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Entrevista al Presidente de la República, Álvaro Uribe, con el diario Portafolio
Agosto 19 de 2008
 
 

'Tenemos que evitar lo peor'

En entrevista exclusiva con PORTAFOLIO, Álvaro Uribe habló sobre los logros y los desafíos actuales de la economía colombiana.

Hace cerca de cuatro meses, cuando comenzaron a aparecer las primeras señales preocupantes sobre la economía colombiana, PORTAFOLIO solicitó de manera formal una entrevista con el Presidente de la República. Esa cita finalmente tuvo lugar el jueves en la noche, en la Casa de Nariño, interrumpida en ocasiones por los esfuerzos para arreglar el paro de transportadores, que fue solucionado un día después. Acompañado de gráficas y estadísticas que demuestran su obsesión con el tema económico, Álvaro Uribe respondió todas las preguntas hechas, con la única excepción del silenció que guardó con respecto a una posible reelección.

Para el país ha sido notoria su creciente preocupación por la marcha de la economía. ¿A qué se debe?

Hay desaceleración global y también inflación global, con repercusiones en Colombia. Europa tiene crecimiento negativo y hay desaceleración en China a consecuencia de la menor demanda mundial y del cierre de muchas empresas. Nosotros tenemos que evitar lo peor y mantener la confianza inversionista.

Me angustia que un período recesivo nos frene la reducción del desempleo y de la pobreza.

No obstante, una tasa de crecimiento cercana al 5 por ciento, como la que proyecta el Gobierno para el 2008, está dentro del promedio histórico del país. ¿No le parece aceptable?

El promedio histórico del país no ha sido suficiente para combatir el desempleo y superar la pobreza. Tenemos que elevar ese promedio. De ahí el énfasis en la seguridad democrática y la confianza inversionista.

En las encuestas empresariales, es evidente que las preocupaciones sobre la seguridad han disminuido gracias a sus políticas. En cambio los temas económicos han ganado peso. ¿Qué les diría a esos empresarios?

Colombia está construyendo un marco de confianza inversionista, que la destaca en América Latina y en el mundo, que merece que se apueste a invertir más en el país en este momento de preocupaciones globales. Mientras en otras partes prevalece la hostilidad a la inversión privada en Colombia se han consolidado las garantías, con la única exigencia de responsabilidad social en términos de transparencia en las relaciones con el Estado, solidaridad con la comunidad especialmente en temas de medio ambiente y fraternidad en las relaciones laborales por oposición al capitalismo salvaje y al odio de clases.

Sin duda alguna, la inflación se ha convertido en uno de los grandes dolores de cabeza de las autoridades. ¿Cómo ve el tema?
No tenemos inflación monetaria. La nuestra es importada por la evolución mundial de precios de petróleo, alimentos e insumos agropecuarios. Es importante evitar pasar de una inflación de coyuntura al estadio sicológico de la inflación con crecientes y permanentes expectativas de más inflación. Estamos haciendo un enorme esfuerzo para buscar y hallar más petróleo, producir más energía de diferentes fuentes y aumentar la oferta de alimentos.

Sin embargo, hay quienes interpretan sus críticas al Banco de la República como una falta de compromiso en la lucha contra la carestía. ¿Qué opina?

Destacamos positivamente que el Banco madrugó en la lucha contra la inflación. Hemos apoyado las medidas para evitar el exceso de endeudamiento y dar señales a fin de precaver la escalada inflacionaria de mediano y largo plazo. Ambos riesgos están conjurados. Ahora nos preocupa que se frene el consumo, se reduzcan las nóminas, aumente el desempleo, no siga disminuyendo la pobreza, y finalmente se contraiga la oferta con difíciles consecuencias en la misma lucha contra la inflación.

¿Cree que los intereses son altos?

Si, ya son muy altos. En términos reales están más elevados que en muchos países. El Fondo Monetario dice que así tiene que ser en países que no tienen un alto crecimiento potencial, a diferencia de aquellos que sí lo tienen, porque en estos últimos puede crecerse con menos riesgo inflacionario.
No podemos olvidar que en Colombia la confianza inversionista ha estimulado un proceso dinámico de elevación del techo del crecimiento potencial, que podría frenarse, negativamente, con altas tasas de interés.

¿Considera que el Banco ha hecho lo debido para defender la tasa de cambio?

Reconocemos el esfuerzo del Banco con las compras diarias y anunciadas de montos fijos de dólares. El Gobierno ha contribuido con disminución de gastos, algo muy difícil, porque hemos reformado 411 entidades del Estado, y seguimos reformando.

También hemos hecho reducciones de gasto durante toda la administración; eliminamos los presupuestos adicionales, como sucedió en el año electoral de 2006, que incrementaban sustancialmente el gasto porque salían del Congreso con un monto muy superior al pedido del Gobierno; hemos reducido la nómina en 39.000 cargos; y hemos aprobado reformas muy difíciles para disminuir el gasto como la eliminación de los regímenes privilegiados de pensiones y la de regulación de las transferencias a las regiones con una fórmula más austera y realista de lo que habría sido el retorno a la Constitución de 1991. La reforma administrativa representa un ahorro de 6.28 por ciento del PIB entre 2006 y 2010.

¿Y los controles a los capitales?

Todavía están vigentes los controles a los capitales de corto plazo, pero estudiamos una norma para permitir el ingreso a renta variable con el buen cuidado de que no migren hacia renta fija.

¿Qué otras opciones hay?

Otras opciones que tendría el Banco podrían pugnar con nuestro modelo de confianza. Por eso, en esta materia, hemos respaldado al Banco. El Gobierno ha optado por apoyos presupuestales a los exportadores a fin de proteger a los trabajadores. En el primer semestre costaron 614 mil millones. Para el segundo semestre se proyecta un Cert laboral, liquidado mensualmente, de acuerdo con la cotización de la divisa, que serviría para pagar parafiscales.

Urgimos a los exportadores a lanzarse en la búsqueda de seguros nuevos como las coberturas cambiarias.

¿No sería mejor, en vez de aumentar el monto de los subsidios para aliviar el impacto de la revaluación, reducir el nivel del gasto público?

Ya le expliqué nuestro esfuerzo en materia de reducción de gasto, más valioso en un país con tanta necesidad y durante un Gobierno que todos los días escucha los clamores de los ciudadanos. En ausencia de nuestra austeridad no habríamos reducido el déficit del Gobierno Nacional Central de más del 7 por ciento del PIB, incluidos traslados al Seguro Social, a menos del 3,3 por ciento, y tampoco habríamos rebajado el endeudamiento del 48 por ciento del PIB a menos del 27 por ciento, a pesar de la independencia de Ecopetrol, que como acreedor neto, disminuiría sustancialmente el endeudamiento neto.
Nuestro presupuesto básico es inferior a la proyección de crecimiento de la economía. Tengamos en cuenta que cumplimos a los pensionados, no obstante que esa obligación representa más de 5 puntos del PIB cuando en otros países comparables es apenas el 2,5. Llama la atención que se pone de ejemplo a países, que sin los problemas nuestros, liquidan déficits consolidados superiores al 2 por ciento mientras el nuestro ha descendido del 4,2 por ciento del PIB en agosto de 2002 a alrededor del 1 por ciento.

Pero hay peticiones de mayor austeridad...

El análisis de gasto público no puede desconocer la Reforma Administrativa, que será nuestro principal legado al saneamiento de las finanzas públicas.

¿Y el grado de inversión?

Estos esfuerzos, en medio de la lucha democrática contra el terrorismo y por la seguridad, merecerían de sobra el grado de inversión. Los proveedores de crédito nos tratan como que tuviéramos grado de inversión, a pesar de que todavía no hay reconocimiento formal. Para mostrar más voluntad de obtenerlo estudiamos el desmonte de los controles de capitales.

¿Comparte la propuesta de que es necesario vender un 10 por ciento adicional de Ecopetrol para reducir deuda y déficit?

Fue muy difícil la reforma laboral y pensional de Ecopetrol. Sostuvimos durante más de 3 años un conflicto que llegó a las Cortes. En un único intento anterior de denuncia de la convención colectiva, el final lo que pasó fue la reversa del Gobierno y la renuncia del gerente. Nuestra segunda etapa fue la capitalización.

Parecía imposible por temor a los radicalismos ideológicos que la combatían. También por ser insular en una América Latina de monopolios estatales de hidrocarburos, que en México, a pesar de la voluntad del Gobierno, todavía no han podido desmontar.

Nuestra reforma remontó todas las dificultades, pero nuestro compromiso fue capitalizar, no vender. La economía necesita credibilidad en la palabra política, por eso mi temor a pasar de capitalización a venta.

También hay quienes insisten que el sistema tributario actual es una colcha de retazos que crea tarifas dispersas, y atenta contra la equidad...

Nuestra tributación hoy es atractiva a la inversión, hace al país muy competitivo para que esta llegue, pero no es simple. Hicimos esfuerzos fallidos para avanzar en la simplificación. Dado que nuestra tributación atrae inversión debemos garantizar la estabilidad.

¿Y los resultados son buenos?

Los esfuerzos contra la evasión son inmensos. Los contribuyentes de renta han crecido de 395.000 a 1.556.730; los de IVA común de 221.000 a 513.400; y, los de régimen simplificado de 611.000 a 2.666.801. Antes se gravaba con IVA al 37 por ciento de la canasta de bienes y servicios, hoy al 54 por ciento. El programa Muisca avanza para que la relación del contribuyente con la administración de impuestos sea virtual, con mayor facilidad de cruces y controles, por ende más simple y eficaz contra evasión.

Hay críticas crecientes a las exenciones...

Nuestra línea es dar un tratamiento de estímulo a quienes crecen, por eso los estímulos a la inversión, que se excluyen con la idea de simplificación que iguala a quien crece con quien no lo hace. Esos estímulos co-generan inversiones con las cuales no se contaba, aseguran mayor recaudo en el futuro cercano y finalmente son creadores de empleo. En medio de nuestros problemas sociales es preferible estimular el empleo por vía de incentivos a la inversión que eliminar las contribuciones al Sena, Icbf y a las cajas de compensación.

¿No sería mejor revisarlas?

La literatura económica se divide pero la verdad es que tenemos que competir con países muy atractivos a la inversión. Puede ser que en otra etapa de desarrollo, cuando hayamos acumulado más capital productivo, quepa una simplificación con bajas tarifas para todos. Hoy, la necesidad de la inversión nos impone el tratamiento diferencial.

¿Y las zonas francas?

Entre 1958 y 2006 Colombia tuvo 11 zonas francas. Con la nueva ley, ajustada a la OMC, ya tenemos 34 aprobadas.

¿Los contratos de estabilidad jurídica?

La ley para los convenios de estabilidad es esencial en un marco de confianza de inversión. Preferimos resolver el problema fiscal a partir del crecimiento de la inversión que intentar hacerlo con altos impuestos contrarios al florecimiento del capital productivo.

Pero hay inquietud sobre los costos...

Un ejemplo de la bondad de las disposiciones tributarias es la inversión en puertos y los nuevos proyectos de generación de energía, que garantizan suministros suficientes hasta 2019, sin comprometer el presupuesto ni el endeudamiento público.

Para cerrar la brecha social ¿Es indispensable que el Estado gaste más? ¿No debería gastar mejor?

Nuestra tarea busca gastar mejor. Por ejemplo, el gasto social resiste todo el análisis.

La inversión extranjera debería llegar este año a niveles récord. ¿Le preocupa que se concentre en actividades extractivas como la minería y los hidrocarburos?

El desarrollo minero y de hidrocarburos no se excluye con la expansión agropecuaria, manufacturera y de servicios. Al contrario, puede ser de gran apoyo, porque sin insumos básicos provenientes de minería y sin energía, se crea temor a los otros desarrollos. Colombia apenas había explorado un 13 por ciento de su territorio. El 44 por ciento de la inversión extranjera está dirigido a otros sectores.
Ahora la inversión extranjera parece continua y no por coyunturas de pozos petroleros milagrosos, televisión privada, telefonía celular, como ocurrió en el pasado. Hay inversión extranjera en múltiples sectores de la economía. La inversión extranjera productiva no debe preocupar, la especulativa si.

¿Cómo debe prepararse el país si la bonanza minera y petrolera tiene lugar?

Bonanza petrolera no hay. A pesar del aumento en exploración, porque hemos pasado de 10 a 100 pozos por año, los hallazgos han sido pequeños aunque la autosuficiencia se ha extendido de 2008 a 2016. Si llegáramos a tener esa bonanza sería necesario incrementar el ahorro con mecanismos como el Faep.
Ya tenemos un proyecto de ley, que además propone que las entidades receptoras de regalías deban dedicar parte del ahorro a un capital para financiar en el futuro sus proyectos de desarrollo.

¿Qué esperaría del nuevo gobierno de los Estados Unidos en materia de ayuda?

Que siga lo que ha sido una política bipartidista frente a Colombia. Además, apoyada por la reciprocidad del esfuerzo local y de muchos buenos resultados. Los faltantes y dificultades no deben invocarse para revocar la ayuda sino para fortalecerla. Esta tarea no se puede abandonar a medio camino.

Y en materia comercial ¿Cómo ve el futuro del TLC?

El TLC es más importante para la inversión que para las exportaciones de corto plazo. Con perseverancia terminarán entendiendo nuestros esfuerzos como las recientes leyes laborales sobre obligaciones de las cooperativas de trabajo asociado, declaración judicial de ilegalidad de huelgas y tribunales de arbitramento de mutuo consentimiento entre empleadores y trabajadores.

La ley Atpdea...

Las preferencias nos ayudan a exportar pero no a instalar nueva capacidad.

Los dirigentes gremiales sostienen que el gran lunar de su Gobierno es la infraestructura vial. ¿Qué opina?

Vamos avanzando en medio de dificultades. Superamos los pleitos que habían paralizado las concesiones. Buscamos un equilibrio entre la conexión interna, plan 2500, y la competitividad de los corredores de comercio exterior. Teníamos ideas pero no proyectos que ahora empiezan a ejecutarse y otros a estructurarse. Para no ser exhaustivo creo que sacamos adelante dobles calzadas como el corredor Bogotá-Buenaventura, con el túnel de la Línea Segundo Centenario, la ruta a Sogamoso y su continuidad al Llano, la doble calzada Bogotá-Santa Marta, o Ruta del Sol, la de Cúcuta a Bucaramanga, la de Medellín a Turbo, la de Palo de Letras en la frontera con Panamá a Paraguachón en la frontera con Venezuela, como vía transversal de nuestro Caribe.

Pero hay impaciencia...

Tenemos muchos centros productivos a enormes distancias del mar, estamos en la construcción de 9 transmilenios; cuando un país hermano tiene problemas con uno solo. Le rogaría hacer una interventoría detallada al tema de infraestructura, que ha tenido una regla: ajuste riguroso a la moral pública.

¿Cómo califica lo hecho?
Reconocemos el atraso y estamos empeñados en superarlo.
¿Por qué cree que el crecimiento de la agricultura ha sido tan lento? ¿No debería ser Colombia una potencia en alimentos?
Había sido destruida por la violencia y el narcotráfico. Hay proyectos inmensos en plena ejecución, basta visitar la altillanura. Este año la agricultura debe crecer por encima del 5 por ciento.
Hemos pasado de 275.000 hectáreas de palma africana a casi 400.000. Hay crecimientos significativos en cacao, caucho y maderas. Todo con estímulos tributarios. La nueva cosecha de arroz trae un crecimiento del 26 por ciento y la de maíz del 6 por ciento. Concluiremos el año produciendo 2 millones de litros diarios de biocombustibles.

¿Y el futuro?

La semana pasada asistimos a la entrega de apoyos productivos del Ministerio de Agricultura, con gran reconocimiento por la modalidad de los concursos y la transparencia. En adquisición de tierras se beneficiaron más de 1.400 familias campesinas, que recibieron apoyo para comprar 16.000 hectáreas, pero, y esto es lo más importante, con proyecto productivo incluido. También surgieron muchos proyectos de piscicultura que recibieron 4 mil millones en apoyos. Estamos en la construcción de 2 grandes distritos de riego: el Triángulo del Tolima y Ranchería en la Guajira.

Este año, en la convocatoria mencionada, se han apoyado hasta hoy 25 pequeños distritos de riego por un valor aproximado de 20 mil millones.

¿Qué más hay en ese frente?

La burocracia del Ministerio se ha reducido muchísimo. El Incoder y Finagro tienen certificaciones de calidad.

¿Y el coletazo de la situación mundial?

Hay un conjunto de incentivos para la producción de alimentos en la coyuntura: sobre precio para maíz y fríjol, incentivo de almacenamiento para arroz, próximamente para leche o eliminación de aranceles para fertilizantes. Además, la ley Agro: Ingreso Seguro, apenas está en el segundo año de vigencia.

Una calificadora de riesgo ha dicho que la experiencia de varios países latinoamericanos demuestra que un tercer mandato presidencial, y en algunos casos el segundo, tienden a debilitar las instituciones. ¿Qué opina?

Qué extraño, esas firmas hablando de política.

¿A los seis años de Gobierno, qué le habría gustado conseguir con mayor rapidez?

Todo.

¿Qué podemos esperar los colombianos en estos dos años que quedan de Gobierno?

Trabajo en todas las horas con amor infinito por Colombia y pleno deseo de acertar.

¿Cómo ve a Colombia en el 2010?

Avanzando en confianza que es nuestra palabra clave y en los 3 pilares que la sustentan: seguridad desde la democracia, confianza inversionista desde la responsabilidad social y cohesión social desde las libertades. Invitamos a hacer todos los esfuerzos para que la confianza inversionista nos defienda de las dificultades de la economía.

Ricardo Ávila Director de PORTAFOLIO
 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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