INTERVENCIÓN
ANTE LA CONFERENCIA DE LAS AMÉRICAS
ORGANIZADA POR EL PERIÓDICO THE MIAMI HERALD
Octubre 15 de 2002 (Miami– Estados
Unidos)
Señoras y señores:
En primer lugar, quiero agradecer esta
invitación, magnífica,
y felicitarlos por el éxito que nuevamente tiene la Conferencia
de las Américas, que se ha convertido en un foro tan importante
para nuestro Continente.
América Latina ha vivido tres fenómenos que tienen
más de coincidencia en el tiempo, que de relación
causal de alguno con los otros: la transición de las dictaduras
militares a las democracias estables, la mayor apertura a las corrientes
del comercio mundial y la presencia del capital privado en campos
como los servicios públicos, que ideológicamente
se consideraban un privilegio exclusivo de entidades estatales.
El establecimiento de gobiernos de elección popular, sometidos
al ordenamiento jurídico, originados en la competencia democrática,
no tiene discusión. Al contrario, es la norma de consenso
en el Continente.
El ejercicio democrático ha sustituido tanto las viejas
estructuras de Estados y gobiernos de partido único, como
las aspiraciones de extremistas de la orilla opuesta, de acceder
al poder para imponer sus esquemas también caracterizados
por la negación de la democracia.
Si algo está hoy seguro en el Continente, es la aceptación
popular a la democracia pluralista.
La apertura económica o la mayor incorporación a
las corrientes mundiales de comercio, encuentra mucha oposición
en el discurso, pero serias dificultades para desmontarla en la
práctica, aún por aquellos declarados como sus más
acérrimos enemigos.
A la apertura se asignan reveses en la
agricultura, desempleo y aumento de la pobreza. También se le reconoce modernización,
productividad y competitividad. Los fenómenos de integración
en la Región, han tenido tropiezos por la falta de armonización
de herramientas macroeconómicas. –Resulta imposible
avanzar en un proceso de integración cuando una economía
de uno de los socios se devalúa y la economía de
otro de los socios se dolariza. Se pierde la equidad en los términos
de intercambio-.
Para poder avanzar en esos procesos de
integración se necesita
equidad, se requiere armonizar la administración de instrumentos
macroeconómicos fundamentales y se requiere también
corregir desbalances en el área social.
La mayor participación del sector privado en campos como
los servicios públicos, ha corregido ineficiencias y manejos
corruptos del Estado. Ha contribuido a crear una infraestructura
más competitiva, pero no está ausente de críticas
en razón de costos que no conocían ni sospechaban
sus usuarios.
La pobreza, el desempleo y el alto endeudamiento
aparecen conformando el nuevo fantasma que se siente al interior
de los países
y atemoriza a los observadores y en especial a los mercados.
Es urgente que la preocupación del Fondo Monetario Internacional
(FMI) y de los bancos multilaterales, asigne prioridad al crecimiento
y a la focalización social de los recursos.
De no darse soluciones sociales en los
años que vienen,
es posible que crezca una ola política contra la economía
global, que puede tener como segundo desarrollo una nueva era de
ataque a la iniciativa privada. Además, es previsible que
los gobiernos elegidos por el descontento, una vez enfrenten las
realidades del poder, se nieguen a aislar sus economías,
lo cual suscite la rebelión de sus electores y conduzca
a períodos de inestabilidad.
Colombia ha mantenido una sólida tradición democrática
que debe mucho a la actitud de sus Fuerzas Armadas, de sometimiento
a la Constitución y obediencia a los gobernantes de elección
popular. Sin embargo, cortos han sido los períodos de relativo
sosiego. Mi generación, por ejemplo, ha discurrido siempre
en violencia, bien sea porque asistió al final de aquella
de origen partidista o porque ha estado entre los proyectiles de
la guerrilla, el narcotráfico y más recientemente,
de los mal llamados paramilitares.
Proteger a la ciudadanía frente a cualquier forma de violencia
es objetivo fundamental del Gobierno que presido y que empezó hace
68 días. Hasta hace algunos años, no se reconocía
la relación entre la violencia y el ritmo de crecimiento
de la economía. Hoy, ya nadie discute que la desinversión,
el desempleo y el déficit mucho tienen que ver con la violencia.
El Gobierno ha definido que la palabra
clave para rescatar es, confianza. Por eso estamos comprometidos
con la seguridad, la estabilidad
macroeconómica y la claridad y transparencia en las reglas
de juego como presupuesto para que nacionales y extranjeros confíen
en Colombia como lugar de residencia, trabajo e inversión.
La política de seguridad tiene que ser sostenible para
lo cual necesita permanente respaldo popular, que se obtiene en
la medida que sea efectiva, democrática. Esto es, benéfica
para todos sin sesgo por credo o estatus económico y que
además se ejerza con transparencia, cuya medida la da el
grado de preocupación y respeto por los derechos humanos.
Las difíciles decisiones que Colombia requiere para recuperar
la seguridad y superar el agudo déficit fiscal, demandan
un elevado grado de legitimidad del Estado que estamos buscando
a través de la derrota de la corrupción, de la derrota
de la politiquería y de la reorientación de los recursos
para fortalecer debidamente la inversión social.
El conflicto que azota a Colombia tiene
el potencial para desestabilizar el conjunto de países
vecinos. Nuestros grupos violentos son poderosamente ricos, a
diferencia de las viejas guerrillas
latinoamericanas que pudieron sostenerse por donaciones que llegaban
del exterior.
Necesitamos ayuda para superar este estado
de violencia, al cual nos han sometido organizaciones cuyos actos
corresponden al terrorismo
que se describe en la legislación de los Estados Unidos
y de muchos países europeos.
Necesitamos ayuda para continuar con el pago oportuno de nuestras
deudas financieras y disponer de recursos que nos permitan avanzar
en el pago de nuestra deuda social.
La estabilidad macroeconómica es uno de los tres supuestos
que hemos planteado para poder recuperar confianza. Asignamos a
esa estabilidad macroeconómica el manejo exitoso en tres
frentes:
1. Obtener una tasa de cambio competitiva,
2. Una tasa de interés razonable,
3. Reducir el déficit fiscal a niveles manejables.
Por supuesto nadie ignora el crecido déficit
y el crecido endeudamiento.
Deseo aprovechar esta importante reunión de las Américas,
auspiciada por The Miami Herald, para decirle a la comunidad internacional
que todos los colombianos somos conscientes del gran activo que
para nuestra Patria representa tener una larga tradición
de pago puntual de las obligaciones financieras nacionales e internacionales.
En medio de este difícil momento de las economías
de América Latina, de nuestra economía y de nuestra
vida social, ustedes, los inversionistas del mundo, pueden saber
una vez más que Colombia no quedará mal en el pago
de sus obligaciones.
Colombia no ha estilado el default y no
lo estilará, porque
para Colombia preservar el buen crédito internacional es
un activo, no solo para las presentes sino para las futuras generaciones.
Es una decisión política, de conveniencia sustancial, ésta
de mantener siempre la voluntad del pago oportuno de nuestras obligaciones.
Por supuesto, necesitamos soluciones al
déficit y necesitamos
soluciones a los requerimientos de inversión social.
Frente al déficit estamos trabajando
dos grandes pilares: el del control del gasto y el de mayores
ingresos.
En relación con el control del gasto, hemos presentado
en el proyecto del referendo que será sometido a la Nación,
una serie de puntos, algunos pedagógicos, por ejemplo: congelar
por 4 años los salarios del Congreso, de los magistrados
de las Altas Cortes, de los altos funcionarios del Estado y del
Presidente de la República. Congelar por ese mismo período,
las pensiones de elevada cuantía, disminuir el Congreso.
Con 44 millones de habitantes hemos propuesto
un Congreso reducido que, en mi campaña, hablé a los colombianos, no debería
superar un número de 160 integrantes. En las discusiones
del Congreso han pedido que sea superior, pero, inferior al que
hoy tenemos.
Hemos propuesto otro artículo en el referendo para congelar
los gastos de funcionamiento del Estado durante 2 años y
así poder orientar a Colombia por una cultura en la cual
el Estado gaste menos, sea más eficiente en la inversión,
elimine la corrupción y abra espacios para que los mayores
esfuerzos los pueda hacer el Estado, que finalmente, es el gran
creador de empleo.
Mi administración empieza a adelantar una profunda reforma
al Estado, a la administración pública. Esa reforma,
en una primera etapa, nos ahorrará 1.6 del Producto Interno
Bruto (PIB). Ya en las etapas subsiguientes el ahorro acumulado
ascenderá a un punto del PIB.
Por el lado de los mayores ingresos, estamos
haciendo esfuerzos extraordinarios: un decreto de Conmoción para poder enfrentar
la difícil coyuntura de orden público, ha creado –por
una vez- un impuesto al Patrimonio que nos permitirá recaudar
un punto del PIB.
Hemos presentado a consideración del Congreso una Reforma
Tributaria y no estamos descuidando el tema de la reactivación.
Por un lado estamos controlando el gasto, por otro lado, aumentando
los impuestos y por otro lado buscando reactivar la economía.
Para reactivar la economía es esencial que tengamos éxito
en nuestra política de seguridad, es esencial contar con
una tasa de cambio competitiva, con una tasa de interés
razonable y hemos propuesto estímulos concretos.
Por ejemplo: ya estamos adoptando la decisión de cero arancel
a la importación de bienes de capital no producidos en el
país y en el curso de los próximos tres años,
como lo propone nuestra reforma tributaria, la adquisición
de maquinaria o la importación de maquinaria, gozará el
beneficio de la devolución total del impuesto al valor agregado
denominado IVA.
Además, aquella maquinaria que se importe para empresas
altamente exportadoras simplemente no pagará este impuesto
al momento de la nacionalización.
Confiamos que el manejo de este conjunto de instrumentos permita
que Colombia vaya recuperando la confianza. La confianza de los
inversionistas, la confianza de la comunidad nacional e internacional,
la confianza de nuestros trabajadores, la confianza de las nuevas
generaciones.
Muchas gracias.
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