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Palabras del Presidente Álvaro Uribe
en la visita al Fuerte Militar de La Macarena, Meta

25 de julio de 2010 (La Macarena, Meta)
     
 

“A finales de agosto de 2002, primera visita a La Macarena en compañía de la señora (ex) Ministra de Defensa, Martha Lucía Ramírez de Rincón; del señor general (Jorge Enrique) Mora, (ex) Comandante General (de las Fuerzas Militares); del señor general (Carlos Alberto) Ospina, (ex) Comandante del Ejército; era mi general Freddy Padilla de León (actual Comandante de las Fuerzas Militares) Jefe de Estado Mayor Conjunto. Nos acompañó en ese momento el Almirante (Mauricio) Soto, (ex) Comandante de la Armada; todavía estaba en la Fuerza Aérea mi general (Héctor Fabio) Velasco, quien después se fue a Israel.

El general Ospina, que es un hombre frío, silencioso, estaba con una mirada de preocupación cuando el avión ya venía descendiendo a La Macarena, y mi general Mora, que es más expresivo, tenía alguna alarma. La Ministra muy firme; esa Ministra lo que tiene es una falda de acero.

Y no era la preocupación por el estado de la pista sino por el riesgo de los alrededores. Era muy difícil que el avión con el Presidente de la República aterrizara en La Macarena.

La comunidad no se dejaba saludar, todo el mundo miraba de lado; la pista era una grava, una gramita pobre, pantano; aquí no se empantanan mucho las pistas, por la conformación del suelo de esta llanura, pero era una pista de todas maneras muy precaria.

Todos estos años han pasado y hoy me acompañan muchos compañeros de Gobierno, que además les dije que no debían irse del Gobierno sin venir a Caño Cristales.

Un viaje tranquilo, una pista en buen estado, una ciudadanía que sonríe, unos niños ya no esperando que se los reclute la guerrilla sino en la Policía Cívica, unas Fuerzas Armadas con expresión, con rostro de victoria, esperanza para la Patria.

Hoy es domingo, de hoy en dos domingos, domingo de por medio, el Presidente (electo) Juan Manuel Santos estará conduciendo la Nación, con la ayuda generosa de todos ustedes.

Yo estaré dándole gracias a Dios por estos años, a mis compatriotas, y elevando una oración por el éxito de las Fuerzas Armadas de Colombia.

Vengo hoy a decirles una palabra: gracias.

Muy apreciados comandantes, altos oficiales y oficiales, suboficiales, soldados y policías: gracias por su heroísmo. Nada es posible sin el heroísmo de ustedes.

Ahora recordaba yo, en una conversación informal, aquella tragedia de Tame (Arauca), cuando el entonces coronel (Javier) Flórez fue desplazado allí a asumir una brigada móvil que empezaba a recorrer, a recuperar a Tame.

Recordaba nuestros primeros encuentros en 2002 con el hoy general (Miguel) Pérez Guarnizo, Comandante de la Fudra (Fuerza de Despliegue Rápido), los recorridos en el Caquetá con el señor general Ardila; y hace dos días en la Sierra (Nevada de Santa Marta), aquella trágica conversación con los mamos, que presenció el señor general Freddy Padilla de León, que él recuerda mejor que yo, y que contrasta con lo que vimos antes de ayer en la Sierra.

Hay muchos recuerdos tristes, pero muchos motivos de esperanza.

Creo que fue un 26 de diciembre, aquí al norte nos mataron casi 30 soldados. Al otro día vinimos a recibir sus cadáveres en Granada (Meta).

¿Por qué los asesinó el terrorismo? Porque entraron a enfrentar los cultivos de coca en La Macarena.

Las autoridades ambientales nos decían que no podíamos fumigar La Macarena, tenía cuatro mil hectáreas de coca.

Sobre el dolor, alrededor de los féretros de nuestros soldados –era 26, 27 de diciembre, por ahí debe estar la fecha, el Almirante (Rodolfo) Amaya la tiene que tener- hicimos un compromiso: que el 20 de enero estaríamos en La Macarena arrancando coca, y cumplimos.

El 20 de enero, al mes siguiente, antes de un mes, aterrizamos en San José del Guaviare, nos desplazamos en un helicóptero a La Macarena, y durante un rato cogimos el barretón a arrancar coca y a dar una señal de determinación y de ejemplo.

¿Cuántas hectáreas de coca quedan hoy en La Macarena?

Eran más de cuatro mil y quedan 450, está ya a tiro de acabarlas.

¡Cómo sufrieron nuestros soldados y policías! Esa cantidad de explosivos que asesinaron policías, soldados, erradicadores.

Ustedes han pagado un costo muy alto, y la Patria los aprecia.

En mi vida pública yo tenía la impresión de lo que cuenta la historia de las ovaciones a Jorge Eliécer Gaitán, el caudillo de pronto más ovacionado en Colombia, y ahora me voy con la impresión de lo que he vivido en la historia: las ovaciones de los colombianos a los soldados y a los policías.

El pueblo colombiano los quiere mucho a ustedes. Fertilicen ese amor, manténgalo.

Donde uno menciona a la Fuerza Pública, los compatriotas aplauden, aplauden sin cesar, con gran energía. Cultiven ese amor.

De mi parte vengo a decirles muchas gracias. Ha sido un honor trabajar con ustedes en estos años. Tengo que dar mi testimonio de su gran heroísmo, de su exposición al riesgo, de su combatividad y de su responsabilidad.

Aquí vinieron los enemigos de la Seguridad Democrática hace pocos días, a alimentar calumnias contra el Ejército de la Patria.

Muy bueno tener eso documentado, para enfrentarlos.

Las Fuerzas Armadas de Colombia, desde la tarde del 7 de agosto cuando yo regrese al bello oficio de simple ciudadano de Colombia, seguirán contando conmigo para defenderlas en cualquier sitio del mundo; con toda la energía, con toda a la determinación.

Esta batalla se va ganando pero no se ha ganado todavía.

Cuenta la historia que después de la Batalla de Gettysburg, que la ganaron los ejércitos del Presidente Lincoln, él removió al héroe que ganó Gettysburg, la guerra se prolongó; a los meses asesinaron a Lincoln y la guerra no había terminado, terminó después.

Le preguntaron a Lincoln que por qué había separado al general. Dijo: ‘Porque después de ganar a Gettysburg, en lugar de continuar para seguir y ganar la otra batalla y la batalla final, se bañó en agua de rosas, no siguieron en la acción, permitieron que el otro ejército cruzara el río Potomac, vino el invierno y cesaron las operaciones’.

Una victoria parcial no puede ser el argumento para detenerse en la lucha, tiene que ser el estimulo para seguir la lucha.

Ahora el terrorismo –y ojalá esto lo sepa el país- quiere tender la trampa de frenar esta victoria parcial, a través de la combinación de formas de lucha.

Hoy el terrorismo, a través de voceros, está proponiendo la paz para poderse refrescar y recuperarse para prolongarnos la victoria final.

El terrorismo, en esa combinación de formas de lucha, mientras a través de algunos voceros propone la paz, a través de otros voceros viene aquí a La Macarena a buscar cómo desacredita a la Fuerza Pública y cómo la sindica de violación de Derechos Humanos.

No podemos caer en las trampas del terrorismo ¡Firmeza!

Apreciados soldados y policías, comandantes: las victorias parciales que ustedes registran son el mejor alimento para la victoria final.

Las nuevas generaciones, dentro de 200 años, recordarán al ejército de Bolívar y Santander, y recordaran al ejército de ustedes.

Esta Patria construirá sobre los hechos de ustedes una bella leyenda, cuando los científicos, los universitarios, los turistas puedan venir aquí masivamente a conocer estos prodigios de la naturaleza, la historia habrá de contarles que eso se pudo, que eso se puede, porque los soldados y policías de Colombia derrotaron el terrorismo.

Ustedes saben qué falta, pero nosotros sabemos que ustedes lo van a lograr.

El Ejercito y la Policía de la Patria, su Fuerza Aérea, su Armada, sepa que la única placa que les entrego en esa hora final es una leyenda que me llevo grabada en mi corazón, que dice: ‘Gracias, soldados y policías de Colombia. Adelante, la victoria final ya no está lejos, pero hay que lucharla’.

Y ustedes tienen todas las condiciones para obtener en la lucha esa victoria final. Es el presupuesto para que las nuevas generaciones vivan en un país prospero, con rectitud, con equidad.

Mi gratitud infinita”.

 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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