DISCURSO
DEL PRESIDENTE EN 15 ANIVERSARIO DEL INSTITUTO DE CIENCIA POLÍTICA
Bogotá,
30 ene (CNE). El siguiente es el discurso pornunciado por el presidente
de la República, Álvaro Uribe Vélez, durante
la celebración del Décimo Quinto aniversario del Instituto
de Ciencia Política.
Los
colombianos hemos vivido tres lustros que bien podríamos
llamar Tiempos Difíciles: Un desbordado incremento de la
violencia, creciente déficit de credibilidad en las instituciones
representativas, acelerado empobrecimiento de nuestra población,
agudización de las contradicciones sociales y reducción
de oportunidades.
En
ese contexto sombrío, cuando parecería que careciéramos
de horizontes, el Instituto de Ciencia Política se ha mantenido
como faro luminoso para el debate y ha demostrado una admirable
vitalidad en la búsqueda de soluciones creativas para la
convivencia, el crecimiento económico, el mejoramiento social
y el enseñoramiento del pluralismo.
Siempre
animados por Don Hernán Echavarría Olózaga,
y estimulados por un sector privado comprometido con los superiores
intereses de la Patria, ustedes han mantenido la llama viva del
debate durante esta época procelosa de nuestra historia reciente.
Como
un signo de nuestros tiempos, las economías se estancan y
las soluciones no aparecen. Las academias fecundan dogmas y categorías
analíticas abstractas, mientras los entusiastas ensayan soluciones
empíricas de corto plazo. Un reto se alza, entonces, para
el esfuerzo intelectual: el espíritu creador. En los momentos
de mayor dificultad, más se necesita de ese espíritu
creador.
En
la búsqueda de aportes para remediar los males que nos aquejan,
la academia se debate entre dos opciones aparentemente irreconciliables:
o se hace gala de una extraordinaria coherencia teórica,
fruto de profundas reflexiones intelectuales, o se exhibe una llamativa
imaginación pragmática.
El
estudio de los problemas sociales nos obliga a movernos entre la
abstracción alejada de la realidad, y el empirismo carente
de visión de largo plazo. ¡Falsa disyuntiva! Los unos
sólo nos ofrecen interpretaciones teóricas utilizando
rigurosas fórmulas para problemas estructurales-, los otros,
con su habilidad, apenas proponen paños de agua tibia para
los problemas de coyuntura.
Invito
a superar esta contradicción: que las fórmulas teóricas
de los estudiosos tengan soportes prácticos viables, y que
las soluciones prácticas no carezcan de la solidez conceptual
que asegure su validez a largo plazo.
Por
fortuna, el Instituto de Ciencia Política ofrece un punto
de convergencia entre la experiencia, la solución práctica
y el rigor científico. Lo digo desde mi posición esta
noche de testigo del peregrinaje del Instituto tan útil y
en tan buena hora para Colombia.
Vengo
también a traer el testimonio de mi gratitud porque buena
parte de mi carrera pública en la Gobernación de Antioquia,
en la búsqueda de la convicción de mis compatriotas
y en el ejercicio del Gobierno, ha estado apoyada en la fecunda
tarea del Instituto y en esa magistral combinación del pragmatismo
y del rigor científico de lo cual hace gala y da ejemplo
don Hernán Echavarría.
Una
de las virtudes a resaltar de este Instituto es su esfuerzo por
construir aquella clase de verdad, tan cara al pensamiento democrático,
que llamamos la verdad relativa.
No
tiene sentido potenciar la investigación como un proceso
productor de dogmas, sino como camino para hallar una verdad con
validez provisional, susceptible de ser cambiada por otra que encontremos
más justa.
La
democracia estimula esa verdad relativa y confina la verdad absoluta
a sólo dos campos: al de las convicciones religiosas y a
la adhesión a la democracia como único procedimiento
válido para resolver diferencias. Todo lo demás puede
y debe ser objeto de duda racional, debe estar sometido al escrutinio
de la razón y puesto a prueba en el debate y la experimentación.
Esa
labor intelectual de búsqueda incesante de la verdad relativa
reclama una sola condición: disfrutar de un garantizado marco
de libertades democráticas.
Ese
espacio garantista no ha estado amenazado en Colombia por obra del
Estado, sino por ausencia del Estado. Hemos creido tener un gran
Estado protector, pero lo que en realidad hemos padecido es tener
un gran fantasma, costoso, capaz de asustar al ciudadano honesto
y de ilusionar al ciudadano bondadoso, pero que no derrota a los
criminales ni tiene poder intimidatorio frente a éstos.
He
aquí el gran reto nacional: construir un Estado de veras:
sencillo en su estructura, asequible al ciudadano raso, pronto y
eficaz en respuestas. Es nuestro sueño y la razón
de ser de la acción de la Nación. Colombia debe avanzar
hacia la Seguridad Democrática, que no es otra cosa que el
imperio del intelecto sobre la barbarie, del estudio fecundo sobre
los explosivos del terrorismo.
Felicitaciones
al Instituto de Ciencia Política porque además de
estos 15 años de tantos frutos para Colombia, lanza hoy su
revista Perspectiva, cuyo primer número reúne la más
selecta plana de escritores y analistas internacionales, sobre disertaciones
en temas de tanta actualidad, como el de la tensión dialéctica
entre los valores de seguridad colectiva y los derechos individuales.
Que a este número sucedan muchos otros, que enriquezcan el
debate nacional e internacional, y construyan las verdades relativas
que el país requiere.
Con
un marco del cual ustedes dan otro ejemplo, el marco de conjunción
de la empresa privada, de expresión de su responsabilidad
social y de predominio de los grandes intereses colectivos.
Con
la venia de ustedes, invito al señor ministro del Interior
y de Justicia, doctor Fernando Londoño Hoyos, a que nos regale
una enjundiosa pieza científica que ha escrito para esta
feliz ocasión: un ilustrado ensayo de ciencia política,
fruto de la investigación y la reflexión sobre los
más acuciantes temas de la vida nacional.
Él,
con su versación, con su afecto por este Instituto, ha elaborado
un ensayo. Tuve la oportunidad de deleitarme con su lectura y creo
honra con creces esta gran conmemoración que nos trae felicidad
y esperanza a los colombianos.
Ánimo
don Hernán: los colombianos hemos aprendido mucho de usted
y tenemos que aprender mucho de usted. Estaba en la Presidencia
de la República discutiendo con el señor Alcalde de
Cali cómo vamos a sacar adelante a Emcali y le dije: camine
lo invito a que conozca personalmente a uno de los más grandes
colombianos. Grande porque todos los días de su vida han
sido días de lucha por la Patria. Grande porque no ha dejado
estancar su imaginación. Grande porque ha tenido el concepto
de la empresa privada volcado en función del bien público.
Grande porque es un estimulante de la verdad relativa, de la conjunción
de la academia y el empirismo.
|