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ASCENSO OFICIALES DE LA POLICÍA NACIONAL
Diciembre 6 de 2002 (Bogotá – Cundinamarca)

Compatriotas.

Este acto solemne y emotivo a la vez en el que se exalta, mediante la condecoración y el ascenso, a un grupo distinguido de oficiales de la Policía Nacional, muestra al país un ejemplo paradigmático de servicio civil.

Una institución que promueve y asciende a sus miembros con exclusivo fundamento en el mérito excepcional, por actos de valor y por la fidelidad a la noble causa de proteger los derechos del ciudadano y asegurar la convivencia pacífica.

La conciencia de esta Nación, de esta Nación nuestra, no puede olvidar que tiene en su Policía al cuerpo armado de carácter civil, cuya función social consiste en mantener el orden público. Entendiendo por tal el conjunto de condiciones de tranquilidad, seguridad, moralidad y salubridad públicas que hacen posible el ejercicio fluido de los derechos y libertades.

El país debe recordar, todos los días, que el Policía prefigura toda noción de autoridad pública. Donde existe Policía hay sociedad, orden social. Donde ella esta ausente el tejido social pronto se desvanece y se retorna a la terrible situación que Tomas Hobbes denominó: la guerra de todos contra todos.

En un régimen democrático confiamos a la Policía la función de hacer compatible el orden con la libertad o mejor, la misión de hacer prevalecer el orden como presupuesto insustituible de la libertad y la igualdad de oportunidades.

Descuidar la permanente actualización de estas nociones en la conciencia colectiva, genera erosión social y pérdida de solidaridad como ha ocurrido en tramos de nuestra historia.

Enternece escuchar a muchos colombianos el recuerdo del policía escolar encargado de velar porque los niños concurrieran a la escuela municipal.

Amplios sectores de la Nación sienten nostalgia porque en algún momento encontraron una policía más metida en el tejido social y eso lo tenemos que recuperar. Para que la Seguridad Democrática se enseñoree de todo el territorio patrio e impregne todos ámbitos de la vida social, la Policía constituye un instrumento vital.

Convoco a este selecto grupo de oficiales, a quienes son condecorados con la medalla de servicios distinguidos, a quienes ascienden a mayor general, brigadier general y subtenientes, a tomar en sus manos la bandera de la Seguridad Democrática que el pueblo reclama.

El concepto de seguridad puede recibir diferentes contenidos, nosotros reivindicamos un contenido y un significado democráticos para tal concepto.

Por oposición a la concepción autoritaria, nuestra política de Seguridad busca garantizar la expresión libre de todos los pensamientos y su confrontación racional.

Mientras la seguridad totalitaria apunta a la unanimidad confesional, la Seguridad Democrática –en cambio- se propone garantizar pleno espacio al disidente, busca ampararlo frente a cualquier amenaza o intolerancia.

Solo cuando construyamos un país con cero tolerancia al delito y a la violencia, tendremos una sociedad plenamente tolerante con la discrepancia. La impunidad frente al crimen es condición ineludible para ganar el más civilizado nivel de disenso.

Contraria a la visión clasista, la Seguridad Democrática busca proteger tanto al trabajador como al empleador, al labriego como al empresario agrícola para que no sufran el desarraigo violento o el secuestro, al sindicalista para que defienda su causa social, como al inspector de trabajo para que tramite los conflictos, lo mismo al cura que al pastor para que prediquen tranquilos su evangelio, por igual al líder social para que abandere las necesidades de su pueblo, como al alcalde para que las resuelva.

La Seguridad Democrática no podrá alcanzarse al precio de vulnerar los derechos humanos. El éxito de la Seguridad Democrática exige respetar los derechos humanos escrupulosamente y en todo acto de la Fuerza Pública, tender hacia su plena realización.

La estrategia de Seguridad Democrática impone muchos retos: un alto grado de colaboración ciudadana, que policías y ciudadanos integren un mecanismo indisoluble, que –como en el verso de Carlos Castro Saavedra- no haya farol que no le preste su luz al Policía.

Los 25 mil frentes de seguridad ciudadana, con sus 947 mil integrantes, muestran la positiva actitud de la población civil. El ofrecimiento de los taxistas de Bogotá a actuar como cooperantes, así lo ratifica. La determinación de autoridades locales como el señor alcalde (de Bogotá) Antanas Mockus de promover con objetivos específicos esa cooperación, es un ejemplo que hace bien a la Nación en este momento de tantas dificultades de orden público.

Y hay muchos retos más: cooperación y seguridad entre la Policía y las demás armas, que la Fuerza Aérea, el Ejército y la Armada acudan presurosos a respaldarla por todos los medios, que la creatividad nos aconseje.

La operación Orión, en la cual participó con tanto liderazgo la Policía y su Comandante -el General Gallego- en mi ciudad (Medellín), ha mostrado cuan fecunda es la acción conjunta de nuestros diversos cuerpos armados.

Otro reto: el manejo austero y eficiente de los recursos limitados con que contamos y ante todo, absoluta moralidad y transparencia en su administración. En esta materia no podemos permitirnos una sola sombra de duda.

¡Qué bueno, señor General Teodoro Campo, comandante de la Policía, que muchos altos oficiales estén abandonando las oficinas de Bogotá y entrando a prestar sus oficios en todos los municipios, en las zonas rurales de la Patria!

Ese es un ejemplo de disposición para enfrentar en el campo, directamente, la acción de proteger al ciudadano. Ese es un ejemplo de que un país con tanta limitación de recursos, tenemos que hacerlos rendir con la mayor eficiencia y todos tenemos que prestar nuestro concurso.

¡Qué bueno que, dentro de algunos meses, en esa materia ustedes le presenten un balance a la Nación, que la Nación lo reciba con agrado y con aplauso!

Y tenemos muchos más retos, por ejemplo: necesitamos devolver a los ciudadanos un derecho fundamental, el derecho al Policía del cual carecen hoy los habitantes de 147 municipios. El 14 por ciento del territorio nacional, centenares de cascos corregimentales que son agrupaciones urbanas extensas y muy habitadas, miles de kilómetros de nuestras zonas rurales.

General Teodoro Campo: sus 35 años de fiel y abnegada dedicación a la Policía, constituyen mérito que ahorraría cualquier otra referencia a sus invaluables servicios.

Con todo, quiero resaltar en usted al oficial especializado en vigilancia, al honesto trabajador –que de mano con la comunidad- ha forjado escuelas en barrios humildes tales como Ciudad Bolívar, al forjador de sueños como el Parque del Cartucho, al promotor de ideas como aquella de incrementar la Policía de Vigilancia para cuidar al ciudadano, al líder del proyecto de reactivación de estaciones en pequeños poblados mediante la Policía de Carabineros y su integración a la Policía Rural, como lo demanda la Nación en lo cual tendremos que dar una gran respuesta.

Como no enaltecer al humano Policía que con su afecto, hacia el noble animal, ha hecho de él un compañero de brega.

Señores Brigadieres Generales Alonso Arango Salazar, director de Inteligencia de la Policía y José Leonardo Gallego Castrillón, comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburra: nuestro orgullo de colombianos se inflama al imponer a ustedes, valerosos policías de la Patria, la medalla de servicios distinguidos prestados durante 30 años.

Cuando el niño, el joven y el anciano duermen placidamente en sus hogares, cuando el padre de familia vea a sus hijos alejados de la droga, debería saber que esa dicha la deben en gran medida a los servicios de oficiales de la Patria de la Policía como ustedes.

Mi felicitación, la voz de aliento, el abrazo de compañeros a los nuevos Mayores Generales Héctor Darío Castro Cabrera, Luis Alfredo Rodríguez Pérez y Héctor Manuel Páez Guerra. Su impecable hoja de servicios y sus valerosas ejecutorias para proveer de seguridad a los colombianos, los honran para acceder a la posición de alta jerarquía que van ahora escalar.

Mi congratulación a los nuevos Brigadieres Generales Jaime Augusto Vera Garavito y Héctor García Guzmán, quienes por su destacada hoja de servicios y su brillante desempeño académico en el respectivo curso de ascenso, reciben hoy el reconocimiento y la confianza de la Nación.

Mi felicitación, la felicitación de la Nación entera, a sus esposas y a sus familias. Ellos han sido causa insustituible en el merecimiento de ustedes para este ascenso.

El ascenso de 158 jóvenes que ascienden a subtenientes de la Policía, con especialidad en vigilancia, revive la fe en Colombia y devuelve la esperanza de una Patria mejor.

Nos llena de orgullo ver que la mujer colombiana esta dignamente representada en 16 de estos nuevos oficiales.

¡Qué hermoso ejemplo para nuestra juventud, como quieren emular con usted señora Ministra (de Defensa, Marta Lucía Ramírez), como tenemos que decir hoy a los colombianos que queremos la presencia de la mujer en todas nuestras Fuerzas y en la Policía, porque la mujer es sentido de orden. La mujer en la Policía es sentido de autoridad y también señal de ternura. Porque aquellas funciones públicas que se ponen en las manos de la mujer, aquellas tareas que a ellas se encomiendan, siempre se desarrollan con pulcritud, con ejemplar transparencia.

Felicito especialmente al nuevo subteniente Mauricio Alejandro Patiño Galvis, alumno aventajado que se distinguió al ocupar el primer puesto de su promoción.

La graduación de tan selecto grupo de subtenientes es una invitación a los jóvenes de Colombia para que abracen la carrera de oficiales de la Policía, como una excelente opción profesional y de servicio a la Patria, como un maravilloso horizonte para desarrollar sus capacidades intelectuales y técnicas, para realizarse en lo personal con el diario estímulo de estar realizando las ambiciones del colectivo de la Nación.

Subtenientes: en cada una de sus acciones ustedes deberán honrar al héroe que da nombre a este curso Mayor Ramón Lanus Orta Osorio. Él, con su sacrificio, se convirtió en un referente para todos los que somos policías de la Patria. Que el Policía vuelva a ser un referente de identificación para nuestros niños y jóvenes.

¡Policías de Colombia: tal vez ninguna otra Policía del mundo tiene que enfrentar tantos enemigos y librar tantas guerras contra la delincuencia, como la nuestra, ustedes son héroes que cotidianamente libran a la humanidad de terribles flagelos del terrorismo, la droga, el tráfico de armas y de las mafias en todos los campos!

Ni la Nación y el mundo pueden dejar de rendir homenaje –como en este acto debemos hacerlo- a los 260 policías inmolados y 390 heridos en los últimos meses.

Cuando las nuevas generaciones de colombianos puedan gozar de una Patria sin violencia, los nombres de estos héroes deberían ser recordados para siempre.

Reciban ustedes, distinguidos oficiales, nuestra cercana y permanente solidaridad por el cotidiano cumplimiento de sus deberes. Tengamos siempre presente la voz del General Santander, padre civil de la República y a quien correspondió el honor de crear el primer cuerpo de Policía de Colombia.

La paz, el orden, la tranquilidad y la dicha serán precisamente el fruto del exacto cumplimiento de estos deberes y con tales auspicios, se verificará una reconciliación sincera, crecerá la confianza, se afianzará el sistema, se desenvolverá la industria y se repararán los desastres pasados.

Al General Santander, nombre que lleva con orgullo nuestra escuela de formación académica, debe la Nación su configuración como Estado de Derecho, su tradición, su profesión de fe en la juridicidad. Fue Santander quien nos mostró que solo el imperio de la ley nos depara una sociedad de seres libres, pacífica y prospera.

La Policía tiene la sublime misión de garantizar el imperio de la ley en la vida cotidiana y todos nosotros tenemos la tarea de apoyar a nuestra Fuerza Pública, de explicar a cada uno de nuestros conciudadanos porque Colombia necesita recuperar el orden.

¡Orden para que el empresario tenga libertad para invertir y crear empleo!

¡Orden para que el trabajador tenga libertad de trabajo, posibilidades de ingreso!

¡Orden para que el estudiante tenga libertad de realización científica!

¡Orden para que la discrepancia se exprese con libertad!

¡Orden para que el periodista cumpla su tarea sin la coacción del terrorismo!

En esa bella misión de recuperar el orden, presupuesto de nuestras libertades, la Policía de la Patria tiene un lugar de vanguardia.

Ustedes subtenientes, en una primera etapa van a ir a grandes ciudades, después a aldeas y a zonas rurales. Allí se van a encontrar una realidad: la de una Colombia flagelada por la violencia, y un reto: el de estar en primera línea para proteger a la sociedad.

Hay una enorme diferencia entre ustedes y los malhechores que ustedes deberán combatir, para poder defender a la sociedad. Ellos no respetan la Constitución, la desconocen, la miran con desdén. Ustedes tienen que ceñir siempre su actuación a la Constitución.

Ellos no tienen interés en los derechos humanos, simplemente algunos de los más abusados terroristas han invocado los derechos humanos para hacer un drama ante comunidad internacional, equivocarla y confundir su apreciación sobre la realidad colombiana.

Ustedes, Subtenientes, son guardianes de los derechos humanos. Ellos, los terroristas, destruyen la selva para sembrar droga, contaminan nuestros ríos, los mares, afectan la ecología de la Patria con esa actividad destructora.

Ustedes se han convertido en la Policía del mundo más sacrificada y más eficaz en la lucha contra la droga, para recuperar plenamente la dignidad del pueblo colombiano, para que a los jóvenes de la Patria los reciban con los brazos abiertos en cualquier territorio del mundo, para que nuestro pasaporte algún día vuelva a ser merecedor de respeto, para que el pueblo colombiano vea que con la lucha de su Policía contra la droga, se reivindica plenamente su dignidad.

Ustedes, Subtenientes, no tienen aspiración distinta que aquella que se da en dos etapas de la vida. En la primera, en esta de su juventud, su única aspiración es honrar bien a sus familias, es servir bien a su Nación, es dar buena cuenta de su labor policial a sus papas, a sus mamas, a sus hermanos.

En los años de la madurez, ustedes tendrán otra aspiración: la de dejar a sus hijos un gran nombre, unas medallas que recogen unas ejecutorias, unos diplomas que registran y certifican unos actos de heroísmo y que en las familias de ustedes se constituyen en el gran patrimonio.

Mientras los terroristas amasan fortunas, cometiendo toda clase de delitos, ustedes los llamados a combatir a los terroristas para defender a la sociedad, solamente amasan una fortuna, su patrimonio moral.

Por eso, invito hoy nuevamente a cada uno de mis compatriotas a que no permitamos el equivoco de asociar a nuestra Policía como actor del conflicto y de medirla con el mismo rasero con que se mide a los delincuentes.

Nuestros Policías, la totalidad de los integrantes de nuestra Fuerza Pública, son la expresión de la Constitución para respetar los derechos de los ciudadanos. Los delincuentes son la expresión del terror para afectar la Nación entera.

Que no se diga más al mencionar actores del conflicto, que lo son nuestra Fuerza Pública o nuestra Policía. Ustedes son la garantía de la sociedad, los otros están creando el conflicto del terror que es el que sacude muy hondamente la Nación.

Y los queremos apoyar con nuestro entusiasmo, con nuestro afecto por la Patria, confiamos plenamente que el Congreso de Colombia le va a pedir a todos los ciudadanos que hagamos un esfuerzo para fortalecer el presupuesto de nuestra Fuerza Pública.

¡Tomada la determinación de recuperar la paz, aquí ya no podemos limitar recursos!

¡Vamos aplicarlos con austeridad, con total transparencia, a esforzarnos con resultados, pero a contribuir con generosidad porque en la medida que tengamos una Fuerza Pública bien apoyada, suficiente, bien dotada, construiremos el más preciado de los bienes perdidos por momentos de la Patria: la posibilidad de vivir en paz, en convivencia, de trabajar sin la coacción de la violencia!

Y los quiere apoyar cada ciudadano, sigan ustedes la labor pedagógica de convocar a los frentes de seguridad, tenemos que llenar los mapas urbanos con frentes de seguridad.

Que desde el ciudadano humilde, hasta el más encumbrado dirigente, participe en los frentes de seguridad. Que en Bogotá no solamente estén en Ciudad Bolívar, sino en los barrios más elegantes del norte. Que en mi ciudad no solamente estén en la Comuna 13 y en Manrique, sino en El Poblado. Que en Cali no solamente estén en Aguablanca y en los sectores populares y de clase media, sino en los sectores donde viven los grupos sociales más pudientes.

Es labor de solidaridad que todos nos integremos a los frentes de seguridad para cooperar con nuestra Policía, que los apoyemos y que ustedes se merezcan ese apoyo con su eficacia y con su transparencia.

Estamos hoy anonadados por el secuestro, tenemos que revisar esa política, ajustarla, ser más eficaces para derrotar el secuestro, convocar la solidaridad de los ciudadanos para que con su información nos ayuden a evitar secuestros, a capturar secuestradores, a liberar secuestrados.

Es importante, también, estimular las recompensas porque si bien todos los ciudadanos quieren cooperar por solidaridad, hay muchos que además de la solidaridad, que sienten su pobreza, hace que la recompensa la requieran.

Vamos a derrotar el secuestro, dejo una reflexión simple en la mente de ustedes: cada vez que secuestran un colombiano, se crea una profunda angustia en su hogar, se pierde la posibilidad de generar empleo, se fugan recursos, se pierde confianza en la economía de la Patria. Secuestro es igual a desempleo.

Y tenemos que preocuparnos por ser más eficaces en todos los temas. ¡Qué bueno que ahora tendremos más policías para cuidar las carreteras!

Si los colombianos pueden volcarse sobre las carreteras –como lo han hecho en los últimos puentes-, eso va a recuperar confianza, va a estimular el turismo.

Me contaba el General Carlos Ospina (comandante del Ejército) que en uno de esos puentes, visitaba la carretera entre Espinal y Neiva y humildes compatriotas del Tolima y del Huila, que tienen sus ventas a la vera del camino, se acercaban a él y lo abrazaban con gratitud y le expresaban: General, nos han devuelto la fuente de empleo.

Y que en otro de esos puentes se desplazó a los Llanos y también, humildes trabajadores de la orilla del camino recibían con vítores y aplausos a la Fuerza Pública porque estaban regresando el dinamismo de la economía a esa carretera.

¡Qué bueno que los bogotanos puedan, todos, volcarse al altar de la Patria que es Boyacá –cuyo Gobernador hoy nos acompaña- y que la presencia de la Policía en todas las vías y en los lugares públicos les garantice a los ciudadanos recuperar la posibilidad de hacer turismo por esta bella Nación!

¡Qué Nación tan bella!, ¡qué Nación tan diversa!, ¡qué gente tan hospitalaria la gente colombiana!, ¡qué Nación con tanto detalle humano en Boyacá o en Nariño, en La Guajira o en el Amazonas, en Bogotá o en Cali, en el Chocó o en la Llanura!, ¡qué Nación tan promisoria!

¡Pero hay una decisión: no vamos a permitir que la sigan arrebatando los violentos, la vamos a recuperar de los violentos!

¡Qué bueno que con el compromiso de la Policía, dentro de pocos meses el Departamento de Estado de los Estados Unidos pueda quitar los mensajes de alarma, que previenen a muchos de sus ciudadanos para que no hagan turismo en Colombia!

¡Qué bueno que recuperemos todas las posibilidades de la Patria a partir de la seguridad!

¡Qué bueno que el trabajador urbano sienta que la Policía es más eficaz para que no le roben la moto!

¡Qué bueno que podamos mostrar unos resultados contundentes en la derrota de nuestras ciudades de ese delito de tanto impacto social, que es el robo de motos, que es el robo de vehículos!

El señor Ministro (del Interior y de Justicia) Fernando Londoño está preparando un proyecto de reforma legal para facilitar la acción de la Fuerza Pública frente a esos delitos.

Quiero, finalmente, volver al prócer forjador de nuestra institución, para decir como él lo dijera, para repetir con él: “ya no quede sino un solo medio de merecer la estimación pública y el título de buen ciudadano, el sometimiento absoluto y sincero a las leyes”. Permítanme agregar a las tantas, un intento de definición de Policía.

“La Policía es el vínculo amable y serio del ciudadano con la ley, con la fortaleza de la Policía volverá la vida de la Patria”.

Muchas gracias.

 
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