DISCURSO
DEL PRESIDENTE ANTE LA CONFERENCIA DE LAS AMÉRICAS
Bogotá,
15 oct (CNE).- El siguiente es el discurso del presidente Alvaro
Uribe Vélez ante la Conferencia de las Américas
organizada por el periódico estadounidense The Miami Herald:
"América
Latina ha vivido 3 fenómenos que tienen más de coincidencia
en el tiempo que de relación causal de alguno con los otros.
La transición de las dictaduras militares a las democracias
estables, la mayor apertura a las corrientes del comercio mundial
y la presencia del capital privado en campos como los servicios
públicos, que ideológicamente se consideraban un
privilegio exclusivo de entidades estatales.
El
establecimiento de gobiernos de elección popular sometidos
al ordenamiento jurídico, originados en la competencia
democrática, no tiene discusión, al contrario, es
la norma de consenso en el Continente. El ejercicio democrático
ha sustituido tanto las viejas estructuras de Estados y gobiernos
de partido único como las aspiraciones de extremistas de
la orilla opuesta de acceder al poder para imponer sus esquemas
también caracterizados por la negación de la democracia.
Si
algo está hoy seguro en el Continente es la aceptación
popular a la democracia pluralista.
La
apertura económica o la mayor incorporación a las
corrientes mundiales de comercio, encuentra mucha oposición
en el discurso pero serias dificultades para desmontarla en la
práctica, aún por aquellos declarados como sus más
acérrimos enemigos. A la apertura se asignan reveses en
la agricultura, desempleo y aumento de la pobreza. También
se le reconoce modernización, productividad y competitividad.
Los
fenómenos de integración en la Región han
tenido tropiezos por la falta de armonización de herramientas
macroeconómicas: resulta imposible avanzar en un proceso
de integración cuando una economía de uno de los
socios se devalúa y la economía de otro de los socios
se dolariza.
Se
pierde la equidad en los términos de intercambio. Para
poder avanzar en esos procesos de integración se necesita
equidad, se requiere armonizar la administración de instrumentos
macroeconómicos fundamentales y se requiere también
corregir el desbalance en el área social.
La
mayor participación del sector privado en campos como los
servicios públicos, ha corregido ineficiencias y manejos
corruptos del Estado. Ha contribuido a crear una infraestructura
más competitiva, pero no está ausente de críticas
en razón de costos que no conocían ni sospechaban
sus usuarios.
La
pobreza, el desempleo y el alto endeudamiento aparecen conformando
el nuevo fantasma que se siente al interior de los países
y atemoriza a los observadores y en especial a los mercados.
Es
urgente que la preocupación del Fondo Monetario Internacional
(FMI) y de los bancos multilaterales asigne prioridad al crecimiento
y a la focalización social de los recursos.
De
no darse soluciones sociales en los años que vienen, es
posible que crezca una ola política contra la economía
global, que puede tener como segundo desarrollo una nueva era
de ataque a la iniciativa privada. Además, es previsible
que los gobiernos elegidos por el descontento, una vez enfrenten
las realidades del poder, se nieguen a aislar sus economías,
lo cual suscite la rebelión de sus electores y conduzca
a períodos de inestabilidad.
Colombia
ha mantenido una sólida tradición democrática
que debe mucho a la actitud de sus Fuerzas Armadas de sometimiento
a la Constitución y obediencia a los gobernantes de elección
popular. Sin embargo, cortos han sido los períodos de relativo
sosiego. Mi generación, por ejemplo, ha discurrido siempre
en violencia, bien sea porque asistió al final de aquella
de origen partidista, o porque ha estado entre los proyectiles
de la guerrilla, el narcotráfico y más recientemente,
de los paramilitares.
Proteger
a la ciudadanía frente a cualquier forma de violencia es
objetivo fundamental del Gobierno que presido y que empezó
hace 68 días.
Hasta
hace algunos años no se reconocía la relación
entre la violencia y el ritmo de crecimiento de la economía.
Hoy, ya nadie discute que la desinversión, el desempleo
y el déficit mucho tienen que ver con la violencia.
El
Gobierno ha definido que la palabra clave para rescatar es CONFIANZA.
Por eso estamos comprometidos con la seguridad, la estabilidad
macroeconómica y la claridad y transparencia en las reglas
de juego como presupuesto para que nacionales y extranjeros confíen
en Colombia como lugar de residencia, trabajo e inversión.
La
política de seguridad tiene que ser sostenible para lo
cual necesita permanente respaldo popular, que se obtiene en la
medida que sea efectiva, democrática, esto es, benéfica
para todos sin sesgo por credo o estatus económico, y que
además se ejerza con transparencia, cuya medida la da el
grado de preocupación y respeto por los derechos humanos.
Las
difíciles decisiones que Colombia requiere para recuperar
la seguridad y superar el agudo déficit fiscal, demandan
un elevado grado de legitimidad del Estado que estamos buscando
a través de la derrota de la corrupción, de la derrota
de la politiquería y de la reorientación de los
recursos para fortalecer debidamente la inversión social.
El
conflicto que azota a Colombia tiene el potencial para desestabilizar
el conjunto de países vecinos. Nuestros grupos violentos
son poderosamente ricos a diferencia de las viejas guerrillas
latinoamericanas que pudieron sostenerse por donaciones que llegaban
del exterior.
Necesitamos
ayuda para superar este estado de violencia al cual nos han sometido
organizaciones cuyos actos corresponden al terrorismo que se describe
en la legislación de los Estados Unidos y de muchos países
europeos.
Necesitamos
ayuda para continuar con el pago oportuno de nuestras deudas financieras
y disponer de recursos que nos permitan avanzar en el pago de
nuestra deuda social.
La
estabilidad macroeconómica es uno de los tres supuestos
que hemos planteado para poder recuperar confianza. Asignamos
a esa estabilidad macroeconómica el manejo exitoso en tres
frentes:
1.
Obtener una tasa de cambio competitiva,
2.
Una tasa de interés razonable,
3.
Reducir el déficit fiscal a niveles manejables.
Por
supuesto nadie ignora el crecido déficit y el crecido endeudamiento.
Deseo
aprovechar esta importante reunión de las Américas
auspiciada por el Miami Herald para decirle a la comunidad internacional
que todos los colombianos somos conscientes del gran activo que
para nuestra Patria representa tener una larga tradición
de pago puntual de las obligaciones financieras nacionales e internacionales.
En
medio de este difícil momento de las economías de
América Latina, de nuestra economía y de nuestra
vida social, ustedes, los inversionistas del mundo, pueden saber
una vez más que Colombia no quedará mal en el pago
de sus obligaciones.
Es
una decisión política, de conveniencia sustancial,
ésta de mantener siempre la voluntad del pago oportuno
de nuestras obligaciones. Por supuesto, necesitamos soluciones
al déficit y necesitamos soluciones a los requerimientos
de inversión social.
Frente
al déficit estamos trabajando dos grandes pilares: el del
control del gasto y el de mayores ingresos.
En
relación con el control del gasto, hemos presentado en
el proyecto del Referendo que será sometido a la Nación
una serie de puntos, algunos pedagógicos, por ejemplo:
congelar por cuatro años los salarios del congreso, de
los magistrados de las Altas Cortes, de los altos funcionarios
del Estado y del Presidente de la República.
Congelar
por ese mismo período las pensiones de elevada cuantía,
disminuir el Congreso. Con 44 millones de habitantes hemos propuesto
un Congreso reducido que, en mi campaña, hablé a
los colombianos que no debería superar un número
de 160 integrantes. En las discusiones del Congreso han pedido
que sea superior, pero, inferior al que hoy tenemos.
Hemos
propuesto otro artículo en el Referendo para congelar los
gastos de funcionamiento del Estado durante dos años y
así poder orientar a Colombia por una estructura en el
Estado que gaste menos, sea más eficiente en la inversión,
elimine la corrupción y abra espacios para que los mayores
esfuerzos los pueda hacer el Estado, que, finalmente, es el gran
creador de empleo.
La
administración empieza a adelantar una profunda reforma
al Estado, a la administración pública. Esa reforma,
en una primera etapa, nos ahorrará 1.6 del Producto Interno
Bruto (PIB). Ya en las etapas subsiguientes el ahorro acumulado
ascenderá a un punto del PIB.
Por
el lado de los mayores ingresos estamos haciendo esfuerzos extraordinarios:
un decreto de Conmoción para poder enfrentar la difícil
coyuntura de orden público, se ha creado por una vez un
Impuesto al Patrimonio que nos permitirá recaudar un punto
del PIB. Hemos presentado a consideración del Congreso
una Reforma Tributaria y no estamos descuidando el tema de la
reactivación.
Por
un lado estamos controlando el gasto, por otro lado, aumentando
los impuestos y por otro lado buscando reactivar la economía.
Para
reactivar la economía es esencial que tengamos éxito
en nuestra política de seguridad, es esencial contar con
una tasa de cambio competitiva, con una tasa de interés
razonable y hemos propuesto estímulos concretos.
Por
ejemplo: ya estamos adoptando la decisión de cero arancel
a la importación de bienes de capital no producidos en
el país y en el curso de los próximos tres años,
como lo propone nuestra Reforma Tributaria, la adquisición
de maquinaria o la importación de maquinaria gozará
el beneficio de la devolución total del impuesto al valor
agregado denominado IVA. Además, aquella maquinaria que
se importe para empresas altamente exportadoras simplemente no
pagará este impuesto al momento de la nacionalización.
Confiamos
que el manejo de este conjunto de instrumentos permita que Colombia
vaya recuperando la confianza. La confianza de los inversionistas,
la confianza de la comunidad nacional e internacional, la confianza
de nuestros trabajadores, la confianza de las nuevas generaciones".