DISCURSO
DEL PRESIDENTE URIBE EN EL DÍA DEL EJÉRCITO
Bogotá,
5 jul (CNE). El Presidente de la República, Álvaro
Uribe Vélez, dio apertura a la celebración del Día
del Ejército con las siguientes palabras:
Nos
reunimos hoy para celebrar un nuevo Día del Ejército
de la Patria, en lo que parecería ser un amanecer de sacrificios
para encontrar la tranquilidad definitiva de Colombia.
Este
Ejército ha tenido una tradición popular democrática,
respetuosa de la Constitución, receptiva a la crítica
y una voluntad de mejoramiento permanente.
Antonio
Nariño, adalid del pensamiento ilustrado y liberal, se abocó
en 1812 a la tarea de formar una milicia que preparara nuestra defensa
ante el inminente ataque de las fuerzas de la reconquista española.
Francisco
José de Caldas puso al servicio de las Fuerzas Armadas de
los patriotas sus conocimientos científicos, y organizó
en Antioquia una industria militar que los proveyera de cañones
y pólvora.
El
Libertador, desde Cartagena, apoyado en una fuerza de jóvenes
expedicionarios enviados por Nariño, atravesó en 1813
miles de kilómetros para ir en apoyo de los sacrificados
venezolanos.
Fue
la Campaña Admirable. La proclama del Libertador reclamaba
a los soldados ir veloces a vengar al muerto, a dar la vida al moribundo,
soltura al oprimido y libertad a todos.
A su
llamado concurrieron Atanasio Girardot, Ricaurte, Hermógenes
Maza, Francisco de Paula Vélez, Joaquín París,
entre otros.
La
tradición de civilidad, el respeto por la Constitución
y las leyes de la República, nace en nuestro Ejército
por la semilla que sembraron en él los padres fundadores:
Nariño, el predicador de los Derechos del Hombre; Bolívar,
el artífice de la libertad de Independencia soberana de la
Patria; Santander, quien siempre predicó el aferramiento
a la Constitución y a las leyes, como garantía y sostén
de la libertad.
En
este amanecer de sacrificios y de esperanzas para la República,
nuestro Ejército tiene un compromiso con la Seguridad Democrática.
Es la seguridad para todos. La seguridad para el campesino, la seguridad
para el industrial, la seguridad para el sindicalista, la seguridad
para el periodista, la seguridad para quien piense a tono con el
Gobierno y para el crítico del Gobierno.
Esa
Seguridad Democrática, en la medida que la cumplamos cabalmente,
le va a devolver todas las esperanzas a la República.
Soldados
de mi Patria: ningún colombiano hoy puede hacer algo más
efectivo por la generación de empleo y por la recuperación
de la confianza para la expansión económica, que lo
que ustedes pueden hacer con su ardua tarea, con su exposición
permanente al sacrificio.
El
Ejército de Colombia ha sido un Ejército nutrido siempre
de los superiores valores patrióticos. El Ejército
de la Patria jamás ha vivido en paraísos de impunidad.
El Ejército de la Patria jamás ha tenido fueros que
le marginen sus responsabilidades del cumplimiento de la Constitución.
El Ejército de la Patria jamás ha sido indiferente
o ha estado de espalda a los derechos humanos.
El
mundo puede saber que en cada soldado de la Patria hay la decisión
de derrotar al terrorismo, que combina en Colombia esa arrogancia
que procede de la mezcla de las drogas, de la mezcla del engaño,
de la mezcla del poderío militar.
Vamos
a derrotar al terrorismo a pesar de su arrogancia. Cada día
los soldados de la Patria amanecen con más decisión.
Cada día los soldados de la Patria amanecen con mayor conciencia
de su compromiso. Y lo vamos a hacer limpiamente, lo vamos a hacer
todos los días mostrando, ante propios y extraños,
nuestra creciente, nuestra total lealtad a los derechos humanos.
¡Que
cuando la paz se reconquiste definitivamente en Colombia, de nada
tengamos que avergonzarnos. Que no aparezcamos como un Ejército
que se dio licencias para poder recuperar la paz y después
quedó condenado como una fuerza paria. No. El nuestro es
un Ejército gallardo, es un Ejército constitucional!
El
mundo sabrá que esta arrogancia de los terroristas la vamos
a derrotar sin que nuestro Ejército tenga que dejar de respetar
los derechos humanos.
Nuestro
Ejército es una expresión de abnegación. Cuando
yo hablo de los derechos humanos y tengo, como Presidente, que reclamar
su observancia para el buen nombre de la República, para
que la seguridad sea el cimiento de la convivencia, para la honra
del Ejército, para el respaldo de nuestros compatriotas a
nuestros soldados, también me pregunto porqué no se
defiende con suficiente ardentía los derechos humanos de
nuestros soldados.
Hemos
visto hoy desfilar por el campo de esta Escuela José María
Córdova a nuestros suboficiales, oficiales y soldados mutilados.
Mutilados por las minas quiebrapatas, mutilados por la acción
a mansalva del terrorismo. Nosotros estamos dispuestos a responder
ante el mundo por nuestro compromiso por los derechos humanos, pero
necesitamos que el mundo vibre, sin esguinces, sin cálculos,
para defender los derechos humanos de nuestros soldados.
La
única arma que hoy utilizan los terroristas es el ataque
matrero, es el ataque aleve, es el ataque con las armas prohibidas,
es el ataque con la mina quiebrapatas.
Por
eso quiero hoy llamar la atención de toda la comunidad nacional
e internacional: que se nos exija a nosotros diariamente elevar
el compromiso por los derechos humanos, pero que el mundo democrático
no le coma más cuento al terrorismo de Colombia y acuda a
defender los derechos humanos de nuestros soldados, de los abnegados
integrantes de nuestra Fuerza Pública.
Nos
reunimos hoy, en este Día del Ejercito, para condecorar oficiales,
suboficiales y soldados que han prestado inmensos servicios a la
Patria. Con ellos alterna el Ministro del Interior y de Justicia,
quien se siente muy honrado porque su hijo hace hoy parte activa
del Ejército de la Patria.
Hemos
condecorado con la Medalla José María Córdova
en la Categoría de Gran Oficial, al señor Ministro
Londoño Hoyos, por su permanente disposición de servir
a la tarea abnegada del Ejército.
Y hemos
condecorado con la Medalla Orden al Mérito Militar Antonio
Nariño, por sus virtudes militares, por su abnegada y eficaz
trayectoria en el Ejército de la Patria, a los Mayores Generales
Luis Eduardo Barbosa Hernández, Francisco René Pedraza
Peláez, Eduardo Herrera Verbel y Reinaldo Castellanos Trujillo.
Y a
la señora Claudia Patricia Mesa de Rodríguez, a quien
tuve el honor de conocer hace algunos años en la Cuarta Brigada
de Medellín, cuando ella era soldado de la Patria. Trabajaba
en esa Brigada con el General Carlos Ospina, hoy Comandante del
Ejército, y allí conoció a su esposo, el señor
Teniente Helbert Rodríguez Moreno, sacrificado alevemente
por las minas quiebrapatas, pero que hoy, lleno de patriotismo y
de coraje, se recupera para seguir sirviendo bien a Colombia.
Y hemos
condecorado con la Orden al Mérito Militar Antonio Nariño
en el Grado de Caballero al Sargento Mayor Hevert Carabalí
y al Sargento Mayor Edison López Prada.
Y hemos
condecorado con la Medalla de Servicios Distinguidos en el Orden
Público, por haberse destacado en el desarrollo de diferentes
operaciones en contra de los grupos al margen de la ley, al Teniente
Nelson Enrique Carvajal Chisco, a los Soldados Voluntarios Diego
Alberto Diosa Blandón, Edison Mejía Ballesteros, Elver
Bedoya Gutiérrez, Reinel Bermúdez Sarria, José
María Pacacira Gamma, Milton Díaz Carreño,
Erminson Cristancho Gutiérrez, José Ferney Afanador
Corredor, Javier Yesid Córdova, José Hilario Guisao
Rojas, Walter Fernando Herrera y Julián Mauricio Medina.
Y hemos
condecorado con la Medalla al Valor por sus actos de valor en el
desarrollo de las diferentes operaciones en contra de los grupos
terroristas al Teniente Helbert Rodríguez Moreno, al Cabo
Tercero Bernardo González Sánchez, a los Soldados
Voluntarios Héctor Vallejo Caicedo, William García,
Germán Loaiza Aroca, Fredy Antonio De Diego, Jorge Iván
Trujillo Álvarez, Jorge Antonio Madarriaga, Lubián
Arango Vásquez, Gustavo Ernesto Rojas, Luis Enrique Rohenes
Betin, Pedro Nel Lozano Rojas, Rubiel Acevedo Álvarez, Lorenzo
Arzusa Sehuanes, José Mauricio Orjuela Parra, Wimar Yamitd
Pajoi, José Omar Patarrollo Rosas, Ramiro Góngora
Barrios y Carlos Augusto García Monte.
Y hemos
condecorado con el Distintivo Herido en Acción a los Soldados
Voluntarios José Eider Medina Quintero, Luis Adolfo López,
Armando Hernández, Jhon Jairo Moreno Quiceno, José
Beller Albarracín, Eliécer Moreno Patiño, Oscar
Aurelio Matabajoy, Jhonny David Jiménez Hernández,
José Alonso Solano Perdomo, Jaime Rey Jaimes, León
Rodríguez Ospina, Edison Herrera Carpio, Jairo Montenegro
Castañeda, Harvey Panqueva Neira y Juan Guillermo Acevedo.
A todos
ellos nuestra inmensa gratitud por los servicios prestados a la
Patria. A sus familias la gratitud del pueblo, de todo el pueblo,
porque estos Generales, estos Oficiales, estos Suboficiales y estos
Soldados han dedicado su vida a servir bien a los colombianos.
Hace
poco, visitando a empresarios de una promisoria actividad agropecuaria
en los Llanos, les decía: Ustedes están aquí,
nosotros estamos aquí, porque a esta hora los soldados de
la Patria están exponiendo sus vidas, haciendo un inmenso
sacrificio: recuperar la actividad de las empresas y la generación
de empleo.
En
este Día del Ejército estamos nosotros en este bello
campo de la Escuela José María Córdova, porque
a esta hora los soldados de la Patria están en combate contra
el terrorismo, exponiendo sus vidas en muchos lugares de Colombia.
Casualmente
interrumpimos un instante el ritual de esta ceremonia, para que
el señor General Ospina, Comandante del Ejército,
nos informara que a esta hora hay un enfrentamiento de nuestro Ejército
con los terroristas en el Vichada, que han hecho todos los esfuerzos
para seguir trayendo del exterior armamento terrorista, y estamos
dispuestos a cerrarles todos los caminos.
Los
colombianos tenemos que querer más a nuestro Ejército.
Los colombianos tenemos que apoyar más a nuestro Ejército.
Nuestro Ejército hace grandes sacrificios. La Patria empieza
a funcionar por los sacrificios de nuestra Fuerza Pública.
En
las empresas colombianas, el huésped a quien debemos deparar
mayor atención, a quien debemos recibir con mayor hospitalidad,
es el integrante de nuestra Fuerza Pública. Los colombianos
tenemos que valorar todos estos sacrificios.
Aquí
hemos visto, sin sus piernas, con una mano perdida, al Teniente
Helbert Rodríguez Moreno. Hemos visto a su señora,
quien fuera soldado de la Patria, con esa lealtad, acompañándolo
en el proceso. Y le pregunto yo: Teniente, ¿cómo se
siente? Y me dice: Presidente, bien, me estoy recuperando, estoy
esperando las prótesis, voy a manejar el computador con la
prótesis de mi mano y aspiro a que las prótesis de
las piernas me permitan caminar.
Ese
Teniente es el ejemplo del estado de ánimo de nuestra Fuerza
Pública. Y he visto a su compañero, el soldado voluntario
Héctor Vallejo Caicedo, el radio-operador de su grupo, quien
perdiera los ojos, justamente por el mismo atentado terrorista,
por cumplir la instrucción del Ejército de estar al
lado del comandante del grupo. Lo he visto esta mañana al
condecorarlo y está haciendo un gran esfuerzo de adaptación.
Aquí
hemos presenciado, compatriotas, los sacrificios de nuestra Fuerza
Pública. Las cifras son aterradoras. Los soldados que han
sido mutilados, aquellos que caen diariamente en el campo de batalla.
Afecto y apoyo a nuestra Fuerza Pública es la consigna de
la hora.
La
señora Ministra y los Altos Mandos han expedido recientemente
los decretos de seguridad social, que son un paso en la dirección
correcta para mejorarle la protección a nuestra Fuerza Pública,
en aquello que se refiere al riesgo de invalidez, a los derechos
de sobrevivencia de sus familiares, a los derechos pensionales por
esta modalidad de riesgo.
No
obstante que hay que hacer sacrificios en vejez, en retiro, y que
los señores generales han ofrecido el concurso de su sacrificio
para aumentar sus cotizaciones, a fin de permitir que la situación
deficitaria de la Nación tenga un paliativo para poder cumplir
con estos nuevos derechos que se reconocen en materia de seguridad
social a nuestra Fuerza Pública.
Cuando
imponíamos las medallas, al felicitar a uno de los soldados,
a José Hilario Guisao, me dijo que es de Cañasgordas,
un pueblito de mi comarca. Y me dijo que cumpliéramos una
promesa, que habíamos prometido una casa a aquellos distinguidos
por acciones heroicas. Él cumplió una acción
heroica. Él dio de baja a un jefe de uno de los grupos terroristas
más sanguinarios que conoce aquella tierra.
El
señor General Mora, el señor general Ospina, nos secundarán
a la señora Ministra y a mí, para cumplirle con una
casita donde él la ha pedido, porque allí nos dijo
que fuera en Medellín.
Y estoy
seguro, señor Ministro del Interior y de Justicia, que con
su afecto por la Fuerza Pública, por los soldados y policías
de mi Patria, rápidamente el Consejo Nacional de Estupefacientes
entregará los bienes inmuebles con los que podamos acelerar
los programas de vivienda para nuestros soldados y los programas
de granjas productivas para aquellos que han salido del Ejército
por la puerta grande, y también podamos encontrar mecanismos
de resarcimiento a aquellos que han sufrido tanto por la pérdida
de buena parte de su capacidad debido a estos sacrificios.
Nos
acercamos a un período difícil, el de las elecciones.
Nuestro Ejército es un Ejército que no admite politización.
Si algo caracteriza a la democracia colombiana, es que aquí
hay un afán, en nombre de la Seguridad Democrática,
de tener en una Fuerza Pública al servicio del pluralismo.
Nunca una Fuerza Pública con sesgos de politiquería.
Ustedes,
soldados de mi Patria, van a cumplir una gran tarea para que haya
una elecciones libres en todo el territorio de la Nación.
En Arauca expresé que la Policía y el Ejército,
con la cooperación de los fiscales, deben poner presos a
todos aquellos candidatos que se atrevan a ir a pedirles permiso
a grupos violentos para adelantar sus campañas. Para adelantar
el proselitismo democrático, solamente hay que pedirle permiso
al pueblo. Solamente hay que respetar una norma, la que deriva de
la Constitución. Ese es el comportamiento que obliga.
Que
los candidatos no se atrevan a ir ahincarse de rodillas ante los
jefes del terrorismo, para pedir permiso para su proselitismo democrático.
Que aquel que incurra en ese delito lo pongamos preso. Pero también,
soldados de mi Patria, vamos a defender a todos los candidatos.
Que ningún candidato, cualquiera sea su filiación
política, sea coaccionado en su libertad por los grupos violentos.
Que todos los candidatos a Concejos, a Asambleas, a Alcaldías
y a Gobernaciones, sientan la garantía de nuestra Fuerza
Pública.
Que
en Norte de Santander, que en el Cesar, en toda Colombia, nadie
se pueda quejar de que el Ejército fue indiferente para proteger
la libertad de todos los candidatos en este proceso electoral.
Y además
quiero, en este Día del Ejército, así como
demandamos este nuevo servicio de la Fuerza Pública, la democracia,
demandarlo también de los civiles. Que los gobernadores,
que los Alcaldes, que todos los funcionarios, no hagan nombramientos
por razones políticas, menos en esta etapa electoral.
Que
una Nación que sufre tanto por el déficit de sus presupuestos,
no vea que ahora se derrochen dineros del erario público
para torcer la voluntad popular. No queremos que en las corporaciones
del medio ambiente se derroche dinero para apoyar a uno u otro candidato
a Alcaldías o a Gobernaciones.
Que
en el Cauca y que en Nariño, y que en todas partes, las corporaciones
se abstengan de poner sus recursos al servicio de la politiquería.
Que
la Fiscalía y la Procuraduría le van a prestar el
gran servicio a Colombia de aumentar sus esfuerzos para hacer meter
a la cárcel a aquellos funcionarios corruptos que pongan
el patrimonio del Estado al servicio de la politiquería,
para causarle manchas a la democracia.
Quiero
agradecer inmensamente sus desvelos, a todos los soldados de mi
Patria. Agradecer a sus comandantes. A usted, señor General
Carlos Ospina, su abnegada trayectoria como soldado que ha tenido
una sola motivación: el afecto por su país.
Agradecer
a usted su sacrificio permanente. Esa tarea laboriosa durante toda
su trayectoria y en el presente, por los campos y por las ciudades
de Colombia, dirigiendo, animando, apoyando a sus soldados para
devolver a todos los colombianos su tranquilidad.
A usted,
a su señora y a sus hijos, que lo han acompañado con
tanta abnegación, la gratitud de todos sus compatriotas,
en este el Día de la fuerza que usted tanto ama, el Día
de su Ejército.
Y quiero
agradecer a usted, señor General Jorge Enrique Mora Rangel,
Comandante General de las Fuerzas, quien proviene del Ejército,
su trayectoria, su profesionalismo, su rectitud, su transparencia
y su carácter erguido, que lo convierten en un símbolo
de la esperanza de la Patria, que son los soldados de la Nación.
Y quiero
agradecer a usted, señora Ministra, su capacidad decisoria,
su valentía, su solidaridad. Hay que ver el valor de la Ministra
para tomar decisiones sin que le tiemble la mano. El valor de la
Ministra para estar al frente de los momentos más difíciles
y su solidaridad con sus soldados y policías a la hora de
defender sus reivindicaciones en la seguridad social.
En
1832 el General Santander, Presidente Constitucional de la República,
saludó a los soldados con estas palabras: Os saludo
como los mejores apoyos de las leyes y de la libertad de la Patria.
Vosotros habéis dado vida a la Nueva Granada, uniendo vuestros
esfuerzos a los del pueblo. Vosotros todos pertenecéis al
pueblo y sois parte de la Nación. Estas armas que lleváis
y que os distinguen de los demás ciudadanos, se os han entregado
cabalmente para defender sus vidas y sus derechos.
Soldados
de mi Patria, permítanme finalizar diciendo: el futuro de
una Colombia unida, solidaria, próspera, con empleo, depende
de su sacrificio, el que se renueva cada mañana. A ustedes
los que están en este campo, a todos sus compañeros
en las diferentes ciudades y campos de Colombia, nuestra gratitud,
nuestra voz de ánimo, nuestra solidaridad.
El
pueblo colombiano les dice: nunca antes la Nación unánimemente
había tenido más voluntad y más ganas de derrotar
al terrorismo. A todos nos sobran ganas y a ustedes les sobra valor,
para que los días del terrorismo no sean infinitos sino que
empiecen a ser contados.
¡Qué
viva el Ejército de Colombia!.
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