PALABRAS DEL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DOCTOR ÁLVARO URIBE VÉLEZ, CON OCASIÓN DE LA CONDECORACIÓN ORDEN NACIONAL AL MERITO EN EL GRADO DE CRUZ DE PLATA AL GRUPO EMPRESARIAL OLÍMPICA

Bogotá D.C., septiembre 9 de 2003

Estimados miembros de la Familia Char; amigos y amigas vinculados al Grupo Empresarial OLÍMPICA:

La entrega de esta medalla en el grado Cruz de Plata de la Orden Nacional al Mérito, siempre es ocasión para reflexiones optimistas, positivas.

Estos eventos son el encuentro del Estado con el empresarismo, con las personas que enfrentan los retos del desarrollo, de la creación de empleo, de formación de infraestructura, de apertura de mercados, de innovación tecnológica.

Colombia es un país de encuentro de muy diversas corrientes culturales, étnicas y sociales, que se han integrado solidaria y democráticamente para formar nuestra nacionalidad. Los compatriotas insignes que han prestado invaluables servicios en todos los campos de la vida social, y han contribuido al progreso de la Patria, descienden de estirpes que han recorrido toda la geografía universal. Esa es una de las fortalezas de la nación colombiana.

La llegada a tierras de Lorica, en Córdoba, de don Ricardo Char, aquel pionero de origen sirio y de religión cristiana, nacido con el siglo, orfebre de profesión; fue producto de la migración originada en el derrumbamiento del Imperio Otomano. Miles de sirios y libaneses, al romperse el férreo yugo político militar que les ataba a la casa real turca, iniciaron una primera diáspora que trajo a nuestras tierras sangre experimentada, cultura milenaria, espíritu de trabajo y disciplina empresarial.

Al contraer matrimonio con doña Herlinda Abdala, libanesa, también cristiana, culta, multilingüe y con tradición en el comercio, don Ricardo sentó las bases para constituir la familia que luego, en 1950, se desplazó del Sinú a Barranquilla, y se convirtió en uno de los pilares del progreso económico y social del Atlántico.

El emporio empresarial al cual hoy hacemos un merecido reconocimiento, nació como casi todas las grandes empresas colombianas. En ellas hay esfuerzo conjunto de las familias, iniciativa, mucho trabajo, cualificación tecnológica, espíritu ahorrativo y capacidad para conocer el entorno y para resolver necesidades sociales.

La cadena Olímpica es hija de aquel almacencito de barrio que don Ricardo bautizó “El Olímpico” y en el que expendía baratijas y del pequeño negocio de flores de doña Herlinda, aunque, hay que aclarar, ella defendió a capa y espada su independencia económica.

Para que se expandiera la iniciativa, fue necesario el ingreso de Fuad, apenas un estudiante de 17 años, a la dirección de la famiempresa, acompañado por sus hermanos Farid y Habib y posteriormente del menor, Simón. Todos interrumpieron sus estudios para ayudar. Desde entonces ha habido un crecimiento geométrico de la empresa, que se expresa en inversiones inmobiliarias, droguerías, supertiendas, emisoras, entidad financiera, procesadoras de alimentos, empacadoras, porcícolas, avícolas, empresa de publicidad y varios otros frentes de la actividad productiva y comercial, con expansión y reconocimiento nacional.

Gracias a la cultura de inversión en propiedad raíz, una característica de la organización Olímpica heredada de don Ricardo, se salvó para la cultura el centro de reunión de esa tertulia magnifica conocida como Grupo Barranquilla, “La Cueva”. Su propiedad en cabeza de los Char, impidió que fuera demolido el local que la albergaba, y ya está próximo a ser restaurado como uno de los referentes básicos de la cultura y el carácter de Barranquilla.

El señor Presidente Belisario Betancur, con gran olfato, descubrió en Fuad las virtudes de un dirigente público en potencia. Le encomendó entonces la Gobernación de su Departamento, con lo que le indujo a ingresar a la actividad política, en la que los colombianos le reconocemos sabiduría y honradez. Obras como el Estadio Metropolitano y varias otras de su inspiración, son ya marca de identidad de su comarca. El Señor Presidente Barco premió sus ejecutorías ratificándolo como gobernador en el entrante gobierno liberal.

Fuad es, además de un gran dirigente deportivo, un líder político con sensibilidad, alejado de las costumbres clientelistas. En el Senado, o desde el gabinete de ministros, ha producido siempre resultados positivos y se ha preocupado sinceramente por las necesidades y aspiraciones del pueblo.

Su hijo Alejandro, sigue la huella del padre, y guía con igual devoción por los intereses públicos los destinos de su Departamento.

Conozco a Simón y a sus hijas, que admiro profundamente

Es esta, pues, la historia de una familia emprendedora, con formación en el sacrificio personal y a la que los colombianos queremos hacer un reconocimiento. Es un gran ejemplo el que recibe la patria de la familia Char Abdala. Con trabajo y dedicación, construyeron un emporio en el que trabajan directamente 12 mil colombianos e indirectamente 20 mil.

Don Ricardo Char presagió que Colombia era tierra de promisión y vino a asentarse en ella. Seguramente, al verla, exclamó como Juan de Castellanos:

¡Tierra buena! ¡Tierra buena!

¡Tierra que pone fin a nuestra pena!

Tierra para hacer perpetua casa,

tierra con abundancia de comida.

Tierra de bendición, clara y serena,

tierra que pone fin a nuestra pena…

Con sentido de modernidad, los autores de la Enciclopedia dijeron que las condecoraciones públicas, al tener como finalidad honrar, no pueden ser abundantes ni obedecer a la generosidad con que el gobernante congracia a sus favoritos. En una democracia, los galardones oficiales para enaltecer a ciudadanos y organizaciones civiles, deben traducir la voluntad inequívoca de toda una comunidad nacional, ser el eco del clamor académico o gremial por el justo reconocimiento. Tengo la profunda convicción de que ese es el sentido que inspira la distinción que recibe la Organización Empresarial Olímpica, por intermedio de los ilustres miembros de la familia Char

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