ALOCUCIÓN
PRESIDENCIAL
Febrero
9 de 2003 (Bogotá- Cundinamarca)
Compatriotas:
Estamos todos embargados por una gran consternación. El
deber impone impulsar la marcha de la Nación. Debemos convertir
la tristeza en energía creadora para que definitivamente
renazca la esperanza.
Todavía no ha sido posible rescatar al Ministro de Protección
Social, Juan Luis Londoño y a sus acompañantes Lena
Bloss, Alirio Arcila, José Joaquín Vera y el capitán
del avión, Germán Vanegas. La angustia de sus familias
recibe a cada momento cálidas expresiones de toda la Nación
y del mundo entero. Todos aquellos que intervienen en la operación
de rescate continuarán con igual determinación hasta
culminarla.
Sucesos dolorosos ocurridos en varias regiones,
carros bombas en Arauca, en la fiscalía de Medellín, en el Club
El Nogal de Bogotá, tratan de detener el rumbo que nos hemos
impuesto de recuperar la tranquilidad. Ese rumbo ha tenido expresiones
muy importantes como la temporada de turismo que permitió el
desplazamiento por las carreteras de 19 millones de ciudadanos,
con su impacto benéfico en la generación de empleo.
Ese rumbo de recuperar la tranquilidad es irrenunciable. Nada ni
nadie moverá el firme designio del pueblo de derrotar la
violencia y el terrorismo, y el Gobierno, a pesar de los reveces,
no será inferior al clamor de la comunidad.
Las autoridades competentes tienen identificado
el grupo responsable del ataque terrorista a El Nogal y se harán todos los esfuerzos
para capturar a los autores materiales e intelectuales. Los capturados
de los últimos meses, entre quienes se encuentran los autores
de los atentados del 7 de agosto en el centro de Bogotá,
donde en el humilde barrio El Cartucho fueron asesinadas 23 personas
y también los autores del atentado contra Residencias Tequendama,
nos prueban que cuando nos proponemos somos capaces de efectuar
con éxito este tipo de operativos para desarticular a los
delincuentes. Estamos refinando el grupo de coordinación
para la seguridad de Bogotá, creado el 14 de diciembre entre
el Distrito y el Gobierno Nacional.
La cooperación ciudadana es necesaria, debemos fortalecerla.
Todas las empresas privadas de seguridad tienen que colaborar estrechamente
con la Fuerza Pública. Los edificios y los sitios de acceso
al público no pueden bajar la guardia en los controles de
ingreso de personas y vehículos. En todo el País
continúa la campaña de pago de recompensas, no olvides
El Lunes de Recompensas.
Hay que informar por solidaridad, porque
todos somos responsables de nuestra sociedad. Las recompensas
no pueden sustituir la solidaridad
pero estimulan a aquellos que en un momento dado requieren apoyo
económico. Con cargo al fondo constituido entre el Gobierno
Nacional y la Alcaldía de Bogotá, se ha ofrecido
una suma de 500 millones para quienes presten eficaz colaboración
en este caso.
Por medios serios, hemos sido informados
de los planes terroristas contra Bogotá y varias ciudades colombianas. Autoridades
y ciudadanos tenemos que estar en permanente alerta, porque el
terrorismo que creció al amparo de la debilidad de autoridad,
consentido por el discurso cómplice, la actitud débil
y el escrito arrodillado de muchos demócratas, exige una
política sostenida, de largo rato y con un vigor superior
de resistencia para recuperar la paz.
Si todos ayudamos, la Fuerza Pública podrá desbaratar
los planes de los terroristas, como ha ocurrido muchas veces en
las últimas semanas.
Continuamos en la tarea de fortalecer la
Fuerza Pública.
El aumento de la policía, ya hemos graduado 4.500 y en abril
entrarán al servicio otros 8.200 agentes. La incorporación
de soldados campesinos, 5.500 el 28 de Febrero y 11.000 en Junio.
E infantes de marina de la misma naturaleza, esta semana entran
en servicio los primeros 500. La integración de nuevas brigadas
móviles y de los batallones de alta montaña, son
todos hechos concretos que se encuentran en pleno desarrollo y
a medida que empiecen a operar, el País tendrá que
sentir un alivio en seguridad.
Además, para acercar la Fuerza Pública a los ciudadanos,
en los próximos días, la comandancia Naval del Caribe
se trasladará de la ciudad de Cartagena a San Jacinto, eso
nos permitirá avanzar en la recuperación de la seguridad
en aquella querida región de la Patria.
Invito a todos ustedes a que rebasemos
la cifra del millón
y alcancemos 5 millones de cooperantes con la Fuerza Pública,
como un nuevo paso para aproximarnos a lo que tiene que ser Colombia:
44 millones rodeando las instituciones para derrotar la delincuencia.
Durante el fin de semana hemos estado en
comunicación con
presidentes, jefes de Estado y funcionarios de gobiernos, a quienes
hemos formulado la petición de declarar terroristas estos
hechos y sus autores.
Para tal fin, el martes nos reuniremos
con los presidentes centroamericanos en Panamá, el miércoles presentaremos una proposición
en tal sentido al Consejo Permanente de la Organización
de Estados Americanos (OEA). El Secretario General de las Naciones
Unidas, Kofi Annan, ha condenado el hecho con una severidad nunca
antes utilizada en relación con Colombia.
La Ministra de Defensa se traslada mañana
a los Estados Unidos para avanzar en los planes de ayuda para
la derrota de la
droga que financia los terroristas.
Tenemos autoridad moral para pedir cooperación internacional
porque estamos comprometidos con el respeto a los derechos humanos,
porque la nuestra es una democracia regida por el orden jurídico
y no por el capricho del gobernante. No queremos saber de la presencia
de terroristas de Colombia en ningún albergue democrático.
Estamos dispuestos a traerlos.
Nuestros vecinos deben saber que los terroristas
al comienzo se comportan bien en el territorio ajeno pero finalmente
cometen allí las
mismas atrocidades que aprendieron en casa. “Vaca ladrona
no olvida el portillo”.
Los países que reciben terroristas terminan convertidos
en sus víctimas. El terrorismo internacional ve en sus cómplices
de Colombia una de sus mejores posibilidades para desestabilizar
esta América Latina, destruir la selva amazónica
y sembrarla en droga y eso no lo vamos a permitir.
Tenemos autoridad moral para pedir cooperación internacional
contra el terrorismo porque no hemos negado el diálogo ni
el acuerdo humanitario. La comunidad internacional conoce nuestra
decisión de hierro para derrotar la violencia y también
nuestra disposición infinita a la reconciliación
en la paz sincera.
Tenemos autoridad moral para pedir cooperación internacional
porque nos guía una profunda devoción por los derechos
humanos. La tortura que se utilizó en la guerra fría
para obtener confesiones de cómplices y detenidos, finalmente
desacreditó las democracias y terminó legitimando
a los torturados.
En nuestra época, la información se obtiene con
solidaridad y buen trato. Por eso, desde el Presidente, la Ministra,
los altos mandos, hasta el más humilde de los policías
y soldados, tenemos que proceder con capacidad de convicción,
con comunicación clara, con compromiso solidario, con respeto
al ser humano para que campesinos y ciudadanos en general repudien
a los terroristas y acudan a apoyar a la Fuerza Pública.
Cada integrante de la Fuerza Pública tiene que ser un pedagogo
para atraer la confianza ciudadana.
Con la observancia de los derechos humanos,
nuestro ejercicio de autoridad ganará creciente confianza en el pueblo y también,
creciente respeto internacional.
Un acto terrorista como el de El Nogal
afecta todas las fibras de la Nación.
Entre las 33 víctimas perecieron el papá y la mamá de
una familia, quedó ileso Santiago de 11 años y su
melliza Maria Camila, rescatada entre los escombros, se debate
con un trauma en el cráneo y serias dificultades en una
de sus piernas. Hugo Silva, antiguo mesero y actual cajero, padre
de una niña de 7 años, está entre las víctimas
fatales. Y así se repite la tragedia en el número
que todos conocemos.
Sin embargo, todas las familias colombianas tenemos que ponernos
de pie contra la violencia y el terrorismo.
Allí, a El Nogal, llegan inversionistas internacionales
a quienes pido confiar en Colombia, invertir más y no abandonar
a nuestro pueblo. El Club es sede frecuente de eventos culturales,
empresariales y sociales. Cuatrocientas cincuenta familias de igual
número de empleados, muchos fallecidos y heridos, derivan
su sustento de la institución. Los directivos han tomado
la decisión de reconstruir la sede y los socios, de continuar
con el pago de las cuotas para mantener el ingreso a los trabajadores.
El clima de inversión y de generación de empleo
ha venido mejorando y al convertir la tristeza en energía,
tenemos que recuperarlo plenamente. Decaer es dar el triunfo a
los terroristas, decaer es entregar nuestras infinitas posibilidades
de crecimiento económico, de generación de recursos
para lo social, de creación de empelo.
En Enero, el consumo de energía creció en un 4.5%,
cifra record en mucho tiempo en mucho tiempo y se han dado otras
señales que anuncian que podemos recuperar el crecimiento
económico y la generación de empleo. Eso no lo puede
truncar el terrorismo.
Llamo a la unidad nacional contra la violencia
y el terrorismo, no obstante las diferencias sobre la economía o la política.
Con solidaridad en el debate y apego a la democracia, las diferencias,
tarde que temprano, encuentran puntos de aproximación, pero
la pérdida de vidas, la muerte, la desolación y el
luto que dejan los terroristas nunca se recuperan ni se reparan
plenamente.
Llamo a la unidad nacional contra la violencia
y el terrorismo, porque nuestra política de seguridad es democrática,
para el bien de todos.
Hemos dado instrucciones perentorias para
proteger periodistas, maestros y sindicalistas. En una reciente
conversación,
Juan Luis Londoño me contaba, con entusiasmo, que en diciembre
y enero hubo cero asesinatos de sindicalistas.
He dicho a la Fuerza Pública que los colombianos me dieron
un mandato político y democrático para derrotar la
violencia y que debo cumplirlo sin criterio político ni
religioso ni ideológico. Esto es, la autoridad del Gobierno
debe ser para el bien de todos. Por eso, llamo a la unidad nacional
contra la violencia y el terrorismo.
Compatriotas: acompañemos esta noche
las familias de quienes han fallecido.
Elevemos nuestras oraciones a Dios para que aquellos que nos han
dejado nos ayuden desde el cielo a querer esta Patria y a servirla
bien y con honradez.
Desfilemos por los hospitales a saludar y animar a los heridos.
Llevemos al sepulcro a los seres queridos. Y madruguemos a trabajar
como lo reclaman desde los hospitales y desde el cielo los heridos
y fallecidos.
Sigamos el ejemplo de trabajador incansable
de Juan Luis Londoño,
quien despliega un emocionante periplo por Colombia para comprometer
al país en un pacto por la generación de empleo.
Personalmente, iré temprano a Manizales para presidir un
Consejo de Seguridad porque allí como en todo Caldas y la
Patria entera, tenemos que derrotar el terrorismo y la violencia.
Como dijeron hoy los valerosos asistentes
a la marcha de hoy en Bogotá: “Colombia llora pero
no se rinde”. |