DÍA
DEL EJÉRCITO
Agosto
5 de 2003 ( Bogotá– Cundinamarca)
Compatriotas:
Nos reunimos hoy para celebrar un nuevo
Día del Ejército
de la Patria, en lo que parecería ser un amanecer de sacrificios
para encontrar la tranquilidad definitiva de Colombia.
Este Ejército ha tenido una tradición popular democrática,
respetuosa de la Constitución, receptiva a la crítica
y una voluntad de mejoramiento permanente.
Antonio Nariño, adalid del pensamiento ilustrado y liberal,
se abocó en 1812 a la tarea de formar una milicia que preparara
nuestra defensa ante el inminente ataque de las fuerzas de la reconquista
española.
Francisco José de Caldas puso al servicio de las Fuerzas
Armadas de los patriotas sus conocimientos científicos y
organizó en Antioquia una industria militar que los proveyera
de cañones y pólvora.
El Libertador, desde Cartagena, apoyado
en una fuerza de jóvenes
expedicionarios enviados por Nariño, atravesó en
1813, miles de kilómetros para ir en apoyo de los sacrificados
venezolanos.
Fue la Campaña Admirable. La proclama
del Libertador reclamaba a los soldados ir veloces a vengar al
muerto, a dar la vida al
moribundo, soltura al oprimido y libertad a todos.
A su llamado concurrieron Atanasio Girardot,
Ricaurte, Hermógenes
Maza, Francisco de Paula Vélez, Joaquín París,
entre otros.
La tradición de civilidad, respeto por la Constitución
y las leyes de la República, nace en nuestro Ejército
por la semilla que sembraron en él los padres fundadores:
Nariño, el predicador de los Derechos del Hombre; Bolívar,
el artífice de la libertad de Independencia soberana de
la Patria; Santander, quien siempre predicó el aferramiento
a la Constitución y a las leyes, como garantía y
sostén de la libertad.
En este amanecer de sacrificios y de esperanzas
para la República,
nuestro Ejército tiene un compromiso con la Seguridad Democrática.
Es la seguridad para todos. La seguridad para el campesino, la
seguridad para el industrial, la seguridad para el sindicalista,
la seguridad para el periodista, la seguridad para quien piense
a tono con el Gobierno y para el crítico del Gobierno.
Esa Seguridad Democrática, en la medida que la cumplamos
cabalmente, le va a devolver todas las esperanzas a la República.
Soldados de mi Patria: ningún colombiano hoy, puede hacer
algo más efectivo por la generación de empleo y por
la recuperación de la confianza para la expansión
económica, que lo que ustedes pueden hacer con su ardua
tarea, con su exposición permanente al sacrificio.
El Ejército de Colombia ha sido un Ejército nutrido
siempre de los superiores valores patrióticos. El Ejército
de la Patria jamás ha vivido en paraísos de impunidad.
El Ejército de la Patria jamás ha tenido fueros que
le marginen sus responsabilidades del cumplimiento de la Constitución.
El Ejército de la Patria jamás ha sido indiferente
o ha estado de espalda a los derechos humanos.
El mundo puede saber que en cada soldado
de la Patria hay la decisión
de derrotar al terrorismo, que combina en Colombia esa arrogancia
que procede de la mezcla de las drogas, de la mezcla del engaño,
de la mezcla del poderío militar.
Vamos a derrotar al terrorismo a pesar
de su arrogancia. Cada día, los soldados de la Patria amanecen con más decisión.
Cada día, los soldados de la Patria amanecen con mayor conciencia
de su compromiso. Y lo vamos a hacer limpiamente, lo vamos a hacer
todos los días mostrando, ante propios y extraños,
nuestra creciente, nuestra total lealtad a los derechos humanos.
¡Que cuando la paz se reconquiste definitivamente en Colombia,
de nada tengamos que avergonzarnos!, ¡que no aparezcamos
como un Ejército que se dio licencias para poder recuperar
la paz y después quedó condenado como una fuerza
paria! No, el nuestro es un Ejército gallardo, es un Ejército
constitucional.
¡El mundo sabrá que esta arrogancia de los terroristas
la vamos a derrotar sin que nuestro Ejército tenga que dejar
de respetar los derechos humanos!
Nuestro Ejército es una expresión de abnegación.
Cuando yo hablo de los derechos humanos y tengo, como Presidente,
que reclamar su observancia para el buen nombre de la República,
para que la seguridad sea el cimiento de la convivencia, para la
honra del Ejército, para el respaldo de nuestros compatriotas
a nuestros soldados, también me pregunto porqué no
se defiende con suficiente ardentía los derechos humanos
de nuestros soldados.
Hemos visto hoy desfilar por el campo de
esta Escuela José María
Córdova a nuestros suboficiales, oficiales y soldados mutilados.
Mutilados por las minas quiebrapatas, mutilados por la acción
a mansalva del terrorismo. Nosotros estamos dispuestos a responder
ante el mundo por nuestro compromiso por los derechos humanos,
pero necesitamos que el mundo vibre, sin esguinces, sin cálculos,
para defender los derechos humanos de nuestros soldados.
La única arma que hoy utilizan los
terroristas es el ataque matrero, es el ataque aleve, es el ataque
con las armas prohibidas,
es el ataque con la mina quiebrapatas.
Por eso quiero hoy llamar la atención de toda la comunidad
nacional e internacional: que se nos exija a nosotros diariamente
elevar el compromiso por los derechos humanos, pero que el mundo
democrático no le coma más cuento al terrorismo de
Colombia y acuda a defender los derechos humanos de nuestros soldados,
de los abnegados integrantes de nuestra Fuerza Pública.
Nos reunimos hoy, en este Día del Ejército, para
condecorar oficiales, suboficiales y soldados que han prestado
inmensos servicios a la Patria. Con ellos alterna el Ministro del
Interior y de Justicia (Fernando Londoño), quien se siente
muy honrado porque su hijo hace hoy parte activa del Ejército
de la Patria.
Hemos condecorado con la Medalla José María Córdova
en la Categoría de Gran Oficial, al Ministro Londoño
Hoyos, por su permanente disposición de servir a la tarea
abnegada del Ejército.
Y hemos condecorado con la Medalla Orden
al Mérito Militar
Antonio Nariño, por sus virtudes militares, por su abnegada
y eficaz trayectoria en el Ejército de la Patria, a los
Mayores Generales Luis Eduardo Barbosa Hernández, Francisco
René Pedraza Peláez, Eduardo Herrera Verbel y Reinaldo
Castellanos Trujillo.
Y a Claudia Patricia Mesa de Rodríguez, a quien tuve el
honor de conocer hace algunos años en la Cuarta Brigada
de Medellín, cuando ella era soldado de la Patria. Trabajaba
en esa Brigada con el General Carlos Ospina, hoy Comandante del
Ejército y allí conoció a su esposo, el teniente
Helbert Rodríguez Moreno, sacrificado alevemente por las
minas quiebrapatas, pero que hoy, lleno de patriotismo y de coraje,
se recupera para seguir sirviendo bien a Colombia.
Y hemos condecorado con la Orden al Mérito Militar Antonio
Nariño en el Grado de Caballero al Sargento Mayor Hevert
Carabalí y al Sargento Mayor Edison López Prada.
Y hemos condecorado con la Medalla de Servicios
Distinguidos en el Orden Público, por haberse destacado en el desarrollo
de diferentes operaciones en contra de los grupos al margen de
la ley, al Teniente Nelson Enrique Carvajal Chisco, a los Soldados
Voluntarios Diego Alberto Diosa Blandón, Edison Mejía
Ballesteros, Elver Bedoya Gutiérrez, Reinel Bermúdez
Sarria, José María Pacacira Gamma, Milton Díaz
Carreño, Erminson Cristancho Gutiérrez, José Ferney
Afanador Corredor, Javier Yesid Córdova, José Hilario
Guisao Rojas, Walter Fernando Herrera y Julián Mauricio
Medina.
Y hemos condecorado con la Medalla al Valor
por sus actos de valor en el desarrollo de las diferentes operaciones
en contra de los
grupos terroristas al Teniente Helbert Rodríguez Moreno,
al Cabo Tercero Bernardo González Sánchez, a los
Soldados Voluntarios Héctor Vallejo Caicedo, William García,
Germán Loaiza Aroca, Fredy Antonio De Diego, Jorge Iván
Trujillo Álvarez, Jorge Antonio Madarriaga, Lubián
Arango Vásquez, Gustavo Ernesto Rojas, Luis Enrique Rohenes
Betin, Pedro Nel Lozano Rojas, Rubiel Acevedo Álvarez, Lorenzo
Arzusa Sehuanes, José Mauricio Orjuela Parra, Wimar Yamitd
Pajoi, José Omar Patarrollo Rosas, Ramiro Góngora
Barrios y Carlos Augusto García Monte.
Y hemos condecorado con el Distintivo Herido
en Acción
a los Soldados Voluntarios José Eider Medina Quintero, Luis
Adolfo López, Armando Hernández, Jhon Jairo Moreno
Quiceno, José Beller Albarracín, Eliécer Moreno
Patiño, Oscar Aurelio Matabajoy, Jhonny David Jiménez
Hernández, José Alonso Solano Perdomo, Jaime Rey
Jaimes, León Rodríguez Ospina, Edison Herrera Carpio,
Jairo Montenegro Castañeda, Harvey Panqueva Neira y Juan
Guillermo Acevedo.
A todos ellos nuestra inmensa gratitud por los servicios prestados
a la Patria. A sus familias, la gratitud del pueblo, de todo el
pueblo, porque estos Generales, estos Oficiales, estos Suboficiales
y estos Soldados han dedicado su vida a servir bien a los colombianos.
Hace poco, visitando a empresarios de una
promisoria actividad agropecuaria en los Llanos, les decía: ustedes están
aquí, nosotros estamos aquí, porque a esta hora los
soldados de la Patria están exponiendo sus vidas, haciendo
un inmenso sacrificio para que se pueda recuperar la actividad
de las empresas y la generación de empleo.
En este Día del Ejército estamos nosotros en este
bello campo de la Escuela José María Córdova,
porque a esta hora los soldados de la Patria están en combate
contra el terrorismo, exponiendo sus vidas en muchos lugares de
Colombia.
Casualmente interrumpimos un instante el
ritual de esta ceremonia, para que el señor General Ospina, Comandante del Ejército,
nos informara que a esta hora hay un enfrentamiento de nuestro
Ejército a los terroristas en el Vichada, que han hecho
todos los esfuerzos para seguir trayendo del exterior armamento
terrorista y estamos dispuestos a cerrarles todos los caminos.
Los colombianos tenemos que querer más a nuestro Ejército.
Los colombianos tenemos que apoyar más a nuestro Ejército.
Nuestro Ejército hace grandes sacrificios. La Patria empieza
a funcionar por los sacrificios de nuestra Fuerza Pública.
En las empresas colombianas, el huésped a quien debemos
deparar mayor atención, a quien debemos recibir con mayor
hospitalidad, es el integrante de nuestra Fuerza Pública.
Los colombianos tenemos que valorar todos
estos sacrificios. Aquí hemos
visto, sin sus piernas, con una mano perdida, al teniente Helbert
Rodríguez Moreno. Hemos visto a su señora, quien
fuera soldado de la Patria, con esa lealtad, acompañándolo
en el proceso. Y le pregunto yo: Teniente, ¿cómo
se siente? Y me dice: ‘Presidente, bien, me estoy recuperando,
estoy esperando las prótesis, voy a manejar el computador
con la prótesis de mi mano y aspiro a que las prótesis
de las piernas me permitan caminar’.
Ese Teniente es el ejemplo del estado de ánimo de nuestra
Fuerza Pública. Y he visto a su compañero, el soldado
voluntario Héctor Vallejo Caicedo, el radio-operador de
su grupo, quien perdiera los ojos, justamente por el mismo atentado
terrorista, por cumplir la instrucción del Ejército
de estar al lado del comandante del grupo. Lo he visto esta mañana
al condecorarlo y está haciendo un gran esfuerzo de adaptación.
Aquí hemos presenciado, compatriotas, los sacrificios de
nuestra Fuerza Pública. Las cifras son aterradoras. Los
soldados que han sido mutilados, aquellos que caen diariamente
en el campo de batalla. Afecto y apoyo a nuestra Fuerza Pública,
es la consigna de la hora.
La Ministra (de la Defensa, Marta Lucía Ramírez)
y los Altos Mandos han expedido recientemente los decretos de seguridad
social, que son un paso en la dirección correcta para mejorarle
la protección a nuestra Fuerza Pública, en aquello
que se refiere al riesgo de invalidez, a los derechos de sobrevivencia
de sus familiares, a los derechos pensionales por esta modalidad
de riesgo. No obstante que hay que hacer sacrificios en vejez,
en retiro, y que los señores generales han ofrecido el concurso
de su sacrificio para aumentar sus cotizaciones, a fin de permitir
que la situación deficitaria de la Nación tenga un
paliativo para poder cumplir con estos nuevos derechos que se reconocen
en materia de seguridad social a nuestra Fuerza Pública.
Cuando imponíamos las medallas, al felicitar a uno de los
soldados, a José Hilario Guisao, me dijo que es de Cañasgordas,
un pueblito de mi comarca. Y me dijo que cumpliéramos una
promesa que habíamos prometido una casa a aquellos distinguidos
por acciones heroicas. Él cumplió una acción
heroica. Él dio de baja a un jefe de uno de los grupos terroristas
más sanguinarios que conoce aquella tierra.
El General Mora (Jorge Enrique, comandante
de las Fuerzas Militares), el General Ospina (Carlos Alberto,
comandante del Ejército),
nos secundarán a la Ministra y a mí, para cumplirle
con una casita donde él la ha pedido, porque allí nos
dijo que fuera en Medellín.
Y estoy seguro, Ministro del Interior y
de Justicia, que con su afecto por la Fuerza Pública, por los soldados y policías
de mi Patria, rápidamente el Consejo Nacional de Estupefacientes
entregará los bienes inmuebles con los que podamos acelerar
los programas de vivienda para nuestros soldados y los programas
de granjas productivas para aquellos que han salido del Ejército
por la puerta grande y también podamos encontrar mecanismos
de resarcimiento a aquellos que han sufrido tanto por la pérdida
de buena parte de su capacidad debido a estos sacrificios.
Nos acercamos a un período difícil, el de las elecciones.
Nuestro Ejército es un Ejército que no admite politización.
Si algo caracteriza a la democracia colombiana, es que aquí hay
un afán en nombre de la Seguridad Democrática, de
tener en una Fuerza Pública al servicio del pluralismo.
Nunca una Fuerza Pública con sesgos de politiquería.
Ustedes, soldados de mi Patria, van a cumplir
una gran tarea para que haya unas elecciones libres en todo el
territorio de la Nación.
En Arauca expresé que la Policía y el Ejército,
con la cooperación de los fiscales, deben poner presos a
todos aquellos candidatos que se atrevan a ir a pedirle permiso
a grupos violentos para adelantar sus campañas. Para adelantar
el proselitismo democrático, solamente hay que pedirle permiso
al pueblo, solamente hay que respetar una norma, la que deriva
de la Constitución. Ese es el comportamiento que obliga.
Que los candidatos no se atrevan a ir ahincarse
de rodillas ante los jefes del terrorismo, para pedir permiso
para su proselitismo
democrático. Que aquel que incurra en ese delito lo pongamos
preso.
Pero también, soldados de mi Patria: vamos a defender a
todos los candidatos. ¡Que ningún candidato, cualquiera
sea su filiación política, sea coaccionado en su
libertad por los grupos violentos! ¡Que todos los candidatos
a concejos, a asambleas, a alcaldías y a gobernaciones,
sientan la garantía de nuestra Fuerza Pública!
¡Que en Norte de Santander, que en el Cesar, en toda Colombia,
nadie se pueda quejar de que el Ejército fue indiferente
para proteger la libertad de todos los candidatos en este proceso
electoral!
Y además quiero, en este Día del Ejército,
así como demandamos este nuevo servicio de la Fuerza Pública,
la democracia, demandarlo también de los civiles. Que los
gobernadores, que los Alcaldes, que todos los funcionarios, no
hagan nombramientos por razones políticas, menos en esta
etapa electoral.
Que una Nación que sufre tanto por el déficit de
sus presupuestos, no vea que ahora se derrochen dineros del erario
público para torcer la voluntad popular. No queremos que
en las corporaciones del medio ambiente se derroche dinero para
apoyar a uno u otro candidato a alcaldías o a gobernaciones.
Que en el Cauca y que en Nariño, y que en todas partes,
las corporaciones se abstengan de poner sus recursos al servicio
de la politiquería.
Que la Fiscalía y la Procuraduría le van a prestar
el gran servicio a Colombia de aumentar sus esfuerzos para hacer
meter a la cárcel a aquellos funcionarios corruptos que
pongan el patrimonio del Estado al servicio de la politiquería,
para causarle manchas a la democracia.
Quiero agradecer inmensamente sus desvelos,
a todos los soldados de mi Patria. Agradecer a sus comandantes.
A usted, General Carlos
Ospina, su abnegada trayectoria como soldado que ha tenido una
sola motivación: el afecto por su país.
Agradecer a usted su sacrificio permanente. Esa tarea laboriosa
durante toda su trayectoria y en el presente, por los campos y
por las ciudades de Colombia, dirigiendo, animando, apoyando a
sus soldados para devolver a todos los colombianos su tranquilidad.
A usted, a su señora y a sus hijos, que lo han acompañado
con tanta abnegación, la gratitud de todos sus compatriotas,
en este el Día de la fuerza que usted tanto ama, el Día
de su Ejército.
Y quiero agradecer a usted, General Jorge
Enrique Mora Rangel, Comandante General de las Fuerzas –quien proviene del Ejército-,
su trayectoria, su profesionalismo, su rectitud, su transparencia
y su carácter erguido, que lo convierten en un símbolo
de la esperanza de la Patria, que son los soldados de la Nación.
Y quiero agradecer a usted, Ministra, su
capacidad decisoria, su valentía, su solidaridad. Hay que ver el valor de la
Ministra para tomar decisiones sin que le tiemble la mano. El valor
de la Ministra para estar al frente de los momentos más
difíciles y su solidaridad con sus soldados y policías
a la hora de defender sus reivindicaciones en la seguridad social.
En 1832 el General Santander, Presidente
Constitucional de la República, saludó a los soldados con estas palabras: “os
saludo como los mejores apoyos de las leyes y de la libertad de
la Patria. Vosotros habéis dado vida a la Nueva Granada,
uniendo vuestros esfuerzos a los del pueblo. Vosotros todos pertenecéis
al pueblo y sois parte de la Nación. Estas armas que lleváis
y que os distinguen de los demás ciudadanos, se os han entregado
cabalmente para defender sus vidas y sus derechos”.
Soldados de mi Patria, permítanme finalizar diciendo: el
futuro de una Colombia unida, solidaria, próspera, con empleo,
depende de su sacrificio, el que se renueva cada mañana.
A ustedes los que están en este campo, a todos sus compañeros
en las diferentes ciudades y campos de Colombia, nuestra gratitud,
nuestra voz de ánimo, nuestra solidaridad.
¡El pueblo colombiano les dice: nunca antes la Nación,
unánimemente, había tenido más voluntad y
más ganas de derrotar al terrorismo! ¡A todos nos
sobran ganas y a ustedes les sobra valor, para que los días
del terrorismo no sean infinitos sino que empiecen a ser contados!
¡Qué viva el Ejército
de Colombia!
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