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15 ANIVERSARIO DEL INSTITUTO DE CIENCIA POLÍTICA
Enero 30 de 2003 (Bogotá- Cundinamarca)

Compatriotas:

Los colombianos hemos vivido largos años de tiempos difíciles: un desbordado incremento de la violencia, creciente déficit de credibilidad en las instituciones representativas, acelerado empobrecimiento de nuestra población, agudización de las contradicciones sociales y reducción de oportunidades.

En ese contexto, cuando parecería que careciéramos de horizontes, el Instituto de Ciencia Política se ha mantenido como faro luminoso para el debate y ha demostrado una admirable vitalidad en la búsqueda de soluciones creativas para la convivencia, el crecimiento económico, el mejoramiento social y el enseñoramiento del pluralismo.

Siempre animados por don Hernán Echavarría Olózaga y estimulados por un sector privado comprometido con los superiores intereses de la Patria, ustedes han mantenido la llama viva del debate durante esta época procelosa de nuestra historia reciente.

Como un signo de nuestros tiempos, las economías se estancan y las soluciones no aparecen. Las academias fecundan dogmas y categorías analíticas abstractas, mientras los entusiastas ensayan soluciones empíricas de corto plazo. Un reto se alza, entonces, para el esfuerzo intelectual: el espíritu creador. En los momentos de mayor dificultad, más se necesita de ese espíritu creador.

En la búsqueda de aportes para remediar los males que nos aquejan, la academia se debate entre dos opciones aparentemente irreconciliables: o se hace gala de una extraordinaria coherencia teórica –fruto de profundas reflexiones intelectuales- o se exhibe una llamativa imaginación pragmática.

El estudio de los problemas sociales nos obliga a movernos entre la abstracción alejada de la realidad y el empirismo carente de visión de largo plazo. ¡Falsa disyuntiva! Los unos sólo nos ofrecen interpretaciones teóricas –utilizando rigurosas fórmulas para problemas estructurales-, los otros, con su habilidad, apenas proponen paños de agua tibia para los problemas de coyuntura.

Invito a superar esta contradicción: que las fórmulas teóricas de los estudiosos tengan soportes prácticos viables y que las soluciones prácticas no carezcan de la solidez conceptual que asegure su validez en el largo plazo.

Por fortuna, el Instituto de Ciencia Política ofrece un punto de convergencia entre la experiencia, la solución práctica y el rigor científico. Lo digo desde mi posición esta noche de testigo del peregrinaje del Instituto tan útil y en tan buena hora para Colombia.

Vengo también, a traer el testimonio de mi gratitud porque buena parte de mi carrera pública en el Congreso, en la Gobernación de mi comarca, en la búsqueda de la convicción de mis compatriotas y en el ejercicio del Gobierno, ha estado apoyada –esa buena parte de mi carrera pública- en la fecunda tarea del Instituto y en esa magistral combinación del pragmatismo y del rigor científico, de lo cual hace gala y da ejemplo don Hernán Echavarría.

Una de las virtudes a resaltar de este Instituto es su esfuerzo por crear aquella clase de verdad, tan cara al pensamiento democrático, que llamamos la verdad relativa.

No tiene sentido contenciar la investigación como un proceso productor de dogmas, sino como camino para hallar una verdad con validez provisional, susceptible de ser cambiada por otra que encontremos más justa.

La democracia estimula esa verdad relativa y confina la verdad absoluta solamente a dos campos: al de las convicciones religiosas y a la adhesión a la democracia como único procedimiento válido para resolver diferencias. Todo lo demás puede y debe ser objeto de duda racional, debe estar sometido al escrutinio de la razón y puesto a prueba en el debate y la experimentación.

Esa labor intelectual de búsqueda incesante de la verdad relativa, reclama una sola condición: disfrutar de un garantizado marco de libertades democráticas.

Ese espacio garantista no ha estado amenazado en Colombia por obra del Estado, sino por ausencia del Estado. Hemos creído tener un gran Estado protector, pero lo que en realidad hemos padecido es tener un gran fantasma, costoso, capaz de asustar al ciudadano honesto y de ilusionar al ciudadano bondadoso, pero que no derrota a los criminales ni tiene poder intimidatorio frente a éstos.

He ahí el gran reto nacional: construir un Estado de veras, sencillo en su estructura, asequible al ciudadano raso, pronto y eficaz en respuestas, en nuestro sueño y la razón de ser de la acción.

Colombia debe avanzar hacia la Seguridad Democrática, que no es otra cosa que el imperio del intelecto sobre la barbarie, del estudio fecundo sobre los explosivos del terrorismo.

Felicitaciones al Instituto porque, además de estos 15 años de tantos frutos para Colombia, lanza hoy su revista Perspectiva cuyo primer número reúne la más selecta plana de escritores y analistas internacionales, sobre disertaciones en temas de tanta actualidad como el de la tensión dialéctica entre los valores de seguridad colectiva y los derechos individuales.

Que a este número sucedan muchos otros, que enriquezcan el debate nacional e internacional y construyan las verdades relativas que el país requiere, con un marco del cual ustedes dan otro ejemplo: el marco de conjunción de la empresa privada, de expresión de su responsabilidad social y de predominio de los grandes intereses colectivos.

Con la venia de ustedes, invito al señor ministro del Interior y de Justicia, doctor Fernando Londoño Hoyos, a que nos regale una enjundiosa pieza científica que ha escrito para esta feliz ocasión, un ilustrado ensayo de ciencia política, fruto de la investigación y la reflexión sobre los más acuciantes temas de la vida nacional.

É l, con su versación y con su erudición, con su afecto por este Instituto, ha elaborado un ensayo que tuve la oportunidad de deleitarme con su lectura y que creo que honra con creces esta gran conmemoración que nos trae felicidad y esperanza a los colombianos.

Á nimo don Hernán, los colombianos hemos aprendido mucho de usted y tenemos que aprender mucho de usted.

Estaba en la Presidencia de la República discutiendo con el señor Alcalde de Cali cómo vamos a sacar adelante a Emcali y le dije: camine lo invito a que conozca personalmente a uno de los más grandes colombianos, grande porque todos los días de su vida han sido días de lucha por la Patria, grande porque no ha dejado estancar su imaginación, grande porque ha tenido el concepto de la empresa privada volcado en función del bien público, grande porque es un estimulante de la verdad relativa, de la conjunción, de la academia y el empirismo.

Muchas gracias.

 
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