ALMUERZO OFRECIDO POR EL PRESIDENTE DE CHILE EN HONOR AL PRESIDENTE
DE COLOMBIA
Diciembre 09 de 2003 (Santiago de Chile – Chile)
Señor Presidente:
Es difícil en el ejercicio de los mandatos democráticos
comprometerse con las tesis de los historiadores, pero uno de ellos,
agudo, quien escudriñó como el que más el
periplo del Libertador Bolívar, al contar su viaje al sur
deja en claro que El Libertador intervino en Perú porque
allí no estaba consolidada la independencia. Que hubo de
llegar al Alto Perú, hoy Bolivia, a fundar esa Nación
sobre la base del horizonte de libertad para las comunidades indígenas
y que con Bernardo O’Higgins siempre hubo gran amistad, mutua
confianza, mutuo respeto.
El Libertador lo incorporó al grupo de los libertadores
de la Gran Colombia. En esa correspondencia bellísima pusieron
bases plenamente vigentes, como aquella que sin pacto social no
hay reposo doméstico. En las circunstancias de hoy, la relación
entre O’Higgins y Bolívar es de gran importancia,
porque tuvieron preocupaciones comunes, luchas comunes, pero respeto
recíproco. Cada uno aceptó que el otro estaba cumpliendo
bien su tarea. Cada uno aceptó que la lucha del otro era
suficiente para la independencia de su Patria, y por eso no intervinieron.
Necesitamos desarrollar en nuestra América esos principios.
Los objetivos y las luchas comunes con profundo respeto, con la
aceptación de que aquellos provenientes del origen democrático
hacen bien su tarea, que la sola circunstancia del origen democrático
impide cualquier asomo de injerencia ajena.
Esa independencia que nos legaron O’Higgins y Bolívar,
en nuestras dos patrias se afianzó con el imperio de la
ley. Difícil encontrar en el continente tanta adhesión
al imperio de la ley como la que se da en la tradición de
nuestras dos patrias.
Por allá pasó ello, para dedicarse finalmente acá.
Allá tomó las primeras impresiones para lo que debería
ser el ordenamiento jurídico interno. Aquí las perfeccionó.
Y desde aquí ha iluminado juristas por generaciones de generaciones
para preservar el estado de leyes, el sometimiento del capricho
del gobernante al imperio de la ley.
En nuestras naciones es imposible cumplir
a cabalidad con postulados ideológicos por una razón: porque la ideología
tiene un componente altamente subjetivo, en ocasiones caprichoso,
bastante dogmático y, para la convivencia de los pueblos,
tiene que ser sometida a la ley. Ese sometimiento de la ideología
a la ley es lo que garantiza el trabajo democrático conciliado,
es lo que garantiza la edificación de los consensos. Y esos
consensos no se podrían obtener si no fuera porque el mandato
de la ley, la necesaria obediencia a la ley, obliga a que cada
quien ceda parte de su desacuerdo para que finalmente el acuerdo
lo imponga la ley.
La tradición de nuestras dos naciones es una tradición
más de respeto a la ley que de imposiciones ideológicas.
Eso explica dos fenómenos: el tránsito de Chile a
la democracia, su regreso a ella; la estabilidad de sus instituciones,
la seguridad de sus inversiones, su prosperidad económica,
fertilizada en el jardín del pluralismo democrático.
Eso explica el camino que se ha venido
abriendo Colombia. El del orden a partir de una autoridad reglada
por la ley, con toda la
firmeza para enfrentar el terrorismo y con toda la determinación
para avivar la democracia.
Allá queremos hacer otro tránsito. El tránsito
del Estado disuelto al rescate del orden democrático. El
tránsito de la prevalencia de los terroristas al imperio
total del orden legal. El tránsito de la lucha al margen
de la Constitución, al debate democrático fraterno
en el marco de la Constitución.
Eso lo acredita el proceso vivido en este último año
y medio de lucha frontal contra el terrorismo y de garantías
plenas a todas las expresiones de la democracia. Siempre habían
existido, pero más en la forma que en la eficacia. Y los últimos
procesos electorales las pusieron patéticamente en la eficacia.
Garantías eficaces tienen hoy todas las expresiones del
pensamiento político colombiano. Allá los únicos
que hoy no pueden tener garantías son los terroristas.
Cuánto agradezco, señor Presidente, que un Gobierno
cimentado sobre la recuperación de los derechos humanos,
la reconciliación democrática, animado por las ideas
socialistas que usted ha profesado, nos haya respaldado con esa
solidaridad, con esa entereza con que usted lo ha hecho en todos
los escenarios.
En la memoria de todos los colombianos
y en la mía, estará siempre
viva su intervención en frente del Grupo de Río en
Cusco (Perú), su intervención en Europa, su intervención
en los Estados Unidos, cuando todavía era temprano, cuando
no podíamos mostrar los resultados democráticos que
ahora acreditamos con hechos, cuando nuestra seguridad en lo democrática
estaba por verse. Usted creyó en ella, confió en
nosotros y su voz de campeón de la democracia se hizo sentir
ante tan importantes interlocutores.
Vengo a Chile a rendir nuestro testimonio
de admiración
a esta gran Nación, a esta gran democracia, a esta gran
convivencia y a expresar personalmente nuestra gratitud a usted,
señor Presidente. Apoyar el planteamiento teórico
de Seguridad Democrática de alguien mano dura como yo, no
es fácil para alguien proveniente de las entrañas
del socialismo como usted.
Y la manera que tengo de agradecerle y
de compensarlo, señor
Presidente, es con mi adhesión sin limitaciones a la democracia,
a las libertades públicas, para que en Colombia se proscriba
el terrorismo a fin de que florezcan todas las expresiones de la
democracia.
El señor Presidente del Senado me decía hace poco
que lo preocupa que los latinoamericanos miremos a Chile como Chile
y no como parte de América Latina. En ese diálogo
amable hube de rectificarlo. Mis compatriotas han visto esta gran
nación en su decurso histórico, en la actualidad
y de cara al futuro, como nación estrella sobresaliente
de América Latina. Una cosa es lo ordinario y ahí no
está Chile. Otra cosa es lo sobresaliente y ahí siempre
ha estado Chile.
Y cómo necesitamos que se alimenten nuestras democracias.
A mí me parece de gran importancia que cuando ustedes regresan
a la democracia, afianza la confianza de la inversión. Me
parece de gran importancia que el socialismo chileno haya tenido
en cuenta el mandato dialéctico de Hegel, para entender
el signo de los tiempos.
Me parece de gran importancia esta tarea
de conciliación
que ustedes han logrado para el bien de Chile, ejemplar para Colombia.
Ustedes han puesto muy en alto. Aquí las ideas sociales
no toman la forma de populismo de odio de clases, sino de mensaje
y de compromiso de solidaridad.
El socialismo que usted encarna, señor Presidente Lagos,
es una garantía para la empresa privada, porque la prosperidad
permanente de la empresa privada depende de su capacidad de profundizar
en los resultados de solidaridad. Creo que ese tiene que ser el
camino de América Latina. Economías estatales predominantes
no son hoy las soluciones. Empresa privada marginal, tampoco lo
es. Necesitamos Estados garantes de los social, empresas privadas
con pleno desarrollo y también con pleno compromiso en la
equidad. Y lo que viene logrando Chile en ese camino es aleccionante.
Nosotros hemos querido mirar muchos aspectos
que nos marcan caminos. Hace apenas 10 años adoptamos los fondos de pensiones. En
las crisis latinoamericanas ustedes demostraron que tuvieron la
visión de construir capital interno, ahorro doméstico,
para liberarse de las crisis de los movimientos del capital en
la región.
Ustedes han demostrado que se puede construir
equidad sin encerrarse, nacionalismo sin xenofobia. Han demostrado
un gran pragmatismo
de apertura al mundo y de buen cuidado para proteger sus sectores
sensibles. Qué bueno confirmar todo eso en Chile.
Esta visita, Presidente, ha sido muy grata.
Le decía yo
esta mañana a la Canciller que cada conversación
con usted es como recibir una cátedra de viviencias, de
conceptos, de ejercicio práctico, además de ideas
turbulentas en un marco sereno, como lo necesita la totalidad de
nuestra América Latina.
Y grata, Presidente, por haber vuelto a
estar cerca de los lugares de Neruda y de Gabriela Mistral. Mi
generación en mi Patria
se conmovió con toda esa producción, con todos esos
acontecimientos.
Quiero agradecer inmensamente la confianza
de todos ustedes en Colombia, hacer todos los votos por la prosperidad
de nuestras
dos patrias y decir cómo termina uno de los versos de Neruda,
que ‘en nuestros dos países nace el país del
sueño’.
Muchas gracias.
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