“No tengo palabras para agradecer a Intereconomía esta distinción. Excede cualquier mérito que haya podido tener esta obra de Gobierno. No habría el merecimiento personal para recibirla. Lo único es la noble lucha del pueblo colombiano. Es el pueblo colombiano, en su sacrificio, en su sufrimiento, en su entereza, en su capacidad de superar dificultades, el único que merece cualquier mérito, cualquier distinción.
Intereconomía tiene un símbolo, este toro. La fortaleza para defender los valores democráticos, la iniciativa privada, las libertades; para envestir y derrotar aquellos que atenten contra los valores democráticos, contra la iniciativa privada, contra las libertades. Es un símbolo bien importante.
Y qué congruencia entre el símbolo y la acción del sujeto; entre Intereconomía y su símbolo. Todos estos años Intereconomía ha emergido en el mundo como un faro que no se extingue, imposible de apagar, en defensa de las libertades democráticas, en defensa de la iniciativa privada, en defensa de todo aquello que congrega a los demócratas del mundo.
Es un inmenso honor recibir esta gran distinción de Intereconomía y quiero hacerle todo el homenaje a esa gran organización.
Muchas gracias don Julio (Ariza, Presidente del Grupo Intereconomía). En su prodigiosa memoria recuerda aquellos años cuando yo, de pronto en una actitud discrepante, pasaba por aquí y ustedes generosamente me recibían, a enfrentar, en una forma relativamente solitaria pero con el apoyo siempre de ustedes, el terrorismo que quería avanzar en Colombia.
Intereconomía ha sido un albergue para nosotros y es un bastión de defensa de las libertades.
Hace 10años preguntaba yo a los jóvenes universitarios de Colombia si alguna vez habían pensado irse definitivamente al extranjero. Me golpeaba mucho cuando observaba que la inmensa mayoría de ellos levantaba la mano. Veía yo allí desarraigo, ruptura de raíces, desinterés por el valor patrio.
Eso nos llevo a proponernos una palabra: construir confianza en Colombia.
Nos hemos propuesto estos años que la palabra que nos jalone sea construir confianza en Colombia; que los pasos que demos ayuden a construir confianza en Colombia.
Al país llegaban 600 mil turistas. Este año pueden llegar 3 millones, todavía muy poco, sobre todo cuando se compara con España, pero ha aumentado enormemente el número de turistas.
Colombia, con unas ciudades bellísimas como Cartagena en el Caribe, había perdido la confianza, por el terrorismo, para hacer puerto de parada de los cruceros del Caribe, una de las zonas turísticas más dinámicas del mundo.
En la temporada que acaba de ocurrir, entre octubre de 2009 y abril de 2010, se bajaron en Cartagena, en las paradas turísticas de los cruceros del Caribe, 500 mil visitantes. Yo creo que es un gran avance.
Ahí hay un signo de la confianza que se ha venido profundizando en Colombia.
Nuestra tasa de inversión el año pasado fue la mayor de América Latina, con el 25,8 por ciento.
Las potencias latinoamericanas, unas tuvieron unas tasas de inversión muy bajas, y aquellas que tuvieron tasas de inversión altas las tuvieron entre el 16 y 17. La nuestra, con el 25,8 por ciento, dio una gran señal al convertirse en la tasa de inversión más importante, más elevada de América Latina, en plena crisis de la economía.
Para avanzar en esa búsqueda de confianza hemos trabajado tres caminos inseparables, muy apreciados asistentes: el camino de la seguridad, el camino de la promoción de la inversión y el camino de la política social. Son inseparables.
Yo creo que hemos enfrentado fenómenos culturales importantes en Colombia.
A mi generación la formaron con la idea de que la seguridad era un camino a la dictadura, de que era un camino hacia el fascismo. Y hoy la inmensa mayoría de los colombianos acepta que la seguridad es un valor democrático, una fuente de recursos.
A mi generación la formaron con la idea de que lo fundamental era hacer política social, superar pobreza, superar inequidades. Pero nunca le dijeron a mi generación, en las bancas de la universidad, cuál era el camino para obtener los recursos a fin en avanzar en política social.
Hoy hay una gran revolución cultural. La inmensa mayoría de los colombianos reconoce que se requiere una alta y sostenida tasa de inversión como fuente de recursos para poder resolver los problemas sociales.
Con seguridad y con inversión, el país va creando condiciones para superar pobreza, para construir equidad. Y al mismo tiempo, en la medida que haya política social, eso se constituye en un gran legitimante de la política de seguridad y de la política de inversión.
Avances de Colombia en seguridad
Colombia ha avanzado bastante en seguridad. Lo más importante es ese avance cultural. Un país que ha tenido muchas posibilidades, buenos gobiernos a lo largo de los 200 años de su vida independiente, buenas políticas públicas, buena gerencia, un empresariado muy laborioso, una clase trabajadora talentosa.
Hace poco, un médico norteamericano que visitó a Colombia con motivo del Foro Económico Mundial que por primera vez se celebró en nuestro país en la ciudad de Cartagena, me dijo que observaba sonrisa en los colombianos, que le llamaba la atención.
Le dije: ‘Después de todo lo que han sufrido deberían tener una mueca amarga en lugar de sonrisas’. Y le anoté: ‘Médico, muchas gracias por observar esto tan importante en los colombianos. Demuestra una gran capacidad de superar dificultades. Demuestra que en lugar de los colombianos dedicarse a rumiar un resentimiento, los colombianos están alegres construyendo futuro’.
El pueblo colombiano ha tenido excelentes condiciones. Uno se pregunta por qué no ha habido un suficiente ritmo de prosperidad.
Ahora, motivo de los 200 años de la independencia, seguramente politólogos, sociólogos, economistas, historiadores darán todos su veredicto.
Yo he querido, desde mi condición de ciudadano que ha dedicado largo tiempo a la vida pública, aportar un elemento: henos tenido un elemento transversal de violencia que ha impedido que las virtudes de Colombia se traduzcan en prosperidad.
Por eso, ahora los colombianos estamos empeñados en construir la seguridad, que es la base de la paz.
Hemos avanzado pero reconocemos el camino que hay que recorrer. Hemos avanzado en intangibles.
Por ejemplo, Colombia había perdido el monopolio del Estado para combatir a los delincuentes.
Hemos desmontado al paramilitarismo. La palabra paramilitar se utilizó en Colombia para denominar bandas privadas criminales cuyo objetivo era combatir a la guerrilla. El Estado ha recuperado ese monopolio gracias a que se ha desmantelado el paramilitarismo.
Hemos debilitado a las guerrillas. Hemos debilitado profundamente el narcotráfico. Han sido puestos en manos de la justicia internacional, a través de proceso de extradición, más de mil narcotraficantes.
El país tenía aproximadamente 60 mil integrantes de grupos terroristas, todavía quedan muchos, quedan 8 mil que tienen 600 mil kilómetros de selva para esconderse, pero hay una gran decisión de derrotarlos.
Así como hemos tenido toda la firmeza para combatirlos, también hemos tenido generosidad para recibir 53 mil jóvenes de estas organizaciones que han renunciado a ellas y han querido reinsertarse a la vida constitucional.
El país tiene una justicia independiente, una justicia autónoma. Pero en muchas regiones había sido desplazada. Cabecillas de la narcoguerrilla, cabecillas del paramilitarismo habían remplazado a fiscales y jueces. Hoy, la justicia puede operar en todo el territorio.
Nuestra Policía afirma que hace 10, 12, 14 años, de haberse medido el territorio con las metodologías de hoy para detectar los sembrados de coca, Colombia habría podido registrar 400 mil hectáreas. Oficialmente se registraron 170 mil. Hoy, dice Naciones Unidas, hay 68 mil (hectáreas).
Hemos reducido pero no lo hemos eliminado totalmente. Pero el camino por el que vamos demuestra que es posible derrotar totalmente el narcotráfico.
Legalizar el consumo de droga es una equivocación
Durante 15 años, Colombia siguió la moda internacional de dar permisividad al consumo de drogas. Yo siempre me pregunté: ‘¿Cómo damos este combate contra la producción, el tráfico, y al mismo tiempo tenemos permisividad frente al consumo?’.
Después de insistir mucho, nuestro Congreso aprobó el año pasado la reforma constitucional que ilegaliza el consumo. Estamos empezando a aplicarla. El nuevo compromiso es ‘Colombia, territorio libre de droga’.
Creo que el planeta se equivoca cuando propone un camino que es el camino de legalizar las drogas para evitar el negocio criminal.
En Colombia tuvimos legalizado el consumo durante 15 años y en lugar de haberse disminuido, aumentó el negocio criminal, aumentó su impacto dañino sobre la ciudadanía. Creemos que aquí hay que hacer una importante reflexión.
Nosotros hemos reconocido estos problemas. Nos preocupan los países en los cuales hay creciente narcotráfico y los gobiernos guardan silencio. Miran el tema con desprecio. Creen que el tema no es transcendente. Y si a eso no se le pone cuidado y a tiempo, sus sociedades terminan totalmente afectadas de este negocio criminal.
Hemos avanzado mucho en la confianza de los ciudadanos. Antes daba miedo denunciar una violación de derechos humanos. Ahora se denuncian y no ha habido vacilación para sancionarlas.
Antes, las victimas no reclamaban por temor o porque lo encontraban inútil. Hoy todas las victimas reclaman. Tenemos 320 mil victimas registradas.
Estamos haciendo un esfuerzo enorme de reparación. A la fecha ya hemos gastado 700 millones de dólares en el principio de reparación y, en medio de los constreñimientos fiscales de nuestras finanzas estatales, habrá que seguir el proceso de reparación.
Yo no creo que haya reparación total. Es imposible. Pero todo esfuerzo de reparación pecuniaria es un esfuerzo que evita semillas de odio, que evita venganza.
Sin embargo, desde Intereconomía, aquí en la capital de la Madre Patria, me permito decir lo siguiente: no hay sino una reparación importante, la más importante de todas: el derecho a la no repetición.
Si hacemos ese esfuerzo de reparar víctimas, pero no hacemos el esfuerzo mayor que es el de continuar una política de seguridad hasta erradicar totalmente la violencia, las nuevas generaciones se preguntarían: bueno, ¿para que indemnizaron las víctimas, si no nos garantizaron el derecho a la no repetición?
Cuando nosotros hablamos de la necesidad de prolongar en el largo plazo esta política de seguridad mejorándola todos los días, es porque encontramos que ella es la reparación más importante a las víctimas históricas: darles a las nuevas generaciones el derecho a la no repetición.
Colombia ha adelantado esta política sin legislación marcial, sin afectar la libertad de prensa, sin suspender una sola de las libertades.
Esta política se ha adelantado en un marco de legislación ordinaria, de respeto a las garantías civiles, de respeto a los derechos políticos. Una política que ha enfrentado el terrorismo más peligroso del mundo, pero que lo ha enfrentado con plenas garantías democráticas.
No hace mucho unos visitantes ingleses me decían que cuando conocieron la elección de nuestro Gobierno en 2002 ellos fueron muy escépticos, que pensaron que nunca sería posible avanzar en Colombia con una política de seguridad para derrotar el terrorismo, anclada en los valores democráticos.
Y ahora me han reconocido que están sorprendidos porque Colombia ha podido avanzar en la firme derrota del terrorismo sin mancillar los valores democráticos.
En España, el tema de la descentralización es de gran importancia. También lo ha sido en Colombia.
Cuando era yo estudiante universitario, las guerrillas comunistas sanguinarias enviaban a nuestras universidades el mensaje en el cual nos decían que de ampliarse la democracia colombiana, que de permitirse la elección popular de alcaldes y gobernadores, ellos inmediatamente dejarían las armas.
Lo incumplieron. El país dio esos pasos de ampliación democrática y aquellos que los habían reclamado en la víspera se convirtieron en los sicarios de las autoridades descentralizadas.
De 1.102 alcaldes de Colombia cuando nosotros llegamos, 400 no podían ejercer porque eran victimas del terrorismo. Y, además, el terrosismo había asaltado los recursos de las entidades descentralizadas, las rentas cedidas, sus rentas propias, las regalías. Habían abierto allí troneras de corrupción robándose esos recursos.
Hoy todos los alcaldes y gobernadores de Colombia pueden ejercer plenamente los compromisos con el pueblo que los ha elegido, rodeados de las garantías democráticas de nuestro Gobierno, independientemente del origen político de su elección.
Y hemos taponado esas troneras que abrió el terrorismo para que el terrorismo no siga asaltando los recursos descentralizados de la Nación.
El país ha avanzado en estos temas. Pero, por supuesto, queda mucho camino por recorrer.
Antes los colombianos, maltratados por el secuestro, la destrucción de municipios, por las masacres, no reclamaban por el robo callejero, el robo al establecimiento de comercio, el asalto a la residencia.
Algo bueno: hoy los colombianos reclaman por cualquier delito. Esa es una demostración de que los colombianos quieren que se siga el camino de la seguridad.
Para nosotros es de gran importancia la confianza de inversión. Lo primero que necesita la inversión es actitud política. Nosotros hemos tenido una actitud resuelta de defender la inversión.
En esos momentos de la crisis de la economía, lo primero que se habla en los foros internacionales es del déficit, del endeudamiento. Pero a mí me extraña que la primera pregunta no sea la tasa de inversión.
Una cosa es manejar el déficit y el endeudamiento en ausencia de la inversión y otra cosa es hacer manejable el déficit y el endeudamiento con una alta tasa de inversión.
Frente a este tema de la inversión, lo primero que se requiere es actitud política. En America Latina uno podría decir que hay cuatro categorías de Gobierno frente e la inversión: los gobiernos que abiertamente se oponen a la inversión privada; otros gobiernos, los segundos, que dicen no estar en desacuerdo con la inversión privada, pero guardan silencio frente a los ataques; no la defienden.
Una tercera categoría, gobiernos que se relacionan con la inversión privada, a través de un tratamiento personal: si esta empresa y su Gobierno aceptan mis caprichos dictatoriales yo no los expropio; si esta empresa y su Gobierno me confrontan, yo los expropio. Esa actitud no institucional sino personal frente a la inversión la destruye.
Y hay una cuarta categoría. Una categoría de convicción sobre la conveniencia de la inversión, de defensa de la inversión y de relación institucional con la inversión. Ahí esta Colombia.
Nosotros, en estos años, nos hemos dado a la tarea de promover la inversión con responsabilidad social no como un fin en sí mismo, sino como un camino para que nuestro país supere pobreza y construya equidad.
Antes, en Colombia, la inversión extranjera oscilaba entre 400 millones de dólares, dos mil (millones de dólares), picos de dos mil cien (millones de dólares); en los últimos años, la inversión extranjera en Colombia ha estado por encima de 8.500 millones dólares.
En 2008 fue de 10 mil 578 millones de dólares. El año pasado, en medio de la crisis, nuestra inversión extranjera fue de 9 mil 530 millones (de dólares). En el primer trimestre de este año tuvo un crecimiento del 23 por ciento.
Creo que de dar Colombia una clara señal política de que se quiere mantener una alta tasa de inversión, el país puede recibir este año más de once mil millones de dólares de inversión extranjera.
Nosotros somos comprometidos con la inversión como una expresión de construcción de riqueza social. Creemos en la responsabilidad social como transparencia en las relaciones entre los inversionistas y el Estado, como respeto de la inversión al bienestar comunitario, a las normas ambientales.
Creemos en la inversión en la medida en que haya una relación fraterna entre los factores del capital y el trabajo, no una relación de capitalismo salvaje, no una relación de odio de clases.
Nosotros hemos trabajado la reforma del Estado. Hemos reformado 465 entidades del Estado. Nos anticipamos a la crisis mundial. Eso ha traído un ahorro al PIB (Producto Interno Bruto) del 7 por ciento. De no haber hecho esa reforma, la inversión sería muy inferior en Colombia, el déficit habría llegado a unos niveles inmanejables y también el endeudamiento.
No incurrimos en el error de algunas décadas de América Latina de desmontar el Estado, pero tampoco en el error que ahora se prospecta en algunos países de América Latina, de que el Estado anule la inversión privada.
Nosotros, al reformar esas 465 entidades del Estado, lo que hemos hecho es crearle posibilidades a la inversión.
Basta mencionar una reforma. La empresa colombiana de petróleos ha sufrido tres reformas en este Gobierno: la laboral, la pensional y la que la ha abierto a la inversión.
Hoy, medio millón de colombianos son dueños del 10.5 por ciento de esa empresa. Hace ocho años, esa empresa invertía 600 millones de dólares por año. El año pasado y este año la inversión es de siete billones de dólares por año.
El país estaba condenado a perder la autosuficiencia petrolera. Colombia gasta entre 220 y 234 mil barriles de petróleo al día. Nosotros teníamos el diagnóstico de que en 2008 se perdería la autosuficiencia petrolera. Sin embargo, el resurgimiento de la inversión en Colombia; la reforma del Estado, que ha ampliado, ha fortalecido muchísimo la capacidad de inversión de Ecopetrol, nos ha llevado a que Colombia ahora esté produciendo 785 mil barriles de petróleo al día. Se prepara para llegar rápidamente a millón 200 (barriles de petróleo al día) y en pocos año puede estar sobre millón y medio de barriles de petróleo al día, pero además con un gran avance en todo lo que son las energías alternativas como los biocombustibles, sin afectar la selva y sin competir con la seguridad alimentaria.
Para nosotros es fundamental la reforma del Estado.
Otro legado bien importante que dejamos es que a tiempo desmontamos los subsidios a los combustibles. El pueblo colombiano, estoicamente, ha soportado un incremento muy, muy elevado del precio doméstico del combustible. Pero eso nos ha permitido llegar a esta crisis en mejores condiciones fiscales; tener una situación manejable de déficit.
En estos años, el déficit del Gobierno ha pasado del 4,2 (por ciento) a quedar en 3,5 (por ciento). El del Gobierno Nacional central, el que paga deudas, el que paga pensiones, ha pasado de una cifra casi del 7 (por ciento), lo habíamos reducido al 2,3 (por ciento), pero por motivo de la crisis debe quedar nuevamente en el 4,5 (por ciento).
El endeudamiento estaba en el 48 por ciento del PIB. Este Gobierno lo deja en el 27 (por ciento), pero con un elemento importante para que la economía colombiana sea más resistente a los choques de la economía internacional.
Antes, el 70 por ciento de la deuda pública estaba en moneda extranjera. Hoy el 30 por ciento. Ha habido un gran crecimiento del mercado interno de capitales en Colombia, lo que le ha dado mucha fortaleza a nuestra moneda para el endeudamiento del Estado y lo que, en alguna forma, protege a nuestra economía de las crisis de la economía internacional.
Entre 2003 y 2007, Colombia alcanzó crecimientos muy altos de la economía, crecimientos entre el 3,7 (por ciento) y el 7 por ciento. En el último año y medio, al sumar la economía internacional y la crisis de la economía de Venezuela, se nos ha caído ese crecimiento. Pero mientras América Latina el año pasado tuvo una caída de 1,7 (por ciento), Colombia, enfrentando esas dos crisis, tuvo un pequeño crecimiento del 0,4 (por ciento).
Nuestra inflación empieza a ser una inflación bastante moderada. Y creo, muy apreciados asistentes, que ha influido un aspecto: gracias a la Seguridad Democrática, gracias a los incentivos de inversión, Colombia tiene hoy cinco millones de hectáreas de agricultura; eran cuatro millones de hectáreas de agricultura.
Haber aumentado el área de producción agropecuaria en un 25 por ciento en ocho años, ayuda enormemente al control de la inflación en nuestro país.
Todavía tenemos un desempleo alto. En estos años hemos creado dos millones 813 mil puestos de trabajo. Pero el desempleo, que llegó a tocar el 20 por ciento, todavía está en el 11,8 (por ciento). Lo habíamos bajado al 10,7 (por ciento). La crisis de la economía no nos ha llevado a destruir empleo. Hemos seguido creando empleo, pero en menor cantidad que el empleo necesitado.
El país, si sigue por el camino de la seguridad, de la promoción de inversión y otros factores, el país puede ver reducidos sustancialmente los índices de desempleo en los años que vienen.
Hemos puesto toda la atención para superar el tema de la pobreza. El año pasado América Latina aumentó la pobreza. Colombia la disminuyó levemente. Más importante: Colombia mejoró el año pasado el coeficiente Gini de distribución del ingreso y también disminuyó en mayor grado la pobreza absoluta.
Hemos introducido incentivos tributarios muy importantes para promover la inversión: zonas francas, deducciones por inversiones, la regla de estabilidad. Pero también para crear equidad, los patrimonios más grandes del país han contribuido con un impuesto especial a pagar la seguridad.
Ha sido muy útil, desde el punto de vista de la cohesión social, poder decir que los patrimonios más elevados de Colombia han contribuido a financiar la seguridad. Eso nos ha permitido llevar la seguridad de la mano de la política social.
Se ha frenado en este Gobierno la apropiación del narcotráfico de la tierra rural. Hoy la tierra rural vuelve a las manos de los sectores productivos, de los sectores campesinos.
Y al mismo tiempo hemos estado introduciendo reformas para evitar crisis. Por ejemplo, la reforma actualmente en trámite para poder avanzar en la financiación de la salud.
En la salud, de 46 millones de colombianos ya hay 43 millones asegurados. Eran 23 (millones) cuando empezó el Gobierno.
Y hay un enorme esfuerzo en política educativa. He dicho a mis compatriotas que para nosotros son seis elementos fundamentales para la prosperidad colectiva: la seguridad, la promoción de la inversión, el acceso a los mercados. Pero los mercados se preguntan: ¿qué nos van a ofrecer? Entonces se requiere la innovación productiva. Y la innovación productiva se tiene que sustentar en una Revolución Educativa y científica permanente.
Y, por supuesto, Colombia ha vivido un problema más agudo que el que tuvo España hace varias décadas: el déficit de infraestructura. El nuestro más agudo por la condición de país andino, de país con selva, de país con grandes ríos, de país con grandes áreas con inundaciones y sequías. Estamos haciendo un gran esfuerzo para el desatraso de la infraestructura.
Acceso a mercados
En materia de acceso a mercados, en estos años hicimos el acuerdo Comunidad Andina-Mercosur; el acuerdo con Chile; el acuerdo de inversiones con Perú; el acuerdo con tres países centroamericanos; ahora negociábamos el acuerdo con Panamá; el acuerdo con Canadá; el acuerdo con los Estados Unidos, inexplicablemente no ratificado en el Congreso norteamericano; el acuerdo de promoción de inversiones con China; de promoción de inversiones con India. Está en negociación el acuerdo con Corea, el acuerdo con Singapur, y es de la mayor importancia que en esta Cumbre podamos firmar el acuerdo con la Unión Europea, en el cual los acompañamos Perú y Colombia.
Asignamos toda la trascendencia al acuerdo con la Unión Europea en lo político, en lo social y en lo económico.
En lo político y en lo social, porque ese es un acuerdo de diálogo democrático. Ese es un acuerdo con un capítulo de respeto a los derechos de los trabajadores, como tiene que ser en los acuerdos de comercio de última generación, porque este es un acuerdo de respeto a los derechos humanos, de respeto a los derechos ambientales.
Qué importante, pues, suscribir este acuerdo integral con la Unión Europea, un acuerdo comercial, pero un acuerdo democrático, un acuerdo de defensa de los débiles.
Y, por supuesto, el país ha empezado una Revolución Educativa de gran trascendencia, que tiene que derivar sus resultados en competitividad, tiene que derivar sus resultados en calidad de vida, tiene que derivar sus resultados en equidad.
Nosotros graduábamos 420 mil jóvenes en el bachillerato. Este año se gradúan 737 mil. Teníamos menos de un millón de estudiantes universitarios. Estamos llegando a millón 700 mil.
Nosotros formábamos en oficios vocacionales un millón cien mil colombianos. El año pasado, siete millones 857 mil.
Teníamos 41 mil jóvenes matriculados en programas técnicos y tecnológicos. Este año, 500 mil, gracias a la Revolución Educativa.
La Revolución Educativa permanente debe darle al país la capacidad de una innovación productiva que le permita un mejor desempeño en los mercados internacionales.
Hemos estado en el proceso de agregarles valor a los sectores tradicionales de la economía y de seleccionar los nuevos sectores.
El país no producía biocombustibles. Hoy es el segundo latinoamericano después de Brasil en etanol; el primero latinoamericano en biodiesel a partir de palma africana, con la producción de un millón 800 mil litros al día.
El país se está preparando para aprovechar su localización geográfica, sus buenos servicios de salud y al mismo tiempo sus precios internacionalmente competitivos, para ser un gran receptor de turismo en salud.
El país está avanzando en el tema de los call center, de los business process outsourcing.
Cito un ejemplo: una ciudad Andina, lejos del Caribe y lejos del Pacífico, en las cumbres de nuestras montañas, Manizales; una ciudad con mucho afecto en España, tenía desempleos del 22, 24 por ciento, y gracias a los call center, al business process outsourcing, la ciudad de Manizales ha reducido el desempleo al 14 por ciento. Todavía muy alto, pero ha hecho un enorme esfuerzo que muestra que con los nuevos sectores de la economía podemos ir superando dificultades.
Sabemos que encontramos un mundo lleno de dificultades. Que cuando a uno le dicen que esta crisis se está superando en los Estados Unidos aparece en otras patrias hermanas.
Todos los días se vuelve más difícil decir cuándo va a terminar la crisis. Pero Colombia ha hecho un gran esfuerzo para salir adelante, a pesar de los riesgos de la crisis.
Me parece de fundamental importancia insistir en que los países promuevan tasas de inversión.
Yo me pregunto ¿por qué el interés es solamente fiscalista, por qué el interés es solamente en las cuentas del Estado, cuando más importante que todo es la tasa de inversión? ¿Y por qué esa obsesión nuestra por la tasa de inversión?
Por lo que hemos vivido nosotros, porque la violencia había ahuyentado la inversión en Colombia y eso aumentó pobreza, aumentó desigualdades, aumentó desempleo, expatrió ciudadanos, y por lo que ha vivido el mundo.
Cuando los historiadores nos digan por qué colapsó Unión Soviética, por qué colapsó la China de Mao Tse Tung, por qué se cayó el Muro de Berlín, seguramente nos van a decir, si registran con objetividad la evolución de los acontecimientos, que en todos esos escenarios se retrasó la calidad de vida.
El imperio soviético avanzó en armamentismos, pero les daban a los ciudadanos unos bienes y servicios provenientes de una economía socializada obsoleta.
Los alemanes del Este, por entre las rendijas del Muro de Berlín, veían con envidia positiva la prosperidad de Alemania del Oeste, y así sucesivamente.
Para nosotros, la falta de iniciativa privada ‘apereza’ los pueblos, la falta de iniciativa privada crea unos socialismos de Estado que en todas las épocas de la humanidad, en las anteriores, en las actuales, en las futuras, son equivalentes al desgreño, a la falta de productividad, a la obsolescencia productiva; han sido, son y serán causa del deterioro de la calidad de vida de los pueblos.
La iniciativa privada con libertades, con responsabilidad social, es insustituible. Por ese camino va Colombia, y el abandono de ese camino nos preocupa en los pueblos hermanos.
Es tan importante combatir el terrorismo, como avanzar en la prosperidad de los pueblos. Y eso necesita llevar de la mano una política con toda firmeza contra el terrorismo y una apolítica con toda firmeza para promover la inversión.
Ningún país está inmune al terrorismo. Los terroristas son audaces, saben construir idiotas útiles. Empiezan con gestos de simpatía, piden ayuda y terminan ellos convirtiendo en idiotas útiles a aquellos que los alberguen.
Por eso Colombia, que trabaja seguridad con once países latinoamericanos a los cuales les colabora, les pide a todos los países latinoamericanos una lucha denodada sin claudicaciones contra el terrorismo.
Y por mayor que sea la capacidad del Estado para construir un sistema de socialismo de Estado idéntico al viejo comunismo, que no se diferencia del viejo comunismo sino en la actitud de los actuales dirigentes, que no son capaces de reconocerse como comunistas, lo esconden. Quieren hacer lo mismo que hicieron los viejos comunistas, pero les da pena confesarlo, esa es la única diferencia. Antes hacían el comunismo y lo confesaban abiertamente. Ahora lo quieren hacer, pero se ponen bravos cuando les dicen que están repitiendo la vieja receta de los comunistas que fracasaron.
Por eso es muy importante, también, llamar la atención sobre ese necesario camino del estímulo a la creatividad, que deriva del estimulo a la iniciativa privada. Un mundo sin iniciativa privada, es un mundo sin creatividad, sin laboriosidad. Es un mundo sin investigación. Es un mundo sin posibilidades de prosperar.
Me llevo en el alma esta condecoración de Intereconomía.
Muy apreciado don Julio (Julio Ariza, Presidente de Intereconomía), a usted, a todo este grupo de ciudadanos que durante tantos años han tenido esta bandera de la libertad, esta bandera de los valores democráticos, mi gratitud.
Ofrezco esta condecoración que ustedes generosamente me entregan a mis compatriotas. A los abnegados colombianos de todas las horas que han sufrido tanto la violencia, la pobreza y la inequidad, pero que están totalmente resueltos al que el país supere estas dificultades.
Procuraré, a partir del 7 de agosto, cuando regrese al más bello de todos los oficios, al oficio de simple ciudadano de Colombia, proceder de acuerdo con los valores democráticos, que para mí hoy tienen un nuevo compromiso: este toro de Intereconomía que ustedes generosamente me entregan.
Muchas gracias”. |