BIENVENIDA
AL PRESIDENTE RICARDO LAGOS A COLOMBIA
Diciembre
7 de 2002 (Bogotá – Cundinamarca)
Señor Presidente Ricardo Lagos:
Chile y Colombia se hermanan en sus orígenes históricos
y encuentran muchos felices puntos de encuentro. No son pocos los
puentes efectivos, culturales y políticos que nos acercan
y nos unen de forma perenne.
En los albores de nuestro nacimiento como
Nación, Bolívar
completó la gloria de liberar a toda Colombia gracias al
apoya que brindó el gran Osiris a sus soldados. Cuando Bolívar
adelantó la campaña del sur, Chile para él
fue simplemente motivo de inspiración, razón de apoyo,
porque allá habían sabido consolidar plenamente su
independencia.
A mediados del Siglo XIX don Andrés Bello, el hombre más
universal de América durante ese siglo, chileno por vocación
y por amor a esa Patria que lo acogió generosa, aportó a
Colombia la obra de sabiduría jurídica más
densa y perdurable de todo el Continente. El Código Civil
Chileno, luego de ser prohijado por algunos estados regionales,
se convirtió en el estatuto civil de toda la nación
colombiana, en 1887.
Esa monumental codificación, hoy vigente en Colombia, puede
ser considerada como el patrimonio común de la cultura jurídica
latinoamericana. En ese sentido Chile le ha aportado a Colombia
la más fecunda escuela del derecho civil universal.
Chile y Colombia han compartido en su historia
una tradición
democrática y civilista. Su país, señor Presidente,
siempre fue para los latinoamericanos un referente de fidelidad
al Estado de derecho y de respeto por la voluntad popular, libremente
expresada en las urnas.
A través de la historia, las Fuerzas Armadas chilenas moldearon
el ideal del militar respetuoso, de la institucionalidad democrática.
Colombia siempre admiró esa actitud, porque entre nosotros
el gusto por la forma civil, pluralista y democrática de
Gobierno hace parte de nuestra naturaleza.
Recordemos que durante el siglo anterior
tuvimos una misión
chilena, permanente en Bogotá, como grupo de asesores militares
para contribuir en la modernización de nuestros ejércitos
y nuestra Policía. Los gobernantes de entonces, admiraban
de los militares chilenos –además de su profesionalismo
y disciplina- su concepción civilista de apego a la ley,
concepción que nosotros hemos cultivado desde que así nos
moldeó Francisco de Paula Santander.
En esa fraternal relación entre nuestros Estados, hay un
episodio digno de recordar: cuando el gobierno liberal y progresista
de Balmaceda tuvo que afrontar en 1891 una guerra civil, el gobierno
colombiano se planteó cuál sería la forma
correcta de actuar. Estudiada la situación, nuestro Estado
decidió no tener trato con aquellos rebeldes al considerarlos
un compuesto de piratas, por cuanto con sus actos no respetaban
las leyes de la guerra entre naciones.
También resulta memorable la relación de estrecha
colaboración y hermandad que ligó a los diarios El
Mercurio y El Tiempo, faros de la libertad de prensa en toda Hispanoamérica.
Los colombianos no olvidamos que Chile,
pueblo que comparte con el nuestro tantos gustos y tantas aficiones,
siempre ha estado
integrado en aquello que más suscita ilusiones en el pueblo
colombiano.
Bienvenido Presidente Lagos y su distinguida comitiva a esta patria
colombiana que los recibe como hijos.
Usted, que desde muy joven mostró preocupación por
las injusticias sociales, cuando escribió su brillante tesis
de grado -La concentración del poder económico en
Chile-, es recibido hoy con admiración y afecto por el pueblo
de Colombia, que reconocemos y apreciamos su gran liderazgo democrático.
Usted se ha mantenido fiel a esa idea de
justicia social, como Ministro se desveló por ampliar y mejorar la educación
y adelantar una gran revolución educativa como el más
eficaz instrumento para introducir equidad en la distribución
del ingreso.
No olvidamos que usted ha sabido reformular
en nuestro particular contexto latinoamericano, las discusiones
europeas sobre la vía
social válida.
Encontramos plausible su planteamiento
sobre la fuente de la riqueza en la economía de hoy, su idea de que los herederos de hoy
son los manejen el conocimiento y los desheredados son los que
están desposeídos de él, de que la pobreza
se origina ante todo en la exclusión del conocimiento.
De allí su lúcido planteamiento de que solo la construcción
de un sistema educativo equitativo, que permita a todo ser humano
el acceso al más avanzado conocimiento, superará el
abismo entre pobres y ricos, ente los países aventajados
y las periferias atrasadas del mundo.
Señor Presidente: nuestros pueblos, con tanta historia
en común, tienen un presente y un futuro lleno de desafíos,
de retos y de posibilidades. Bienvenido a esta, su Patria colombiana.
Muchas gracias. |