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Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez durante el homenaje que le rindieron como miembro honorario del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga

9 de junio de 2010 (Bogotá)
     
 

“No tengo palabras para agradecerles. Lo que hemos procurado es trabajar con afecto por la Patria, cumplir el deber. Me sonrojo al ver tanta generosidad de mis compatriotas. Les agradezco de corazón.

A quien tenemos que agradecer es al Instituto, enormemente. Recordar la memoria de ese gran colombiano, don Hernán Echavarría.

En las lecturas que hicimos de sus escritos, las veces que lo escuchamos en el foro, en las intervenciones en los medios o en la conversación privada había muchas observaciones que hacer sobre don Hernán Echavarría.

Su talento, ese gran equilibrio que tenía entre lo académico y lo práctico. Con razón aquel librito verde que escribió ‘El sentido común de la Reforma Agraria’.

Estudió como el que más el marxismo y lo estudió para combatirlo. Él no fue un fanático de la lucha ideológica, fue un luchador armado de argumentos. Creo que es difícil encontrar alguien de su generación, de su condición de líder empresarial, que haya estudiado tanto el marxismo como lo estudio don Hernán Echavarría. Y en buena hora, porque también advirtió a tiempo su fracaso.

Qué importante legado; esa manera de estimular la iniciativa privada, no por intereses ni por fundamentalismos, por una visión práctica, académica, histórica. Por entender que sin iniciativa privada no hay libertades y sin libertades no hay calidad de vida.

Los colombianos no nos cansaremos de repetir todo lo que significó don Hernán Echavarría para el país, para las ideas de la libertad, para las ideas de la empresa privada con fraternidad.

Y a este Instituto que él fundara, que ustedes tan generosamente lo acompañaron y que ustedes tan patrióticamente han mantenido esa llama, mi gratitud.

Estábamos en el Congreso de 1990. El país tenía muy serias dificultades en materia laboral. De haber continuado con la retroactividad de las cesantías, con la acción de reintegro para trabajadores con diez años, seguramente estaría bastante opacada la iniciativa privada en Colombia y, también, puestos en riesgo los intereses de los trabajadores.

El Instituto advirtió en buena hora la necesidad de acometer aquella reforma laboral y recibimos un gran apoyo. Estoy hablando de hace 20 años, en el Congreso de la República. Era Ministro el doctor Francisco Posada de la Peña. Gran Ministro.

Creo que fue un gran avance. En ese momento no sacamos adelante la reforma de seguridad social, que veníamos trabajando desde el año 86, pero en los últimos debates de aquella legislación del año 90, ese capítulo de seguridad social no se aprobó.

Nuestra primera propuesta había sido crear la oportunidad de que los trabajadores colombianos pudieran afiliarse, no solamente al Instituto Colombiano de los Seguros Sociales, sino a las cajas de Compensación, a las cooperativas, a entidades no lucrativas.

Después de la Constituyente, el Presidente César Gaviria nombró a dos ministros sobresalientes: Juan Luis Londoño -quien nos acompaña hoy desde el cielo- con quien fusionamos los ministerios de Salud y de Trabajo, y venía adelantando una gran labor como Ministro de Protección. Y Luis Fernando Ramírez Acuña, quien está aquí con nosotros. Dos excelentes ministros, dos jóvenes revelaciones de la Patria, gran esperanza, que lideraron esas reformas.

Y finalmente, con el apoyo de ellos, con el compromiso del Congreso de la República, salió aquella Ley 100. ¿Cuánto le debe Colombia al Instituto de Ciencias Políticas? ¿Cómo ayudó el instituto Hernán Echavarría a convencer a cada uno de los congresistas, a que cada uno de los congresistas anticipara por qué Colombia necesitaba esa reforma?

Yo quiero dar el testimonio de cómo el Instituto a intervenido en reformas tan importantes del país.

Yo logré ganar por un estrecho margen la Gobernación de Antioquia. Con frecuencia visitaba a don Hernán, a algunos de ustedes. Les contaba ese proceso de desburocratización que emprendimos allí. Reducir gastos burocráticos, fortalecer la capacidad de inversión del Estado y también esa tarea en materia de seguridad.

Era una tarea difícil, con un clima político muy contrario a la seguridad. No era fácil encontrar voces colombianas que respaldaran esa tarea. Y siempre tuvimos un sólido respaldo de don Hernán Echavarría y de todos ustedes, apreciados compatriotas. Yo les debo una incancelable gratitud.

Quien debería hacer el homenaje soy yo a ustedes, por lo que ha significado el Instituto en tantas tareas realizadas por la Patria. En el reconocimiento de las cuentas que les debo, no alcanzo a recordarlas todas, gastaría muchísimas horas.

Ese apoyo resuelto en las campañas de 2002 y 2006. Ese apoyo resuelto a la tarea de Gobierno. Mi gratitud infinita.

En este momento de un debate de la Patria, más tranquilo de lo que podríamos haber esperado, dando muestras de una democracia que va alcanzando ya superiores niveles de madurez, es bueno hacer algunas reflexiones y qué mejor auditorio que el que ustedes integran.

Tema laboral

Yo creo que el tema del empleo es un tema que no depende de medidas aisladas, sino de una gran ruta de prosperidad.

No creo que el tema del empleo se resuelva con una reforma laboral más o con una reforma menos. No creo que se resuelva derogando la Reforma Laboral de 2002 que sacara adelante Juan Luis Londoño, ni tampoco quitando los parafiscales, que financian instituciones tan importantes como el Sena, las cajas de Compensación, el Instituto Colombiano Bienestar Familiar.

Pienso que el país ha logrado un buen equilibrio en normas laborales, que siempre tanto interesaron a don Hernán; tantos aportes que nos hizo sobre esa temática. Creo que el país ha logrado suficiente flexibilidad en favor de los empleadores y suficiente estabilidad en favor de los trabajadores.

El reconocimiento del pasado sábado en la Organización Internacional del Trabajo, cuando después de muchos años de haber mantenido a Colombia en la lista de países sancionados por primera vez la excluyen, y la excluyen sin condiciones, nos indica que Colombia ha venido logrando unos buenos equilibrios en esta materia.

Hace poco, la firma consultora internacional Ernst & Young entregó al Gobierno un estudio comparativo de la legislación laboral colombiana con el resto de América Latina.

Tenemos costos altos en seguridad social, tenemos un rezago en afiliación a pensiones que el país tiene que pensar como resolverla.

Nosotros, en la transición al nuevo Gobierno, le expresaremos al nuevo Presidente que uno de los problemas graves de Colombia es que nueve millones trabajadores van a llegar a la edad de pensionarse sin haber construido reservas para pensionarse.

El país va a tener un esfuerzo para pagarles una especie de beneficio de retiro, para contribuirles en esa materia.

Nosotros hemos dejado el instrumento constitucional y el instrumento legal. Unos recursos no suficientes en el Fondo de Solidaridad Pensional. Ahí tendrá que hacer el país un gran esfuerzo.

No hay duda que se requieren esfuerzos, pero yo creo hay que mirar todo esto también en su conjunto.

En estos años ha habido alivios tributarios. Y uno no puede mirar la seguridad social como un costo ajeno a los costos tributarios. Yo creo que todas esas cargas hay que consolidarlas, para medir la competitividad de un país en esas materias.

También me preocupa que hay unos instrumentos de flexibilidad que no se tienen en consideración cuando se hacen estos estudios. Por ejemplo, Colombia tiene 900 mil trabajadores a través de las empresas de empleo temporal.

Lo que han hecho los gobiernos es garantizar que esos trabajadores tengan seguridad social, que tengan privilegios para que no les afecten, por su condición de trabajadores temporales, las vacaciones o la prima. Pero finalmente Colombia ha mantenido, ha permitido ese esquema de flexibilidad laboral.

Colombia tiene 650 mil trabajadores en las cooperativas de trabajo asociado. Este Gobierno recibió muchas presiones para eliminar esas cooperativas. No lo hicimos. Recorrimos dos caminos: uno que fracaso, un reglamento constitucional para exigir que esas cooperativas le remuneraran, le dieran una contraprestación a sus asociados, por lo menos igual a las remuneraciones mínimas, y que los afiliaran a la seguridad social.

El Consejo de Estado declaró ilegal ese reglamento constitucional.

Pero después tramitamos una Ley que nos aprobó el Congreso de la República, que recogió lo que se había derogado en ese reglamento constitucional. Hoy hay 650 mil trabajadores en esas cooperativas, pero la nueva Ley dispone que ellos tienen que tener todas las garantías de seguridad social, de remuneración equitativa, y que las cooperativas tienen que ser prestadores de servicios, no intermediarios laborales.

La administración Pastrana produjo la Ley 590 del año 2000. Esa ley no se había aplicado. Nosotros la reglamentamos el año pasado. De acuerdo con ese reglamento, una pequeña empresa que nace el primer año tiene que pagar el 25 por ciento de los parafiscales; el segundo año, el 50; el tercer año, el 75, y solamente en el cuarto año paga el ciento por ciento.

Yo tenía algún escepticismo frente a la medida, pero hace poco recibí la información que en el corto periodo de vigencia de este reglamento, no obstante la crisis, se han creado más de 30 mil empresas que se han beneficiado de ese reglamento. Ahí hay otro instrumento por lo menos de transitoria flexibilidad en Colombia.

Contrato de aprendizaje

También es importante lo que ha pasado en materia del contrato de aprendizaje.

El contrato de aprendizaje era un contrato laboral sumamente costoso. Creaba pánico. Por eso se había venido a menos la contratación de aprendices en Colombia. Apenas teníamos 30 mil. Ya hoy tenemos más de 200 mil.

¿Qué se hizo? El Congreso nos aprobó aquella ley, Reforma Laboral del año 2002, que transformó el contrato de aprendizaje de un costoso contrato laboral a un manejable contrato de servicios. Y ese ajuste al pragmatismo ha facilitado ese gran crecimiento de 30 mil a 200 mil aprendices.

Y el año pasado por reglamento se definió que las empresas no pueden estar solamente sometidas a tener un aprendiz por cada 20 trabajadores, o en su defecto a pagar la cuota monetaria, sino que pueden tener tantos aprendices cuantos necesiten. Eso crea un techo en Colombia no inferior a la posibilidad de contar con tres millones de aprendices, lo que sería sumamente útil para las empresas y sumamente útil para los trabajadores.

Y hemos venido también animando la aplicación del contrato sindical en Colombia, mejorando sus disposiciones legales. Nosotros hemos procurado que el Gobierno tenga protagonismo el Primero de Mayo. A mí no me ha parecido que sea correcto que el Presidente y los ministros el Primero de Mayo estén por ahí simplemente a la expectativa, a ver qué noticia trae la Fuerza Pública de las manifestaciones, si fueron ordenadas, cuántas personas salieron, si salieron más, si salieron menos, si hubo pedreas, etcétera. El Gobierno ha procurado tener en todos estos años protagonismo el Primero de Mayo.

Un año en Boyacá, en ese proceso de transformación de Paz del Río, que nos permitió rescatar la empresa a través de una alta participación de los trabajadores, que nos permitió aplicar la tesis de la necesidad de hacer el tránsito de un sindicalismo reivindicatorio a una organización de trabajadores participativa; otro año en otra parte, en otro sitio de la Patria, siempre en estos temas. Y este Primero de Mayo lo conmemoramos reuniendo en Popayán a un gran grupo de trabajadores y empresarios, para sacar adelante las nuevas normas del contrato sindical.

En el sector eléctrico, en el sector hospitalario, quedan unos ejemplos muy importantes de cómo se pueden tercerizar actividades a través del contrato sindical. Creemos que ahí se abre otro gran espacio de participación, de fraternidad, en las relaciones laborales. Creo que estos son elementos importantes para tener en consideración.

Yo creo que la labor que han hecho el Sena, Bienestar Familiar, son tareas revolucionarias, y las cajas de Compensación en alguna forma son un colchón que suaviza la contradicción colombiana. A estas les caben más reformas. Nosotros hemos disminuido muchísimo el número de cajas. Creo que hay que eliminar muchas más, que deberían quedar unas pocas que tuvieran jurisdicción sobre todo el país, que tuvieran economías de escala. Creo que se puede pensar en que un punto, de los cuatro de la cotización parafiscal que llega a las cajas de Compensación, nos ayude a hacer el cierre en la financiación de la salud. Porque estamos aprobando ahora en el Congreso de la República, yo confío que antes de que termine este periodo se apruebe la nueva ley que derrama unos impuestos sobre la cerveza, los licores, los juegos, el cigarrillo. Es un gran avance pero no es suficiente.

Es que el país ha logrado tener 43 millones de colombianos afiliados en salud. Cuando empezó el Gobierno la afiliación era de 23 millones. Hemos dado un gran salto. Y no pudimos avanzar en Régimen Contributivo como habríamos querido, porque el país alcanzó niveles de pobreza muy altos.

Entonces, a este Gobierno le quedaba una alternativa con dos opciones: o permitía la afiliación de todos estos colombianos al Régimen Subsidiado, o simplemente no los afiliaba.

Y nosotros buscamos a lo largo de los ocho años, acompañar la política de seguridad y la política de promoción de inversiones con la política de cohesión social, donde la educación y la salud han jugado un gran papel.

Faltan todavía unos recursos para la salud después de esta ley. Siempre los presupuestos anuales han tenido que hacer apropiaciones para la salud, y yo creo que tendrán que seguir haciéndolo, y se puede examinar cómo se traslada un punto de las cajas de Compensación para ayudar a cerrar el faltante de recursos para la salud.

Creo que hay que pensar en un camino que se puede mejorar y que nosotros hemos venido desglosando. Nosotros hemos trabajado ese triángulo que llamamos el triángulo de la confianza: la Seguridad Democrática, la seguridad con valores democráticos; la inversión con fraternidad y la política social.

La señora ex ministra Martha Lucía Ramírez de Rincón (ex ministra de Defensa), quien nos acompaña, tuvo a su cargo la ejecución, muy importante en sus inicios, de la política de Seguridad Democrática, y con gran valor la llevó de la propuesta al proyecto y a la ejecución.

A mí me parece que esta campaña ha sido en alguna forma una expresión de que el país ha venido recuperando las libertades -que no habíamos perdido por los gobiernos, como lo dije hoy y lo repito. Colombia tiene una tradición de gobiernos profundamente respetuosos de la Constitución y de las libertades- unas libertades que se habían menguado por el avance del terrorismo.

Creo que las Fuerzas Armadas y la ciudadanía han venido recuperando esas libertades como se ha advertido en el más tranquilo discurrir de estas campañas políticas, en las cuales han alternado candidatos situados en todos los puntos del espectro ideológico.

Ese triángulo de la inversión, la seguridad y la política social nos ha llevado a pensar en seis elementos, que a nuestro juicio son claves para superar pobreza, para disminuir desempleo, para crear prosperidad colectiva. Advirtiendo que entre el año 2003 y el año 2007, cuando el país tuvo una alta tasa de crecimiento, también tuvo una acelerada reducción del desempleo y una acelerada reducción de pobreza.

El año pasado, a pesar de las dificultades de la economía, mientras en América Latina creció la pobreza, aquí hubo una leve disminución. Pero hay que aceptar que estas dos crisis que a nosotros nos han afectado, la internacional y la crisis específica de Venezuela, nos disminuyeron el ritmo de creación de empleo, que ojalá recuperemos prontamente, y nos disminuyeron la velocidad de disminución de la pobreza.

Nosotros creemos mucho en esos seis elementos: la seguridad, como fuente de inversión, y la inversión como fuente de empleo; la promoción de la inversión.

A mi generación nunca le permitieron hablar de seguridad. Hablar de seguridad era hacer la apología de un camino al fascismo. Hoy percibo un gran cambio cultural en el país. La mayoría de mis compatriotas reclaman la seguridad como un valor democrático, una fuente de recursos.

A mi generación se le conmovía, se le excitaba en la vida política con el tema de la inversión social, pero no se hablaba seriamente de las fuentes. Y sin una gran promoción de la inversión no aparecen los recursos para la política social. Yo creo que ahí se ha dado también otra transformación en cultura política bien importante del país.

A mí me agrada mucho oír a los alcaldes de los más humildes municipios de Colombia reclamar seguridad, reclamar inversión y reclamar política social. Ya no es excluyente. Hasta hace pocos años reclamaban: ‘no, no traigan Policía ni Ejército; política social’. Por una u otra razón. Hoy reclaman todo al mismo tiempo. Hoy todos quieren tener zonas francas, quieren tener inversiones industriales, quieren tener cultivos de palma africana, quieren tener plantas de destilación de alcohol. Todos quieren tener plenas coberturas sociales y todos quieren tener una gran presencia de la Policía y del Ejército.

Yo creo que ese es un buen cambio en la cultura política del país, que no podemos dejar que se apague, que hay que estar abonando todos los días: el reclamo de todo esto.

Inversión

Las mayores tasas de inversión que hemos logrado en los últimos años han sido muy importantes para defendernos de estas crisis. ¿Qué habría sido sin una alta tasa de inversión, con estas dos crisis: la de Venezuela y la internacional?

Mientras la economía latinoamericana el año pasado decreció el 1,7, la nuestra tuvo un pequeño crecimiento. Y lo más importante es que la nuestra este año muestra una vigorosa recuperación.

Yo le pregunto al equipo económico del Gobierno por eso y los veo asombrados. Porque como todavía tenemos problemas estructurales, no tenemos por ejemplo el acceso ni los productos para venderles a los chinos, que han acelerado la recuperación en otras economías como la brasilera, entonces uno siente que aquí no estaban dadas las condiciones para una veloz recuperación. Sin embargo, estamos advirtiendo una recuperación más veloz de lo que se esperaba.

Yo creo que hay una gran incidencia de la tasa de inversión. No en vano el año pasado tuvimos la tasa de inversión más alta de América Latina. Pudimos, a pesar de que nos faltaron 10 billones en el recaudo, que es una proporción muy alta, le pudimos cumplir a las regiones; pudimos financiar la política anticíclica; pudimos defender esta economía en un momento muy crítico.

La tasa de inversión es fundamental. Yo creo que la tasa de inversión hay que sembrarla en la mente de cada colombiano. Yo creo que hay que crear una cultura para que cada colombiano vaya haciendo en su mente la cuenta de cómo va la tasa de inversión. Solamente una tasa de inversión elevada, sostenida, nos saca de afugias.

Y muchos colombianos me preguntan: bueno, Presidente, ¿pero por qué todavía hay tanta pobreza? Nosotros con esta alta tasa de inversión no llevamos sino cuatro años. Claro que en el pasado hubo momentos de muy alta tasa de inversión, pero no sostenidos en un largo plazo. Yo creo que lo que puede marcar la diferencia es sostener una alta tasa de inversión en un periodo prolongado.

Y hay que tener paciencia. ¿Cuánto hace que los chinos tienen esa altísima tasa de inversión? Muchos años. Desde la llegada de Den Xiao Ping. Y apenas ha logrado reivindicar de la pobreza a 400 millones, de un total de mil 300 millones de chinos.

Pero la inversión pregunta por mercados. Creo que bajo la conducción de Jorge Humberto Botero, bajo la conducción de Luis Guillermo Plata (Ministro de Comercio, Industria y Turismo), que es una gran revelación, hemos venido haciendo el tránsito de la apertura unilateral al acceso a mercados.

El país, entre el año 1989, cuando anunció la apertura, y el año 2003, tuvo el mercado andino, tuvo un acuerdo, que todavía, a pesar de que lo hemos revisado, es totalmente insuficiente con México, y las preferencias unilaterales que se concedían, se vencían, no se renovaban a tiempo, y que por su unilateralidad y su precariedad no generan confianza para invertir. Pienso que estos años han abierto un curso bien importante de acceso a mercados.

Hace pocos días, discutiendo con los lecheros, contándoles lo que habíamos hecho, dándoles razones y buscando alternativas con ellos; diciéndoles que yo me vi en la disyuntiva de firmar o no firmar con Europa, que preferí hacer todos los esfuerzos en el manejo de nuestra política doméstica para apoyar a los lecheros, pero no privar a Colombia de ese acceso al mercado europeo.

Les decía: miren, los chilenos pueden dormir con pánico por los temblores de tierra, pero nosotros dormimos con pánico porque puede haber un temblor en un mercado externo. Los chilenos tienen tantos mercados externos que no les preocupa perder un mercado. Para nosotros la pérdida de un mercado -por una razón o por una sinrazón- nos causa un trauma enorme.

La dependencia de 47 millones de ciudadanos de uno o de pocos mercados es muy grave. Por eso este esfuerzo de acceder a mercados. Primero, el acuerdo Comunidad Andina-Mercosur, yo creo que estimuló esa gran inversión que se presenta de Brasil en Colombia; el acuerdo con Chile, inexplicablemente miembro fundador de la Comunidad Andina, y no solamente se nos había retirado de la Comunidad Andina, sino que no teníamos el acuerdo de comercio, de protección de inversión, de desmonte de la doble tributación Con los chilenos; el acuerdo de inversión con Perú, más allá de las normas de la Comunidad Andina; el acuerdo con tres países centroamericanos; ahora la negociación con Panamá; el acuerdo con Canadá. Ya lo aprobó Canadá en el debate más exigente del proceso parlamentario de ratificación, faltan dos plenarias y todo indica que debe salir bien. La preocupación es que el parlamento canadiense está próximo a entrar en el receso del verano y allá el receso es de meses.

El acuerdo con los Estados Unidos, inexplicablemente congelado en su Congreso. Yo le dije esta mañana a la señora Secretaria de Estado: ‘Mire, la recibimos con la buena noticia de esta decisión tan favorable que tomó la Organización Internacional del Trabajo el sábado pasado para Colombia’.

Este acuerdo con la Unión Europea tan importante y acuerdos de promoción de inversiones y de desmonte de doble tributación, que con China, que con India. El acuerdo con Suiza y con la comunidad Efta (Asociación Europea de Libre Comercio). Ahora la negociación con los japoneses. Se habían ido de Colombia por miedo al secuestro, han regresado. El acuerdo con Corea, que está en plena negociación. Los coreanos nos quieren, son nuestros hermanos asiáticos; nos reconocen, con enorme afecto por Colombia, la participación de nuestra Patria en la guerra y definitivamente Corea debe ser el canal a través del cual nosotros hagamos la inserción al Asia Pacífico.

En fin, yo tengo mucha fe en ese proceso de acceso a mercados, que nos amplíe mucho las posibilidades.

Por supuesto, hay que innovar en la canasta exportadora. Gran esfuerzo que hizo la doctora Martha Lucía Ramírez como Ministra de Comercio.

El Ministro Plata (de Comercio, Industria y Turismo, Luis Guillermo Plata) ha venido trabajando con el sector privado un programa sobre cómo agregarle valor a la exportación tradicional y cómo desarrollar los sectores de talla mundial, en los cuales Colombia puede ser un gran jugador. Avanzar en ese sector de los biocombustibles, avanzar en energías alternativas, avanzar en el software, en el Business Process Outsourcing.

En la ciudad de Manizales se está produciendo un milagro de reducción del desempleo, gracias al Call Center, al Business Process Outsourcing, en el turismo cultural, en el turismo ecológico, en el turismo de salud. Ya hay siete zonas francas caminando en materia de salud. Eso va a ayudar muchísimo.

Nosotros tenemos mucha fe en sectores como la producción de medicamentos, la producción de cosmética a partir de fuentes naturales.

Por eso, cuando uno piensa en el tema tributario, a uno lo preocupa que se vayan a quitar los incentivos de inversión, cuando apenas están empezando a producir efectos.

La idea nuestra en lo tributario fue darle un tratamiento diferente al inversionista que aquel contribuyente que no invierta. Y esos incentivos han servido. Colombia tiene hoy 70 zonas francas aprobadas, la inmensa mayoría en proceso de instalación. Cuánto empleo va a generar eso, y si sigue esa dinámica.

Anoche Cotelco nos hacía un reporte final: se han construido en este Gobierno 17 mil habitaciones hoteleras; han entrado o están entrando al país las principales cadenas del mundo que estaban ausentes; han remodelado 11 mil habitaciones hoteleras. Estos estímulos han ayudado mucho.

Anoche, el Presidente de Corferias (Andrés López Valderrama) me decía que la inversión para ampliación de las instalaciones de Corferias en Bogotá vale 100 millones de dólares, y que se hizo posible gracias al tratamiento de zona franca; que sin el tratamiento de zona franca no habrían podido cerrar.

El país está instalando capacidad de generación para cuatro millones de kilovatios. Es mucho. Un país que tiene una capacidad de generación de 13 millones de kilovatios.

Y todas esas nuevas plantas se hacen sin poner en riesgo el fisco y sin poner en riesgo el endeudamiento nacional.

Recuerden en el pasado cuánto pesó en el endeudamiento público el endeudamiento del sector eléctrico. Hoy no. ¿Pero por qué se ha logrado eso? Porque hay confianza de inversión en Colombia y porque tienen unos incentivos bien importantes.

Todas esas plantas de generación hoy pueden operar como zonas francas. Traer esos equipos tan costosos y que tanto peso tienen en el total de la inversión, sin IVA y sin arancel; trabajar con una tarifa de renta no del 33 sino del 15; tener un acuerdo de estabilidad a 20 años y tener también esa garantía que es el cargo por confiabilidad, que les permite remunerar la inversión, despachen o no despachen energía.

Yo le destacaba hoy a la Secretaria de Estado (de los Estados Unidos, Hillary Clinton) cómo acabamos de superar una sequía tan intensa. Y no tuvimos apagón y pudimos despachar la energía a países como Ecuador, nuestro vecino y hermano, que sufrieron bastante por esa sequía y que tuvieron unos racionamientos severos.

Nosotros habíamos reducido mucho el déficit del Gobierno Nacional central. Lo habíamos pasado del 6 y medio al 2,34. Vuelve a quedar en el 4 y medio. Con unas circunstancias menos graves, porque ese 4 y medio es sin el alivio de Isagen y de Ecopetrol.

Isagen y Ecopetrol salieron de las cuentas nacionales. Ya no las podemos consolidar para el déficit. Y son entidades con superávit, que ayudan a reducir el déficit, ya no se cuentan ahí, ni tampoco se cuentan en el endeudamiento público. Y son entidades acreedoras. O sea que cuando uno las incluye en la consolidación de las cuentas nacionales, reducen el endeudamiento. Ya no, porque se convirtieron en entidades independientes.

Ahí hay un atenuante de ese déficit del Gobierno Nacional central del 4 y medio.

Y yo creo que hay otros atenuantes. Hemos reformado 465 entidades del Estado. ¿Y qué sería de este Estado si no hubiera reformado, empecemos por Ecopetrol? Esa reforma le ha aumentado la capacidad de inversión de 700 millones de dólares, el año pasado invirtió 7 mil, este año invierte 7 mil.

¿Qué sería de Telecom sin esa reforma, de las clínicas del Seguro Social, etc.? Son 465 entidades del Estado.

Es más fácil manejar un déficit en un país con gran confianza inversionista que sin esa confianza. En un país que está recuperando velozmente su economía que en un país que tiene un bajo crecimiento estable y deprimido.

Y yo creo que es más fácil manejar el déficit en una Colombia que ha desmontado el subsidio al combustible. Mis compatriotas estoicamente han soportado esta alza del precio doméstico de la gasolina. De no haber hecho esto, el subsidio hoy valdría tres mil millones de dólares.

Entonces, aquí se han hecho unos ajustes bien importantes, pero también se han dado unos grandes incentivos para invertir.

Y, por supuesto, se ha derramado el Impuesto al Patrimonio. Al margen de que es técnico, de que no es técnico, me parece que ha jugado un papel político trascendental. Y el tema político en el manejo económico no se puede perder de vista.

Para Colombia es muy útil, a fin de construir cohesión social, poder decir que los grandes patrimonios han financiado la seguridad y que la seguridad no se ha tenido que financiar a expensas de lo social.

Da gusto llegar a La Macarena, llegar a Montes de María, llegar a muchas regiones colombianas y ver que al lado de los soldados está la política social. Y esa combinación se ha logrado gracias al Impuesto al Patrimonio, que le ha implicado un enorme esfuerzo a los grandes patrimonios de Colombia. Olvidé decírselo hoy a la Secretaria de Estado.

Uno de los primeros reclamos que nos hacían era: ustedes piden el Plan Colombia, pero no hacen grandes esfuerzos de tributación. Ahora sí. Todos estos años de Impuesto al Patrimonio ha sido un gran esfuerzo de tributación para ayudar a financiar la Seguridad Democrática.

Yo pienso que hay que estar mejorando. Uno no puede pretender estancamientos. Pero yo sí creo que hay que darle tiempo a una política tributaria que tiene unos elementos de incentivos bien interesantes, para que llegue inversión.

Cuando el país empiece a estar en la pantalla de los países atractivos de inversión, por qué vamos a quitar la miel, por qué vamos a quitar el imán. Me parecería que podríamos hacer un daño.

Seguridad, promoción de la inversión, acceso a mercados, esa innovación productiva, una revolución educativa permanente. Uno no puede pretender una innovación productiva si no tiene una revolución educativa permanente.

Revolución Educativa

La Ministra (de Educación, Cecilia María Vélez) ha hecho una gran tarea. El doctor Pedro Gómez, generosamente, en reiteradas ocasiones, ha exaltado esa tarea. El país tuvo en 100 años 120 ministros de Educación. Ahora hemos tenido una Ministra de ocho años con un gran equipo, ajena a las vicisitudes de la política.

Y yo creo que los logros que ella tiene son magníficos:

El país graduaba 424 mil bachilleres, este año gradúa 737 mil. La cobertura en educación básica era del 78 por ciento, ahora es del ciento por ciento; en educación media era del 57, está llegando al 80 por ciento.

Teníamos menos de un millón de estudiantes universitarios, estamos llegando a millón 700.

Apoyábamos 60 mil estudiantes en el Icetex, ahora 300 mil 15 estudiantes. Ninguno necesita hoy recomendación política. Todos pueden acceder a Icetex, que es una de las 465 entidades reformadas, a través de Internet. Y eso se ha amalgamado con la reforma del Sena.

El Sena ha pasado de capacitar un millón de colombianos al año, este año yo creo que se va a acercar a los 9 millones. Le enseña inglés a un millón de colombianos por Internet, la mayoría de los profesores desde San Andrés, hoy la transmisión es satelital. Este Gobierno deja en pleno proceso de instalación un cable submarino del Golfo de Morrosquillo a San Andrés, para apoyar toda esa transmisión y para hacer de San Andrés un gran centro de desarrollo tecnológico.

El Sena tenía en programas titulados 41 mil estudiantes, este año tiene 500 mil. Y una de las revoluciones que introdujo la Ministra es que un muchacho que estudie una técnica, una tecnología, más adelante puede entrar a una universidad, completar los créditos, acceder al grado de educación superior.

Y ella deja un proyecto de ley en el Congreso -ojalá tenga el primer debate- para que Colombia, que en este Gobierno ha pasado de una cobertura universitaria del 21,6 al 36, en los próximos años pueda llegar a una cobertura universitaria del 50. A mí no se me hace lejana esa posibilidad. No se me hace extraño que el próximo gobierno pueda dar el salto de una cobertura universitaria del 36 al 50 por ciento. Y eso sí nos pondría ya mano a mano con los países desarrollados.

Infraestructura

Y, por supuesto, nosotros tenemos un gran atraso en infraestructura. Pero se han manejado una serie de contratos con toda honestidad, con toda transparencia. Yo creo que el próximo gobierno tiene una gran posibilidad de sacarlos adelante y, además, de emprender otras obras.

Cuando empezó el Gobierno yo le pregunté a quien nombramos Presidente de Ecopetrol, al doctor Isaac Yanovich: ‘¿Cuánto te dicen que vale Ecopetrol?’. Él me dijo: ‘13 billones’.

Cuando fuimos a hacer la capitalización, esa reforma, si ustedes me hubieran preguntado hace ocho años si la podíamos sacar, yo les habría dicho que no. Yo no habría sido capaz de comprometerme.

El doctor Luis Fernando Ramírez (ex ministro de Defensa) sabe lo que son esos fundamentalismos ideológicos, lo difícil de superarlos. Yo no creí que pudiéramos sacar la capitalización de Ecopetrol adelante y se pudo hacer. Un gran esfuerzo del Congreso, de los ministros de Minas.

Cuando fuimos a sacar la capitalización se habló de un Ecopetrol que valía 20, 25 billones. Ahora dicen que vale más de 110, de 120 billones.

Vender un poquito de Ecopetrol para que el país siga el desatraso en infraestructura yo creo que es razonable, sobre todo cuando por lo menos hemos superado por un largo periodo la angustia de que íbamos a perder la autosuficiencia petrolera, porque estábamos condenados a perderla en el año 2008.

De acuerdo con ese pronóstico, en el año 2008 deberíamos haber producido menos del consumo doméstico, menos de 234 mil barriles, que es el consumo doméstico. Y el país está produciendo hoy 785 mil barriles por día y se apresta a producir millón 200 y millón y medio.

Creo que vender un poquito de Ecopetrol no hace daño. Cuando uno lo mira en comparación con Petrobras, el Estado colombiano todavía es dueño del 89 y medio por ciento de Ecopetrol; el Estado brasilero es dueño apenas de un cuarenta y pico de Petrobras. Nosotros tenemos un buen espacio, un buen espacio para vender un poquito de Ecopetrol.

Y se viene avanzando en eso de infraestructura. La concesión del aeropuerto de Bogotá es un ejemplo. Hemos emprendido las concesiones grupales de aeropuertos. El doctor Hernán Beltz (Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI, ex embajador de Colombia en Alemania y ex ministro de Estado), que aquí nos acompaña, conoce cómo ha operado eso.

Para hablar solamente de Bogotá, además del aeropuerto, hemos pasado de 34 kilómetros de Transmilenio a 84, se están construyendo otros 20 y queda financiada la Séptima.

Y además hemos adelantado transmilenios en 9 ciudades colombianas y hemos asegurado la financiación en otras 10. Empiezan la lista Pasto y Santa Marta.

Bogotá está hoy asistiendo a la construcción de dobles calzadas de todas las carreteras que la comunican con sus principales destinos económicos: la doble calzada Bogotá-Buenaventura, en plena construcción y en todos los trayectos; Bogotá-Villavicencio, 105 frentes de trabajo; Bogotá-Sogamoso, de los 240 kilómetros faltan 35 por doble calzada.

Pero estamos ya haciendo una carretera de buenas especificaciones para bajar de Sogamoso a Cupiagua. De ahí hemos hecho la carretera, la hizo el Ejército con dineros de Arauca, de Tame a Arauca. En todo ese trayecto nos queda faltando terminar la instalación del puente de San Salvador, sobre el río Casanare, y unos kilómetros de acceso por ambos lados.

Ustedes saben la importancia de la Ruta del Sol. En plena construcción el trayecto Bogotá-Villeta; adjudicado el trayecto Bogotá-Puerto Salgar, el trayecto Puerto Salgar-San Roque. En plena licitación el trayecto de San Roque a Santa Marta, con una derivación al este a Valledupar y otra derivación al oeste, por el corredor de Los Contenedores al Carmen y a Cartagena.

Y así sucesivamente.

El país tenía 52 kilómetros de doble calzada, este Gobierno deja mil, y la posibilidad de construir no menos de 300 por año.

Nosotros empezamos el Gobierno con mucho temor en infraestructura, por la situación económica, porque estaban todas esas concesiones en pleito, pero poco a poco hemos venido despegando y yo creo que hoy hay -y lo constaté la semana en la reunión final con la Sociedad Colombiana de Ingenieros- un buen ritmo, a ver cómo nos desatrasamos.

Porque uno se pone a ver esta prosperidad de Bogotá y dice: aquí tiene que haber un milagro. A mil 100 kilómetros del Caribe y a 580 kilómetros del Pacífico, y esta prosperidad tiene que ser por la laboriosidad de nuestros compatriotas que han hecho este gran desarrollo en Bogotá, para no hablar de las otras ciudades andinas colombianas que han tenido que atravesar idénticos obstáculos.

Yo tengo fe en ese triángulo de la seguridad, la confianza de inversión, la política social, y tengo fe en esos seis elementos de seguridad, inversión, acceso a mercados, innovación productiva, Revolución Educativa e infraestructura, para que el país vaya resolviendo los problemas estructurales de empleo, de superación de pobreza.

Ahora, ¿cómo ha planteado uno esto de cara al futuro? Pues, los seres humanos somos muy dados a enamorarnos de nuestras propias obras. Hay que tratar de vencer eso con una visión más dialéctica.

Yo diría que continuidad sin estancamiento, continuidad dinámica, continuidad con permanente mejoramiento. Yo diría que ese puede ser un camino, un camino para la Patria. De todas maneras uno sí ve más ánimo en los colombianos.

Antes de ayer, en un Consejo Comunitario en Pasto, yo le recordaba que en el primer Consejo Comunitario –la doctora Marta Lucía (Ramírez, ex ministra de Defensa) lo recuerda- estaban enfurecidos por la apertura, por la cebada, por el trigo, porque no les compraban la leche porque estaba a 250 pesos.

Este diálogo permanente con los colombianos ha hecho que el Gobierno sea menos promesero, pero más comprometido. El Gobierno no puede hacer una promesa hoy porque mañana vuelve a dar la cara y entonces ahí le van a medir qué pasó con la promesa.

Pero tiene que ser comprometido, porque hoy le plantean un problema y mañana le van a volver a preguntar por ese problema. O sea que el Gobierno tiene que estar en el compromiso de buscar opciones.

Y también ha dado mejor información a los colombianos este diálogo intenso con los compatriotas estos años. Uno encuentra una ciudadanía más informada, una ciudadanía más compenetrada con los problemas públicos, no solamente aspirando a su reivindicación individual, y una ciudadanía con mejor sentido de las prioridades y un diálogo más tranquilo.

Yo creo que haber puesto más atención en el diálogo con los colombianos de bien, que con aquellos terroristas a quienes tanto se les ha rogado por el diálogo y siempre nos han dado en la cara, yo creo que ha sido útil en el proceso de la cohesión del gran pueblo colombiano.

Yo tengo inmensa gratitud con todos ustedes.

Hay que seguir trabajando por la Patria. Ustedes han dado un buen ejemplo.

Ahora que estamos en el bicentenario -Javier (Vargas Jaramillo,
Director de la Fundación para la Empresa Privada), usted que me preguntaba por algunos tramos de la historia-, cuentan los historiadores que en las últimas horas del General Santander pronunció una frase bellísima. Dijo: ‘Las últimas horas hábiles de mi vida son las primeras en que dejo de dedicarme a la causa de la independencia, la libertad y el bienestar de la Nueva Granada’.

Yo sí les digo que le pido a Dios que me ayude a no cometer faltas graves como ex presidente. Que en la tarde del 7 de agosto, cuando regrese al más bello de los oficios, al de simple ciudadano de Colombia, lleve un equipaje que crezca hasta el final de mis días, de amor a Colombia y de gratitud a los colombianos.

Mi eterna gratitud con ustedes, y tendremos que gastarnos energías estudiando con ustedes soluciones a los problemas de la Patria.

Muchas gracias”.
 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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