CENTENARIO
DE LA ACADEMIA ANTIOQUEÑA
DE HISTORIA
Diciembre 04 de 2003 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
La hoy centenaria Academia Antioqueña de Historia ha sido
muy generosa conmigo. En la invitación cursada por su Junta
Directiva para acompañarlos a esta conmemoración,
hay palabras que tomo como un reto: “usted ha dedicado su
vida al servicio de la comunidad y al engrandecimiento de Colombia
a través de toda su trayectoria política y cultural”.
Siempre estaré orgulloso de los reconocimientos que la
Academia me ha hecho en estos actos centenarios: la inclusión,
primero, como uno de sus miembros honorarios, y la posterior
imposición de la Orden del Centenario. ¡Muchas gracias!
La lectura del bello folleto Cien años de la Academia
me llevó a algunas reflexiones. El decreto de fundación
prueba cómo los retos siempre han sido difíciles,
pero que desde hace siglos ha habido antioqueños que los
enfrenten. Hace 100 años escribió el gobernador
Clodomiro Ramírez que aunque la situación pública
(referida al fisco) era lamentable, “esto en vez de óbice
debe ser para el gobierno y los buenos ciudadanos un estímulo
que los impulse a fomentar el progreso en todos y cada unos de
los ramos administrativos y sociales”.
Durante 100 años, los objetivos de la Academia se han
cumplido a cabalidad. Por ella se conocen los acontecimientos
que han contribuido a la formación de nuestra identidad
y los líderes que la han forjado.
1903 fue un momento trascendental para la historia de Antioquia.
Vivía una generación que cosechó lo sembrado
por nuestros antepasados en el siglo XIX y que a su vez consolidó mucho
de lo que hoy es nuestro orgullo.
En la fundación de la Academia se reunieron nombres que
ya eran gloria de Antioquia y otros que iban a serlo. Don Manuel
Uribe Ángel, con quien nuestra medicina pasó de
la infancia a la pubertad, casi en su lecho de muerte, citó a
su casa a intelectuales, científicos y empresarios de
la época. Concurrieron, entre otros, médicos como
Andrés Posada Arango y Eduardo Zuleta; abogados como Fernando
Vélez y Luis Eduardo Villegas; el archivero José María
Mesa Jaramillo; el genealogista Gabriel Arango Mejía,
el gramático Januario Henao y otros hombres importantes
e investigadores en historia como Estanislao Gómez Barrientos,
Camilo Botero y Emilio Robledo; o políticos y empresarios
como Carlos E. Restrepo, Tulio Ospina Pérez y don Fidel
Cano.
¿
Por qué decenas de investigadores norteamericanos y europeos
dedicaron su esfuerzo investigativo a la Antioquia que representaron
hombres como los que fundaron la Academia?
El siglo XIX antioqueño fue de ebullición material
y espiritual. El norteamericano Everett Hagen intentó explicar
aquel progreso desde el punto de vista de la psicología,
diciendo que el antioqueño se preocupaba por los logros
materiales y de organización, mientras que las elites
colombianas preferían las profesiones “distinguidas” aunque
pobres. El británico Roger Brew ensayó la tesis
del predominio entre nosotros de una “ética protestante” que
considera el éxito material como la clave de la salvación.
James J. Parsons sintetiza así las reflexiones de muchos
estudiosos extranjeros: “El espíritu independiente
de los antioqueños y el terreno quebrado se combinaron
para producir ese caso rarísimo de una sociedad democrática
de pequeños propietarios en un continente dominado por
un latifundio latino tradicional”.
Tengo la intuición, que espero confirmen los estudios
de ustedes los académicos, que el desarrollo antioqueño,
la expansión de sus obras públicas, la industrialización
que borbotaban en 1903, fueron el producto de las revoluciones
educativas vividas por Antioquia. Durante la colonia, el gobierno
de Francisco Silvestre y la visita de don Antonio Mon y Velarde,
fueron una revolución agraria y educativa. El proyecto
de la "República de Antioquia", promovido por
el historiador José Manuel de Restrepo y don Juan del
Corral tenía connotaciones políticas y culturales
muy superiores a procesos paralelos de independencia en Iberoamérica.
El proyecto de libertad de vientres de esclavas, redactado por
el doctor Félix José de Restrepo, fue expresión
de la ilustración que guiaba a nuestros dirigentes. Igual
puede decirse de los procesos colonizadores que partieron desde
el Aburrá hacia el Valle de Los Osos y Suroeste (Amagá,
Titiribí, Fredonia, Concordia) o desde el Oriente, Valle
de Rionegro y Marinilla, hacia el sur: Sonsón, Abejorral,
Aguadas, Salamina, Manizales, Pereira, Armenia y Norte del Valle
del Cauca.
El gobierno de don Pedro Justo Berrío, "El Grande",
está signado por la educación. Él mismo
se concentró en la tarea de incentivar la inmigración
de ingenieros y pedagogos europeos y animó la fundación
de las Escuelas Normales Femeninas. A lo primero debemos la reconversión
del Colegio de Antioquia en una universidad moderna, alma máter
de buena parte de los fundadores de esta Academia; la fundación
de la escuela de artes y oficios que forjó una generación
de empresarios entre nuestro artesanado y la creación
posterior de la Escuela de Minas, motor de la electrificación,
de la industrialización, de la navegación y de
la construcción del ferrocarril. A la fundación
de las escuelas normales femeninas debemos la presencia de una
pléyade de mujeres madres y maestras, que con su liderazgo
en veredas y poblaciones, le dieron la fisonomía que caracterizó a
la Antioquia del siglo XX.
Ustedes, señores académicos, son garantía
de que nuestro pueblo conocerá y venerará esa historia,
y de que quienes estamos en el relevo de aquella dirigencia inteligente
y pulcra, vamos a estar a la altura de las responsabilidades
cruciales frente a las cuales nos ha puesto la Patria. Varios
paisanos estamos al frente de los órganos de las tres
Ramas del poder, y la nación, toda, nos ha expresado su
confianza. Debemos responder con la altura y seriedad que de
nosotros se espera.
Saludo a cada uno de ustedes, ilustres académicos. A su
Presidente, ingeniero José María Bravo Betancur,
a su Secretaria Emérita, Alicia Giraldo Gómez,
a su Vicepresidente, Luis Javier Villegas Botero, a la Secretaria
General, Socorro Inés Restrepo Restrepo, a su Tesorero,
John Jairo Acosta Velásquez, a su Secretario de Actas,
Demetrio Quintero Quintero.
Los felicito por tantos logros intelectuales, pero también
por la enérgica actividad desplegada para dotarse de la
sede cuya ampliación inauguran.
Que la Academia cumpla muchos años más, para bien
de Antioquia, y de la Patria toda.
Muchas gracias.
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