DISCURSO
DE CANCILLER ANTE CONSEJO PERMANENTE DE OEA
Washington,
11 dic (CNE). El siguiente es el texto del discurso pronunciado
esta tarde por la ministra de Relaciones Exteriores, Carolina
Barco, ante el Consejo Permanente de la Organización de
los Estados Americanos (OEA):
Para
nadie es un secreto que la Organización de Estados Americanos
siempre ha estado muy cerca de los afectos de Colombia y ha sido
una pieza central de su política exterior.
El
ex Presidente Alberto Lleras Camargo tuvo la ingente tarea de
dirigir su tránsito hacia el nuevo orden mundial, posterior
a la Segunda Guerra. Bajo su inspiración y liderazgo la
Unión Panamericana se convirtió en la Organización
de Estados Americanos.
Esta
historia se ha repetido. Al ex Presidente César Gaviria
le ha correspondido conducir a la más antigua de las organizaciones
regionales en un momento histórico no menos complejo y
difícil. Su nueva agenda recoge los temas que expresan
el paso de la guerra fría a la post-guerra fría
y ahora a las nuevas realidades generadas por los atroces eventos
del 11 de septiembre.
Estos
dos colombianos eminentes, con gran experiencia política,
han tenido tan significativa responsabilidad y han sabido estar
a la altura del reto. Una razón de más para sentirme,
como Canciller de Colombia, muy orgullosa de estar hoy aquí
en el Consejo Permanente.
El
aprecio de Colombia por la Organización de Estados Americanos
es la manifestación contundente de nuestra creencia en
el multilateralismo, como la mejor forma de afrontar los temas
de la agenda global que tienen simultáneamente un carácter
tanto doméstico como internacional. Por ello, estos temas
demandan la contribución de todos los países en
la búsqueda de soluciones concretas.
Y
con el compromiso de Colombia con el multilateralismo está
nuestra confianza en el derecho internacional y, conforme a él,
en los mecanismos jurídicos globales, regionales y sub-regionales
para la solución de los conflictos, para la superación
de los problemas que nos aquejan y cuya naturaleza desborda las
fronteras nacionales.
Desde
hace varios lustros hemos luchado con tenacidad y perseverancia
para que se acoja el concepto de responsabilidad compartida, en
primer lugar, en el tema del problema mundial de las drogas. Pero,
ahora, con mucha más razón, frente a la terrible
amenaza del terrorismo y a las actividades criminales de carácter
internacional que lo alimentan, entre ellas el crimen global organizado
en sus diferentes manifestaciones; el tráfico ilícito
de armas, municiones y explosivos; y el lavado de activos.
Todas
estas son actividades criminales de carácter global que
se refuerzan mutuamente y que se han constituido en la gran amenaza
a la seguridad de todos los pueblos. Igualmente, afectan de manera
grave a numerosos Estados y, en ocasiones, generan el debilitamiento
y pérdida de gobernabilidad democrática.
La
nueva agenda de la OEA ha estado alerta a estos problemas. Con
celeridad se han aprobado instrumentos jurídicos que buscan
la cooperación interamericana para confrontarlos y erradicarlos.
Sin
embargo, encontramos dificultades en la cabal implementación
de estos regímenes legales.
Una
de nuestras principales preocupaciones es, precisamente, la de
propiciar por todos los medios, desde la Comunidad Andina y este
año desde la Secretaría Pro Témpore que ejerce
Colombia, un cumplimiento eficaz en nuestra subregión de
las obligaciones derivadas de las convenciones interamericanas,
así como de las que se han adoptado en las Naciones Unidas.
Para
ello, estamos haciendo un atento seguimiento al Plan Andino de
Cooperación en materia de drogas ilícitas y diseñamos
una Carta Andina de Derechos Humanos, con el ánimo de alentar
el cumplimiento de las disposiciones interamericanas en la materia.
También
apoyamos una Declaración sobre defensa externa y seguridad,
que pretende motivar la puesta en práctica de compromisos
para el desarme y la lucha contra el terrorismo. Además,
como Secretaría nos proponemos estudiar, con un grupo de
expertos, la mejor manera de coordinar entre nuestros países
las medidas de fomento de la confianza proclamadas en El Salvador
y en Santiago de Chile.
La
sola mención de algunas de estas convenciones en el nivel
interamericano muestran que la Organización de Estados
Americanos ha estado trabajando oportuna y eficazmente los temas
fundamentales: terrorismo; corrupción; fabricación
y tráfico ilícitos de armas de fuego, municiones,
y otros materiales relacionados; prevención y sanción
de la tortura; tráfico internacional de menores; entre
otros.
Además,
se han elaborado cuidadosos planes de acción y se han introducido
mecanismos de seguimiento y evaluación. Son todos ellos
pasos muy importantes. Con todo, creo que los Gobiernos tienen
que comprometerse mucho más con la Organización
y que ese compromiso debe traducirse en el cumplimiento de estas
convenciones y en aportes financieros que le permitan al Secretario
General satisfacer las exigencias de la ambiciosa agenda que se
propuso y que, con perseverancia admirable, ha venido ejecutando.
El
ejemplo más reciente es aleccionador. La OEA ha respondido
con prontitud a la amenaza terrorista. No solamente fue la primera
institución multilateral en pronunciarse después
de los horrendos sucesos del 11 de septiembre, sino que intensificó
los trabajos del Comité Interamericano contra el Terrorismo
y, rápidamente, promovió la adopción y suscripción
de la Convención Interamericana contra el Terrorismo, en
la Asamblea del presente año, realizada en Barbados.
Esta
Convención ofrece herramientas que permiten afrontar el
desafío del terrorismo y garantizar los derechos fundamentales
de las personas implicadas en actos criminales vinculados al terrorismo.
La
política de Seguridad Democrática del Presidente
Álvaro Uribe Vélez está orientada a la protección
de la población civil y a garantizar los derechos fundamentales
frente a la agresión terrorista. Esta política está
respaldada por el amplio mandato democrático que recibió
en las urnas, ceñida estrictamente al Estado de derecho
y a los tratados en materia de derechos humanos y de derecho internacional
humanitario, y siempre bajo la mirada vigilante de los controles
institucionales y políticos: el Congreso; la Corte Constitucional;
el control de la opinión pública, ejercido sin cortapisas
por los medios de comunicación. Así, fortaleciendo
el Estado de derecho damos una respuesta firme y legítima
a quienes persisten en desestabilizar la democracia colombiana.
En
este punto deseo resaltar que cuando el señor Presidente
Uribe tomó posesión de su cargo, ante el claro y
significativo deterioro de la situación de seguridad, lanzó
su iniciativa de Seguridad Democrática, buscando, entre
otros propósitos, establecer una paz duradera, preservar
los derechos humanos de todos los colombianos, consolidar la democracia,
promover la igualdad y el bienestar de todos los ciudadanos y
garantizar la ley y el orden en todo el territorio nacional.
Alcanzar
dichos propósitos será posible gracias al combate
a los grupos terroristas, a la erradicación del narcotráfico
y de sus devastadores efectos sobre nuestras instituciones, al
fortalecimiento de las Fuerzas Armadas y de la justicia y a la
promoción del desarrollo económico y social, contemplados
en esa iniciativa.
Señor
Presidente:
La
Comisión y la Corte interamericanas de Derechos Humanos,
hoy, más que nunca, requieren todo el apoyo de la comunidad
de naciones americanas.
Ellas
deben ser las guardianas de los valores que protegen la dignidad
humana ahora cuando tenemos la obligación de confrontar,
con determinación y sin vacilaciones, la amenaza terrorista
y los factores criminales que la alimentan.
Celebramos
las recientes decisiones del Consejo Permanente para mejorar el
apoyo financiero a los organismos del sistema de derechos humanos.
El compromiso del Gobierno de Colombia con la causa de los derechos
humanos es indeclinable. La OEA ha sido pionera en el mundo en
esta materia y debemos hacer lo que esté a nuestro alcance
para mantener ese liderazgo.
No
podría dejar pasar esta ocasión sin hacer referencia
al enorme significado que ha tenido la expedición de la
Carta Democrática Interamericana. En días pasados,
participé con un apreciable número de Cancilleres
en las deliberaciones de la Conferencia de la Comunidad de las
Democracias, en Seúl, y allí comprobé la
admiración y el aprecio internacional por esta histórica
Carta, que es necesario mantener como un documento vivo.
Y
para su vigencia y desarrollo tenemos que convocar la colaboración
permanente de la sociedad civil que, como sabemos, jugó
un papel crucial en su elaboración. La Unidad para la Promoción
de la Democracia debería revisar sus prioridades a la luz
de las exigencias de esta Carta.
El
proceso de modernización institucional de la Organización
no ha terminado. Las metas en las cuales está empeñado
el Secretario General son aún más ambiciosas.
En
buena hora, el Secretario General luchó por insertar la
Organización en el proceso de Cumbres de las Américas.
De allí se han derivado nuevas tareas y mandatos para la
Organización. La vigencia y pertinencia de la OEA es hoy
evidente.
Señor
Presidente:
Los
indicadores económicos y sociales de América Latina
no son alentadores. Estamos en vísperas de la construcción
de un esquema de integración que hemos soñado desde
los tiempos de la independencia.
Concebimos
el Área de Libre Comercio de las Américas como una
oportunidad para superar no sólo las asimetrías
entre países pobres e industrializados, sino las inadmisibles
diferencias entre pobres y ricos en nuestras sociedades.
Tomo
prestadas las palabras del presidente Fernando Henrique Cardoso
para reiterar aquí que el problema de nuestras sociedades
no es el que sean subdesarrolladas, sino que son sociedades injustas.
Nuestra
lucha por la equidad tiene que ser más fuerte que los factores
que generan tanto desequilibrio entre las naciones y al interior
de ellas.
Una
de las unidades más apreciadas de esta Organización
es la que tiene que ver con el comercio. El trabajo tripartito
que adelanta con el Banco Interamericano de Desarrollo y la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe, es reconocido.
Estoy segura de que apunta a construir unas relaciones comerciales
inspiradas en principios de equidad y justicia.
Hay
también indicadores que deben encender luces de alerta
con respecto a la situación de la gobernabilidad democrática
en el hemisferio. Es evidente que hay un malestar social que no
es ajeno a las duras realidades de nuestras economías.
Es indispensable que recuperemos la dignidad de la política,
como el arte de representar legítimamente las necesidades
de nuestros ciudadanos.
Es
prioritario que enfoquemos el presente y el futuro del hemisferio
con una visión integral que busque por igual la seguridad
y la preservación de las instituciones democráticas
y de los derechos fundamentales. Todo ello en un contexto en el
que tiene que existir un mínimo de condiciones de bienestar,
sin las cuales se pierde toda noción de dignidad humana.
La
erradicación de la pobreza absoluta es un imperativo en
el hemisferio. Los muros y las barreras que contribuyen a que
estos niveles infrahumanos de subsistencia persistan deben ser
derribados.
En
nombre de Colombia reitero nuestra confianza en la Organización
y nuestra admiración por la excelente gestión del
Secretario General César Gaviria y por las realizaciones
tan oportunas y relevantes cumplidas por este Consejo Permanente.
Muchas
gracias.