INSTALACIÓN
DEL XIV CONSEJO PRESIDENCIAL ANDINO
Junio
27 de 2003 ( Rionegro – Antioquia)
Bienvenidos distinguidos integrantes de todas las delegaciones:
Nos honra mucho contar con su presencia en esta tierra que alberga
simplemente un universo considerable de hermanos suyos.
El ex Canciller y Secretario de la Comunidad
Andina, Guillermo Fernández de Soto, en la densa exposición que acabamos
de escucharle, ahorra muchos puntos a los que podría referirme
y nos crea muy positivas reflexiones.
Nosotros tenemos que romper lo que parece
ser la tradición
de los últimos años, cuando nos reunimos se impone
el protocolo y aparentamos ánimo. Cuando nos separamos,
miramos con desgano a la Comunidad Andina.
Hay que unificar el discurso y el estado
de ánimo, tenemos
que definir que hay que sacarla adelante, porque nadie puede poner
en duda su justificación, su necesidad.
Unidos por la historia, unidos por la geografía,
unidos en la hermandad de nuestros pueblos, solamente vamos a
conseguir
el presente y el futuro si nos unimos de verdad.
Tenemos en frente una serie de retos: mejorar
lo nuestro que anda mal. Los periodistas de nuestros países ya tienen alguna
mofa frente a la integración, ayer leía un titular
en el cual decían: ‘Cumbre de incumplidos’,
refiriéndose a la totalidad de normas que violamos. Pues
bien, serán los hechos y no los discursos los que cambien
esa percepción.
Otro reto: MERCOSUR. Es una responsabilidad
para afrontar, definir y dar el paso. Entre nuestros países
hay algunos con mayor necesidad y mayor urgencia de que se celebre
el acuerdo con MERCOSUR.
Otros, con temores comerciales, pero todos tenemos que buscar dar
ese paso. Por supuesto, con sinceras previsiones que resulten en
beneficio de todos, que garanticen lo fundamental que hoy se define
alrededor de una palabra: equidad.
No podemos despachar al Presidente Lula
(Luis Inácio, de
Brasil), que viene a visitarnos esta tarde, con un simple ceremonial
de reglas de cortesía, hay que definir cómo vamos
a avanzar en el tema de MERCOSUR, en lo político, en lo
social, en lo económico, con toda sinceridad, poniendo las
salvaguardas y los plazos que se requieran, teniendo en cuenta
la diversidad de nuestros países.
Grandes retos: el ALCA (Acuerdo de Libre
Comercio de las Américas),
los Estados Unidos, la Unión Europea y Centroamérica
como lo acaba de enumerar el Secretario Guillermo Fernández
de Soto.
Hemos asistido, en los últimos años, a nuevas formas
de integración. Recuerdo el día cuando el Gobierno
de Bolivia y el presidente Cardoso inauguraron el gasoducto. Y
el día, no hace mucho, cuando los presidentes Chávez
y Cardoso inauguraron la interconexión del oriente de Venezuela
con el norte de Brasil.
En algunas partes, Colombia le vende energía a Venezuela.
En otras, Venezuela nos vende. Hace dos semanas asistía
al Consejo Comunitario del Vichada, en la orilla del río
Orinoco y allá hay enorme contento de la población,
porque antes del 24 de diciembre estará construida la interconexión
con Venezuela y gracias al suministro del fluido de Venezuela,
esa población se beneficiará enormemente.
Hemos avanzado también para interconectarnos en gas. El
ex canciller Fernández de Soto daba cifras de lo que ha
significado la interconexión eléctrica con Ecuador
pero le anoto un punto, que le faltó a su enumeración
y que es bien importante: el terrorismo destruyó unas torres
en el sur de Colombia hace pocas semanas, quedaron buena parte
de nuestros departamentos del sur sin energía y en ese momento,
gracias a la interconexión, fue posible tomarla del Ecuador
y mantener sin solución de continuidad ese servicio público
esencial para nuestras comunidades.
Pero miremos Centroamérica. Ellos están bastante
unidos en el Plan Panamá-Puebla y si bien ha habido un debate
enorme que no permite ver en el horizonte rápidamente la
carretera del Darién, nos tenemos que integrar en hidroelectricidad
y en gas. Ese paso lo tenemos que dar como uno de los primeros
esenciales para avanzar hacia la integración con Centroamérica.
Ha avanzado muchísimo el acuerdo de libre comercio de Centroamérica
con los Estados Unidos. Es importante que nuestra Secretaría
mire ese desarrollo, porque ese desarrollo nos puede dar a nosotros
muchas luces para el ALCA.
Y nos tiene que hacer entender lo siguiente:
este tipo de acuerdo no lo podemos ver como excluyente con el
ALCA. Si se realizan con
equidad, respetando el marco político al que nos debemos
someter todos, ese tipo de acuerdo lo debemos considerar como un
anticipo saludable que abre puertas al ALCA.
Ha dicho con inmensa claridad el doctor
Fernández de Soto
que esta es una integración política, social, es
una integración de visión, es una integración
de hermandad, donde lo comercial y lo económico es apenas
uno de los capítulos.
Y allí sí que hay un campo rico para avanzar en
lo social. Tenemos esperanza de que el trabajo que han venido realizando
los cancilleres y los ministros nos permita perfeccionar los acuerdos
sociales que se han dilatado tanto y que ese sea uno de los resultados
de la reunión de Rionegro.
El Mercado Común. Lo tenemos definido para el año
2005, estamos compulsados a definir si lo vamos a respetar o no.
Yo sugiero que lo respetemos y lo apliquemos. ¿Por qué?
Algunos han dicho que en la perspectiva del ALCA, el Mercado Común
Andino no se justifica. Discrepo profundamente.
El proceso de desgravaciones del ALCA,
la necesidad de aplicar unas herramientas que corrijan asimetrías, el capítulo
social para el tema de la pequeña empresa, del agro, nos
va a llevar necesariamente a que la plena aplicación del
ALCA esté sometida a un proceso que puede ser extenso. Y
durante ese tiempo, el Mercado Común sería un gran
instrumento para nuestros países andinos.
En el reciente acuerdo firmado entre Chile
y Estados Unidos, el proceso de desgravación les toma 12 años. Si plazos
semejantes se incluyeran en el ALCA, 12 años justifican
plenamente la existencia de un Mercado Común Andino. Lo
tenemos acordado, pero estamos obligados a decir si hay voluntad
para cumplirlo o si no lo vamos a cumplir.
Yo los invito, apreciados Presidentes de
las naciones hermanas, a que pongamos en marcha las decisiones
necesarias para que se
lleve a cabo el Mercado Común.
Es urgente un examen de conciencia, es
urgente recapacitar, es urgente rectificar. Da pena cuantificar
el número de violaciones
andinas, así lo que haremos es matar –en ocasiones
más perceptiblemente, en ocasiones de manera imperceptible-
la confianza entre nuestros pueblos.
Por eso lo que pude anticiparles en Cuzco
(en la reunión
que presidió el Presidente Toledo (Alejandro, de Perú),
cuya ausencia deploramos, pero sentimos muy bien representada a
la nación hermana por su Primer Vicepresidente), lo quiero
proponer hoy formalmente acá: démonos un palo, reconozcamos
las violaciones, corrijamos las violaciones y comprometámonos
todos a cumplir, a observar las normas que venimos violando.
Y para que eso sea práctico, propongámonos un período
de prueba: 10 meses, un año. Que durante 10 meses o un año,
todos nosotros, sin excepción, tengamos que cumplir todas
las normas violadas y al cabo de ese período, hacemos una
evaluación a ver si ha sido conveniente o inconveniente.
Pero lo grave es seguir hablando de integración y simultáneamente
destruyendo la integración, porque no respetamos la normatividad.
Colombia está dispuesta a aportar lo suyo, para cumplir
con todas las normas que pueda estar violando.
Necesitamos definir otros temas. En lo
personal, creo que la falta de armonización en lo fiscal, en el índice de endeudamiento,
en la cuestión cambiaria, dificulta mucho la construcción
de confianza para la integración.
En la época del sucre devaluado y del peso colombiano revaluado,
la balanza llegaba a favorecer ampliamente al Ecuador. En la frontera
los colombianos se trasladaban al Ecuador a comprar todos los bienes
necesarios de las familias. Vino la dolarización en el Ecuador,
Colombia superó el rezago cambiario, se dejó atrás
la revaluación, avanzamos hacia una tasa de cambio competitiva
y se ha presentado ahora un desbalance en favor de Colombia, lo
cual es grave, porque aquí necesitamos beneficiarnos todos,
no hacer un negocio bueno para el uno que dure un año, sino
un negocio bueno para todos que dure por toda la vida.
En esta tierra –han dicho los compañeros de Fernando
González- que los acuerdos son buenos y perdurables cuando
son equilibrados.
Con Venezuela. En la época de la revaluación del
peso, la balanza favoreció sustancialmente a Venezuela.
Después, cuando se hizo el ajuste en la tasa cambiaria colombiana
y el precio del petróleo subió sustancialmente y
revaluó el bolívar, la balanza empezó a favorecer
a Colombia. Eso demuestra que necesitamos armonización cambiaria.
Revisábamos hace poco con el Presidente Chávez (Hugo,
de Venezuela), en visita que le hice a su país, los 10 años
de libre comercio. Unos en favor de Venezuela, otros en favor de
Colombia. En el consolidado, 257 millones de dólares en
favor de Venezuela, pero cuando hay un año con exceso favorable
a Colombia o a Venezuela, las percepciones se equivocan porque
la ciudadanía no mira el período en la tendencia
larga, sino que le toma la foto al año de las preocupaciones
y entonces se crean todas las desconfianzas y todas las susceptibilidades.
Creo que es necesario definir el tema de
la armonización
cambiaria, lo dificulta la circunstancia que nuestro hermano país,
el Ecuador, soberanamente ha tomado la decisión, que respetamos,
de la dolarización.
¿Cómo hacer armonización cambiaria cuando
una economía está dolarizada? Hay instrumentos: el
manejo de la salvaguardia cambiaria. Yo le expresaba hace poco
al Presidente Gutiérrez (Lucio, de Ecuador), que Colombia
ve equitativo que el Ecuador la imponga. Razonable, por supuesto,
móvil, de acuerdo a como vayan evolucionando estas monedas
y que lo haga a tiempo.
A nosotros no nos conviene que uno de nuestros
países llegue
a perder totalmente la competitividad, a postrarse y a entrar en
una crisis como la que ha vivido Argentina, que ojalá la
supere plenamente.
A nosotros nos conviene, nosotros necesitamos
que todas estas economías estén fortalecidas, creciendo,
resolviendo sus problemas sociales.
El tema del ALCA. Las diferencias de las
economías también
traen velocidades, diferentes en el interés de cada país
por el ALCA. -Hablo en primera persona, porque haría mal
si tratara de interpretar lo que ustedes mismos tienen que interpretar-,
Colombia lo necesita.
Les decía ahora a mis distinguidos colegas, al trasladarnos
del Hotel Las Lomas hacia acá, que esta economía
colombiana que está repuntando después una profunda
postración, ha tenido en el ATPA –por sus siglas en
inglés- (Acuerdo de Preferencias Andinas) un gran estímulo.
Pero eso, como todo beneficio unilateral,
es furtivo, precario, muy corto en el tiempo, incierto sobre
las posibilidades de que
lo renueven. Y tampoco da seguridad a los inversionistas para instalarse. ¿Qué hace
Colombia si en el año 2006, cuando termine el ATPA, no tenemos
ALCA?
-Quiero hablar en primera persona por respeto
a las circunstancias particulares de cada uno de los países
hermanos, pero con toda franqueza-.
Entonces, es bien importante mirar con
el Presidente Lula esta tarde dos temas: las previsiones sociales
del ALCA y la velocidad.
Y ahí veo un paralelo en la apreciación que podemos
tener frente a MERCOSUR y frente al ALCA.
Unos necesitan más rápido MERCOSUR, otros más
rápido el ALCA, pero finalmente todos debemos llegar. Y
no podemos ocultar que algunos tienen interés y necesidad
de un acuerdo bilateral con MERCOSUR, que pudiera ser más
profundo y más veloz que el acuerdo de la Comunidad con
MERCOSUR. Y nosotros tenemos ese interés con los Estados
Unidos.
Ahí es donde nos tenemos que ayudar y comprender. Por eso
es necesario definir un marco político que todos lo respetemos,
si alguien va a anticipar su llegada a MERCOSUR, a tener un ritmo
de negociación con MERCOSUR más acelerado que el
de la Comunidad en su conjunto, que respete el marco político
que defina la Comunidad.
Si alguien va avanzar en un tratado bilateral
con los Estados Unidos, al cual no pueda llegar la totalidad
de la Comunidad al
mismo tiempo y que sea anterior al ALCA, ese país debe respetar
el marco político.
Sugiero, pues, como elemento esencial,
definir un marco político,
con los elementos de equidad, para el evento de que cualquiera
de nuestros países, por razones internas respetables, necesite
avanzar hacia un acuerdo bilateral o con los Estados Unidos o con
MERCOSUR o con Canadá o con la Unión Europea.
El ideal es que todos lleguemos al mismo
tiempo, pero si no podemos llegar todos al mismo tiempo, que
por lo menos lleguemos respetando
un acuerdo político entre todos nosotros, que nos integre
más y que nos dé más confianza.
Tenemos profunda preocupación por el tema del agro, porque ¿qué empezamos
a ver?, realidades como ésta: tres de nuestros países
son autosuficientes y excedentarios en arroz y la única
solución que encontramos es mandarle arroz al vecino.
Veo que vamos a ser todos autosuficientes y excedentarios en oleaginosas
y no vamos a solucionar el problema, si lo que pretendemos es colocar
los excedentes en el mercado del vecino, que puede estar igualmente
saturado.
Ahí vamos a tener que trabajar otra área, a ver
cómo avanzamos hacia la producción del biodiesel
y encontramos usos diferentes a productos agrícolas que
puedan tenerlos.
Y el manejo de esos temas, en los acuerdos
con MERCOSUR, con la Unión Europea, con el Canadá, con los Estados Unidos,
debe llevarnos a respetar el marco político al cual he venido
refiriendo.
Quiero agradecer inmensamente, señores Presidentes, señor
Vicepresidente y muy distinguidos delegados, su presencia en esta
tierra colombiana, martirizada por la droga, por el terrorismo,
pero con un ánimo inquebrantable para salir adelante.
Y su presencia en esta particular región, en esta vieja
casona de Quirama, protegida por el alero de la casa de la Convención
de Rionegro, donde en 1863 se definía una Constitución
federalista, plenamente democrática, que concebía
un Estado como debería ser hoy la Comunidad Andina: respetando
la autonomía de todos, pero finalmente acatando un marco
de integración.
Esta región de la Patria colombiana produjo una maravillosa
revolución industrial, en una topografía muy accidentada,
a lomo de mula, a 600 kilómetros del mar. Aquí ha
habido poca riqueza del suelo, pero una infinita riqueza del capital
humano, del capital social.
Hemos padecido el ocultamiento de lo bueno,
porque la noticia es el narcotráfico, el terrorismo, la violencia. La presencia
de ustedes nos ayuda inmensamente a que el mundo conozca lo que
debe conocer de esta región. Llegan ustedes en un momento
en el cual encuentran una comunidad resuelta a derrotar el terrorismo.
En la ciudad de Medellín, que por épocas ha sido
la ciudad más violenta del mundo, en número de homicidios
por cada 100 mil habitantes, en el mes de junio presenta una disminución
de homicidios del 45 por ciento en relación con junio del
año pasado. Y en el acumulado de 2003, una disminución
del 33 por ciento. La decisión es derrotar la violencia,
para bien de toda la ciudadanía.
Muchos interlocutores y comunicadores me
preguntan: ¿usted
por qué insiste en definir su política de seguridad
como una política de Seguridad Democrática?
Y he contestado, a guisa de síntesis: porque es para proteger
a todos los ciudadanos, sin perjuicio de que sean disidentes frente
al Gobierno, sin detenernos a clasificarlos porque sean líderes
empresariales o sindicales, trabajadores, campesinos o agricultores.
La Seguridad Democrática implica seguridad para toda la
ciudadanía.
Yo sentí esta mañana emoción de demócrata
cuando llegué a recoger a mis distinguidos colegas al Hotel
Las Lomas, vi una serie de coterráneos agitando banderas
de bienvenida al Presidente Chávez. Yo venía conduciendo
un vehículo y el Presidente Chávez en la banca de
delante de pasajero. El presidente Sánchez de Lozada, el
presidente Lucio Gutiérrez y el Vicepresidente del Perú,
en la parte de atrás.
Y cuando llegamos a la manifestación, desobedecí a
la Policía que venía en un carrito adelante y conduje
el carro nuestro hacia la manifestación, para que el presidente
Chávez pudiera saludar y no los saludó a través
del vidrio, le quité el seguro para que se bajara a saludarlos
y eso fue muy bello.
Le dije: ‘vea, Presidente, aquí lo único que
queremos es que todo el mundo se exprese como quiera, pero a nadie
le vamos a dejar disparar un fusil más sino a la Fuerza
Pública’.
Y hemos dicho ‘concepto democrático de seguridad’,
porque tenemos toda la decisión de derrotar a los violentos,
pero respetando la Constitución.
Cuando un Estado abraza la democracia pluralista,
no hay espacio para que a la acción armada, ilegítima, se le denomine
acción política. Simple y llanamente es terrorismo.
Ayer vi un video de la Fiscalía sobre uno de los últimos
asesinatos de las Farc, quisiera que lo conociera la Iglesia, quisiera
que lo conocieran ustedes y los parlamentos del mundo, para que
ustedes se formen el concepto de ese horror.
Y queremos dar las gracias a ustedes por
toda su comprensión
y ayuda en la lucha de Colombia para superar el terrorismo.
Puede haber diferentes matices, es normal, en unas sociedades
convulsionadas, con inequidad, en unas democracias deliberantes,
la amplia gama de matices es saludable pero hemos encontrado en
todos ustedes un gran apoyo para derrotar la droga y para derrotar
el terrorismo.
¡Qué bueno que derrotemos la droga! Si los países
industrializados no son capaces de derrotar el consumo, que por
lo menos nosotros echemos la droga de aquí, que se la lleven
a otra parte.
Pero que nosotros la echemos de aquí,
para la dignidad de las nuevas generaciones, para el respeto
de nuestros pasaportes,
para la limpieza de nuestras culturas productivas.
El domingo, con la ayuda de Dios, estaré muy
cerca de la frontera con el Ecuador, donde hemos derrotado grandes
cantidades
de sembrados de droga.
Y vamos suscribir el primer acuerdo con
3 mil familias campesinas, que antes eran cultivadoras de drogas
y ahora se comprometen a
lo siguiente: a mantener esos terrenos sin droga y a cuidar la
recuperación del bosque.
Cada familia va a recibir un apoyo estatal
de 2 mil dólares
al año. Familias campesinas que van a cuidar el área
libre de droga y la recuperación de nuestros bosques.
Estos países nuestros son un pulmón de la humanidad,
la primera razón que van a tener las nuevas generaciones
para continuar la lucha contra la droga, es la razón ecológica.
Nosotros tenemos que definir: o conservamos nuestros recursos naturales
o permitimos que la droga los derrote. El paso que vamos a dar
en el Putumayo es pequeño, pero muy importante.
Ojalá la Unión Europea y los Estados Unidos nos
ayuden a todos y si Colombia pudiera completar un número
de 50 mil familias campesinas guardabosques, recibiendo remuneración
por preservar los campos sin droga y por cuidar la recuperación
del bosque, estaríamos dando un gran paso.
Señores Presidentes, Señor Vicepresidente: esta
tierra siempre ha tenido un estado de ánimo elevado, en
la oquedad o en el pináculo. En la hora mala aquí se
toman dos aguardientes, se les olvida la pena y se recupera el
estado de ánimo, pero su presencia es un gran tonificante
para seguir superando este estado de ánimo.
Muchas gracias.
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