ASCENSOS
GENERALES DEL EJÉRCITO
Diciembre
5 de 2002 (Bogotá, Cundinamarca)
Compatriotas:
Este acto reviste una significación trascendental, la Patria
se enaltece al contar hoy con 5 nuevos Mayores Generales, 7 nuevos
Brigadieres Generales y 530 nuevos subtenientes del Ejército.
Sea ocasión propicia para recordar que en una democracia
pluralista, abierta a todos los proyectos políticos, garante
de la libertad y la igualdad, y cuyas autoridades brotan del voto
ciudadano libre, las armas legítimas, encarnan el ejercicio último
y definitivo de la soberanía popular.
En una democracia, las Fuerzas Armadas
de la República
son el Único Ejército del Pueblo, la garantía
del pueblo. Aseguran con su disuasión el sagrado derecho
a la autodeterminación, protegen al inerme ciudadano en
sus derechos fundamentales e impiden, con su respaldo coercible,
que la voluntad soberana sea escamoteada.
Al enseñorearse la democracia, los ejércitos legítimos
ganan un fundamento ético incontrastable: ejercen la fuerza,
proveen la seguridad, no ejercen la violencia. Y ejercen la fuerza
y proveen seguridad para derrotar la violencia que carece de dicho
cimiento axiológico.
Por eso, toda la sociedad se une hoy fervorosa
a quienes, con sacrificio de su comodidad personal y de los halagos
de la vida
plácida, eligieron la noble carrera militar como opción
vital. Admirable profesión cuyo ejercicio digno, precisa
de esa rigurosa formación integral, científica y
humanística.
Lo que se denominó el "arte de la guerra" deviene
hoy en un conjunto interdisciplinario de ciencias y técnicas
de la defensa y la seguridad militar. Cada época trae sus
retos y los ejércitos enfrentan en cada momento diferentes
desafíos.
El reto de las democracias de hoy, es la
derrota del enemigo de la sociedad. El enemigo de la sociedad
es el terrorismo y la criminalidad
organizada, cualquiera sea su ropaje ideológico. En esta
batalla, todas las democracias del planeta somos aliados naturales.
Parecería que la prohibición de la fuerza entre
los Estados y la superación de la Guerra Fría, permitiera
adivinar una etapa de relativo remanso para las instituciones armadas.
Pero en el mundo subsisten conflictos, conflictos entre las democracias
y el terrorismo y también en Colombia, nuestro Ejército
ha tenido que asumir la heroica tarea de enfrentar desafiantes
bandas de terroristas que, con desprecio por la dignidad humana,
han añadido nuevas modalidades a la historia universal de
la infamia.
En esta desigual confrontación, nuestro Ejército
se fortalece, ha ganado la batalla ética y está en
condiciones de ganar la batalla democrática, que es la protección
efectiva de la sociedad con el presupuesto de someter la delincuencia.
El apoyo del pueblo y la confianza de los ciudadanos hacia sus
soldados, es el premio que hoy, ustedes, los oficiales ascendidos,
agregan a las nuevas insignias.
Gracias al valor de nuestros soldados y a pesar de la escasez
de recursos, estamos desmontando el mito de unos grupos violentos
supuestamente invencibles.
Fortalecida por el amor a Colombia y guiados por el más
escrupuloso respeto a los derechos humanos y al Derecho Internacional
Humanitario, esta Fuerza Pública nuestra ganará la
batalla al delito, aunque se nutra ese delito de las descomunales
riquezas ilícitas y pretenda sacar ventaja de su desdén
por los principios éticos de la guerra.
Doblegar el poderío de esta diabólica
mezcla de terroristas, narcotraficantes y bandas vulgares de
salteadores,
es un reto que el mundo entero debe aplaudir y apoyar. Es un sacrificio
ofrecido por los soldados de Colombia en defensa de toda la humanidad.
Convoco a todos los noveles Mayores Generales,
Brigadieres Generales y Subtenientes, a seguir adelante en esta
tarea histórica,
guiados por la idea de seguridad democrática que el pueblo
tiene hoy como una de sus fundamentales banderas.
Contrario al concepto autoritario de seguridad,
nuestra política
se encamina a garantizar la expresión libre de todos los
pensamientos y su confrontación racional en los escenarios
de la vida social. La acción de las armas jamás puede
acallar a las armas de la crítica. Los disidentes deben
ser protegidos en iguales condiciones que los ortodoxos, cuando
quiera que gravite la amenaza o la intolerancia sobre ellos. Aquí,
lo único que no vamos a tolerar es el delito.
Contraria a la visión clasista, nuestra idea de Seguridad
Democrática apunta a proteger tanto al trabajador como al
empleador, tanto al labriego como al empresario agrícola
para que no sufran secuestro o el desarraigo violento, tanto al
sindicalista para que defienda su causa social legalmente, como
al inspector de trabajo para que tramite los conflictos, lo mismo
al cura que al pastor, para que prediquen tranquilos su evangelio;
por igual al líder social para que abandere las necesidades
de su pueblo, como al alcalde para que las resuelva.
Seguridad y derechos humanos se encuentran
y complementan en la política de Seguridad Democrática. Ello impone retos
que ustedes, al escalar nuevos puestos de mando en la jerarquía
del Ejército de Colombia, han de asumir:
- Tomar siempre la iniciativa para perseguir a las organizaciones
delictivas.
- Mantener una actitud de persecución
continuada, sin tregua, sin pausa.
- Mantener una fusión solidaria
entre Fuerza Armada y el pueblo es imprescindible.
- La acción cooperante entre las distintas armas que integran
nuestra Fuerza Pública, es condición ineludible en
esta batalla. Toda descoordinación, toda dualidad de esfuerzos
y, peor aún, toda rivalidad nos condena al fracaso. Quienes
hoy reciben estas nuevas insignias de soldados de la Patria están
llamados a honrarlas con virtudes.
- Una virtud: la capacidad de liderazgo
respecto a sus subalternos. Ese liderazgo que hace sólidos los cimientos de la jerarquía
legal. Ese liderazgo que tiene que trascender la órbita
de sus subalternos y expresarse sobre el pueblo.
- Otra virtud: la creatividad frente a
una delincuencia que despliega su ingenio para el mal. La imaginación creativa debe servir
a los bienes superiores de nuestra sociedad democrática.
- Otra virtud: la flexibilidad en los esquemas organizativos y
operativos.
- Otra virtud: la decisión de ganar,
cualquiera sean las condiciones para el bien del pueblo.
Expreso mi saludo y mi voz de aliento a
los nuevos Mayores Generales: Luis Hernando Barbosa Hernández, Francisco René Pedraza
Peláez, Eduardo Herrera Verbel, Eduardo Morales Beltrán
y Reinaldo Castellanos Trujillo. Su valor y sus servicios a la
democracia merecen el reconocimiento, el aplauso y el afecto de
todos los ciudadanos que los hacemos extensivos a sus queridas
familias.
Nuestra solidaridad y voz de aliento a
los nuevos Brigadieres Generales, Jairo Ovalle Galvis, Paucelino
Latorre Gamboa, Héctor
Martínez Espinel, Germán Galvis Corona, Carlos Orlando
Quiroga Ferreira, Edgar Cevallos Mendoza y Carlos Arturo Suárez
Bustamante. Su consagración al estudio de la ciencia militar
y sus acciones contra la criminalidad sustentan el derecho a la
insignia que hoy honrosamente ostentan, que enaltece la Patria
y llena de orgullo a sus familias.
A los nuevos subtenientes que se gradúan en los cursos "General
Manuel Roergaz de Serviez" y "Subteniente Luis A. Bernal
Baquero", damos la bienvenida a la gloriosa oficialidad del
Ejército.
Enhorabuena a los subtenientes Diego Alejandro
Barrero Guinand y Francisco Javier Jaramillo García, por haber sido distinguidos
con el primer puesto de cada uno de dichos cursos. Ustedes honrarán
la memoria del ilustre francés que en los albores de este
Ejército, se puso a las órdenes del Libertador. Y
del inolvidable subteniente de nuestro Ejército, que ofrendó su
vida en Corea en defensa de la democracia.
Déjenme abandonar estas líneas, para expresar unas
referencias: primero, la historia democrática de los pueblos
no se equivoca. Aquellos pueblos que han organizado su ejército,
que lo han apoyado, que lo han estimulado, han encontrado en su
Fuerza Pública un referente moral que los ha consolidado
como Nación.
Una Fuerza Pública eficaz, una Fuerza Pública con
liderazgo moral sobre la comunidad, una Fuerza Pública transparente,
se constituye en un lazo vinculante para construir del pueblo de
Colombia, una Nación superior en el orden.
A esta hora, mientras aquí centenares de jóvenes
terminan sus cursos iniciales, hacen el transito de alférez
a subtenientes, se disponen a hacer presencia en las regiones de
Colombia afectadas por la violencia, el Congreso discute los nuevos
tributos. ¡Convoco a los colombianos a que los paguemos,
a que los recibamos bien, porque vamos a apoyar a nuestra Fuerza
Pública”
En la medida en que tengamos un Ejército fuerte, unas armas
fuertes, en esa misma medida, estas docenas de nuevos subtenientes –todavía
en el transito de su adolescencia a su juventud-, van a tener más
protección, van a prestar con mayor seguridad para sí mismos
y para sus familias, el servicio de proteger a todos los colombianos.
Estas familias, entregan un ramillete de
sus hijos al servicio de la Patria, todos los colombianos tenemos
que hacer nuestro aporte,
dar nuestra solidaridad, acompañarlos, protegerlos, para
que éstos jóvenes puedan servir bien a la Patria
y para evitar que éstos jóvenes sean mal tratados
por el terrorismo asesino que en Colombia no tiene límites éticos.
¡En Colombia no hay sino un sólo conflicto: el conflicto
de 44 millones de ciudadanos de bien, que quieren sus libertades,
que quieren trabajar, que quieren estudiar y unas bandas de forajidos
contemplados por la debilidades de la historia, que apelan al terrorismo
y hacen esfuerzos para justificarlo ante cámaras y micrófonos!
¡Y hay una diferencia fundamental: estos subtenientes tienen
que someter su acción a la Constitución, los terroristas
someten su acción al desidio criminal!
¡Y hay otra diferencia: estos subtenientes tienen que proteger
a toda la sociedad, los terroristas sólo protegen su sed
de crimen, su avaricia de poder, su codicia de dinero!
¡Y hay otra diferencia fundamental: estos jóvenes
tienen que respetar los derechos humanos. Los terroristas miran
con desdén los derechos humanos, no les interesa los derechos
humanos, para nada distinto que para engañar a la humanidad
que, en destellos de candidez, en ocasiones ha creído que
los derechos humanos son una invocación justificada para
los terroristas de Colombia!
¡Por eso, por estas y muchas diferencias fundamentales,
pido a mis compatriotas que en adelante, cuando se hable actores
del conflicto, porque aquí no hay actores del conflicto,
aquí hay una sociedad de que es actora de vida y de progreso
y unos terroristas que son actores de destrucción. Cuando
en adelante se hable de actores de conflicto, jamás podremos
cometer el error de igualar a nuestra Fuerza Pública con
los terroristas!
¡Miremos esta imagen: estos jóvenes que se disponen
a arriesgar su vida para protegernos a nosotros, estos jóvenes
que salen ésta mañana con el corazón henchido
de patriotismo, estos jóvenes que son despedidos con lágrimas,
con emoción y con nostalgia por sus padres y hermanos, el
pueblo colombiano no los puede igualar, so pretexto de examinar
los actores del conflicto, con quienes están dedicados a
delinquir y a atrapar al pueblo colombiano en las trampas del terror!
Esta batalla tiene dificultades, esta batalla
tiene reveses, pero cuando al caer la noche, la Señora Ministra (de Defensa,
Marta Lucía Ramírez) o el General (Jorge Enrique)
Mora (comandante de las Fuerzas Militares) me informan de alguna
dificultad, eso golpea, da tristeza y causa angustia. Sin embargo,
le pido a Dios que me deje ver la luz de la madrugada siguiente
para seguir al frente de la batalla de animar a la Fuerza Pública
hasta la derrota final del terrorismo.
¡No más dudas! ¡Esta no es la hora de los vacilantes! ¡Por
profundas que quieran presentar sus elucubraciones, ésta
es la hora de la Patria! ¡Y la Patria, para tener presente
y futuro, la Patria para tener bienestar, no puede ser desorientada
por las retóricas al servicio del terrorismo! ¡Esta
es la hora de la Constitución y del Orden, para lo cual,
sin vacilación, es el momento de apoyar a cada uno de los
integrantes de la Fuerza Pública!
¿Y orden para qué?: orden para que los empresarios
inviertan y se genere empleo, orden para que los trabajadores encuentren
oportunidades, orden para que la universidad sea científica,
crítica, analítica, discrepante, pero no refugio
del terrorismo. Orden para que en la política haya deliberación,
ideas opuestas, debate fraterno sin la amenaza de las armas de
la delincuencia. Orden para construir una sociedad en armonía.
Y ese orden, esa garantía de las libertades, nos obligan
a fortalecer a nuestra Fuerza Pública.
A todos ustedes, mi abrazo en la brega
y que mi afecto por el glorioso Ejército de la Patria se plasme en las palabras
con que nuestro padre fundador, en memorable brindis, reclamó gloria
y memoria imperecederas.
"A la heroica firmeza de los combatientes, a su constancia,
sufrimiento y valor sin ejemplo. A los hombres dignos, que a través
de males horrorosos, sostienen y defienden su libertad. A los que
han muerto gloriosamente en defensa de su Patria, de sus instituciones
democráticas. A los heridos que han manifestado su intrepidez,
su dignidad y su carácter. Odio eterno a los que deseen
sangre y la derramen injustamente".
¡Para que viva nuestra democracia, para que viva el orden,
que vivan los soldados y policías de Colombia!
Muchas gracias.
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