Bogotá, 17 mar (SP). “Es muy grato regresar esta tarde a la Universidad Católica. Un foro analítico, serio, un foro de valores. Quiero agradecer la generosidad con que siempre la Universidad nos ha invitado a este auditorio en diferentes circunstancias de la vida.
Y felicitar a la Universidad por este gran avance. Hace ocho años, aquí en este auditorio, preguntábamos por el número de estudiantes. Nos decían que eran aproximadamente 6 mil 500, 7 mil. Hoy están de 11 mil 500 a 12 mil.
Y siempre en una senda de mejoramiento de la calidad. Esto de la Universidad es un claro ejemplo de que el crecimiento en la población estudiantil puede llevarse de la mano de lo que es el mejoramiento de la calidad.
Me preguntan por el futuro de la Seguridad Democrática, por los TLC, por la Emergencia Social, por la democracia participativa.
Nosotros le propusimos al país un modelo para construir más confianza en Colombia. Confianza de los colombianos en Colombia y de la comunidad internacional en nuestro país, sobre tres pilares: la seguridad, la promoción de la inversión como presupuesto indispensable para la prosperidad colectiva y la ampliación de las coberturas sociales, significativamente.
Antecedentes históricos de la Seguridad Democrática
Antecedentes del tema de la seguridad. Unos antecedentes inmediatos y otros mediatos. En este año del Bicentenario es muy importante para los colombianos reflexionar sobre ese factor común, ese común denominador, ese elemento transversal que ha recorrido nuestra historia, que es la violencia.
Creo que leyendo detenidamente los libros de historia, se encuentra que escasamente en 200 años de vida independiente, el país ha tenido 47 años de paz: siete años en el siglo IXX y 40 años en el siglo XX. Las generaciones vivas desde los años 1940 de la centuria anterior, no han vivido un solo día de paz.
En nuestra Patria, inmensamente violenta la Conquista. Cuando se dio el Grito del 20 de Julio, en lugar de habernos dedicado a construir, a afianzar esa independencia, las luchas internas nos condujeron por el camino de la violencia a la Patria Boba. En lugar de consolidar la Independencia, una sangrienta reconquista. Y en lugar de consolidar la integración, la desintegración de la Gran Colombia, la pérdida de grandes oportunidades.
A los pocos días del Grito del 20 de julio de 1810, el general Santander, que había nacido en 1892 en Villa del Rosario y había venido a Bogotá a estudiar en el San Bartolomé, se enrolaba en el ejercito centralista del General Antonio Nariño, que partía de Bogotá a combatir en el norte de Cundinamarca y en Boyacá contra los ejércitos federalistas, que desde Boyacá, desde Tunja, dirigía el presidente de las provincias, el jefe de los federalistas: don Camilo Torres.
El general Santander rápidamente cambio de bando. Y diría que ese que es uno de los puntos de partida para sus malquerientes, debe referirnos otro elemento de la historia.
Cuál sorpresivo sería para aquella juventud que él representaba, que en lugar de dedicarnos a consolidar la Independencia, nos vinculáramos a una lucha entre nosotros. Cualquier cambio de bando en el general Santander a los 18 años, hay que entenderlo simplemente como razón del asombro y de la incertidumbre que generaba ese cambio de rumbo.
Nariño, en una proclama, dio a entender que apenas habíamos puesto el primer huevo de la Independencia, que en lugar de afianzarla, la estábamos poniendo a riesgo. Y en efecto. Sabemos qué pasó después con Sámano y Morillo.
Sabemos qué ocurrió con la prosperidad de la Iluminación. Caldas, los discípulos de Mutis, estaban llamados a darle a Colombia una gran era de prosperidad, a inducir a Colombia por el camino de la investigación, de los adelantos científicos, de la contribución de estos al bienestar colectivo.
La Patria Boba los condujo al cadalso. El país perdió aquella formidable oportunidad que nos había creado Mutis, formando esa generación que podríamos llamar nuestra primera generación de Iluminación.
Hace dos años, cuando conmemorábamos en Mariquita el bicentenario del fallecimiento de Mutis, recordábamos estos tristes episodios.
Él había fallecido en 1808 ,antes del Grito de Independencia, antes de la Patria Boba, antes del cadalso, y la mejor herencia no es la colección de pinturas sobre la biología de la época, sino esa generación de investigadores que él formó y que eran una gran esperanza para nuestra Patria, la que quedó en las cenizas del cadalso.
Todo eso retrasó muchísimo la Independencia, trajo mucha más sangre. Y mientras eso ocurría aquí, el encuentro de Bolívar y de Miranda en 1812 en Londres, terminaría después en una derrota en Venezuela que los enemistaría para la posteridad. La acusación de traidor al Libertador sobre el final de Miranda ha durado 200 años.
El Libertador no llegó a Cartagena victorioso, llegó derrotado, a organizar desde allí, desde Tenerife, desde Mompós, aquel ejército que le permitió la reconquista de Venezuela, efímera, que no perduró, más importante el nombre, la Campaña Admirable, que el resultado final, porque volvieron nuevamente a derrotarlo.
Y no entró, y lo derrotaron por las guerras intestinas. No es que los españoles tuvieran toda la capacidad de resistir, sino que la violencia entre nosotros nos debilitó a nosotros, y le trasladó una ventaja a la resistencia española que no tenía.
Al regresar de sus viajes del Caribe e instalarse en Angostura, en el Río Orinoco, El Libertador no estaba seleccionando un lugar estratégico para derrotar a los españoles, sino para defenderse de sus compatriotas, que atentaban contra él desde Caracas.
Todo ese proceso va dejando unas huellas de violencia muy graves entre nosotros. Hay heroísmo y hay violencia.
Qué difícil el análisis de la historia sobre el final de Miranda. Y así como la historia reconoce el martirologio de Atanasio Girardot y de Antonio Ricaurte en aquel proceso, también se duele del fusilamiento que nuestro propio ejército produjo en el general Piar.
Logramos aquellas batallas de 1819. Se obtiene la independencia aquí, después la independencia de Venezuela, la Campaña del Sur.
Cuando El Libertador regresa victorioso del Sur, donde había realizado esa gran labor con dos formidables coequiperos: el mariscal Sucre y el general José María Córdoba, El Libertador no puede dedicarse a la obra del buen gobierno.
Una de las dolencias de este proceso de violencia podría ser la siguiente: la violencia nos privó de haber tenido al Libertador más en el Gobierno.
Llegó a Bogotá. Las diferencias internas, la amenaza de desintegración de la Gran Colombia por parte del general Páez en Caracas, por parte del General Juan José Flores en Ecuador, la separación del Perú, las enormes dificultades con Obando, que en algún momento estuvo tentado a anexar a Pasto al Ecuador para contribuir a la desintegración de la Gran Colombia, ocuparon los años finales del Libertador.
El atentado septembrino de 1828 no dejó sino luto. Por un lado, fue el principio del fin del Libertador y, por el otro lado, otro episodio de acción violenta y de reacción violenta. Allí empieza el exilio del general Santander y empieza el viaje final del Libertador.
Los magnicidios, formalmente, se podría decir que empezaron aquel 4 de junio de 1830. El Mariscal Sucre había regresado de su tentativa infructuosa en Venezuela, ordenada por El Libertador para garantizar la paz, para garantizar que se mantuviera la integración de la Gran Colombia.
Ahora se le encomendaba ir a Ecuador, también a evitar esa desintegración. Estaba con la idea de hacer el viaje por Buenaventura, embarcarse a Guayaquil para subir a Quito, donde además lo esperaban su esposa y su hija. Todavía no ha dicho la historia por qué el Vicepresidente, don Domingo Caycedo, le recomendó que se fuera por el camino de La Plata, cruzara el Río Magdalena y llegar a Popayán y, por tierra, llegar a Pasto.
Sufrió el primer intento de asesinato al cruzar el río Magdalena, logró salir ileso. La historia lo atribuye a José Hilario López. Después de una pasantía en Popayán, emprende el camino del sur, y es asesinado en Berruecos.
Muchas especulaciones. Se le ha atribuido la autoria intelectual a los generales Obando y José Hilario López. Finalmente, confesó Apolinar Morillo, uno de los asesinos materiales, a quien se le aplicó la pena de muerte.
Y después del magnicidio de Sucre, el país como que se acostumbró ello, y vino el del Presidente electo Julio Arboleda, el asesinato del General Uribe Uribe, de Jorge Eliécer Gaitán, de Luis Carlos Galán, de Álvaro Gómez Hurtado.
El asesinato de Sucre se constituye en una noticia que afecta todavía más la vida del Libertador, que deteriora mucho más su salud. Él conoce de aquel asesinato, algunos historiadores dicen que cuando ha llegado a Cartagena, otros historiadores dicen que cuando en Soledad, cerca de Barranquilla, en su viaje póstumo.
Y hay que entender lo que significaba Sucre para El Libertador. Creo que mejor que hablar de lo que fue la obra de Sucre en la fundación de Bolivia, en la Constitución boliviana, en las batallas de las faldas de Pichincha en Quito, de Junín, en la Batalla de Ayacucho, es muy importante irnos a un pasaje del libro de Luis Perú de Lacroix.
Al parecer El Libertador no tuvo sino dos momentos de reposo. Algunos de esos momentos en Lima y otros relativos en Bucaramanga, cuando tuvo quedarse allí durante una temporada, mientras discurría la Convención de Ocaña, a la cual se le dijo que no podía ir por ser el Presidente en ejercicio. Entonces desde Bucaramanga atendía los menesteres de la Convención de Ocaña.
En aquella etapa pudo conversar todas las noches con sus allegados. Y cuenta Luis Perú de Lacroix que le preguntaron al Libertador: ‘¿Cómo califica usted a los generales?’. Y dijo: ‘Los mejores son aquellos que son buenos en el campo de batalla y buenos en la oficina. Los segundos son aquellos que son malos en la oficina y buenos en el campo de batalla. Y los malos son aquellos que son buenos en la oficina y malos en el campo de batalla’. Y entonces le hicieron otra pregunta:’ ¿Y quién es el mejor?’. Y no vaciló en decir: ‘Sucre’. Calificó muy mal al General Santander.
Eso pone de presente el aprecio del Libertador por el Mariscal Sucre y el impacto que en la salud del Libertador tuvo que producir la noticia del asesinato de Sucre, que había ocurrido aquel 4 de junio de 1830 en Berruecos.
Muere El Libertador, regresa del exilio el General Santander, es elegido Presidente en 1832, avanza en la revolución educativa, un gran esfuerzo de la época. Sus más enconados críticos la reconocen, pero dura muy poco.
Viene todo el enfrentamiento con el Vicepresidente José Ignacio Márquez, la elección del nuevo Presidente, la Guerra de los Supremos, encabezada por Mosquera, y esa sucesión de guerras que no permitió estabilidad en las instituciones, que no permitió que la revolución educativa del General Santander prolongase sus efectos para bien de Colombia.
Vinieron los procesos violentos nuevamente de Obando, del General Melo, de don Mariano Ospina Rodríguez, propuestos por él y después en su contra. La llegada de la Constitución de Rionegro de 1863, que dio todas las atribuciones para que los estados avanzaran profundamente en democracia participativa, y poco se logro. Fue un periodo regido por unas normas libertarias de excelencia, pero con una estabilidad y con una violencia que impidieron sus benéficos resultados.
Regido por patriotas como Murillo Toro y como don Aquileo Parra, que pudieron haber dado mucho más, de no haber tenido que enfrentar todo aquel desorden y toda aquella violencia.
El período de Núñez, con siete años de paz, permite que hayan florecimientos industriales en el Caribe, y prospera enormemente la caficultura y la agricultura en la Colombia Andina.
Pero también es efímero. Viene la guerra civil de 1895 –ésta no ha terminado, es una de las muchas, cuatro o cinco, en la segunda mitad del siglo IXX–, y estalla la Guerra de los Mil Días, conocida con el nombre de la guerra de los mil 128 días, más de cien mil muertos, que termina con aquellos acuerdos de paz del último trimestre de 1902.
Uno suscrito en el Buque Wisconsin, entonces atracado en Panamá, que lo firman el general Alfredo Vásquez Cobo, como representante de las fuerzas gubernamentales. El otro en Chinácota, en Santander del Norte, que lo firma Ramón González Valencia, en nombre de las fuerzas gubernamentales.
El general Herrera envió sus delegados pero no asistió; el general Rafael Uribe, en la hacienda Neerlandia en el Magdalena, firma con el general Florentino Manjarrés, agente del Gobierno, el tratado más importante de los tres.
En aquella memorable ocasión, dice que han hecho la paz, no porque tengan voluntad de paz sino necesidad de paz, que ya no tienen por qué pelearse, que destruyeron el país, que está todo por reconstruir.
Con mucha angustia, afirma: ‘Nuestros padres y nosotros mismos creímos hacer Patria con los fusiles destructores de la violencia, destruimos el país. Hoy la única manera de hacer Patria es con las herramientas fecundas del trabajo’.
Cuando pienso en la necesidad de la seguridad y en la promoción de la inversión, pienso en la paz que desde esos momentos se reclamaba, y en las herramientas fecundas del trabajo para poder construir Patria.
En los dos años siguientes ocurren sucesos de diferente significación, pero muy importantes ambos para ser tenidos en cuenta: la separación de Panamá y la iniciación de la Batalla de Flores en Barranquilla.
Panamá había intentado separarse, aburridos, porque aquí no se les apoyaba con autoridad. Un intento que estuvo a punto de prosperar se dio cuando el incendio de Colón.
Querían independizarse y anexarse a los Estados Unidos. No lo hicieron porque llegó allí como delegado del Gobierno de Colombia un hombre de autoridad, el general Reyes; finalmente puso presos a los incendiarios.
Fue tan grande el incendio de Colón que quebraron las compañías de seguro de la época, y quedó toda aquella población de compatriotas panameños en la ruina.
El sentido de autoridad, el don de autoridad del general Reyes, impidió en aquel momento la separación de Panamá.
Pero ya en 1903, con un país que había estado destruido por la guerra interna, con una Panamá fastidiada del descuido y tentada por la política del Gran Garrote del Presidente Roosevelt, que quería apoderarse de Panamá, del Canal, la separación era inevitable.
Fue pacífica, sin proposición de violencia y sin capacidad de resistencia.
Narra la historia que el general Pedro Nel Ospina acudió al mediodía al Palacio de San Carlos a contarle al Presidente que se estaban separando de Panamá. Lo halló leyendo una novela en francés.
Los panameños dijeron aquel día: ‘Nos separamos como hermanos, hemos llegado a la mayoría de edad y queremos ejercer nuestras obligaciones y derechos’.
Y aquí no había capacidad ni para atraerlos ni para resistir esa independencia.
La historia todavía debe decirnos con más rigor qué influyó más en la separación de Panamá, si la política del gran garrote del Presidente Roosevelt o la política del gran descuido de parte nuestra. Y era la joya de la corona.
Poco después, el general Javier Vengoechea, ex combatiente de la Guerra de los Mil Días, en el análisis de todos aquellos acontecimientos, invita a lo que hoy es una pieza central del Carnaval de Barranquilla: la Batalla de Flores.
Y dice: ‘En Colombia, en adelante, después de tanto derramamiento de sangre, las únicas batallas que podemos aceptar son las batallas de flores’.
Pero eso tiene muchas raíces. El general Vengoechea conocía en carne propia la destrucción del país por las guerras, por la violencia, y también reflejaba aquella connotación tan importante en la sociología y en la sicología caribeña: el rechazo de los compatriotas del Caribe a la violencia y al desorden. Su alegría, su espontaneidad, su expresividad, no van en dirección opuesta sino que reflejan un gran ánimo caribeño en procura del orden, en procura de la lucha contra la violencia.
Hay que conectarlo con lo que había sucedido antes. Núñez no fue imposición de la dictadura. Núñez, como lo dice Indalecio Liévano Aguirre, el gran dirigente liberal que tuvo el valor de reivindicar el sentido histórico de Núñez, Núñez obedeció a la reacción caribeña contra el desorden y la violencia, que primero lo elevaron a la Presidencia del Estado de Bolívar y después a la Presidencia de la Nación entera.
En las ruinas, después de 1903, Colombia tiene gobiernos realizadores. La obra fecunda de uno de los más importantes realizadores de la República, un hombre de autoridad y de acción, el general Reyes.
Tuvo que vivir 14 años después del regreso del exilio. Antes de morirse, en condiciones de total humilde exposición ante sus compatriotas, para que sus propios críticos no tuvieran razón para seguir acusando a aquel compatriota superior, de corrupción y de dictadura.
También el país se privó de obtener mucho más en prosperidad que pudo haber obtenido de ese realizador sin par, el general Rafael Reyes.
Vinieron otros gobiernos: de Carlos E. Restrepo; el del padre del cardenal Concha, el doctor José Vicente Concha; de Don Marco Fidel Suárez; de Pedro Nel Ospina; de Abadía; la llegada del Gobierno de Olaya; de López; de Santos.
Es importante anotar esto: en las elecciones de 1914, anteriores, las últimas, de su vida, el general Uribe Uribe votó por el doctor José Vicente Concha y se negó a acompañar al clientelismo de la época, encabezado por don Nicolás Esguerra.
El liberalismo al que Uribe sirvió con total congruencia, se encargó de maltratarlo, de llamarlo el sicario de los trabajadores, el asesino de la democracia.
Y crearon un ambiente que produjo el resultado, el asesinato en octubre de 1914 de Rafael Uribe Uribe, que privó a Colombia de uno de los más completos dirigentes de todas las épocas.
Abogado y general, agricultor e investigador, estudioso de la lengua, estudioso de la agricultura, uno de los líderes excepcionales de Colombia, asesinado en la plenitud de su vida, a los 55 años de edad, cuando había regresado de las guerras, había servido bien al propósito de paz, acompañando todas las iniciativas prósperas de la Nación y ayudando a conducirlas entre 1902 y el día de su asesinato, en octubre de 1914.
El Gobierno del general Pedro Nel Ospina fue realizador, tuvo los recursos de la indemnización de Panamá. Vino después un Gobierno excepcional de nuestra historia: el de Alfonso López Pumarejo. Es bueno, en este Bicentenario, volver sobre el Gobierno de López.
El Gobierno de López no era el Gobierno del odio a los trabajadores contra los empresarios, como algunos demagógicamente han querido presentarlo. Era el Gobierno del equilibrio para la modernidad del país. El Gobierno que creó las condiciones para que Colombia tuviera una empresa moderna, la alta tasa de inversión de la época, y al mismo tiempo para que Colombia reivindicara los derechos de los trabajadores.
Y aquella violencia entre los partidos, que se había apagado con los acuerdos de 1902, resurge a principios de los años 1940. El asesinato de Gaitán, los pactos del Frente Nacional, liderados por los ex presidentes Alberto Lleras y Laureano Gómez, le ponen fin a aquella violencia.
Pero todavía en muchos poblados de Colombia, no se había recibido la noticia del Frente Nacional, y ya se había o se escuchaban los fusiles de las guerrillas marxistas, que habían escogido a Colombia y a Bolivia como los países para replicar la Revolución Cubana, el modelo de Unión Soviética, de la China de Mao Tse Tung de 1948.
Las guerrillas, que vinieron a fundar en Colombia el odio, la lucha violenta de clases como motor de la acción política, el presupuesto de la dictadura del proletariado como forma de gobierno para sustituir al Estado de Derecho; y avanzan, se aprovechan de las bondades del establecimiento para seguir avanzando en su propósito de destrucción.
Llega un momento en que tienen la seguridad de que se van a tomar a Colombia, provocan una reacción igualmente cruel: la del paramilitarismo. Y ambos terminan cooptados por el narcotráfico. La terrible tragedia de la violencia sin pausa, que han vivido las generaciones de Colombia desde los años 1940 hasta la fecha. Allí hay unos antecedentes a esta política de Seguridad Democrática.
Algún día, conversaba yo en su casa con el ex Presidente Alfonso López Michelsen y su señora, doña Cecilia Caballero. Era el año 1999 y me dijo el ex Presidente López que cuál era entonces mi propuesta de seguridad y se la expliqué. Su reacción fue de mucho escepticismo. Me expresó que en Colombia era imposible que triunfara un proyecto de seguridad.
Mejorar, pero no cambiar el rumbo
Y seguí insistiendo en aquel diálogo que requeríamos entender la seguridad, no como una actitud militarista, no como una propuesta fascista, sino como una fuente de recursos, como un valor democrático. Que nuestra propuesta de seguridad era Seguridad Democrática para todos los colombianos, con absoluto respeto a los derechos civiles, a las garantías, a los derechos políticos. Y doña Cecilia Caballero en aquella conversación dijo: ‘Con esa propuesta gana Álvaro’.
Aquí la expusimos ampliamente en la Universidad Católica, en la generosidad de este foro, y hemos procurado practicarla en estos ocho años.
El proceso electoral que acaba de concluir es una prueba adicional de nuestro compromiso democrático con la seguridad. Creo que los colombianos acudieron a las urnas, en todas las regiones, más libres, sin la interferencia paramilitar y con menos interferencia de la guerrilla.
Se conocen dos factores de presión: las Farc, en la página de Internet, ese grupo terrorista amenazando antes de estas elecciones a los electores afectos a nuestra causa, y algunos grupos guerrilleros en el sur del país también asustándolos. Pero creo que el proceso de avance de la seguridad del país ha sido bien importante; sin embargo creo que todavía es embrionario, corren muchos riesgos, por eso hay que protegerlo.
En el campo, cuando una gallinita cubana, ‘quirique’, que llaman en la Costa Caribe, sale con unos polluelos, aconsejan los campesinos que mientras esos polluelos empluman bien, hay que mantenerlos protegidos contra cualquier aguacero; un sereno, una pertinaz llovizna, los mata. Nuestra Seguridad Democrática apenas está empollando: una pertinaz llovizna la mata. Por eso hay que protegerla. De ahí mi insistencia ante los colombianos que mejoremos el rumbo, pero que no cambiemos de rumbo.
Hay que vivir en mejoramiento continuo, no hay que aceptar el estancamiento, ni tampoco el riesgo de salirnos del camino. No vamos a poner el polluelo de la Seguridad Democrática a la intemperie, en el riesgo de que una leve llovizna le produzca una enfermedad que lo mate; sería muy grave para el país, apreciados compatriotas.
Intangibles de la seguridad Democrática
Ahora, falta mucho, pero me voy a referir, porque el ambiente universitario invita a hacerlo, a unos intangibles de la Seguridad Democrática.
Primer intangible. Hemos recuperado unos monopolios que el Estado nunca debió perder: el monopolio para combatir a los violentos. La palabra ‘paramilitar’ se acuñó en Colombia para denominar las bandas privadas criminales, cuyo propósito era combatir a la guerrilla; hemos recuperado el monopolio del Estado para combatir a todos los violentos.
Nuestra justicia es autónoma, pero había sido desplazada en muchas regiones por los cabecillas del terrorismo guerrillero y del terrorismo paramilitar. Ellos, en muchas regiones, administraban justicia, resolvían los problemas entre vecinos, aun los pleitos de familia; hoy hemos recuperado, para la justicia, la posibilidad de desempeñarse en todo el país. Un monopolio que en la práctica se había perdido.
Hemos aclimatado un sendero de Seguridad Democrática sin legislación de Estado de Sitio, sin censura de libertades, sin supresión de la libertad de prensa, sin afectar las garantías civiles, los derechos políticos; sin legislación marcial, con legislación ordinaria.
Muchos países, aun de la región, y no de épocas remotas sino cercanas, enfrentaron desafíos de violencia menos graves y menos bien financiados que el nuestro, financiado por el narcotráfico. Y para enfrentar esos desafíos censuraron la prensa, eliminaron el pluralismo, impusieron la ley marcial. Nosotros, sin adoptar decisiones que afectasen la democracia, hemos enfrentado y hemos avanzado frente a él; hemos enfrentado un terrorismo de enorme capacidad de hacer daño.
Bien importante esto, apreciados compatriotas: las víctimas en Colombia no denunciaban, no reclamaban, por temor o porque lo encontraban inútil. Hoy tenemos 280 mil víctimas que han registrado sus reclamos, y este Gobierno, entre lo ejecutado y apropiado, completa 600 millones de dólares para reparación de víctimas.
¿Por qué hay que cuidar el polluelo de la Seguridad Democrática, ese gallito ‘quirique’ de la Seguridad Democrática? Porque nada ganamos con reparar las víctimas de hoy, apreciados compatriotas, si no les garantizamos a las nuevas generaciones el derecho a la no repetición. La prolongación de la Seguridad Democrática, en mejoramiento continuo, es un imperativo para poder garantizar el derecho a la no repetición.
La violencia amenazaba con acabar los avances de descentralización del país. En la tarde del 8 de agosto de 2002, después de haber estado en la madrugada en Valledupar, en aquella tarde arribamos a Florencia. Todos los alcaldes del Caquetá estaban asilados en la Gobernación, como se encontraban 400 alcaldes de Colombia. Hoy los mil 102 alcaldes de la Patria están rodeados de las garantías de la Seguridad Democrática, independientemente el origen político de su elección. Hemos rodeado de condiciones de gobernabilidad a todos los alcaldes y a todos los gobernadores.
Tuvimos la tragedia del asesinato del Gobernador del Caquetá en diciembre; sin embargo, ese dolor no nos puede silenciar para decir que hemos rodeado de garantías de seguridad, para su gobernabilidad, a todos los alcaldes y gobernadores.
Y este terrorismo de las Farc, en el propósito de atentar contra el polluelo de la Seguridad Democrática que apenas está emplumando y que no podemos descuidar, ha querido por estos días asesinar al Gobernador del Huila. Hay que poner todo cuidado para no aflojar en la Seguridad Democrática.
Colombia estaba asistiendo a un fenómeno desconcertante: la apropiación terrorista de los recursos de la descentralización. Creo que con la Seguridad Democrática hemos taponado rendijas, hemos cerrado caminos para que no continúe la apropiación terrorista y corrupta de los recursos de la descentralización.
Es bien importante anotar otro aspecto. Recuerdo que en México, cuando aparecía el nuevo movimiento zapatista, concurrieron muchas Ong de Europa que a vigilar los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. Estaban encabezadas por la esposa del Presidente Mitterrand de Francia. Fueron expulsados de México.
Esta Patria nuestra ha abierto de par en par sus puertas para la vigilancia internacional. Tranquilamente recibimos también informes sesgados y de oportunismo electoral, como el informe que sacó el Departamento de Estado de Estados Unidos, tres días antes de las elecciones de la semana anterior.
Pero qué importa. Cuando se tiene conciencia tranquila, firmeza, toda la determinación en el propósito, se resisten todos esos atentados de la politiquería internacional, y de esos intereses que se incrustan y que, por servirle a los derechos humanos, finalmente le sirven es a las políticas que quisieran la connivencia con el terrorismo.
Colombia ha tenido buenos gobiernos, Colombia ha tenido buenas políticas públicas, Colombia ha tenido buenos liderazgos. ¿Y por qué no ha tenido suficiente prosperidad? Los historiadores, los sociólogos, los economistas tienen la palabra.
Quiero aportar en este debate del segundo centenario, el asomo de una tesis a mis compatriotas: la violencia nos ha privado de prosperidad. Por eso tenemos la obligación de garantizarles a las nuevas generaciones un país seguro, en el entendimiento de que la seguridad es un valor democrático y una fuente de recursos.
TLC e importancia de la iniciativa privada
Los TLC. ¿Por qué? Permítanme mirar lo que ha sido nuestra propuesta de empleo. Tiene seis elementos: la seguridad; uno segundo, la promoción de la inversión; uno tercero, el acceso a mercados, donde están los TLC; uno cuarto, la innovación productiva; uno quinto, la revolución educativa, a la cual se refería nuestro ERector, y uno sexto, la construcción de infraestructura.
El segundo, la promoción de la inversión. Es una necesidad, no veo manera de hacer política social sino garantiza el país una alta tasa de inversión. Los ensayos sobre el estatismo son ensayos fracasados en América Latina; todavía no ha inventado la humanidad la gerencia pública con la suficiente competencia para manejar economías de monopolio de Estado y de marchitamiento de iniciativa privada.
Mucho cuidado, porque la iniciativa privada ha estado bastante amenazada en América Latina en los últimos años, y Colombia ha sido un faro en defensa de la iniciativa privada, que es la iniciativa de la creatividad, de la ciencia, de la labor.
La historia de la humanidad demuestra que allí donde se cercena la iniciativa privada, los pueblos se vuelven perezosos. La historia de la humanidad demuestra que allí donde se impone un monopolio de Estado y se elimina la iniciativa privada, cesa la investigación, que es hermana inseparable de la creatividad.
Miren lo que pasó en Unión Soviética, para no hablar de los fracasos estatistas de la Revolución de Bolivia en 1950, de la Revolución de Getulio Vargas de 1930 en Brasil, de la Revolución del General Velasco Alvarado en el Perú; lo que pasó en Unión Soviética, una carrera armamentista y un fracaso productivo. Un fracaso de obsolescencia productiva por falta de iniciativa privada, que llevó a la rebelión al pueblo soviético, porque vio estancarse y retroceder su calidad de vida.
Y eso fue lo que hizo fracasar fundamentos de la Revolución de Mao Tse Tung en China y obligó a Deng Xiao Ping a abrir a China hacia la inversión. Dijo: ‘La economía socialista no es para negarles calidad de vida a los ciudadanos; para lograr esa calidad de vida, hay que hermanarla con la economía de mercado’.
La promoción de la inversión es absolutamente necesaria para la prosperidad colectiva.
Promoción de la inversión
No voy a hablar en detalle, apreciados compatriotas, de lo que ha hecho este Gobierno por la promoción de la inversión; lo podríamos resumir en dos capítulos: el capítulo de nuestra lucha política en defensa de la iniciativa empresarial, del emprendimiento, de la libertad creativa, y el capítulo de los estímulos financieros, tributarios de la ley de estabilidad, de la reforma del Estado, del proceso de saneamiento fiscal, financiero, de la Nación.
Resultados: cuando nosotros empezamos, la inversión extranjera en Colombia se movía entre 400 y 2 mil millones de dólares; en los últimos años ha estado en 8 mil 500, 6 mil 500, 9 mil 78, récord año 2008, 10 mil 570. Segundo récord, año 2009, sin contabilizar la subcuenta de compensación de diciembre, 9 mil 530 millones de dólares.
Cuando en el mundo la inversión extranjera directa en 2009 caía en un 29 por ciento, Colombia tenía su segundo año récord en inversión extranjera directa, y la tasa de inversión en nuestro país ha pasado en estos años del 12, 14, picos del 16, a una tasa estable por encima del 25.
El año pasado, al mirar ambas, las tasa de inversión en el sector público y en el sector privado, Colombia ocupa el primer lugar en América Latina en tasa de inversión.
Y algunos dicen: ‘Bueno, pero con esa tasa de inversión tan alta, ¿por qué no se ha reducido más el desempleo? Lo habíamos reducido enormemente entre 2002 y 2007; se nos frenó esa reducción en los dos últimos años, por el decaimiento de la economía.
Estoy seguro de que superada esta crisis y avanzado en la solución estructural de Colombia, se recupera la dinámica de creación de empleo. De todas maneras se han creado en estos años dos millones 700 mil empleos, y dos millones 700 mil nuevos afiliados al Régimen Contributivo de Salud y dos millones 700 mil nuevos afiliados al Sistema de Riesgos Profesionales; apenas millón 700 mil nuevos en pensiones, dos millones 350 mil nuevos en las cajas de compensación.
Si me preguntaran cuál es la principal preocupación allí, les diría: pensiones, porque Colombia en los próximos años puede tener nueve millones de trabajadores envejecidos y sin pensión.
Este Gobierno ha creado un marco constitucional y legal para poder atenderlos. La reforma constitucional de pensiones, la nueva ley financiera, que autoriza al Gobierno hacerle aportes a los trabajadores más pobres, que no tienen expectativa de pensión, para que en el momento de cumplir la edad de pensionamiento, por lo menos puedan tener un beneficio económico de retiro.
La nueva administración presidencial y el nuevo Congreso, tendrán que realizar un enorme esfuerzo presupuestal, para poder inyectarle recursos a esta necesidad del país.
Estímulos a la inversión
Hay que darle tiempo a la promoción de la inversión, apenas es un polluelito, no podemos retroceder ni ponerle en duda; a mí me preocupa mucho cuando en una emisora popular se preparan unos periodistas radiales para entrevistarme en la mañana, y me leen un editorial muy importante que dice que el Gobierno nuevo tiene que corregir las gabelas que se le han dado a los empresarios.
Pero digo: ¿de dónde acá los estímulos tributarios para fomentar la inversión son reducidos al tratamiento peyorativo de gabelas?
Nosotros hemos introducido unos estímulos tributarios, para garantizar la inversión, para estimularla.
Me parece grave echarlos para atrás cuando son nuevos; las decisiones de inversión no se toman de la noche a la mañana, apreciados compatriotas; toman tiempo, especialmente en un país que algunos analizaban como un país al borde del fracaso, que está escrito en muchos documentos en los días en que empezaba nuestro Gobierno.
Hace no muchos meses me encontré con un inversionista norteamericano que estableció en China la fábrica más grande de confites en el mundo. Y me dijo esto: ‘Tengo que hacer la segunda fábrica en América, nunca había pensado en Colombia, solamente conocía a Colombia por malas noticias de violencia, hoy estoy pensando seriamente en Colombia’.
Cuando el mundo apenas está pensando en una gran inversión en nuestro país que nos puede sacar adelante, a mí me parece que afectar esos estímulos sería grave, sería pretender recoger la cosecha cuando el arbolito apenas está germinando.
Hay que persistir en la tasa de inversión. Los gobiernos anteriores nunca fueron enemigos de la inversión, pero lo que distingue a nuestro Gobierno es que el interés de la inversión lo ha vuelto explícito, que ha convertido la lucha por una alta tasa de inversión en una política fundamental del Estado con responsabilidad social.
¿Y qué es la responsabilidad social en la inversión? La responsabilidad social en la inversión es transparencia en las relaciones con el Estado, en la tributación, es transparencia en los contratos, en la solución de disputas; responsabilidad social es cumplimiento en las normas ambientales, es poner por encima del bien general de la comunidad, ir en aras del bien general de comunidad más allá de las normas ambientales; responsabilidad social es manejar las relaciones laborales con fraternidad, que es todo lo opuesto al odio de clases, al capitalismo salvaje; responsabilidad social es entender que el capital no es para fenómenos especulativos como los que desencadenaron desde la Bolsa de Nueva York esta crisis; que el capital es un elemento de construcción de riqueza social. Inversión con responsabilidad social, posibilidades de emprendimiento para todos los colombianos, en un país que tiene mucha más inclinación al emprendimiento que a la subalternidad laboral. Nosotros creemos profundamente en ese camino.
Tratados de Libre Comercio y protección a trabajadores
Entonces me preguntan muchos compatriotas: ‘Bueno, está bien, seguridad y promoción de la inversión, ¿y a dónde vamos a vender?’. Por eso se necesita el acceso a mercados. De ahí los TLC..
Miren lo que pasó entre el año 1989 y el año 2003: Colombia abrió unilateralmente su economía, pero no abrió mercados; desmontamos los aranceles y permitimos que nuestro mercado se llenara de bienes extranjeros, pero no abrimos mercados; en ese periodo apenas contábamos con la Comunidad Andina y con un acuerdo con México, que a la luz de las necesidades de hoy es totalmente reducido.
¿Qué ha hecho nuestro Gobierno? El acuerdo Comunidad Andina – Mercosur, que ha convertido a Brasil en uno de los mayores inversionistas en Colombia; el acuerdo con Chile, fundador de la Comunidad Andina, que se había retirado de la Comunidad Andina y que vuelve a integrarse con nosotros en este Gobierno; un acuerdo con Perú para estimular entre los dos países la inversión recíproca más allá de las normas de la Comunidad Andina; un acuerdo con tres países centroamericanos, ahora iniciando las conversaciones con Panamá; un acuerdo con Canadá, y hemos tenido la buena noticia que hay ya un entendimiento entre el partido de Gobierno en Canadá y la principal fuerza de oposición, el liberalismo canadiense, para aprobar el tratado con Colombia; el acuerdo con los Estados Unidos, pendiente en su Congreso.
Es bueno recordar lo siguiente: cuando nuestro Gobierno empezó, Colombia había tenido años del asesinato de 198 trabajadores, de 256. Nuestro propósito era que se asesinaran cero trabajadores, el año pasado asesinaron 28, creemos que este año la reducción va a ser menor. Hemos quitado un factor de asesinato de trabajadores: el paramilitarismo, y estamos debilitando el otro: la guerrilla.
Hay que recordar la génesis de ese proceso. Las guerrillas marxistas introdujeron en Colombia aquél elemento de la combinación de todas las formas de lucha, asesinar y penetrar el movimiento sindical; secuestrar y penetrar el movimiento estudiantil, el movimiento campesino; llegaron los paramilitares a asesinar a los líderes de los trabajadores acusándolos de ser cómplices de la guerrilla, y después la guerrilla, en venganza, asesinar líderes de los trabajadores, acusándolos de haberse vendido al paramilitarismo.
Eso es lo que encontramos, eso es lo que hemos combatido, y debo decir en la Universidad Católica que nuestro compromiso para defender la vida de los trabajadores no empieza con el TLC de los Estados Unidos, sino con nuestra infancia en la política.
Era yo Gobernador de Antioquia, y un día, al final de esa Gobernación, recibí la visita de los dos diputados de la Unión Patriótica, y me dijeron: ‘Gobernador estamos vivos por usted, han asesinado a la Unión Patriótica en todo el país y usted nos ha protegido, venimos a darle las gracias’. Y les dije: ‘Digan alguna cosita en público, que siempre hay mucho enemigo político’, y me contestaron: ‘No podemos, Gobernador, porque ahí si nos matan, ahí ni la protección suya nos sirve’.
Después, cuando redactamos el Manifiesto Democrático de 100 puntos, por los días en que vinimos a esta Universidad en 2002, en el punto 27 escribimos: ‘Si ganamos la Presidencia practicaremos una política democrática de seguridad en favor de todos los colombianos, y pondremos especial énfasis en la protección de la vida de los líderes sindicales, en la protección de la vida de los maestros, en la protección de la vida de los periodistas’.
Algunos equivocadamente han distorsionado los hechos y dicen que nuestro interés por proteger la vida de los trabajadores surge de la presión norteamericana con el TLC. ¡Qué equivocación tienen!
Y cuando uno compara homicidios que se dan en otros países sobre líderes de los trabajadores, en los países industrializados, inclusive, se presentan tasas por cada 100 mil, superiores que en Colombia.
Y otra cosa bien importante: había solo una sentencia contra asesinos de los trabajadores cuando nosotros llegamos; gracias a nuestros esfuerzos, hoy hay más de 200 sentencias. Y otro punto, porque obras son amores y no buenas razones: no había personas en la cárcel; hoy hay casi 200 presos por responsabilidad en el asesinato de trabajadores.
Y entonces se dice: ‘Ah, sí, los han protegido, tienen dos mil líderes de los trabajadores bajo protección individual y es efectiva, pero es que no respetan los derechos de los trabajadores’.
Y desde la Universidad Católica quiero decir a mis compatriotas y a la comunidad internacional: durante 20 años, Colombia estuvo en la lista negativa de la Organización Internacional del trabajo; solamente en los últimos tres años, Colombia ha estado por fuera de esa lista, y por segundo año consecutivo el informe de la Organización Internacional del Trabajo dice que Colombia es un país que está haciendo progreso. ¡Eso es bien importante tenerlo en cuenta!
Cuando nosotros llegamos a la Presidencia, había 800 mil trabajadores afiliados a los sindicatos; ahora, de acuerdo con el reporte de los mismos sindicatos, hay un millón 535 mil trabajadores.
Durante todos estos años, contra la crítica de un sector de una escuela de la economía, hemos aumentado el salario mínimo por encima de la inflación, con excepción del año 2008, donde las circunstancias graves de la economía nos obligaron a hacer ese aumento solo en el mismo nivel de la inflación.
Yo no veo razones hoy para que en los Estados Unidos nos nieguen el TLC. Hemos terminado la negociación con Europa, y en estos días hemos hablado con los líderes del Parlamento Europeo, con los líderes liberales del Parlamento Europeo, con los líderes de los partidos populares.
Nos visitó Martín Schulz, el presidente de la bancada socialista, y esta mañana hubo un primer informe aprobado en el Parlamento Europeo, favorable. El debate va a ser intenso, hay que enfrentarlo con todo el tesón para que el Parlamento Europeo ratifique ese tratado, que además es la gran oportunidad de hacer valer nuestra dignidad democrática.
Ese debate, en Canadá, quiere mostrar caminos de que fue eficaz. Siempre tendré que recordar como uno de los debates más duros de mi vida en el Parlamento Canadiense, por la desinformación que habían llevado allí los enemigos de esta política. Nos señalaban como un Gobierno criminal y violador de Derechos Humanos, cuando lo que hemos hecho es recuperar la seguridad para los valores democráticos en nuestra Patria. Pero ese trabajo que se ha venido haciendo, sustentado en los hechos de Colombia, ha abierto puertas en Canadá.
Nosotros nos tenemos que entender con todos los países del mundo. Chile, con 16 millones de habitantes, tiene acuerdos de comercio que le permiten llegarle a 4.500 millones de consumidores. Por eso hemos hecho otros acuerdos, de promoción de inversiones, de desmonte de la doble tributación.
Hoy se firmó el acuerdo de promoción de inversiones con el Reino Unido. Hace poco con India, hace año y medio con China, estamos empezando a negociar con Corea, y el nuevo Gobierno va a encontrar avanzadas las negociaciones con Corea y con el acuerdo de fraternidad, de asociatividad económica con los japoneses que se habían ido de nuestra Patria.
Los acuerdos de promoción, los acuerdos de comercio, apreciados compatriotas, podríamos dividirlos en dos épocas: la época de la globalización sin sentido social y la nueva época.
Yo diría que los acuerdos de comercio tienen hoy unas características que se enmarcan dentro de lo que podemos llamar la nueva época de la globalización, la globalización social; tienen el capítulo del respeto a los derechos humanos, lo incluimos con Europa, con Canadá con Estados Unidos. Tienen el capítulo del respeto a los derechos de los trabajadores, y tienen el capítulo del respeto a las obligaciones con el medio ambiente.
Afirmaría hoy en la Universidad Católica que esos tres capítulos son los que alinderan la vieja globalización con un orden social global que avance hacia la justicia y hacia la sostenibilidad. Hemos observado estos tres capítulos en nuestros tratados de comercio.
Nuevos sectores exportadores
Pero viene otra pregunta: tienen seguridad, promoción de la inversión acceso a mercados, ¿ese acceso a mercados se consigue fácil? Muy difícil, antes nosotros no queríamos y ellos sí; hoy es muy difícil que ellos quieran. En los países industrializados hay una ola de proteccionismo difícil de superar; por eso hoy hay que trabajar muy, muy eficazmente, con mucha consistencia, para conseguir estos tratados.
Si uno consigue los tratados, ¿qué va a vender en esos mercados, podemos competir solamente con confección básica, con nuestra agricultura? Diría que no, que lo que tenemos que hacer es agregarle valor a lo que producimos y definir nuevos bienes y servicios de talla mundial, mejorar la oferta productiva de Colombia, la canasta exportadora.
Y entonces eso ha obligado al Gobierno, bajo la dirección del Ministro (de Comercio, Industria y Turismo, Luis Guillermo) Plata, a trabajar en la modernización de la economía, agregarle valor a sectores a través de una transformación empresarial, que toma tiempo, y construir en Colombia tendencias para los nuevos sectores.
¿Cuáles son los nuevos sectores que avizoramos? A manera de enunciación ejemplificativa: biocombustibles, con mucha posibilidades, porque en Colombia no hay que tumbar selva para sembrar materias primas de biocombustibles.
Tenemos casi 600 mil kilómetros de selva que debemos proteger, y en Colombia no hay que sacrificar la seguridad alimentaria para producir biocombustibles. Si van a producir biocombustibles en Europa, en los Estados Unidos, en muchos países, le tienen que quitar área a la agricultura alimentaria, en Colombia no. Tenemos 42 millones de hectáreas de sabana que nos dan un espacio suficiente para crecer la producción de biocombustibles y al mismo tiempo la oferta alimentaria.
El sector médico. Colombia es un país con grandes posibilidades para exportar servicios de salud; una medicina del más alto reconocimiento con unos costos internacionales relativamente bajos. Por eso nuestro proyecto de las zonas francas de salud, la producción de los medicamentos, la producción de cosméticos, la producción de software, los ‘call center’, los ‘business process outsourcing’. La ciudad de Manizales ha bajado en 7 puntos el desempleo, gracias a que se han dedicado a estimular una economía de servicios basada en estos sectores, y van con toda la velocidad y van a ser un ejemplo en materia de la reducción del desempleo.
Agregarle valor a lo tradicional y definir nuevos sectores de talla mundial. Agregar valor a lo tradicional: el país tiene que seguir transformando café común en café especial; nosotros no podemos seguir midiendo la caficultura por cuántos sacos exportamos de café verde; hay que mantener en crecimiento esa tendencia de exportar café ecológico, con un mayor valor agregado en nuestra patria. Nosotros no podemos pensar que vamos a competir con los chinos, con los vietnamitas, con algunas siglas asiáticas, con mano de obra barata, además es injusta. Uno no puede asomarse al comercio internacional pensando que puede ser competitivo porque va a tener unos trabajadores sub-remunerados.
Algo importante de esta nueva globalización es que todas las industrias exportadoras, para que sus productos sean recibidos afuera, tienen que tener sus trabajadores formalizados y afiliados a la seguridad social; eso es una derivación bien importante; para los estudiantes y profesores de derecho: creo que estos tratados se convierten en una nueva fuente de protección legal jurídica de los derechos de los trabajadores.
Nosotros, por ejemplo, en confecciones, si queremos seguir adelante tenemos que agregar calidad, valor, diseño, buscar nichos de mercado donde se paga una prima importante por la agregación de diseño, por ejemplo, o por la agregación de calidad.
Revolución Educativa permanente
Y entonces hay otro elemento, y si se quiere innovar viene otra pregunta: ¿qué hay que hacer? una revolución educativa permanente; el Rector me exonera en parte de esa rendición de cuentas, con lo que dijo, que le agradecemos mucho: pasamos de una tasa de cobertura universitaria de menos del 22 por ciento a una que está cerquita al 36. Teníamos menos de un millón de estudiantes universitarios cuando llegamos, estamos llegando a 1 millón 700 mil.
Una de las 431 entidades reformadas del Estado es el Icetex (Instituto Colombiano de Crédito y Estudios Técnicos en el Exterior); hoy un crédito de Icetex se puede conseguir por Internet, antes se necesitaba una tarjeta de recomendación política; tenía 60 mil estudiantes con crédito, hoy tiene 300 mil. Claro que hoy está desbordado por la demanda, porque a medida que se acreditó, le han exigido más; ojalá el otro Gobierno lo pueda doblar; nosotros ya le dimos una crecidita importante, ojalá el otro Gobierno lo pueda doblar.
Cuando empezó nuestro Gobierno teníamos una cobertura de educación básica del 78 por ciento;| hoy está en el 100 por ciento; de educación media en el 57, hoy está llegando al 80; graduábamos 424 mil bachilleres; este año se deben graduar más de 730 mil. Teníamos en el Sena (Servicio Nacional de Aprendizaje), donde se ha hecho otra revolución, una capacidad para formar vocacionalmente millón 100 mil colombianos al año; el año pasado formamos 7 millones 860 mil.
El Sena se convirtió en la principal entidad de enseñanza del inglés como segunda lengua: hoy le enseña inglés a un millón de colombianos por Internet. Está en pleno proceso de instalación un cable submarino del Golfo de Morrosquillo a San Andrés, donde reside la mayoría de los profesores de este programa de inglés del Sena, lo que le ha dado un mejoramiento del ingreso al archipiélago. El Sena tenía en formación titulada, no en vocacional sino en titulada, tenía 41 mil matriculados, y este año tiene 500 mil.
El país ha avanzado en calidad en ciencia y tecnología; algunos dijeron: ‘Bueno, la masificación de este Gobierno va a conducir a una debacle en calidad’. Todo lo contrario. Antes teníamos solamente las pruebas Icfes (Instituto Colombiano Para el Fomento de la Educación Superior), ahora las pruebas Saber; ahora tenemos la pruebas para medir la calidad de los egresados de las universidades, las Ecaes (Exámenes de Calidad de Educación Superior). Creo que vamos a dejar un 25 por ciento de nuestros programas universitarios, no con el certificado básico, sino con el certificado de la excelencia, y confío que rápidamente esta gran universidad tenga la otra certificación: la certificación institucional.
Colombia se ha convertido en el país de la región latinoamericana más exigente en pruebas domésticas de educación, y también, que más expone a sus estudiantes a las pruebas internacionales de educación en ciencia, en matemáticas.
Aprobamos la nueva Ley de Ciencia y Tecnología, todavía tenemos muchas restricciones fiscales; sin embargo, es el año récord en materia de presupuesto de Colciencias (Instituto Colombiano Para el Desarrollo del Ciencia y la Tecnología), en medio de muchas restricciones fiscales.
El científico se hace desde niño. Creo que lo que vienen haciendo el Ministerio y Colciencias, de impulsar la curiosidad investigativa de los niñitos es bien importante para nuestro país.
Hemos acompañado la educación con Familias en Acción; estamos pagando más de 2 millones 500 mil familias cada dos meses, hay 2 millones 900 mil inscritas. La condición es que sus hijos acudan a los establecimientos escolares. Y además estamos girando unos recursos crecientes en materia de gratuidad educativa. El año pasado garantizamos gratuidad educativa con recursos del Gobierno Nacional, gratuidad total a casi 6 millones de niños.
Hemos avanzado muchísimo en nutrición, vamos a dejar 12 millones de beneficiarios de Bienestar Familiar. Queda faltando mucho, porque apenas quedan 500 mil niñitos menores de cinco años, de los sectores más pobres, con cobertura escolar. Eso es todavía muy poco.
Y tenemos una gran deficiencia en infraestructura escolar por fuera de Bogotá y Medellín. Las coberturas han superado las posibilidades de la infraestructura. Ahí tiene el país unos inmensos, unos muy grandes retos a futuro.
Sin una revolución educativa permanente, no construimos un país que sea capaz de competir, un país que sea capaz de mejorar el ingreso y la equidad distributiva. Nosotros tenemos mucha fe en esto que ha ocurrido, y con algunos detalles: en 100 años, el país tuvo 124 ministros de educación; ahora hemos tenido una ministra en los ocho años, que no la hemos dejado maltratar de las vicisitudes de la política y que ha estado enfrentada simplemente a cumplir con unos objetivos muy exigentes en materia de educación.
Infraestructura
Colombia tiene un escollo grande que es en infraestructura; yo admiro todos los días la prosperidad de esta ciudad a tanta distancia del mar; está situada en la meseta más bella de los Andes, pero esta a 580 kilómetros del Pacífico y a mil kilómetros del Caribe.
La Paz está a 540 kilómetros del Pacífico, cuando Bogotá está a 580. Para referirme a la infraestructura solamente de Bogotá, este Gobierno, con un Ministro integérrimo, independiente, que jamás ha incurrido en conflicto de intereses, deja en Bogotá lo siguiente: en construcción, gracias a una concesión, un aeropuerto que será de los más importantes del continente; teníamos 34 kilómetros de Transmilenio; Bogotá queda con 84 y con 20 en construcción; el Gobierno ha cumplido, y confiamos en que podamos resolver problemas de Tren de Cercanías y de Metro, para despejar caminos de futuro en estos 140 días que nos restan al 7 de agosto.
Y todas las salidas de Bogotá quedan contratadas en doble calzada. La Ruta del Sol a Santa Marta, en construcción hoy hasta Villeta, adjudicados dos grandes contratos, los más grandes de la historia de infraestructura de Colombia, hasta San Roque en el Cesar; en licitación el tramo de San Roque en el Cesar a Santa Marta, con los dos laterales. De ese eje sur-norte se desprende una carretera al oriente de Valledupar, y otra al occidente a buscar lo que se llama el corredor de los contenedores de Cartagena
Queda contratada, ya empezó ejecución la Doble Calzada al Llano. Ya hay cantidad de frentes de obra. Está en plena construcción la Doble Calzada Bogotá – Buenaventura, en todos los trayectos, con dos túneles muy importantes: el Túnel de Melgar, que los contratistas nos han prometido que lo podemos inaugurar el Domingo de Ramos. Hemos propuesto que se llame ‘Guillermo León Valencia’, para que el país reflexione en la memoria de uno de los más grandes colombianos, por su firmeza, por su transparencia. Y el Túnel de la Línea, en plena construcción que ojala se llamara el ‘Túnel del Segundo Centenario’.
Pero no de la carretera Buenaventura – Bogotá, es la carretera Buenaventura – Bogota – Duitama – Sogamoso – Yopal – Arauca – Caracas. En el tramo Bogotá – Sogamoso, avanza velozmente la doble calzada. Hemos tenido muchas dificultades por la compra del microfundio, de las fajas en el microfundio. Y en el tramo Sogamoso – Yopal, avanza el mejoramiento de esa carretera, que va a facilitar mucho la comunicación con los Llanos.
Y con el Ejército construimos un trayecto muy importante de la vía de Tame a la capital de Arauca.
Y aquí en los alrededores de Bogotá, creo que han venido avanzando carreteras bien importantes, como la carretera que va Mosquera – Madrid – Facatativa, a buscar por allá a Villeta. Y también la carretera que va a Cajicá, a Zipaquirá, con doble calzada, que ojalá podamos, temo que ya no lo alcancemos, a poder contratar la doble calzada desde Zipaquirá a Bucaramanga. Ojalá por lo menos podamos dejar el tramo de Zipaquirá a Ubaté, solamente para referirme a esta gran capital.
Tema del referendo
Lo que podía decir del otro tema del referendo, lo dije aquella noche. ¿Y qué mas les puedo decir sobre ese tema? Lo único que les digo sobre ese tema, apreciados estudiantes, personal y directivos: no dejemos enfriar esos tres polluelitos: el de la seguridad, el de la promoción de la inversión, y el de las coberturas sociales con más resultados y menos discurso.
Emergencia Social
El tema de la Emergencia Social. Nosotros pasamos en este Gobierno de 23 millones de colombianos asegurados en salud, vamos a llegar a 43 millones. El país está en las vísperas de tener full cobertura.
Acabamos con ese clientelismo que había en el Seguro Social; pasamos del viejo Seguro Social a la Nueva EPS, propiedad de las Cajas de Compensación y del Estado, totalmente inmunizada contra el clientelismo y los excesos.
En el viejo Seguro Social, la EPS, se gastaba en funcionamiento un 28 por ciento de los ingresos; en la Nueva EPS, un 9 por ciento.
Si ustedes van a las clínicas del Seguro Social en Bogotá, las encuentran totalmente transformadas; ahí pasamos del desgreño del Estado a la eficiencia social, manejadas hoy, no por la politiquería y los excesos sindicales, sino por tres entidades: la Universidad del Rosario, la Caja de Compensación Compensar, y la Fundación de Hermanos de San Juan de Dios, y están transformadas las clínicas del Seguro Social en todo el país.
Tenemos problemas. Nosotros hemos tenido que pasar el presupuesto de atención de desplazados de 80 mil millones, a billón y medio al año. Y nos cuesta muchísimo atender el Extra POS en salud. Por el Extra POS, está emergencia.
¿Esta Emergencia qué busca? Recursos adicionales, nuevas fuentes de recursos, y ahorros financieros, ahorros en medicamentos y normas para combatir corrupción.
Me preocupa mucho la noticia que he recibido sobre la ponencia en la Honorable Corte Constitucional. El Gobierno, con toda diligencia, hará la exposición de todos los argumentos. Porque es una situación que se nos complica bastante, porque hemos tenido que atender dos sentencias de la Corte Constitucional: aquella providencia de la Corte Constitucional sobre el Estado Social inconstitucional, referente a los desplazados, con un enorme costo al cual me acabo de referir. Y también la providencia que exige atender el No POS, en caso de riesgo a la persona.
Nosotros lo que hemos procurado es proveernos de los recursos, de las fuentes de recursos, de los mecanismo de agilidad que produzcan ahorros financieros, para poder atender esas necesidades.
Vengo de una reunión con el Ministro de Hacienda y haremos llegar, respetuosamente, todos nuestros argumentos a la Corte Constitucional, pero no puedo ocultar nuestra profunda preocupación por el tema.
Y es un tema de la salud de los colombianos, un tema que debe ponerse por encima de cualquier debate político, y por eso el Gobierno tiene que hablar, con todo respeto, en todos los escenarios, sobre el tema, y hacerle llegar a la Corte Constitucional todos los argumentos.
Con excepción de uno, estos son los temas que propuso el Rector (de la Universidad Católica, Francisco José Gómez Ortiz). Les agradezco inmensamente a todos”. |