ENTREGA DE LOS PREMIOS DE PORTAFOLIO
La Economía y el momento
Diciembre 02 de 2003 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Hace un año, con motivo del reconocimiento de Portafolio
a compatriotas y empresas destacadas, expresé ante este
mismo auditorio apuntes acerca del ejercicio gubernamental sobre
la economía.
Mi visión de la economía de la Patria es sencilla:
una economía privada vigorosa, con crecimiento sostenido
y elevado, crecientemente competitiva, con permanente ampliación
de su base de propietarios y equidad social.
El Estado debe crear confianza entre el conjunto de inversionistas
y trabajadores y jugar un papel eficaz de aporte a la competitividad
y a la cláusula social.
En consecuencia nuestra tarea de Gobierno debe orientarse en
procura de una economía privada competitiva y solidaria.
Bien saben ustedes que nuestro objetivo clave es la creación
de confianza basada en la seguridad, la derrota de la corrupción
y la politiquería y la reactivación económica
y social. La estabilidad fiscal no es un objetivo sino un medio
para la reactivación y la confianza.
Para la obtención de la estabilidad fiscal trabajamos en
la racionalidad del gasto público, la disminución
de los recursos destinados a funcionamiento, la revisión,
liquidación o reforma de empresas estatales, el incremento
de los ingresos oficiales y la ampliación de la base de
contribuyentes.
El año pasado esperábamos un déficit del
4.1 por ciento del PIB, logramos cerrar en 3.6 por ciento y este
año nos aproximamos al 2.8 por ciento.
Estamos cumpliendo al pie de la letra la
reducción burocrática
y de gastos generales. Excepción hecha de defensa, que por
el compromiso de la Seguridad Democrática ha crecido 10
por ciento, en las otras esferas oficiales, excluyendo los órganos
autónomos, se evidencia una reducción real del 11
por ciento.
Nuestra decisión es favorecer la inversión
en seguridad y en lo social.
Debemos entonces derrotar el derroche y
el clientelismo, para lo cual reafirmo nuestra total voluntad
política. Los ingresos
de la Nación han aumentado en un 18 por ciento, el número
de contribuyentes en 127 mil y las declaraciones en 400 mil. El
endeudamiento que llegó al 54.4 por ciento del PIB, empezó a
caer y en junio se situó en 51.4 por ciento. Esa es la primera
caída en 10 años, trabajaremos para que hacia delante
continúe la reducción.
El problema pensional sigue siendo de proporciones mayores. Insistiremos
en la Reforma Constitucional para eliminar los regímenes
privilegiados. La Reforma Tributaria propone un impuesto a las
altas pensiones y la destinación de un porcentaje de regalías
y transferencias para los pagos pensionales en las entidades
territoriales. Persistiremos en modificaciones a aquellas cláusulas
convencionales, que como en ECOPETROL, implican grave amenaza
a la viabilidad de la empresa.
Debemos aún incrementar la Seguridad Democrática,
darle sostenibilidad y de manera simultánea acelerar inversiones
en el área social y de la infraestructura de competitividad.
Si a esto se suma la situación de las finanzas y de manejo
de la deuda, aparece necesario un nuevo esfuerzo contributivo.
Ese esfuerzo debe ser integral para que todos aportemos y produzca
el efecto político de ayudar a superar agudas contradicciones
sobre el manejo económico.
La decisión del Banco de la República sobre la
utilización de una cifra de reservas ayuda a construir
consenso interno. El Gobierno quiere acertar para escoger la
mejor opción posible. No deseo crear el precedente de
créditos directos del Emisor al presupuesto nacional,
lo importante con esas reservas es reducir el costo del endeudamiento
sin aumentar su monto. Soy consciente también de la relación
entre el volumen de reservas y la tasa de interés de los
papeles colombianos. Para definir la utilización del cupo
asignado de reservas, quiero proceder con tanta prudencia cuanta
insistencia respetuosa he tenido ante el Banco Central.
Estamos en el momento crucial de la reforma tributaria. Se discute
con un Congreso que ha recobrado la independencia, que está en
el bello trance de dejar atrás los auxilios y el clientelismo
y frente al cual insistimos en un marco de cooperación
armónica para resolver los grandes problemas nacionales.
El Gobierno presentó un proyecto que ha recibido cambios
como consecuencia de la discusión con los ponentes y sectores
parlamentarios. Esperamos la aprobación de una reforma
que resuelva el problema de ingresos del Estado sin afectar el
crecimiento ni la confianza.
El impuesto al patrimonio será moderado, obrará en
un país con agudas desigualdades y está acompañado
por un conjunto de estímulos tributarios aprobados no
por presiones de grupos de interés sino por su relación
con el crecimiento y la generación de empleo. La reforma
propone una tarifa impositiva reducida a las utilidades reinvertidas
en expansión productiva. Las rebajas generales de impuestos
no siempre generan respuestas proporcionales de inversión.
Los estímulos dirigidos dan más seguridad de que
las inversiones se harán. La literatura económica
se divide sobre la bondad de estas decisiones, pero la realidad
muestra que son operantes. Cuánto han ayudado en el último
año al equipamiento de los sectores productivos de la
Patria.
Colombia, en un marco de más confianza, con una economía
más tonificada, con la expectativa norteamericana y con
pronósticos mejores para América Latina, debe proponerse
crecer más de lo proyectado. El estímulo a la reinversión
de utilidades debe ayudar y el inicial sacrificio fiscal se revertirá con
creces a medida que el nuevo equipamiento productivo se refleje
en el empleo, la capacidad adquisitiva y contributiva.
Nuestro concepto de estímulo tributario no es un beneficio
al ocio sino un aporte al esfuerzo de crear empresa. Estos estímulos
ayudan a que el gravamen al patrimonio no se erija en un freno
al ahorro. En alguna forma suavizan la pesada carga impositiva,
que al incluir contribuciones parafiscales, soportan los empleadores.
Debemos pensar en dos momentos tributarios.
El actual, que exige sacrificios. Uno posterior, con menores
presiones fiscales, que
demandará reducciones impositivas en procura de acelerar
el crecimiento y la equidad.
Estamos próximos a pactar con el sector financiero una
inversión en vivienda social de valor inferior a 21 millones
de pesos. También le advierto muy positivas derivaciones
políticas. ¡Cuánto conviene a la Nación
que el sector financiero construya prestigio popular! Además,
el crecimiento de las colocaciones deberá sustentarse en
la ampliación del mercado que necesariamente tendrá que
incorporar a clientes menos ricos, que llenos de dignidad y de
vocación de salir adelante se constituyen en una gran esperanza.
El microcrédito ha crecido en un 54 por ciento. Casi 700
mil compatriotas se han beneficiado del programa que ha irrigado
recursos cercanos a 1 billón 500 mil millones de pesos.
Más de 200 mil de estos pequeños empresarios han
accedido al crédito por primera vez. Hemos puesto toda
la fe en esta tarea, parte fundamental de una de nuestras Siete
Herramientas de Equidad: la construcción de un País
de propietarios. Intuyo que su impacto en el crecimiento y en
el empleo ha sido y será formidable. Me emociona saber
que el Banco de la Mujer de Cali, en estos 16 meses, ha duplicado
la cartera y los usuarios. La morosidad no supera el 1.7 por
ciento. Los pobres son buenos pagadores y los fondos de garantías
proceden hoy con toda diligencia.
Si cimentamos el microcrédito de vivienda social, este
segmento de la construcción puede crecer más velozmente.
Lo más importante: será posible desprender parcialmente
su ritmo de los subsidios, que por limitaciones fiscales frenan
la vivienda social. Debo reconocer que el Banco de la República
ha tenido gran éxito en la determinación de la
tasa de interés. A principios de año sentí temor
cuando se elevó, pero el transcurso de los meses demostró una
DTF estable, asequible y que permite construir valor a pesar
de prudentes niveles de endeudamiento.
Lo ocurrido en el segundo semestre del año pasado en materia
de tasa de cambio fue venturoso. Ahora hay temores de rezagos
revaluacionistas. Ojalá se disipen para evitar atentados
contra la reactivación.
No puede repetirse lo sucedido en otras épocas, cuando
al amparo de la confianza en el país, se toleraron procesos
de revaluación que desembocaron en la afectación
de la competitividad, el crecimiento y el empleo. Lo mejor es
una tasa real estable pero a partir de que sea competitiva. La
valoración de su índice requiere más flexibilidad
para asimilar los fenómenos que suceden en nuestros mercados
y en los países con los cuales competimos.
Contener la tasa de cambio para restarle valor al endeudamiento,
es calmar momentáneamente la enfermedad para acelerar
la fatalidad. Nada ganamos con la alegre cuenta de un menor endeudamiento
cuando a la postre sufrimos para servirlo por la debilidad de
la economía. Lo único que paga las deudas es el
crecimiento y este necesita tasa de cambio competitiva.
Contener la tasa de cambio para disminuir el precio de los insumos
importados, es sacrificar el producto final con el pretexto de
controlar los costos. En el mediano y largo plazo lo que defiende
a la empresa es el producto final.
Es legítimo solicitar que se adquieran divisas para evitar
la revaluación. Mientras mayor sea el saldo de divisas,
menor será el nivel de riesgo y el costo del dinero. Mientras
más vigoroso el crecimiento de la economía, menor
el problema fiscal para pagar el endeudamiento.
Es igualmente legítimo pedir reservas
para reducir el costo del endeudamiento ante una circunstancia
apremiante y excepcional.
Esta propuesta del Gobierno va de la mano con el esfuerzo que estamos
haciendo los colombianos con la reforma tributaria y el ahorro
de gastos del Estado.
El Gobierno tiene que hacer su tarea de
austeridad, de buen manejo de las finanzas oficiales. Tiene inmensos
deberes que cumplir para
el buen suceso de la economía. También está obligado
a respetar la independencia del Banco de la República, pero
el Gobierno debe insistir ante el Banco, del modo que en otros
temas insiste ante el Congreso, sobre decisiones esenciales para
la competitividad, el crecimiento y el empleo. La razón
es sencilla: en estas materias el Gobierno debe siempre asumir
la total responsabilidad política frente al pueblo.
Si el Gobierno hace mal su tarea, el Banco
de la República
enfrenta obstáculos insalvables para producir unos buenos
resultados, por ejemplo, en tasa de interés. Ante un Gobierno
derrochón o politiquero no hay Banco Central que reduzca
la tasa de interés. Quiere ello decir que el Gobierno está obligado
a colaborar con la misión del Banco Central. Y vistos los
temas desde el ángulo contrario, para cumplir sus responsabilidades
frente al pueblo, el Gobierno también necesita la permanente
cooperación del Emisor.
En síntesis, necesitamos respetar la independencia del
Banco, que el Gobierno proceda con responsabilidad y que ambos
le cumplan bien al pueblo y a la democracia. La responsabilidad
común frente a la ciudadanía demanda la colaboración
armónica.
Esperamos concretar los acuerdos de comercio
que están
en marcha, para lo cual no ahorraremos esfuerzos en la construcción
del mayor consenso posible.
Todos ustedes conocen la tendencia decreciente del desempleo.
Sigue siendo muy alto y no es para cantar victoria, sin embargo
debe destacarse que el subempleo ha empezado a ceder. El número
de trabajadores afiliados a la seguridad social está en
aumento. En efecto, el régimen contributivo de salud cuenta
con 212 mil cotizantes adicionales, los afiliados a pensiones
han crecido en 261 mil y son 328 mil los nuevos compatriotas
con los riesgos profesionales asegurados. Queremos derrotar el
empleo clientelista y promover empleo productivo.
Durante los primeros 5 días de febrero y sucesivamente
cada mes, reuniremos la Tertulia del Crecimiento. Invitaremos
a todos los actores públicos y privados a preguntarnos
qué falta para crecer al 5 por ciento. Anticipo: falta
que creamos en Colombia, en nuestras gentes y en nosotros. Admiramos
y estudiamos los milagros económicos extraños y
nos llenamos de pánico para producir el propio.
A muchos economistas hay que decir aquello que con frecuencia
repito a la Fuerza Pública: se necesita más riesgo
que cálculo. Riesgo sin temeridad y estrategia sin miedo.
A pesar de las afugias fiscales, el Gobierno
no descansa en su tarea de reivindicar a los sectores más necesitados de la
población. Subsidios por valor de 4 billones de pesos, para
16.5 millones de colombianos pobres, entrega el Estado a través
de diferentes programas del SISBEN.
Hemos aumentado en más de 1 millón 100 mil personas
el número de beneficiarios del régimen subsidiado
de salud. El SENA ha pasado de 950 mil estudiantes atendidos el
año anterior a cerca de 2 millones este año y se
prepara para llegar a 4 millones en 2006. Alrededor de 6 millones
de niños se benefician de los programas de Bienestar Familiar.
Se ha reformulado y se recupera el programa de atención
a ancianos indigentes que pronto estará llegando a 125 mil.
Los subsidios alimentarios a los niños, a través
de las mamás, con la condición de asistencia escolar,
benefician a 340 mil familias.
Todo lo que realicemos para construir equidad une a la Nación,
protege a la democracia, desacredita el terrorismo y fortalece
la empresa privada. Queremos hacer más esfuerzos y mostrar
mejores resultados.
Acudo esta noche a Portafolio a congratular a los compatriotas
que han recibido este deseado galardón. Representan ellos
ese capital humano de la esperanza. Representan ellos las manos
que Colombia necesita para apostar al crecimiento. Son ellos
un ejemplo que en el Estado debemos seguir para manejar los recursos
con austeridad y buen juicio.
Desde esta tribuna de Portafolio, invito a los colombianos a
tener fe y más fe en esta Patria y a trabajar con más
osadía para que esa fe se traduzca en mejores condiciones
de vida para todos y cada uno de los hijos de esta gran Nación.
Muchas gracias.
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