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Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez en el
Encuentro de Exalumnos de la Academia Nacional de Asociados del FBI

3 de mayo de 2010 (Cartagena)
     
 

“Quiero dar dos profundos agradecimientos. Esta reunión que se realiza por primera vez en Colombia, en Cartagena, de manera abierta y que es la señal de preocupación de tantos países, de sus policías por la seguridad, que es la señal inequívoca de que todos tenemos que colaborar armónicamente y que es la señal de confianza en Colombia.

Y quiero dar un agradecimiento muy especial al FBI (Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos) por la cooperación a nuestras Fuerzas Armadas, a nuestra justicia, en la persecución del delito, de la criminalidad, que tanto ha afectado a Colombia.

El concepto de Seguridad Democrática

En estos años hemos realizado en Colombia una política que llamamos de Seguridad Democrática. Permítanme referirme al concepto de esa política, al objetivo de esa política, a los actores que intervienen en esa política, a la manera cómo esa política ha operado, a los desafíos de esa política.

Primero, el concepto de esa política, Seguridad Democrática. ¿Por qué democrática? En América Latina había una gran resistencia a los proyectos de seguridad, se les asociaba con la doctrina de la Seguridad Nacional. La doctrina de la Seguridad Nacional dejó en América Latina el sabor de que era una doctrina para fomentar dictaduras, que en nombre de la persecución al crimen se anulaban las libertades, se afectaban los derechos democráticos, se suprimía la libertad de prensa, la libertad de expresión.

Por supuesto, en Colombia ha habido una especie de resistencia histórica a las políticas de seguridad y el sabor que en el continente dejó la doctrina de la Seguridad Nacional también dejó un mal sabor en Colombia.

Cuando era yo Gobernador de Antioquia, en los años 95, 96 y 97, allí adelantábamos una política de Seguridad Democrática, una especie de pequeño antecedente a lo que hemos adelantado en estos ocho años en el Gobierno Nacional. Y encontrábamos una gran resistencia.

Diría yo que a mi generación y a muchas generaciones de colombianos los formaron en la idea de una gran renuencia, de una gran resistencia, de un gran rechazo a las políticas de seguridad. Se asociaban las políticas de seguridad con políticas de promoción de la dictadura, con políticas fachistas, con políticas de supresión de las libertades.

Yo creo que incluso se llegó a exagerar de la teoría positiva del Derecho Penal y se pensó en algún momento –fui testigo de excepción como estudiante de la universidad en aquellas épocas–, que la única manera de combatir al delito era resolviendo previamente los problemas sociales de las comunidades, desconociendo que el delito es, finalmente, obstáculo a la solución de los problemas sociales.

Todo esto nos llevó a proponer un concepto de seguridad calificada. Nosotros entonces no hablamos exclusivamente de seguridad, hablamos de Seguridad Democrática. E hicimos durante muchos años una pedagogía. No ha sido fácil este proceso de tantos años para fijar en la mente de los colombianos dos palabras: Seguridad Democrática.

¿Qué significan? Seguridad para todos los colombianos, no solamente para algunos. ¿Qué es seguridad para todos los colombianos? Seguridad para los amigos del Gobierno y para los críticos.

Al completar ocho años de Gobierno creo que puedo mirar con afecto, con aprecio, con sinceridad a los ojos a todos los soldados y policías de mi Patria, de sus comandantes, de sus oficiales, de sus suboficiales, en el sentido de que jamás, jamás, en la dirección de esta política ha habido una sola palabra que pudiera inducir a discriminación.

Creo que lo que ellos han oído de quien es su comandante constitucional hasta el 7 de agosto es la palabra de que se necesita proteger a todos los colombianos, a los amigos del Gobierno, a los críticos del Gobierno.

Proteger a los empresarios contra el secuestro, que era devastador en Colombia; proteger a los trabajadores contra el asesinato, a los sindicalistas, a toda la comunidad colombiana.

Seguridad Democrática: protección para todos los colombianos. Seguridad Democrática: seguridad con libertades, seguridad sin restricciones a la libertad de prensa, seguridad sin legislación marcial, seguridad con todo el respeto a las garantías individuales, a los derechos civiles, a los derechos políticos. Seguridad que tiene que reposar en un Estado de opinión, en credibilidad.

Eficacia, transparencia y derechos humanos

En lo único que sustenta un proyecto de seguridad en una democracia ampliamente participativa, la credibilidad. Y esa credibilidad tiene dos soportes: la lucha por la eficacia y la lucha por la transparencia.

Para nosotros no se excluyen la eficacia y la transparencia. Más aún, creemos que cuando no hay eficacia aparecen los desbordamientos en materia de derechos humanos. Y pensamos que cuando hay eficacia hay más compromiso de respeto a los derechos humanos.

Creo que es algo que debemos insistir ante los colombianos en estos dos largos meses que quedan de Gobierno. Lo que ha sido nuestra lucha para que la credibilidad se sustente en la eficacia y en la protección de los derechos humanos.

Y ha habido algo bien importante: el país ha perdido el temor a denunciar. Hoy cualquier violación de derechos humanos se denuncia, los ciudadanos denuncian cualquier crimen; es algo en lo cual el país ha progresado muchísimo.

Y repetir lo que es la experiencia colombiana: si no hay un gran compromiso con la eficacia de la seguridad, entonces empiezan los desbordamientos en la violación de los derechos humanos, avanza la criminalidad. El descuido estatal en la seguridad es el camino para que crezca la criminalidad, para que infiltre todas las instituciones del Estado, para que se den los desbordamientos en materia de derechos humanos. Ese ha sido el concepto de nuestra seguridad, Seguridad Democrática.

¿Cuál ha sido la finalidad de esta seguridad? Cambiar un proceso histórico, cambiar unas tendencias.

Una reflexión histórica

El 20 de julio, muy apreciados visitantes y muy apreciados compatriotas, se cumplen 200 años del grito de Independencia en Colombia. Y cuando estudiamos las fuentes de la historia, cuando repasamos a los historiadores, encontramos que escasamente, en 200 años de vida independiente hemos tenido 47 años de paz; siete años en el siglo XIX, 40 años en el siglo XX. Para no fatigarlos a ustedes con todo el recuento de la historia, permítanme simplemente referir a lo que han sentido las generaciones vivas desde los años 1940.

La última guerra civil del siglo XIX terminó en los últimos meses de 1902. El país destruido, al año siguiente se independizó Panamá. El país vivió en relativa paz hasta principio de los años 1940.

Y ahí empieza lo que todavía no ha terminado: a principios de los años 1940 resurgió la violencia entre los partidos históricos. Terminó con los pactos del Frente Nacional a finales de los años 1950. Pero todavía se escuchaban los disparos entre los entonces adversarios por militancia política y ya se escuchaban los fusiles de las guerrillas marxistas.

Triunfante la Revolución Cubana, escogió dos países para su réplica en el Sur del continente: Bolivia y Colombia.

Llegaron aquí las guerrillas marxistas, del odio de clases, del propósito de sustituir el Estado de Derecho, el modelo del law and order por la dictadura; de la idea de que el ejercicio de la política no es un ejercicio dialéctico de contraposición de argumentos sino un ejercicio de infundir odio y de practicar odio y de procurar que una clase social violentamente acabe con otra.

Muchos gobiernos, con la mayor buena, fe buscaron procesos de paz finalmente marginales en sus resultados ¿Por qué? Estos movimientos aprendieron bien la lección que a través del marxismo tomaron de Maquiavelo: cuando haya unas señales de generosidad del Estado al cual se pretende derrotar, eso no hay que tomarlo como generosidad; hay que tomarlo como una debilidad. Y aprovechar, no para aceptar la invitación de ese Estado, sino para avanzar en el propósito de destruirlo.

Creo que los aquí presentes que hemos vivido en Colombia sabemos que eso se dio patéticamente en nuestro país ante las ofertas de paz de muchos gobiernos.

¿Qué generó esa violencia marxista? Pobreza, desinversión, desempleo, inequidad ¿Qué reacción produjo? La reacción igualmente cruel del paramilitarismo. ¿De dónde surge la palabra paramilitar? La palabra paramilitar surge para denominar bandas privadas criminales que se propusieron reemplazar al Estado y cuyo objetivo era derrotar a las guerrillas.

Finalmente, ese crecimiento vertiginoso del narcotráfico, en un país que nunca anticipó la dimensión de ese peligro cooptó tanto a las guerrillas como a los paramilitares. Y es la triste realidad que vivimos desde los años 1940. Diría yo que las generaciones vivas desde los años 1940 no han tenido un día completo de paz. Estamos haciendo el esfuerzo para poder invertir esta tendencia histórica.

El valor de la ciudadanía en Colombia

Si ustedes examinan la historia de Colombia verán que este país ha tenido buenos gobiernos, buenas políticas públicas, una gran ciudadanía.

Hace cuatro semanas, tres semanas, se reunió aquí en Cartagena el Foro Económico Mundial y me llamó mucho la atención las palabras de un médico, Subdirector del Hospital Johns Hopkins de los Estados Unidos (Charles Cummings), quien venía por primera vez a Colombia en el ánimo de instalara aquí unas alianzas para tener sucursales de aquel hospital. Decía ‘observo que los colombianos sonríen’. Yo le dije: siquiera lo observó, apreciado médico, porque allí hay una gran expresión del capital social de este país. Una ciudadanía que la tragedia no la ha amargado, una ciudadanía que mantiene placidez en el alma a pesar de su sufrimiento. Yo diría que ese es un gran valor colombiano, un gran valor colombiano es tener esta ciudadanía.

Y uno se pregunta buenos gobiernos, buena ciudadanía, buenos empresarios, buenos trabajadores, un pueblo con estas dotes tan importantes de capital social y por qué no ha prosperado lo suficiente.

Seguramente sociólogos, políticos, historiadores darán sus respuestas. Creo que la circunstancia de haber tenido este elemento transversal, este común denominador de violencia durante estos años, 200 años de vida independiente, ha sido un factor de atraso de la prosperidad colectiva.

Por eso creo que hay que invertir la tendencia, que es necesario eliminar toda esta criminalidad para que las nuevas generaciones puedan vivir tranquilas en un proceso permanente de prosperidad colectiva.

La seguridad no es el todo, pero si es un fundamento esencial para que el todo funcione en procura de la prosperidad colectiva de cualquier ciudadanía. Ese ha sido el fin de esta política, invertir las tendencias.

¿Qué resultados ha tenido esta política? Con el señor Ministro (de Defensa, Gabriel Silva Luján), el general (Óscar) Naranjo, nuestro Director de la Policía, todos ustedes podrán ver los resultados.

Confianza en Colombia

Yo diría que hay unos resultados intangibles bien importantes. Hay más confianza en Colombia de propios y extraños. Me parece difícil que hace ocho años se hubiera reunido con tranquilidad el grupo de exalumnos del FBI en Colombia. Esto es una indicación de resultados.

Esto es, si yo de estudiante universitario hubiera venido a una reunión del FBI las guerrillas me hubieran condenado a muerte. Y hoy es algo bien importante poder recibir en Colombia esta reunión del FBI, solamente eso demuestra cómo ha venido cambiando el país. Otrora podríamos tener aquí afuera unos manifestantes estimulados por el terrorismo rechazando la presencia de esta reunión del FBI.

Confianza en Colombia. Otro resultado intangible bien importante, se ha recuperado el monopolio del Estado. Yo diría que cuando se estudien las violaciones de los derechos humanos –lo que se ha denominado ‘falsos positivos’–, yo creo que habrá que tener en cuenta lo siguiente: históricamente el Estado cedió espacio; permitió que ese espacio lo llenaran grupos terroristas de una y otra orientación.

Entonces a medida que iban desplazando al Estado, no solamente lo reemplazaban sino que lo penetraban. Y la penetración criminal que se viene superando se dio en todos los estamentos. Un Estado débil permitió que la criminalidad penetrara todos los estamentos, y uno de sus objetivos, uno de sus logros de esa penetración fue la violación de derechos humanos.

El Estado es el único que puede perseguir a criminales

Hoy hay algo bien importante: se ha recuperado el concepto de que el Estado es el único que debe combatir a los criminales. Hemos recuperado culturalmente ese concepto y creo que en la práctica.

Colombia puede decir hoy que ha desmantelado al paramilitarismo. Tenemos guerrillas, bandas criminales del narcotráfico, que las estamos combatiendo. Pero ya hoy no hay aceptación de que alguien pueda reemplazar al Estado ni hay pretensión de ellos de reemplazar al Estado. Todos se unen en el propósito de defender su negocio criminal de la droga.

Al amanecer de hoy un inspector de Policía de la Guajira me informaba sobre presencia de banda criminales del narcotráfico allí, matándose entre ellos, disputándose ese negocio criminal. Pero la verdad es que a pesar de que todavía tenemos estos flagelos, lo importante es que hemos recuperado en la conciencia de los colombianos el concepto de que el Estado tiene que ejercer el monopolio de las armas, el monopolio de la lucha contra los criminales. Y eso también se ha recuperado en la práctica.

Y este es un camino necesario para que el país supere definitivamente la criminalidad y ese componente de la criminalidad que es la violación de los derechos humanos.

Monopolio de la justicia y reparación

La justicia en Colombia es independiente, autónoma, pero en muchas partes del país no podía actuar; los cabecillas criminales la reemplazaban. Conocí muchos sitios del país donde los ciudadanos me decían que allí el juez o el fiscal no podían actuar, que el cabecilla guerrillero o paramilitar fungía de administrador de justicia. Ellos decían a quién asesinaban, a quién le aplicaban la pena de muerte; ellos resolvían conflictos entre vecinos, conflictos de familia.
El país ha recuperado el monopolio para ejercer justicia.

Las víctimas en Colombia no reclamaban porque les daba miedo o porque lo consideraban inútil. Hoy 280 mil víctimas han registrado sus reclamos, estamos en el proceso de repararlas a través de un esquema que hemos definido Reparación Administrativa.

Reparación total no hay. ¿Por qué los esfuerzos de reparación? Todo esfuerzo de reparación anula semillas de venganza, reacciones de odio.

La denuncia, la queja frente al delito es bien importante. Los colombianos antes abrumados por las masacres, los secuestros masivos, la destrucción de municipios, el terrorismo, no alcanzaban a denunciar esto. Cualquier asesinato más dolía en la familia de la víctima pero ya no generaba reacción colectiva; lo mismo cualquier secuestro.

Hoy hay una gran reacción colectiva frente a cualquier caso. Y delitos que antes no merecían la preocupación ciudadana, hoy sí. Antes un país abrumado por las masacres, por los secuestros, no protestaba por el hurto callejero, por el robo del vehículo o de la moto, por el atraco a una residencia, por el atraco a un establecimiento de comercio; hoy sí.

Prueba de que el país empieza a percibir que es posible lograr un Estado en el cual todos los ciudadanos se sientan seguros. Creo que esa capacidad de reacción y de protesta de mis compatriotas frente a cualquier delito mayor o menor es un logro intangible bien importante de esta política de Seguridad Democrática.

Al inicio les dije cómo del concepto democrático de seguridad ha hecho parte aquello de dirigir esta política, no con legislación marcial, sino con legislación ordinaria; con todo el respeto a las garantías individuales, a los derechos políticos, a las libertades. Ese ha sido otro logro.

Después de ocho años de Gobierno he podido en todas las universidades de Colombia decir, sin que haya hechos para desvirtuar esa información, que esta ha sido una política de seguridad, no una política de represión. Yo creo que es bien importante anotar eso, que fortalece el concepto democrático de esta política.

Descentralización y violencia

Colombia corría el riesgo de perder la descentralización por la violencia, el país logró la elección popular de alcaldes y de gobernadores. Las guerrillas pedían eso y llegaron a decir que en el momento en que hubiera ese paso de ampliación democrática dejarían las armas. Yo lo viví como estudiante universitario.

Años después se incorporó la elección de alcaldes, después la de gobernadores y estos movimientos, en lugar de haber dejado las armas, se convirtieron en sicarios de alcaldes, de gobernadores; y guerrillas y paramilitares se dedicaron a interferir con corrupción y con intimidación los presupuestos de las regiones.

Íbamos a ver desaparecer la descentralización por obra del terrorismo. Creo que hemos recuperado la posibilidad de que todos los alcaldes y gobernadores de Colombia ejerzan sus funciones, hemos procurado rodearlos a todos de las garantías de la Seguridad Democrática sin detenernos en el origen político de su elección, en señal del respeto al pluralismo. Y eso nos ha llevado a crear esa base mínima de unidad de Patria de la cual se desprende la posibilidad de gobernabilidad.

Y esta política de Seguridad Democrática ha venido dando una gran lucha contra la corrupción que empieza justamente al taponar las posibilidades de que los criminales se roben los presupuestos de las regiones.

Esta política se ha ejercido en el marco de la Ley; es imposible separar la seguridad de la Ley, porque la seguridad hay que ejercerla en un marco de legalidad y la seguridad es el principio para derrotar todos los caminos que conducen a la ilegalidad.

El asalto de los terroristas a los presupuestos de los departamentos y de los municipios que hemos frenado con esa política de seguridad es el primer paso para que se recupere el concepto de respeto a la Ley en nuestro país.

La defensa de la descentralización a través de una política de seguridad que ha rodeado a todas las administraciones municipales y departamentales, ha sido otro intangible bien importante de esta política.

El concepto, la razón de ser de esta política, los resultados. Permítanme hablar de actores.

Constitución, Fuerzas Armadas y ciudadanía

Nosotros hemos procurado que esta política tenga tres actores: la Constitución, la ciudadanía y el Gobierno.

¿Por qué la Constitución? Porque hemos procurado durante todos estos años que esta política esté totalmente enmarcada en la carta constitucional. Y no nos ha temblado la mano para sancionar cualquier desviación en la aplicación de esta política en relación con la Carta Constitucional, con el ordenamiento jurídico.

Segundo actor, las Fuerzas Armadas. Se han fortalecido mucho en estos años, integralmente. Se han fortalecido en lo cuantitativo y en lo cualitativo, se han aumentado, se han dotado mejor, se han capacitado mejor, hemos procurado enaltecerlas.

Ayer veíamos que en estos últimos años hemos capacitado en oficios diferentes al oficio de llevar las armas de la República a 166 mil integrantes de las Fuerzas Armadas.

En la idea de que ellos tengan unos conocimientos útiles para la comunidad diferentes a portar las armas de la república.

Hemos procurado que haya afecto y respeto de la población a las Fuerzas Armadas y que la aproximación de las Fuerzas Armadas a la población sea una aproximación con afecto, con delicadeza, con respeto a todos los ciudadanos. En eso hay que insistir porque es una familia muy grande, de más de 400 mil integrantes de las Fuerzas Armadas de Colombia.

Han hecho las Fuerzas Armadas una gran tarea para mejorar en Derechos Humanos. Todas las Brigadas de Colombia tienen hoy altos oficiales especializados en Derechos Humanos. La Policía realiza esa tarea. Todos lo días se mira cómo hay mejor garantía en materia en derechos Humanos.

Hemos procurado que la Seguridad Democrática sea un concepto no solamente incorporado en la mente y en el corazón del Ministro de Defensa, de los Altos Mandos, del Presidente de la República, sino, descendiendo, por los comandantes de las regiones hasta el más joven de los policías y soldados de Colombia.

En un país tan extenso, tan diverso el compromiso tiene que ser con igual intensidad en todos los niveles de las Fuerzas Armadas. Y esto no es fácil. Nada se gana con tener determinación y compromiso en el más alto nivel si no se logra que esa determinación y ese compromiso se den en el más recientemente vinculado de los policías o de los soldados.

Ciudadanía. Hemos procurado que ese tercer actor –primero la Constitución, segundo las Fuerzas Armadas, tercero la ciudadanía–, hemos procurado que en la ciudadanía se den los siguiente elementos.

Primero, que en la ciudadanía haya un concepto de que la seguridad es un valor democrático y una fuente de recursos; no una actitud dictatorial, represiva o fachista.

Segundo, hemos procurado que una ciudadanía afectada históricamente por guerrillas, paramilitares, narcotráfico, sienta que el único camino es el de apoyarse y apoyar a las Fuerzas Armadas. Que en todas partes la ciudadanía rechace a los actores criminales, que la ciudadanía sea conciente que los podemos derrotar y que la ciudadanía se apegue a sus Fuerzas Armadas. Esto sÍ que es necesario.

Me parece que en un país donde por temor, por desconfianza, por descuido del Estado, los criminales ganaron tanto espacio, hay que persistir en la tarea de que la ciudadanía se apegue a sus Fuerzas Armadas. Es el único camino y aquí sí que lo sentimos, porque este país ha sufrido qué es padecer vacíos de Estado que son llenados por criminales.

Por eso hemos hecho todo el esfuerzo para construir el apego, la adhesión de la ciudadanía a sus Fuerzas Armadas., Que exige una contrapartida: unas Fuerzas Armadas con todo el afecto, con todo el profesionalismo, con toda la dedicación defendiendo a su ciudadanía.

Es imposible si no hay cooperación ciudadana, si no hay confianza ciudadana en las Fuerzas Armadas que, por numerosos, si vienen dotados y entrenados que sean nuestros ejércitos y nuestras policías, se derrote el terrorismo.

Es un país extenso. Nosotros de un millón 150 mil kilómetros tenemos aproximadamente 600 mil kilómetros en selva. Es un país con una topografía difícil, un país con 16 mil kilómetros de ríos navegables, buena parte en la selva, en zonas remotas con poco número de ciudadanos, con grandes posibilidades para el terrorismo.

Entonces se necesita una gran cooperación ciudadana con las Fuerzas Armadas. De resto las Fuerzas Armadas solas no tienen posibilidad si no hay esa gran confianza, ese gran cariño, esa gran cooperación de la ciudadanía, las Fuerzas Armadas solas, les queda casi imposible devolverles total seguridad a los ciudadanos.

Tres actores muy importantes, la Constitución, las Fuerzas Armadas y la ciudadanía. Pero un actor necesario, la comunidad internacional.

Comunidad internacional es fundamental

En estos años de Gobierno, nuestro Ministerio de Defensa y nuestra Policía han logrado participar activamente en diez convenios multilaterales de seguridad y se han negociado 41 convenios bilaterales de seguridad.

La comunidad internacional hoy es un actor fundamental. Yo creo que si leemos bien las cartas de las Naciones Unidas, leemos lo que se anida en la mente de cada ciudadano de cualquier país y lo que ustedes, en su tarea investigadora infieren, los resultados que obtienen, llegamos a una conclusión en la cuál insiste el general Óscar Naranjo, Director de nuestra Policía: la cooperación internacional contra la criminalidad no es una opción política, no es objeto de una decisión discrecional de los estados y de los gobiernos; es un imperativo ético, es un imperativo jurídico.

¿Por qué jurídico? Ahí está en la Carta de las Naciones Unidas. ¿Por qué ético? Porque cuando los estados no hacen todo el esfuerzo para cooperar contra la criminalidad se abren todos los espacios para hacerle daño a los ciudadanos.

La categoría ética es aquella categoría que compromete al ser humano a proteger el bien del prójimo. Y la categoría ética se desconoce y se viola cuando los estados no se comprometen en la defensa del bien del prójimo a través de la lucha contra la criminalidad. Es bien importante la integración de todos los países en esta lucha.

Nosotros agradecemos la cooperación de los países, agradecemos la cooperación de los Estados Unidos. Esta es la oportunidad de agradecer inmensamente a los Estados Unidos su cooperación. Primero con el Plan Colombia, ahora con la suscripción del acuerdo de seguridad.

El apoyo que nos ha dado los Estados Unidos, es un apoyo práctico, bien importante.

Caída de cultivos ilícitos y consumo

Cuando le pregunto a nuestra Policía qué habría pasado a principios de la década si para medir los cultivos de narcotráfico en Colombia se hubieran aplicado las mismas tecnologías de medición de hoy y idénticas metodologías, la respuesta que he obtenido es, habrían aparecido no menos de 400 mil hectáreas de cultivos ilícitos. La última medición indica que estamos en 68 mil, todavía mucho. Pero hay que ver dónde inició la película.

Lo primero que hicimos fue frenar esa tendencia de crecimiento. Lo segundo, empezar a derrotar el narcotráfico. La cooperación de los Estados Unidos ha sido muy importante; esto necesita cooperación internacional y compromiso interno.

Ni la ciudadanía de un país puede ser indiferente al tema –tiene que haber todo el compromiso de la ciudadanía de un país–, ni la comunidad internacional puede ser indiferente al tema. Se necesita un gran compromiso de la ciudadanía de un país, de su Gobierno, y de la comunidad internacional.

Y este es un tema bastante peligroso. Diría yo que cuando comenzó el narcotráfico en Colombia, algunos lo miraban como el aprovechamiento de la posibilidad de hacer tráfico de drogas, que eso traía más dinero, y descartaban la posibilidad de que hubiera cultivos.

A los años se habló de 5 mil hectáreas de cultivos, la sorpresa no fue mucha. Pero qué trago tan amargo cuando se dio la noticia de que eran 170, 180 mil hectáreas de cultivos. Y la metodología no permitió en ese momento dar la otra noticia, que habría sido peor: 400 mil hectáreas.

Reto, la derrota del narcoterrorismo

Pero todavía las siembras no alarmaron lo suficiente, porque se dijo, nunca vamos a ser consumidores. Sin embargo llegamos a tener un millón de consumidores. Yo creo que ahí tiene el mundo un gran desafío: la derrota del narcotráfico.

Diría yo, muy apreciados visitantes, que estos son los actores de esta política: la Constitución, las Fuerzas Armadas, la ciudadanía y la comunidad internacional. Y todos estos actores no están invitados, están obligados en esta tarea.

Y diría yo que uno de los grandes desafíos es la derrota del narcoterrorismo. El negocio criminal del narcotráfico, tarde que temprano termina en terrorismo.

Me parece que el mundo tiene una grave equivocación cuando algunos dicen que el camino es la legalización. Lo legalizaron hace rato, si se legalizó el consumo ¿Quién es exitoso en la lucha contra la producción y el tráfico con el consumo legalizado? Nadie.

Legalización del consumo

Aquí mismo, en el país que más sangre ha derramado en la lucha contra el narcotráfico, se desconoció esa triste realidad, ese sacrifico colombiano en la lucha contra el narcotráfico, y se legalizó el consumo.

Después de muchos esfuerzos apenas pudimos el año pasado adoptar una Reforma Constitucional para ilegalizar el narcotráfico en todas las etapas, en el consumo. Y ahora estamos con el proyecto de ley para reglamentar ese Acto Legislativo. El consumo, la legalización del consumo creó todos los obstáculos a la Policía para combatir la distribución de drogas.

La legalización del consumo ha servido para vincular la niñez y la adolescencia en la criminalidad. Yo no encuentro paralelismo ético entre un país que ha hecho este esfuerzo contra el narcotráfico y que al mismo tiempo, después de derramar tanta sangre, ha tenido tanta permisividad con el consumo. Por eso hemos invertido la tendencia a partir de ese Acto Legislativo.

El nuevo proyecto de ley propone unas penas muy elevadas para los distribuidores de droga. Penas que se duplican si involucran a niños o adolescentes; y propone además que se aceleren las etapas en el proceso de extinción de dominio. Colombia yo creo que es ejemplo mundial en extinción de dominio, por su legislación y la actividad del país en esta materia.

A principios de nuestro Gobierno modificamos la Ley. La Ley de Extinción de Riqueza Ilícita permite hoy que las autoridades actúen contra un bien cuando existe sospecha de que su titular no es titular real, sino testaferro, o cuando existe sospecha de que fue adquirido con riqueza ilícita. Y es al titular a quien le corresponde demostrar, desvirtuar que es testaferro; a quien le corresponde desvirtuar que lo adquirió con riqueza ilícita. Yo creo que ha sido un buen paso.

En la nueva legislación que está en curso en el Congreso se propone que para declarar la extinción del dominio sobre bienes dedicados a la distribución del narcotráfico, las etapas procesales se reduzcan a la mitad, para acelerar ese proceso. Allí tenemos un gran reto, muy apreciados visitantes.

La cooperación de Colombia

Nosotros hemos tenido mucho gusto en poder cooperar con los países. Un día con la Policía de México, de los países centroamericanos. Al otro día con la hermana Nación paraguaya, para ayudar en el rescate de secuestrados. No solamente pedimos cooperación, sino que damos toda la cooperación. Y así como pedimos cooperación transparente y eficaz, la cooperación que nosotros también ofrecemos es transparente y es eficaz.

La presencia de ustedes en Cartagena hoy es un símbolo inequívoco de que todos tenemos que cooperar en esta lucha contra el crimen. Es un deber frente a las nuevas generaciones.

¿Por qué este país no va a seguir adelantando la lucha a fin de que las nuevas generaciones no tengan que vivir la tragedia de las anteriores? ¿Acaso 200 años de vida independiente con cuando escasos 47 años de paz, no constituirán un hecho suficientemente grave para que las generaciones presentes den una lucha sin cuartel, inviertan la tendencia y permitan que las nuevas generaciones vivan libres del flagelo de la violencia?

Permítanme decir lo siguiente. En los desafíos una pregunta final ¿Qué necesitan estas políticas? Estas políticas necesitan hombres y mujeres bien preparados en las diferentes fuerzas. Ustedes tienen la escuela del FBI, tan útil.

Estas políticas necesitan tecnología. Estas políticas necesitan cooperación humana. Estas políticas necesitan logística. Pero estas políticas fundamentalmente requieren voluntad política.

Generalmente, los organismos de inteligencia, las Fuerzas Armadas son jerarquizadas, y la jerarquía lleva a que si no hay una voluntad política expresada desde la parte superior del Estado, en todas las horas para mantener a todo el mundo trabajando con toda la eficacia en la lucha contra el crimen, las Fuerzas se adormecen.

Si los soldados y policías, los investigadores, no sienten que desde arriba hay un interés permanente para dar esa lucha, desde la parte superior del Estado, ellos no saben si darla o no. Incluso se les da un mal mensaje cuando sienten que no hay ese compromiso, que más que de palabra, tiene que ser operativo dicen ´de pronto si yo actúo voy a hacerlo mal, porque no siento compromiso arriba´. Se necesita todo, todo el compromiso. Incluso, ese compromiso es fundamental para los derechos humanos.

Aquí algunos han querido decir que como el Presidente de la República exige resultados, eso conduce a violar derechos humanos. Todo lo contrario. Cuando el Presidente de la República está al frente de la política de seguridad exigiendo resultados, eso vigoriza las Fuerzas Armadas, envía el mensaje de que hay que hay que derrotar la criminalidad y que hay que proceder con toda eficacia, con toda decisión y con toda transparencia.

Un Gobierno descuidado en materia de exigencia de resultados en la lucha contra los criminales, es un Gobierno que queriendo o no queriendo, abre espacios a la violación de los derechos humanos. Resultados en la lucha contra la criminalidad es el gran camino para recuperar el imperio de los derechos humanos.

Les deseo a ustedes muchos éxitos en esta reunión en Cartagena. Muchas gracias por hacerla en Colombia. Muchas gracias por venir a nuestra ciudad histórica.

Integrémonos más todos los países, para que las nuevas generaciones de todos los países puedan vivir libres de criminalidad. Vivir felices, dedicados a la prosperidad del planeta sin el asedio del crimen.

Bienvenidos y muchas gracias”.

 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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