GRADUACIÓN
DE CADETES ESCUELA ALMIRANTE PADILLA
Diciembre
5 de 2002 (Cartagena – Bolívar)
Compatriotas:
Al formular la misión de la Escuela Naval de Cadetes, Almirante
José Prudencia Padilla, se postula que Colombia tenga líderes
navales con un alto nivel académico y humanístico
capaces de acabar las amenazas de la misión institucional,
las amenazas contra ella y fortalecer el poder marítimo
de la Nación.
Concentrarnos en esa misión, trabajar sin complejos, sin
timidez, en ser un poder marítimo, es un imperativo que
nace del privilegio geográfico con que dotó a esta
Patria, de manera generosa, la naturaleza.
Como la gesta libertadora de la nueva granda
celebró, principalmente
en los mediterráneos campos de Boyacá, los colombianos
tendemos a olvidar nuestra vocación marítima y fluvial
y a nuestros héroes del agua: José Prudencia Padilla,
el primero y más grande.
Fundada la República, Bolívar y Santander animaron
el fortalecimiento marítimo para contrarrestar inminentes
intentos de reconquista europea. Héroes errantes del mundo,
luchadores seducidos por la grandeza de nuestra epopeya libertadora,
vinieron a rodearla y protegerla con sus conocimientos marineros.
El archipiélago de San Andrés se convirtió en
el valuarte que protegió las fronteras patrias contra cualquier
tentativa de invasión monárquica.
En esas islas de ensueño, la población raizal –partidaria
de nuestra causa emancipadora- acogió, solidaria, decenas
de hombres de todas las nacionalidades, cuyo brazo venía
dispuesto hasta el sacrificio extremo para defender la libertad
de América.
Memorable es la presencia de Francisco
Xavier Mina, general español
que su sumó al esfuerzo contra el absolutismo y terminó derramando
su sangre en México.
Del Almirante Bilaret que recibió el encargo de Bolívar
para reclutar marineros del Caribe. De los italianos Ferrari y
Codazzi, primero oficiales navales de la Gran Colombia, de Sir
Gregor Mc Gregor, a quien la Patria comisionó para armar
buques e imponer grados de oficiales de mar y tierra.
El más grande poeta de la época, Lord Byron, convertido
en Almirante Naval, quiso venir a luchar al lado de Bolívar,
a última hora cambió el rumbo y luchó por
la independencia de Grecia, al mando de una nave bautizada con
el nombre del El Libertador.
José Prudencia Padilla, comandando nuestra Armada, selló la
derrota española en la batalla naval de Maracaibo y dejó libre
las manos de El Libertador, del Mariscal Sucre y Córdova
para definir en Ayacucho la libertad de América.
En ustedes, apreciados oficiales, el inmenso
legado que reciben con su espada de mando. Todos, los primeros
puestos: José Farid
Vargas Castaño, en naval; Juan Gabriel Guzmán Chaus,
infante regular; Eduardo Daza, infante extraordinario y los demás
graduandos. Hoy comienza un ejercicio más de la comprometedora
dignidad de oficiales de la Patria, principales agentes y guardianes
de la Seguridad Democrática, política requerida por
Colombia.
Qué bueno que nuestros críticos conocieran el nivel
de formación que están recibiendo los oficiales de
Colombia, su profesionalismo, su compromiso con el derecho y la
justicia.
Hoy presidimos la graduación de oficiales de la Fuerza
Aérea en Cali, son dignos herederos del pensamiento preclaro
de un gran humanista: Marco Fidel Suárez, estuvimos en la
escuela de Cadetes que forma a los oficiales del Ejército,
su consigna es aprender de la honradez, de la valentía,
de la determinación de José María Córdova.
Venimos a la escuela que recibe el nombre de nuestro héroe
popular, ejemplo de superación personal y profesionalismo,
José Prudencio Padilla. Mañana iremos a la graduación
que otorga la escuela que lleva el nombre glorioso de nuestro fundador,
Francisco de Paula Santander.
En todas, encontramos consagración al estudio, avances
en la acreditación como centros de educación de primer
nivel, interés genuino en la ciencia, la técnica,
el arte y la cultura.
La formación que imparten nuestras escuelas irradia conocimientos
a toda la sociedad y permite confiar en que cada oficial será el
más preclaro agente de nuestra política de Seguridad
Democrática. Ayer, el secretario de Estado, de los Estados
Unidos, general Colin Powelll, definió esa política
como una gran estrategia porque se han armado todas las piezas
que se necesitan para proteger a la sociedad.
La calificación viene de una autoridad mundial y por tanto
se constituye en estímulo para todos los colombianos cuyo
empeño de hoy debe ser la construcción de una Nación,
tolerante y pluralista pero con cero permisividad frente al crimen.
Que nadie crea que el delito, en región alguna, ha sido
invencible. Colombia, su pueblo, su Gobierno, sus Fuerzas Armadas,
derrotarán más temprano que tarde a los violentos
que azuelan todavía, pero por corto tiempo –lo aseguro-
los campos y aldeas de la Patria.
El Estado no hace la guerra, cumple sus
deberes constitucionales que son la garantía de que el pueblo colombiano alcanzará la
felicidad. Todos debemos saber que en el amplio disfrute de las
libertades reposa la sustancia de nuestra política de Seguridad
Democrática, no postulamos una seguridad para que la Fuerza
del Estado se constituya en martillo contra verdaderos o imaginarios
enemigos ideológicos o que intente sustentar un régimen
de partido único.
La Seguridad Democrática nos permitirá vivir épocas
brillantes, como algunas excepcionales del pasado, cuando los ciudadanos
reivindicaban como lo natural y civilizado, ser intolerantes frente
al delito para hacer posible la tolerancia frente a la diversidad.
Nadie puede ser neutral en la lucha del Estado contra cualquier
modalidad criminal.
La cooperación de los ciudadanos con la autoridad es expresión
del principio de solidaridad, fundamento del moderno Estado Social
de Derecho. El pueblo que nos acompaña con su solidaridad,
con su contribución, con la acción cooperante, aspiran
que el Gobierno y las Fuerzas Armadas trabajemos para dar resultados.
El elemento crucial de la acción es la eficiencia, la seguridad
del pueblo exige que la tropa esté siempre cabalgando sobre
el lomo de la iniciativa, que llegue a tiempo a los municipios,
que evite su toma destructora o el asesinato de los policías
y la masacre de los civiles.
Tenemos mucha confianza, ilusión en nuestra Fuerza Naval,
predicamos la transparencia rigurosa en los contratos, compras,
en la observancia de los derechos humanos, la austeridad y el respeto
al marco jurídico, como cualidades que deben brillar por
igual para todas las fuerzas. Y en la tarea de ser eficientes,
los marinos deberán pelear por un puesto en la vanguardia.
Que nuestros ríos, puertos y fronteras sean el epicentro
del progreso, de la relación altiva y digna de Colombia
con el mundo.
Haremos todo el esfuerzo para ampliar y
mejorar el equipamento del ejército del agua, para surtir los requerimientos de
transporte masivo y ágil de tropas, para mejorar las ayudas
satelitales y de telecomunicaciones, la capacidad de movilización
nocturna, el apoyo a las tropas de tierra y a la aviación.
A la manera de los guerreros espartanos,
convirtamos la austeridad con que debe actuar el Estado en una
fortaleza. A nuestros problemas
de ingresos, opondremos la imaginación, la inteligencia,
el ingenio.
A los jóvenes oficiales del Ejército, de la Fuerza
Aérea, de la Policía que reciben su grado en ilustres
instituciones de formación, corresponderá, una vez
rescatada la seguridad y consolidada la paz, atender las brillantes
tareas del servicio a todos los colombianos, socorrer en los desastres
de la naturaleza, cooperar con la ciudadanía en cualquier
labor constructiva, cuidar el medio ambiente.
Colombia vive un momento crucial que coincide
con su graduación,
Colombia cansada de la violencia, cansada de la corrupción,
cansada de la vacilación, ha tomado, desde la base popular
de la Nación la decisión de rescatar el orden. Como
bien lo definieron los padres de la Patria, sin orden no se posibilita
la libertad. Ambos son el presupuesto para la convivencia del pueblo
en su condición de Nación.
¿Por qué el orden? El orden para que los empresarios
inviertan y generen empleo. El orden para que los trabajadores
encuentren posibilidades de empleo, de ingresos. El orden para
que los periodistas puedan desarrollar su tarea sin la presión
de los violentos. El orden para que los estudiantes encuentren
posibilidades de una universidad científica, analítica,
pero que no sea refugio del terrorismo. El orden para que la Nación
crezca en lo espiritual, en lo material, en el conjunto de requisitos
para su bienestar.
Ahora que las madrinas de esta ceremonia
ponían en sus
manos el anillo del desposorio, ellas les estaban entregando a
ustedes un mandato en nombre del pueblo colombiano: ser los guardianes
para rescatar el orden.
Ustedes representan la generación que he llamado “del
quiebre” para bien de la Patria, la generación dispuesta
a romper con la duda frente al delito, la generación dispuesta
a romper con la permisividad frente al terrorismo, la generación
dispuesta a romper con la tolerancia frente a la corrupción.
Cuando los miraba a la frente, al tener
la oportunidad con sus comandantes y su Ministra (de Defensa,
Marta Lucía Ramírez),
de entregarles la espada, veía en la mirada de ustedes la
firmeza de los héroes, la visión de largo plazo y
el compromiso con los requerimientos inmediatos de la Patria.
Al estrechar su mano sentía el pulso firme de unos patriotas
jóvenes que quieren romper con la mediocridad que ha cohonestado
con la violencia. Ustedes se constituyen en una gran esperanza
de la Nación.
Esta noche acuden aquí sus madres,
sus padres, sus hermanos a desposarlos con la Patria. Pues bien,
recordemos a todas las
colombianas y a todos los colombianos lo que ustedes representan.
Ustedes ingresan a la oficialidad de la
armada de la Patria a guardar la Constitución, para proteger a los ciudadanos
deberán contener a los terroristas y son enormes las diferencias.
Mientras ustedes tiene que cuidar la Constitución, observarla
letra a letra, los terroristas no tienen el menor recato frente
a las normas jurídicas.
Mientras a ustedes el mundo, la Nación les exige la observancia
de los derechos humanos, para los terroristas los derechos humanos
son un melodrama simplemente para desorientar a los críticos.
Mientras ustedes buscan proteger la vida
de sus ciudadanos, los terroristas añoran exterminar la
vida de los colombianos.
Cuando ustedes tienen que proteger nuestros
mares, los terroristas quieren inundar esos mares exportando
coca y heroína.
Mientras ustedes quieren proteger la pesca
para quienes viven en las riveras de los ríos y en los pueblos pescadores del
mar, los terroristas están contaminando las aguas con la
producción de droga.
Esa tarea de ustedes, inmensa, digna de
aplauso de superior mérito,
la tenemos que diferenciar y acompañar los colombianos.
Diferenciarla, que en adelante compatriota ninguno se atreva a
asimilarlos a ustedes como actores del conflicto.
¡Aquí no hay un conflicto como muchos lo han querido
presentar, el único conflicto que hay es el conflicto entre
unas bandas de terroristas y una sociedad perseguida por ellos,
que quiere sacudirse de una vez esa mordaza!
Invito a cada uno de mis compatriotas a
que no aceptemos aquellas teorías que cuando quieren referirse a los actores del conflicto,
ponen con el mismo nivel, miden con el mismo rasero a los jóvenes
de nuestras Fuerzas y a los terroristas. Eso no lo aceptamos, ustedes
representan la institución, ustedes representan el ordenamiento
jurídico, ustedes representan el deseo de un pueblo que
quiere reconstruir la paz. Los otros representan la destrucción,
la anarquía, la violencia.
Y tenemos que acompañar a nuestra Fuerza Pública,
quererla, ayudarla, estimularla, protegerla. Mientras los corruptos
están amasando dinero al costo de maltratar las normas jurídicas
y los terroristas se disfrazan de ideología para vender
cocaína y heroína, la aspiración de ustedes
es servir a la Patria y legar a sus hijos unas medallas y unos
diplomas que acrediten una vida digna y austera.
Tiene ustedes dos momentos en la vida en
los cuales constituyen patrimonio: en las primeras etapas, en
la adolescencia, en su juventud,
en los albores de la madurez, construir patrimonio para honra de
sus padres. Y ya en la madurez y en los años superiores,
construir patrimonio moral para honra de sus señoras o de
sus esposos y de sus hijos.
Su patrimonio no es material, la mira de
su patrimonio es espiritual para honra de la Nación, su
patrimonio es su buen nombre, su patrimonio conseguido en base
al sacrificio es un patrimonio
de servicio a la Patria, es un patrimonio de orgullo por querer
a la Patria y servirla bien y por eso los colombianos los tenemos
que apoyar sin vacilaciones.
Atrás quedaron las teorías militantes, el pueblo
está rompiendo con tantos años de vacilación,
hay que venir es a estrechar la mano y a apoyarlos a ustedes y
abandonar los cócteles y las comilonas al servicio de los
terroristas.
Venimos a Cartagena esta noche, a expresarles
que el Gobierno tiene toda la determinación de apoyar la Fuerza Pública
como una condición para que la Nación rescate el
orden, rescate la tranquilidad.
Los felicito de corazón, tienen inmensas responsabilidades,
aquí en el Caribe, en esta bella e histórica ciudad.
Los viajeros que podría llegar aquí desde los Estados
Unidos, Canadá, Europa, se abstienen por temor, darle seguridad
a esa ciudad es un requisito para rescatar las posibilidades de
nuestro turismo, para dar al mundo el derecho de conocer nuestra
historia, nuestras joyas arquitectónicas y coloniales, nuestras
gentes, que es el derecho equivalente a que nuestras gentes puedan
gozar de los beneficios del turismo, de las contribuciones del
turismo al desarrollo.
Ustedes tienen la misión de cuidar estos océanos
de la Patria, ustedes tienen que pensar, desde La Guajira hasta
el Amazonas, saber que el narcotráfico se acerca ya con
su siniestra actividad al río Amazonas a destruirlo. Por
la mente, por la determinación de ustedes, por sus venas
tienen que correr todos los días las aguas de dos océanos
y las inmensas cuencas hidrográficas de la Nación,
llamadas siempre a estar bajo su cuidado.
Su tarea es infinita, he dicho a los nuevos
oficiales de tierra y de aire y lo repito ahora ante los navegantes
de la Patria, ustedes,
cuando reine la concordia, van a poder decir con Rafael Uribe Uribe –nuestro
apóstol de la paz- una frase que conmueve y que la dejo
en la reflexión de ustedes: “veremos tendidas en ademán
de reconciliación, manos que ayer no más trataban
de herirse, de pechos que ayer no más exhalaban voces de
odio y muerte, sale hoy –unísono- este grito nuevo
de amor y de vida, único que mis labios modularán
y que ojalá repitan los vuestros sin mezclas de nombres,
de partidos ni personas”. Decía el héroe: “viva
la paz”, hoy tenemos que decir en Colombia: viva la autoridad,
viva la Fuerza Pública, viva el orden, vivan ustedes jóvenes
de nuestra Armada, viva su misión para que Colombia, algún
día, pueda gritar “viva la paz” y disfrutarla.
Muchas gracias. |