados con valor agregado
Por supuesto la seguridad, la inversión, el acceso a mercados, exigen que se tenga éxito en esos mercados. Hay que llegar con agregación de valor, con calidad, con unos productos. Inexmoda, los esfuerzos de esta ciudad en materia textil y de confecciones, son un ejemplo de la capacidad de agregar valor, de salir adelante en medio de las peores dificultades y vemos grandes posibilidades agregando valor a la producción tradicional y desarrollando nuevos sectores en los cuales el país pueda ser un jugador de talla mundial.
Los biocombustibles, que tuvieron en el Ministro (de Agricultura) Andrés Arias, uno de los más formidables líderes. Ya el país está produciendo un millón 50 mil litros diarios de etanol y va a empezar a producir, va a llegar rápidamente a un millón 800 mil litros diarios de biodiesel, sin tumbar la selva y sin afectar la seguridad alimentaria.
En esta ciudad da gusto ver el avance de la Medicina. Si en algo podemos competir exitosamente es logrando que el mundo, Suramérica, el Caribe, Norteamérica, se vuelquen a la ciudad de Medellín en busca de servicios médicos. Los transplantes, el alto nivel de nuestra Medicina, los costos relativamente bajos frente a la comunidad internacional, nos hacen muy competitivos en el turismo de salud.
El país está avanzando hoy en siete zonas francas de salud, de un total de 81 zonas francas aprobadas en este Gobierno; eran 11. Y vemos con mucho entusiasmo las zonas francas de la salud en Antioquia y vemos con mucho entusiasmo el Business Process Outsourcing, los centros de contacto, aprovechando esa gran ventaja que tiene Antioquia en las Empresas Públicas de Medellín en el desarrollo de sus comunicaciones.
Y vemos una gran posibilidad en el software, en la producción de medicamentos, en la producción de cosmética a partir de productos naturales. Vemos una gran posibilidad en la agregación de valor a todo aquello que históricamente hemos producido. Ahí radica nuestra posibilidad de tener éxito.
Revolución educativa permanente e infraestructura
Por supuesto, eso requiere una revolución educativa permanente.
Alguien de quienes no me acompañan esta noche, es una coterránea nuestra, la Ministra de Educación (Cecilia María Vélez). El país tuvo en cien años 120 ministros de Educación; en estos ocho años, una Ministra con un equipo de excelencia que no hemos dejado que la afecten las vicisitudes de la política y que ha dejado una semilla muy importante de avance cuantitativo y cualitativo de la educación de la Patria, para poder sustentar un gran proceso de éxito de la economía colombiana en los mercados internacionales, para tener éxito en el tejido social de la Nación.
Confío que todo el proyecto de infraestructura, que aquí se dio a través de la modalidad, en los últimos contratos de una contratación con ISA (Interconexión Eléctrica S.A.), empresa que merece la confianza de toda la ciudadanía, sin exponerla a riesgos, en una modalidad de contrato de libro abierto, yo confío que todo eso nos vaya remontando las dificultades para ser competitivos por las distancias.
Y tengo mucha fe en que Antioquia, como dijera Diego Calle, siga perfilando en su sector eléctrico su gran secreto de competitividad y de éxito.
¡Qué bueno ver que además de Porce III y Porce IV, está Ituango que era un sueño! ¡Qué bueno saber que ya hay un acuerdo entre Empresas Públicas y el departamento de Antioquia! ¡Qué bueno que cuando se dio una zona franca, se revivió la posibilidad de que ese proyecto se sacara adelante! Se asignó con un mecanismo de remunerar la inversión independientemente de que se despache o no la energía generada, con una regla de estabilidad a 20 años. Ese cañón de 140 kilómetros entre el Puente ‘José María Villa’ y el puente que comunica a la ciudad de Ituango se convierta en esa gran central de generación.
¡Qué bueno que dentro de unos años las nuevas generaciones de Antioquia puedan ver esa gran obra, tan importante para nuestro departamento!
¡Y qué bueno que esa gran obra se conecte con una fábrica de Alúmina en Urabá! ¡Y qué bueno que esa gran obra sea un factor alimentario de energía para el cable que ha de comunicarnos en interconexión con Panamá, con toda Centroamérica, en el Plan Panamá Puebla! Y que ese cable se sumerja en el Caribe y venga a Santo Domingo y a Puerto Rico y a las islas menores del Caribe y llegue a La Guajira para cerrar ese circuito y que Antioquia siga teniendo allí una participación de liderazgo, como ha sido hasta hoy.
Recuerdo de Gilberto Echeverri y Guillermo Gaviria
Miramos con optimismo el futuro de esta tierra, El futuro de la Patria, a pesar de las dificultades, a pesar de tristezas. Yo no podré olvidar aquél día que me dieron la noticia del asesinato de Gilberto EcheverrI, porque quien tuve tanto afecto; de Guillermo Gaviria, por quien teníamos tanta admiración, y de los oficiales de las Fuerzas Armadas, que a ellos los acompañaban.
No podré dejar de decir a mis compatriotas que yo tengo que asumir la responsabilidad, porque yo estaba esperanzado en que los rescatábamos y los traíamos a su casa. Fallamos en ese rescate y eso duele mucho, pero ellos desde el cielo ayudarán a alimentar un fundado optimismo para que Antioquia y Colombia salgan adelante.
Han sido ocho años de diálogo intenso con mis compatriotas, de todas las horas, de diálogo con todo el entusiasmo, con todo el afecto por Colombia.
Un Presidente antioqueño que ha querido a todas las regiones
Hace diez años, apreciados coterráneos, en algunas regiones de Colombia me decían: queremos votar por usted pero es que ustedes los antioqueños se llevan todo para Antioquia. Y yo les decía: si me eligen les voy a demostrar que queremos a todas las regiones de Colombia como en Antioquia nos han enseñado a querer a nuestra tierra antioqueña.
Al dar hoy un balance en las vísperas de terminar este Gobierno, a esta distinguida audiencia de mis coterráneos, quiero decirles que pueden afirmar ante cualquier colombiano de cualquier región de la Patria, de nuestra capital o de La Guajira o del Amazonas, que este Presidente antioqueño que culmina ahora y en nombre de todos los antioqueños, ha querido a todas las regiones de Colombia con el mismo amor que aquí nos infundieron para querer esta tierra antioqueña.
Hemos procurado que en un país con tantas dificultades, cuando la fórmula tiene que ser trabajar –y no me la inventé yo, la dijo Uribe Uribe cuando posesionaba al Presidente Rafael Reyes–, hemos recordado los colombianos que en esta tierra nos enseñaron a ir a misa los domingos, pero no nos dijeron que había que dejar de trabajar los domingos. Que en un país con tantas dificultades, no puede haber noción de sábados ni de domingos, ni de lunes festivo, sino de trabajo patriótico y con entusiasmo, con brios, con energías.
Hemos procurado practicar el principio de que tiene que ser la misma la actitud en la oquedad o en el pináculo, como dijera el poeta; que hay que hacer el esfuerzo de la milla adicional. Que cuando se logra un pequeño avance, hay que interpretarlo como una pequeña, mediana victoria, como una meta parcial que tiene que impulsar a conseguir el siguiente avance.
Hemos procurado trabajar con esos principios elementales de esta comarca, aplicándolos al bien de toda la patria colombiana. En aquello de amar a Colombia no nos quedan arrepentimientos. En aquello de no haber perdido una hora de estos ocho años, no nos quedan arrepentimientos. En aquello de haber trabajado con todo el esfuerzo, pero además con alegría, sin quejumbre, con dinámica, no nos quedan arrepentimientos. Yo les puedo dar ese balance a mis coterráneos.
Cualquier cosa buena les ruego reconocerla a las Fuerzas Armadas, les ruego reconocerlas a mis compañeros de Gobierno, les ruego reconocerlas a los valores antioqueños que nos infundieron aquí. Lo malo pueden apuntarlo al pasivo del temperamento mío, que no logran controlar esta carnita y estos huesitos de combatiente.
Creemos en el Estado de Opinión
Hemos procurado construir confianza en toda la patria, en un diálogo sincero, en una gran participación de opinión pública. Nosotros creemos en el Estado de Opinión, no como una categoría contraria al Estado de Derecho, sino como la expresión superior del Estado de Derecho. Participación de opinión por supuesto, reglada y sometida a la Constitución y a la Ley.
Hemos procurado construir confianza. Hace pocos días Manuel Santiago Mejía, quien me ha acompañado todos estos años en la junta de Acción Social, me acompañó a la última reunión con los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta y me dijo: ‘eso hay que contarlo’. Al principio del Gobierno llegué a Nabusímake, un poblado indígena bello, entre la niebla, allá cerca de los picos de la Sierra Nevada, a reunirme con una comunidad indígena. Los ‘mamos’ me dijeron: ‘no podemos tener confianza. Hace quince días llegaron aquí unos hombres de uniforme que dijeron ser guerrilleros; hace ocho días unos hombres de uniforme que dijeron ser paramilitares y ayer llegaron otros de uniforme que dijeron ser los soldados de Uribe, que porque venían que porque Uribe viene hoy’.
Les dije no, eso es el Ejército de Colombia. Ese día creamos un oficial del Ejército como enlace de confianza con ellos. Lo que hemos replicado en muchas regiones de Colombia.
Hemos derrotado el narcotráfico en la Sierra Nevada. Ya uno ve el bosque sin tantos claros, como había en el pasado. Se ha recuperado la vegetación, hemos derrotado el paramilitarismo y tenemos casi derrotada la guerrilla en la Sierra Nevada.
Afluyen miles de turistas de todo el mundo, y las comunidades indígenas nos pidieron construir diez pueblos; hemos construido ocho pueblos indígenas, alrededor de los 360 grados de la Sierra Nevada para que las comunidades indígenas cuiden definitivamente esa Sierra para la paz, para el turismo, para la ecología, para que esos ríos y esa vegetación salven, salven muchas de las necesidades ambientales del mundo.
No crean que todo es trabajo. Allá le conseguimos una pantaloneta a Manuel Santiago y también se bañó en el río. ¡Qué maravilla de ríos! Y fui con los soldados el pasado domingo a despedirlos a La Macarena, una tierra de la Patria bellísima, incomunicada, lejana; en toda la Sierra de La Macarena a despedirme de los soldados. Y a ver esa otra belleza de la patria recuperada, Caño Cristales, una Patria llena de bellezas.
Y le digo yo, con algún recato pero también con una ufanía a mis compatriotas, a mis compañeros de Gobierno. ¿Conocen un municipio mejor pintado y mejor tenido que Jericó? Y se miran los unos a los otros y me dicen que no.
Esta Patria en Jericó, en la Sierra Nevada, en La Macarena, esta Patria por donde uno la mire, es un tesoro, hay que cuidar esta Patria.
La paz y Venezuela
Hay que enfrentar dificultades todos los días. Yo llamé al Canciller (Jaime Bermúdez) esta noche y le dije, hombre ensaye esta fórmula: si allá en Venezuela quieren un plan de paz, pues aquí lo hay. Si quieren ayudar a que se supere el problema guerrillero, que entonces le digan a la guerrilla que está allá que se desmovilicen, que los fiscales de Colombia van por ellos y los traen aquí, sometidos a todas las garantías de la Ley de Justicia y Paz. Hay unos caminos claros, no nos dejemos sacar de esos caminos.
Cuando la culebra está perdiendo el oxígeno, a pesar de que la horqueta esté apretada, saca la cabeza así y lo mira a uno pidiendo compasión. Y si uno le afloja la horqueta, recupera el oxigeno y lo envenena.
Hay que poner mucho cuidado. Hay que poner mucho cuidado con la trampa que nos puede tender esta culebra en esta hora. Hay que poner todo el cuidado con esa trampa, porque esta paz nace de mantener una autoridad firme que se sustente en los valores democráticos.
Emergencia social en la frontera
Esta noche, teniendo en cuenta las dificultades de nuestros compatriotas de frontera, vamos a decretar la Emergencia social, que empieza con una medida de derogación transitoria del IVA para muchos productos de primera necesidad, alimentos procesados, vestuario, calzado, textiles, electrodomésticos que se vendan en la zona de frontera con la hermana República Bolivariana de Venezuela.
Porque así como hay que enfrentar el terrorismo con toda la firmeza, sin declives, como dicen los cantores de nuestra tierra, también hay que proteger a todos nuestros compatriotas de todas las regiones sin reservas.
No tengo palabras para agradecer a ustedes su asistencia esta noche. Tenía una pequeña reunión con la junta de ‘Héroe camina’ y me he encontrado con esta generosa reunión de un grupo tan representativo de esta tierra que tanto, que tanto queremos.
En la tarde del 7 de agosto, cuando reciba el Presidente Juan Manuel Santos, yo vendré contento en un avión comercial de Avianca, a las 7:00 de la noche, a regresar a esta gran tierra, a reposar aquí, para que la mente se refresque pero nunca deje de pensar en su firmeza.
Muchas gracias”. |