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Palabras del Presidente Uribe en el Consejo Comunal de Gobierno número 275

Marzo 6 de 2010 (Santa Marta)
     
 

Santa Marta, 6 mar (SP). “Nos reunimos en este Consejo Comunitario aquí en la Quinta de San Pedro, donde el Libertador (Simón Bolívar) emprendiera la batalla eterna, la batalla de iluminar a Colombia por siempre.

En aquella oficina que he ocupado durante casi ocho años en la Presidencia de la República, hay cuatro cuadros: enfrente del escritorio está el cuadro del General Antonio Nariño, los derechos humanos al servicio de la virtud; en la pared de la izquierda está el cuadro del General (Francisco de Paula) Santander, la ley al servicio de la virtud; en la pared que corresponde al escritorio de la Presidencia, el cuadro del padre de la Patria, la autoridad al servicio de la virtud; en la otra pared, el cuadro del General (Rafael) Uribe Uribe, la virtud integral.

Hoy, al realizar este Consejo Comunitario aquí en la Quinta de San Pedro, cuando nos vamos aproximando al Bicentenario de la Independencia, las motivaciones del alma son muchas, apreciados compatriotas.

En aquella agonía, el legado del Libertador fue inmenso. Esa carta tan bella que produjo el 6 de diciembre de 1830, en la cual le dijo a Santa Marta que era un derroche de luz; su tristeza por la desintegración de la Gran Colombia; su desapego a cualquier ambición personal en función de los superiores intereses de la Patria.

Habrá que recordar en estos meses todo el legado del Libertador. En un libro del autor británico John Lynch, sumamente bien documentado, libro sereno, hay unos capítulos bien importantes sobre el pensamiento del Libertador en materia social y sobre el pensamiento del Libertador en materia económica.

Diría que el Libertador entendió, como el mejor, por qué había que promocionar la economía y al mismo tiempo atender lo social.

Cuando en aquella máxima expresión de su compromiso social con el Mariscal (Antonio José de) Sucre y con el General (José María) Córdova, sellaban en el Alto Perú la fundación de Bolivia, esa Constitución expresaba el mayor compromiso social.

Pero el Libertador también había advertido que no se podía depender de un mercado, había creado las bases para que nosotros no solamente tuviéramos una economía integrada con España sino con toda Europa, con Inglaterra, con los Estados Unidos, con todos nuestros países hermanos.

Era un gran promotor de que pudiéramos tener un comercio internacional con todos los países, y además diversificado; lo entendía como una premisa del bienestar de los colombianos.

Era un gran promotor de la inversión, le preocupaba que la guerra de la independencia hubiera afectado la minería, la producción de quina. Buscó en Bolivia y en todos los países que libertó, que la economía pudiera tener todo el dinamismo.

Tenía un compromiso con lo social y un compromiso que lo ejercía con pragmatismo sobre la necesidad de promover la inversión.

Poco antes del viaje terrenal que aquí concluyó, cuando estaba en Bucaramanga y ahí cerca se reunía la convención de Ocaña, a la cual no pudo asistir, envió aquella carta que todos los días debemos recordar, la carta de la autoridad.

En esa carta de la autoridad le decía a los legisladores reunidos en Ocaña: “Arrojad vuestra mirada penetrante sobre el angustiado corazón de vuestros electores. Considerad, legisladores, que la energía de la Fuerza Publica es la salvaguardia del débil y lo único que aterra al delincuente”.

Y terminaba aquella carta diciendo: “Sin fuerza no hay virtud y sin virtud perece la República”.

La seguridad

Un concepto bien importante de seguridad. Todos esos años anteriores nos condujeron por la feudalización del Estado a la desintegración de la Gran Colombia.

Los pequeños feudos hicieron mucho más difícil la independencia, y finalmente cobraron el precio de atentar contra la unidad.

El Libertador concebía que ese monopolio lo tenía que ejercer el Estado, inspiraba muchísimo.

Una Colombia tan afectada por guerrilla, paramilitares necesita recobrar el monopolio único de las armas en cabeza del Estado.

El Libertador entendía que la violencia sacrificaba siempre al débil, como lo ha sufrido Colombia en todos estos años de guerrilla, narcotráfico, ahora bandas criminales, adicionalmente, y antes paramilitares.

El débil en la mitad siempre es el que ha pagado el mayor precio. Por eso el Libertador afirmaba que la energía de la Fuerza Pública es la salvaguardia del débil.

Qué bueno volver sobre todo su pensamiento, tranquilamente, inspirados hoy por esta reunión nuestra en la Quinta de San Pedro, este año motivados por el Bicentenario.

(Antonio) Nariño precursor y ejecutor de la independencia, precursor de las libertades, defensor y héroe de las libertades, precursor de los derechos humanos, de los derechos del ciudadano.

Nariño, que en aquellas primeras épocas de nuestra independencia participara activamente desde uno de los bandos criollos, desde el bando centralista que desde Bogotá se enfrentaba a las provincias reunidas en Tunja, comandadas por Camilo Torres, Nariño nos deja una gran lección: describió como ninguno, cómo los enfrentamientos que se dieron entre nosotros después de declarada la independencia, nos condujeron a permitir la reconquista sangrienta de (Juan) Sámano y (Pablo) Morillo.

Cuando leemos la interpretación de aquel momento de la historia que hiciera el General Nariño, nos detenemos a pensar en el presente y en futuro de Colombia.

El General quiso decir en un discurso que apenas se había dado la primera etapa de la independencia, que la creíamos ganada y que por dejarnos de seducir a abandonarla y dedicarnos a las pugnas entre nosotros, se aplazó esa independencia, se sufrió tanto.

Hubo tanta desgracia, tanta muerte.

Pues bien, eso me ha hecho pensar que en materia de Seguridad Democrática hay un símil. En aquel momento, cuando estalló la lucha entre los centralistas y los federalistas, apenas se había puesto el primer huevo de la independencia. Y sin embargo, por no dedicarse a empollarlo, a poner los otros, a afianzar esa independencia, vino el gran revés.

Estuvimos no en la consolidación de la independencia sino en la Patria Boba, abriendo tantos sepulcros, llevando al cadalso a los gestores de la iluminación, sacrificando lo que pudo ser una portentosa era de crecimiento de la Patria.

En materia de Seguridad Democrática apenas hemos puesto el primer huevo, apreciados compatriotas. Si no nos dedicamos a cuidarlo, a empollarlo, a que salga la criaturita, a que se fortalezca y a que crezca vigorosa, podemos retroceder a una Patria Boba, y lo que hemos ganado en ahorro de sangre podría revertirse en nuevas inundaciones de sangre.

Hemos vivido 200 años de independencia y escasos 47 años de paz.

Esos cuadros que están allí en esa oficina de la Presidencia también tienen otra figura, que recorrió mucho este departamento en la Guerra de los Mil Días: El General Rafael Uribe Uribe.

Cuando terminó esa guerra, en aquellos tres pactos de finales de 1902, él acudió en nombre de las fuerzas liberales a firmar el pacto allí en la finca Neerlandia, en el departamento del Magdalena.

Lo firmó con el delegado gubernamental, el General Florentino Manjarrés. En aquella ocasión dijo el General Uribe: “Hemos firmado la paz no porque tengamos voluntad de paz, sino porque ya no hay nada por qué pelear. Hemos destruido a Colombia.

“Todo el país está por reconstruirse. Nuestros padres y nosotros mismos creímos, equivocadamente, que haríamos Patria con los fusiles destructores de la guerra. La única manera de hacer Patria es con las herramientas fecundas del trabajo”.

¡Qué bella lección! ¡Qué fotografía de lo que había vivido la Patria!

Terminaba así a finales de 1902 la última de las guerras civiles declaradas, aquella guerra de los mil 128 días, de los 100 mil muertos. El país postrado, destruido, como quedó consignado en los acuerdos de paz.

Al año se independizaba Panamá, que era la cabeza. Una independencia que no ofreció guerra y que tampoco había capacidad de ofrecer resistencia.

Una independencia de hermanada y por cansancio. Yo creo que a esa independencia de Panamá concluyó, sí, el Gran Garrote del Presidente (de Estados Unidos, Franklin Delano) Roosvelt, el interés mezquino del canal de Panamá, pero también el gran descuido nuestro.

Perdimos Panamá porque no entendimos a tiempo lo que significaban nuestros hermanos panameños, porque nos dedicamos aquí a aupar la violencia interna y le dimos la espalda a la promisoria Panamá.

Entre 1902 y los años 40 el país vivió una relativa paz, y en los años 40 estalló de nuevo la violencia entre los partidos. Se le puso punto final con los acuerdos de Frente Nacional, y estos acuerdos todavía se desconocían en muchas regiones de Colombia, y ya llegaban allí las guerrillas marxistas; y después el paramilitarismo, y unos y otros cooptados por el narcotráfico, como lo vivió el departamento del Magdalena.

Las generaciones vivas desde los años 40 no hemos podido vivir un día de paz.

Por eso nosotros reclamamos para las nuevas generaciones el derecho a vivir en una Colombia segura, tranquila, que cree posibilidades de prosperidad.

Y ese huevito de la Seguridad Democrática apenas es el primero y falta mucho.

Aquí todavía hay vestigio de la narcoguerrilla y bandas criminales del narcotráfico.

Ojala en estos 150 días que quedan del Gobierno, se lo decía a los comandantes del Magdalena esta mañana en el aeropuerto, podamos cumplir una tarea ejemplar para derrotar lo que queda de guerrilla y para derrotar totalmente las bandas criminales del narcotráfico, que siguen produciendo extorsión y asesinatos en el departamento del Magdalena y en la ciudad de Santa Marta.

Se lo ruego comandantes, por la credibilidad de nuestras instituciones, por el honor de las Fuerzas Armadas de Colombia.

Una Patria tan maltratada por guerrilla, paramilitares y narcotráfico no tiene sino un camino, el camino de sus Fuerzas Armadas. Y el deber de sus Fuerzas Armadas, su cumplimiento, es el que se conquista ese camino.

Todo avance en contra de estos grupos terroristas es un factor que anima el afecto de los colombianos por las Fuerzas Armadas.

Señor general Yepes (Juan Bautista, Comandante de la Segunda Brigada del Ejército), señor general Gamboa (Óscar, Comandante de la Región de Policía número 8), señores coroneles, señores capitanes, integrantes de nuestras fuerzas: Que desde esta Quinta de Bolívar ratifiquemos hoy, profundicemos el compromiso de lograr un departamento del Magdalena sin guerrilla, sin bandas criminales, sin narcotráfico.

Son 150 días de trabajo de día y de noche

A los gobiernos se les mide mucho en los 100 primeros días. Generalmente en todos los países se trabaja en la observación de los gobiernos, a ver cómo despegan en los 100 primeros días.

Nosotros estamos en los últimos 150 días y los tenemos que cumplir a cabalidad, con entrega infinita a Colombia, y con gran eficacia.

Por eso en estas reuniones, en estos consejos comunitarios, estamos revisando lo fundamental que está atrasado a ver cómo lo adelantamos, y también consignando en el acta aquello que reclaman las comunidades que nosotros no podamos atender, y que se lo entregaremos respetuosamente al nuevo gobierno, para que el nuevo Gobierno lo examine.

Ciento cincuenta días de trabajo de día y de noche, apreciados comandantes; ciento cincuenta días de honor militar y policivo; ciento cincuenta días de arrestos sin agotamiento, para acabar con el narcotráfico, con las bandas criminales, con la narcoguerrilla, poder honrar el legado del Libertador.

Y 150 días, compañeros del Gobierno, sin desmayo; 150 días, compañeros del Gobierno, a producir resultados que todavía no hayamos podido obtener; 150 días en todas las horas autoevaluándonos, en cada minuto retándonos para servirle mas a Colombia, porque me falta un cuadro de aquellos que están en las cuatro paredes de la Presidencia: el del General Santander. Murió, no recuerdo si en abril o mayo, pero sí recuerdo que murió en 1840.

Había sufrido desde su juventud un problema hepático que lo condujo a la muerte. Algunos médicos dicen que cuando reunió los ejércitos en el Casanare ya tenía ese problema, y era aun muy joven.

¡Qué valentía! Con esa dificultad en la salud, cómo cumplió su leyenda heróica.

Había nacido en 1790 o 1792, lo cierto en el 92, porque el 20 de julio de 1810 tenía 18 años. A los seis años había salido de Villa del Rosario (Norte del Santander) por el viejo camino que hoy estamos pavimentando: la vía central del Norte que pasa por Pamplona, discurre al oriente de Bucaramanga hacia Boyacá, había llegado al colegio de San Bartolomé y la independencia lo encontró estudiando Derecho.

Todo ese periplo del General Santander terminó en aquel mayo, tal vez de 1840, con una frase que la historia no ha reivindicado suficientemente.

En sus últimas horas de lucidez dijo: “El último día hábil de mi vida es el primero en que dejo de dedicarme a la causa de la independencia, la libertad y el bienestar de la Nueva Granada”.

Que eso nos ilumine, porque la Constitución le fija periodos a los gobiernos, pero los ciudadanos debemos tener un periodo indefinido de amor a Colombia.

Que termine el Gobierno y que crezca nuestro amor a Colombia. Y que el 7 de agosto a las 3 de la tarde, cuando tome posesión nuestro sucesor, la Patria nos encuentre a nosotros, que en los 150 días finales del Gobierno acrecentamos el amor a Colombia y lo expresamos con más trabajo, con más dedicación, con más energía para tratar de servirla.

Por eso vamos a mirar hoy cuidadosamente este tema de orden público: se examinó esta semana con la presencia del Ministro (de Defensa) y de los Altos Mandos, se le hará un seguimiento hora a hora; vamos a examinar temas como los temas económicos, sociales y la infraestructura del Magdalena.

Algo ha ayudado.

Hay mucha pobreza y mucho desempleo. Todavía es difícil en poco tiempo, en un país que había llegado a un problema estructural de empleo tan de fondo y a tanta pobreza

Pero miren: Esta mañana me decía el Gobernador y me decía el señor Alcalde que Santa Marta ha venido marcando un desempleo por debajo de 10 (por ciento). Barranquilla también. En el Caribe colombiano la situación de empleo es menos grave que en otras zonas de la República

¿Qué ha pasado? La seguridad ha permitido que el Caribe empiece a ejercer sus ventajas: la ventaja de su localización geográfica, la ventaja de su cercanía con todo el mundo.

Nuestra política de promoción de inversiones ha permitido que aquí se sitúen muchas inversiones.

Uno ve cómo crecen las zonas francas en Cartagena, en Barranquilla, en Santa Marta, llamadas a generar empleo de la mejor calidad, empleo con afiliación a la seguridad social.

Yo veo con inmenso optimismo este Caribe.

Turismo

Hemos recuperado tendencias del turismo que habíamos perdido.

El Viceministro (de Turismo) Óscar Rueda me contaba que en enero y en febrero en algunas ciudades colombianas, entre ellas Cartagena, el turismo creció en un 55 por ciento.

Tengo fe que este año, en esta temporada, los cruceros del Caribe van a desembarcar en Cartagena entre turistas y tripulantes a medio millón de ciudadanos.

Y tengo fe que lo que se ha venido haciendo en Santa Marta va a seguir afianzando los cruceros del Caribe a Santa Marta.

Revelo por primera vez esto: en nuestra Reforma a la Salud se permiten unos juegos en los cruceros mientras estén atracados en nuestras ciudades, a fin de que esos dineros se dediquen a la salud, que nos ayuden a financiar la salud y eso tiene que producir el gran efecto de que vengan más cruceros y de que vengan más turistas.

La señora Directora de Parques Nacionales, la doctora Julia Miranda, me mostraba esta mañana en el avión unas cifras importantes del incremento de los visitantes a los parques, esos parques que se habían convertido en refugio de la guerrilla, de paramilitares y del narcotráfico, empiezan hoy a convertirse en la gran tracción de los estudiantes, de los científicos, de los biólogos, de la comunidad nacional y de la comunidad internacional.

¡Qué bueno!

Ustedes señores generales, señores coroneles, señores capitanes, soldados y policías de mi Patria, con las comunidades indígenas y campesinas tienen que seguir garantizando que esos parques no sean para el terrorismo, que esos parques sean para motivo de orgullo, de sana diversión de las nuevas generaciones de colombianos, que sean objeto de investigación, de estímulo a la ciencia.

Tenemos muchas dificultades, pero hay avances bien importantes.

Infraestructura

Vamos a ver en esta reunión cómo podemos avanzar con las obras de infraestructura del Magdalena.

Señor Gobernador, señor Ministro (de Transporte), apreciados alcaldes, director de Cormagdalena, sobre la vía de la productividad, aquella vía que por toda la orilla del río debe comunicar a Palermo con Plato, Palermo cerca de Bocas de Ceniza, en la margen derecha del río, enfrente de Barranquilla, Plato en el sur del departamento, todavía más al sur El Banco, en los límites con el Cesar.

Ojala hoy quede claro el camino, para que antes del 7 de agosto este Gobierno deje totalmente despejado el proceso de construcción de la vía de productividad del departamento de Magdalena. Una vía llamada a producir dos resultados: el resultado de evitar inundaciones y el resultado de agregar movilidad y competitividad.

Después de escucharlos a varios de ustedes propongo lo siguiente: demos prioridad a la construcción del terraplén a todo lo largo del trayecto, de Palermo hasta El Banco. Que ese terraplén se construya con todas las obras hidráulicas necesarias y como no alcanzamos a construir todo este terraplén y a tener encima un magnífico pavimento, hagan un ensayo, díganle a Ecopetrol que nos recomiende una mezcla química nueva de las que hay en el mundo, resistente, para que mientras se pueda poner un pavimento sólido, como capa de rodamiento, se ponga una mezcla que facilite un rodamiento cómodo a lo largo de ese terraplén.

Que sea un compromiso de honor de estos 150 días, dejarle al departamento del Magdalena despejado el camino de la vía de la productividad.

Salud

Vamos a examinar hoy otros temas. Cómo mejoramos la salud, en un departamento en el cual se reestructuraron muchos hospitales. Con el (ex) Gobernador Trino Luna reestructuramos el Hospital Universitario de Santa Marta. Muchos hospitales del departamento en un Gobierno que no ha cerrado un hospital pero que ha reestructurado muchos.

Ustedes saben qué era la Clínica Campo Serrano del Seguro, que era un motivo de vergüenza, una tragedia, y cómo opera de bien hoy esa clínica en Santa Marta gracias a nuestra reforma.

Apliquemos la nueva reforma, logremos plena cobertura de salud en el departamento del Magdalena, y ojala en la ciudad de Santa Marta pudiéramos replicar ya lo que hemos logrado en la ciudad de Barranquilla: que todos los ciudadanos de Régimen Subsidiado tengan los mismos beneficios que los ciudadanos de Régimen Contributivo.

Cuando llegamos, apreciados compatriotas, el Magdalena tenía 365 mil ciudadanos afiliados al Régimen Subsidiado, hoy tiene 868 mil. La Patria tenía 10 millones 700 mil, hoy la Patria tiene 23 millones de ciudadanos afiliados al Régimen Subsidiado.

Eran 23 millones afiliados a la salud, hoy 41 millones, estamos cerca de la plena cobertura, qué bueno que pudiéramos decir en agosto ‘el Magdalena quedó con plena cobertura, en Santa Marta ya se niveló el Régimen Subsidiado al mismo nivel de los beneficios del Régimen Contributivo’.

Les propongo que trabajemos en ese reto, que eso haga parte de esta agenda de los 150 días finales del Gobierno, 150 días de amar a Colombia, 150 días de entrega en cada nuevo minuto a los superiores intereses de la Patria, 150 días que nos dejen para el resto de la vida con un impulso afectivo de amor a la Patria, para que a la hora de la muerte podamos evocar la gran lección que nos dejara el Hombre de las Leyes.

Estos compromisos de hoy tienen un testigo ante el cual no podemos quedar mal, estos compromisos de hoy serán ratificados aquí en la Quinta de San Pedro, teniendo como testigo el mausoleo que honra al Libertador, esta tierra que le dio el regazo de la última agonía, como bien lo dice el himno de la ciudad de Santa Marta.

Vamos a ver, pues, los temas fuertes, a ver cómo los avanzamos en estos 150 días.

Un saludo lleno de afecto a ustedes mis compatriotas del Magdalena, mis compatriotas de Santa Marta, y vamos a escuchar al señor Gobernador y al señor Alcalde.

Muchas gracias”.

 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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