DISCURSO
PRESIDENTE URIBE VÉLEZ EN TRES ESQUINAS
Enero
31 de 2003 (Tres Esquinas, Caquetá)
Me
agrada mucho asistir a esta ceremonia en la cual se solemniza
y se pone en marcha la Sexta División. Es un paso importante
que ha dado el Ministerio de Defensa bajo la guía de la
ministra Martha Lucía Ramírez de Rincón
y el comandante General de las Fuerzas Armadas, general Jorge
Enrique Mora Rangel.
Un
hecho más en la sucesión de aquellos que se han
dado en los últimos años de fortalecer la presencia
de las tropas de Colombia en esta región. Un hecho importante
porque consolida la integración de las diferentes fuerzas,
porque da un estátus en proporción con la dimensión
del desafío y porque también experimenta la conducción
al frente de una brigada por parte de un General de la Fuerza
Aérea que hoy lo vemos luciendo el camuflado militar.
Al
destacar este hecho, quiero agradecer a la ministra y a los altos
mandos por esta decisión, y quiero recordar a mis compatriotas
que este gran esfuerzo de Tres Esquinas se debe al Plan Colombia,
a la cooperación del anterior Gobierno que obtuvo tan
positivamente de los Estados Unidos y, por supuesto, al aprovechar
su honrosa presencia hoy con nosotros quiero dar toda nuestra
gratitud a la señora embajadora Anne Patterson por su
dedicación, por su constancia, por su comprometimiento,
por su eficacia en la acertada conducción de las relaciones
entre nuestros dos países
Quiero
agradecer al señor general (Roberto) Pizarro toda la lucha
que él ha conducido y que tiene resultados importantes.
Hoy el mundo entero acepta que en esta región de la Patria
colombiana se ha golpeado esencialmente al narcotráfico
que alimenta el terrorismo.
A
todos los hombres que han participado en esta tarea bajo el mando
del general Pizarro nuestra gratitud.
Expreso
mi voz de bienvenida al señor general Jorge Ballesteros
Rodríguez. Le deseamos todos los éxitos, que los
integrantes de las diferentes Fuerzas bajo su mando, unidas en
esta división estén animados por la iniciativa,
estén animados por el triunfo como tienen que estar hoy
animados todos los soldados, todos los policías, todos
los integrantes de la Armada, de la Fuerza Aérea de la
Patria. Es la hora del triunfo del Estado de Derecho sobre el
terrorismo, sobre la violencia.
Mientras
nos desplazábamos en el avión, en un coloquio con
el Fiscal General de la Nación llegamos a la conclusión
que él y yo representamos una generación que no
ha vivido ni un sólo día en paz.
Eso
no es justo, que Colombia haya sacrificado tantas generaciones
por el flagelo de la violencia. Pues bien, la mejor contribución
de mi generación a los que habrán de venir es mantener
firme el empeño de derrotar la violencia para que cambie
definitivamente el rumbo de la Nación. Para esa derrota
de la violencia hay que derrotar el narcotráfico. El peligro
es inmenso.
Hoy,
por tercera vez, insisto que si bien es grave el problema del
terrorismo en Irak, la combinación de terrorismo y narcotráfico
incubada en Colombia es una amenaza en el largo y en el mediano
plazo tan grande y superior para la humanidad entera. Si no se
tranca el narcotráfico esta selva se destruye.
Lo
que parecía una incursión episódica de negociantes
aventureros para sembrar en la clandestinidad de la selva, se
ha convertido en una amenaza de destrucción ecológica.
Si esto no se frena veremos destruida la selva colombiana, la
ecuatoriana, la peruana, la brasileña; si esto no se frena,
el planeta podrá enfrentar un problema ecológico
superior, la sustitución de la reserva ecológica
de la Cuenca Amazónica por la droga, la destrucción
ecológica y el imperio de la droga.
El
desafío es grande. Este problema nuestro si no lo derrotamos
puede desestabilizar todas las democracias de la región
y, además, puede destruir toda la Cuenca Amazónica.
Quiero
llamar hoy a todos los ciudadanos de la Patria a acompañar
a la Fuerza Pública. Quiero llamar a todos los soldados,
a todos los policías, a todos los integrantes de la Fuerza
Aérea, de la Armada, para una reflexión. No más
convivir con el problema, no más aplazar la solución
del problema, hay que resolverlo ahora. Los violentos han pensado
muchas veces en la ofensiva final. Ese es ahora nuestro pensamiento,
avanzar hacia la ofensiva final para rescatarle a esta Nación
la paz que merece y la paz que requiere.
Llamo
a los soldados y a los policías de Colombia, a los integrantes
de la Fuerza Aérea y de la Armada para que en este momento
no pensemos en el tiempo que falta de servicio, no pensemos en
el próximo ascenso, sino que concentremos todos nuestros
esfuerzos, toda nuestra devoción, en la ofensiva final
para que Colombia pueda recuperar la paz y la tranquilidad.
Nada
de mantener la mente en la distracción de convivir con
el problema. Ahora hay que orientarla plenamente al objetivo
de derrotar el problema.
La
señora Ministra, el señor General Mora y yo somos
plenamente conscientes de nuestra responsabilidad y uno de los
puntos de nuestra responsabilidad se refiere al ánimo
de la tropa, a la motivación de la tropa.
Queremos
poner todo el cuidado para que nuestros hechos y decisiones sean
consecuentes, para que no le den señales equivocas a la
opinión, ni contraórdenes implícitas a la
tropa. Para que en todos nuestros hechos y en todas nuestras
decisiones aquellos que integran la Fuerza Pública de
Colombia sepan que hay sólo un designio: recuperar la
paz para bien del pueblo colombiano.
Nosotros
entendemos la seguridad como un medio y un fin democrático.
Por eso, la interpretamos como una acción del Estado para
conseguir un Estado permanentemente de tranquilidad a favor de
todos los ciudadanos, para que esa tranquilidad la disfruten,
por igual, el campesino, el empresario, el periodista, el amigo
del Gobierno, el crítico del Gobierno.
Colombia
necesita mantener durante muchos años esta ofensiva final
para derrotar la violencia, sostenibilidad en la Política
de Seguridad, y para que sea sostenible en un Estado de Opinión
demanda permanente apoyo de la opinión y para que la opinión
nos apoye, para que el pueblo pague los impuestos, para que los
soldados y los policías estén acompañados
permanentemente por el ánimo popular, y el Gobierno también,
en este empeño requerimos que nuestra política
sea eficaz y transparente. La eficacia se mide en resultados
y la transparencia se mide en la observancia de los Derechos
Humanos.
Quiero
dejar en la mente de ustedes nuevamente esta reflexión.
Y como tenemos que ser coherentes, entonces tenemos que defender
en nombre de los derechos humanos y de las libertades públicas,
a la libertad de prensa.
Por
eso no ha pasado por la mente de este Gobierno restringir en
las normas jurídicas excepcionales o permanentes, la libertad
de prensa. Pero los periodistas van a tener que ayudar al pueblo
colombiano autolimitándose, evitando su temeridad, comprendiendo
que primero está el derecho del pueblo colombiano a rescatar
su seguridad que el afán por la chiva periodística.
Claro
que nos preocupa el secuestro de los periodistas internacionales
en Arauca. Advertidos como estaban por el Gobierno, por los diferentes
estamentos comunitarios, hicieron allí presencia y han
sido secuestrados por el ELN.
No
queremos que Arauca se convierta en un escenario de diversión
publicitaria al mundo. Nuestro compromiso con Arauca es recuperar
allí plenamente el imperio del derecho y de la paz.
Por
eso, tengo que decir claramente que el ELN debe poner en libertad
a los periodistas sin que tengamos que correr en Arauca películas
de drama. Si el Gobierno se pone a autorizar el drama y la parafernalia
en Arauca y el show, el Gobierno dará señales contradictorias
a la opinión, desmotivará a la tropa.
La
gobernabilidad de la tropa es muy importante, la gobernabilidad
de la tropa nos obliga a pensar en lo siguiente: si hay gobernabilidad
en el Ejército y el señor general Ospina le ordena
a los oficiales y suboficiales y a los soldados una acción,
la cumplen con eficacia.
Si
hay gobernabilidad mantendremos la posibilidad de que toda la
tropa esté comprometida en su estado de ánimo y
en su acción, con la ofensiva final por recuperar la seguridad.
Si el general Ospina, caso de nuestro ejemplo, llegara a perder
la gobernabilidad, o la perdiera el Gobierno sobre la tropa,
se corre el riesgo de que en el momento de dar una orden para
una acción no se atienda esa orden y, en cambio, la tropa
desmotivada, se dedique a jugar billar en los casinos.
Por
eso tenemos que proteger la gobernabilidad de la tropa, su estado
de ánimo, y de ahí que el Gobierno tiene que ser
muy cuidadoso en cada una de las decisiones a tomar. Esta es
la razón por la cual deplorando como deploramos el secuestro
de los periodistas, añorando como añoramos su liberación,
el Gobierno ha asumido la decisión de proceder en Arauca
solamente con determinaciones que no afecten la moral de la tropa,
con determinaciones que garanticen la gobernabilidad sobre la
tropa. A partir de ese presupuesto, todo lo demás vendrá.
Yo
me hacia esta mañana, sobre el tema, otra reflexión:
cómo se engaña a la opinión internacional.
Cómo, frente a la opinión internacional, estos
grupos subversivos terroristas quieren dar la impresión
de que son respetuosos de los derechos humanos cuando secuestran
periodistas internacionales y llegan a la conclusión de
que se encartaron por la reacción de la opinión
internacional, ahí si, empiezan afanosamente a pedir comisiones
para desatar el drama y a parecer como bondadosos observadores
y cumplidores con el Derecho Internacional Humanitario.
Pero
esas acciones contrastan con la manera como proceden en el país.
Mientras, ya por miedo y por hipocresía ante la opinión
y ante la prensa internacional --frente a las cuales necesitan
salvar hipócritamente la apariencia-- desesperadamente
piden comisiones en Arauca, no hacen lo propio cuando secuestran
a diario a la gente de nuestra clase media.
Qué contraste.
Les da miedo la opinión internacional, le temen a Los
Angeles Times; les da miedo que la prensa internacional
conozca su realidad, pero eso si abusan del pueblo colombiano,
del desconocido colombiano del común.
En
el país abundan casos recientes de secuestros del ELN
cuyas víctimas han sido colombianos de la clase media
y frente a ellos proceden con todo el despotismo criminal.
En
la autopista Medellín-Bogotá secuestran a un colombiano
de la clase media y no hay súplica, ni hay comisión,
ni hay presencia humanitaria. La única solución
que tienen esos colombianos es buscar un mensajero para que hable
con su familia, para que la señora, a fin de pagar el
rescate, tenga que vender la nevera y el tocadiscos, y tenga
que vender los enseres de la casa y empeñar la bicicleta
o salir a vender a mitad de precio la moto de la familia.
Para
secuestrar a la clase media colombiana, para maltratar a nuestros
compatriotas, estos grupos no tienen límite. Ahí sí no
pesa la consideración humanitaria cuando arruinan a las
familias para pagarles el secuestro. Cómo contrasta eso
con esa actitud de oveja que asumen cuando incurren en la equivocación
de secuestrar a un periodista internacional. Son luz de la calle
y oscuridad de la casa.
Simplemente,
el Gobierno --responsable de que hay que recuperar el orden público,
de que no se puede seguir permitiendo el drama para que recobre
oxigeno el terrorismo--, tomará todas las decisiones que
tenga que tomar dentro del Estado de Derecho y con el buen cuidado
de mantener en alto la moral de las tropas de Colombia como lo
exige nuestro pueblo.
Señor
general Ballesteros, queda en sus manos una inmensa responsabilidad:
proteger esta ciudadanía y proteger esta selva; y derrotar
este narcotráfico y derrotar este terrorismo; que usted
le pueda entregar a la Patria un balance muy exitoso de resultados.
Saludo
con afecto a cada uno de aquellos que habrán de acompañarlo
en esta tarea y les traigo el mensaje solidario de millones de
colombianos que hoy ven en la Fuerza Pública, la esperanza
para reconstruir las posibilidades de la Nación.
A
todos muchos éxitos en esta nueva tarea patriótica. |