PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE AL CONDECORAR AL CONVENTO DE SANTO DOMINGO
Fue
la venerable orden de los Dominicos la primera en arribar con
los conquistadores españoles a las tierras continentales
de América. En reconocimiento, el Papa les otorgó el
privilegio exclusivo para fundar Universidad en estas tierras.
Pobreza
apostólica, predicación evangélica, educación
y oración. Ese es el carisma que define a la Orden. Guiados
por estas virtudes, durante cuatro siglos y medio los padres
Dominicos han contribuido a la formación y consolidación
de nuestra nacionalidad. Lo cual los hace merecedores de la gratitud
y el respeto de todos los colombianos. Es este el sentido de
la distinción que en nombre de la Nación hoy otorgamos.
La
Orden de Boyacá en el grado de Cruz de Plata exalta a
todos los hijos espirituales de Santo Domingo de Guzmán,
y alienta la obra de los discípulos de Fray Bartolomé de
las Casas, defensor de los pueblos aborígenes y precursor
de la doctrina sublime de los derechos humanos.
Siento
que al entregar este galardón al Convento de Santo Domingo
de Tunja, plasmo en él la inmensa gratitud de todo el
pueblo boyacense, de sus autoridades y de todos los colombianos
y damos fe del sentimiento de gratitud de la Patria entera.
Por
estos siglos de sentido cristiano que ustedes han sembrado en
esa maravillosa región de nuestra Nación, que la
luz de los valores que ustedes difunden perdure por siglos para
bien de Colombia.
Ustedes
son un baluarte para la paz de Colombia. Santo Domingo, el gran
codificador y propulsor del Santo Rosario como forma popular
de oración, cuando al decaer el latín en el habla
popular, fue necesario reemplazar el Salterio de los Salmos.
Que como lo ha dicho muy bien la Orden, esto sea un acicate para
que sigan sirviendo a esta Nación que los quiere y que
siente por ustedes profunda gratitud.
He
tenido la oportunidad de conocer su Universidad en Tunja y de
discurrir allí con los estudiantes y profesores. Ese día
se aumentó mi admiración por la fecunda tarea de
ustedes en ese suelo boyacense que el Gobernador llama el Altar
de la Patria. Siento tranquila la conciencia al imponer a ustedes
la Orden de Boyacá. Que Dios los perdure por los siglos
de los siglos para bien de esta Nación.
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