CEREMONIA
DE ASCENSO EN LA ESCUELA GENERAL SANTANDER
Junio
20 de 2003 ( Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Nos reunimos hoy en este bello campo de
la Escuela de Policía
General Santander, en el sur de esta ciudad y con el verde de esta
Sabana infinita, para agradecer con los símbolos de la Nación
a muy buenos hijos suyos.
Se abrió la ceremonia con una bella demostración
del carrusel equino de la Policía que nos demuestra la disciplina,
el esmero, el buen cuidado que en todas estas artes aplica nuestra
oficialidad. A todos ellos felicitaciones.
Queremos los campos de Colombia en paz,
para que nuestros ciudadanos puedan disfrutarlos, de a caballo
o en moto o en bicicleta, a pie,
por los ríos y puedan dedicarse solamente a cuidar el medio
ambiente a producir y a generar empleo.
Hemos condecorado a una serie de oficiales
y agentes por los servicios prestados a la Patria: al Teniente
Coronel Luis Eduardo Martínez
Guzmán, al Teniente Coronel Gustavo Moreno Maldonado, al
Capitán Carlos Arturo Curtidor Cruz y a los Agentes Luis
Fernando Gómez Romero, Juber Polanía y Mauricio Pedraza
Orozco.
Esta difícil carrera policial que
tanto demandamos los colombianos y de la que tanto sacrificio
exigimos, en la trayectoria
de la honestidad y del cumplimiento del deber, solamente deja satisfacciones
de la conciencia, motivos de orgullo para la familia y la gratitud
de la Patria.
Al imponer a ustedes hoy la Gran Cruz al
Mérito Policial
por primera vez, en nombre de la Nación entera, expresamos
nuestra infinita gratitud.
Esta gran capital ha padecido innumerables
derramamientos de sangre por obra del terrorismo y ustedes han
hecho un esfuerzo ejemplar,
afrontando todas las dificultades y exponiéndose a todos
los riesgos, para desbaratar las bandas terroristas que maltratan
a Bogotá.
El pueblo bogotano, la totalidad de los
ciudadanos de Colombia, agradecemos profundamente este gran sacrificio
y que la Cruz al
Mérito Policial sea un estímulo para que todos los
días, gracias a la obra de ustedes, el pueblo bogotano pueda
sentir más cerca la hora de vivir en completa tranquilidad.
Y hemos condecorado con la Estrella de
la Policía al doctor
Antanas Mockus, alcalde mayor de la ciudad. Los colombianos le
tenemos profunda admiración, gratitud, confianza –la
palabra clave de la época-. Recuperar confianza en las instituciones,
recuperar confianza en nuestra forma de gobierno, recuperar confianza
en los seres humanos que encarnan esas instituciones.
El Alcalde Mockus, por su competencia,
por su entrega al servicio, ha ganado confianza y fundamentalmente,
esa gran dosis de confianza
que la ciudadanía tiene en él, deriva de su honradez,
de su pulcritud como servidor público y como ciudadano integral.
Esa recuperación de confianza le ha hecho muy bien a la
administración de Bogotá, es un ejemplo para el país
entero, es una luz para que todos los que representamos a las instituciones
democráticas, hagamos los esfuerzos a nuestro alcance para
recuperar confianza.
El Alcalde Mockus, para bien de Colombia,
tiene la credibilidad de la ciudadanía, de la Fuerza Pública, su tarea
en el orden público a mí me ha gustado como a todos
los ciudadanos, en muchos aspectos y en otros me ha sorprendido
gratamente.
Por un lado, el Alcalde Mockus ha sido
un pedagogo de la convivencia, ha ejercido un magisterio permanente
para enseñarnos a los
colombianos a dirimir nuestras controversias pacíficamente.
Hasta ahí, desde muchos años, así lo hemos
conocido.
He compartido, en este año de ejercicio de la Presidencia,
responsabilidades con él para dar seguridad a los bogotanos
y he encontrado en el Alcalde Mockus un timonel firme, sin vacilaciones
y sin titubeos.
Él piensa, para bien de Colombia, que la colaboración
de todos los ciudadanos con la Fuerza Pública no puede ser
optativa, su interpretación de la Constitución y
de los deberes ciudadanos para el bien público, lo ha llevado
a decir aquello que yo comparto: ‘la cooperación de
los ciudadanos con la Fuerza Pública para la recuperación
del orden y la convivencia, es un deber ineludible, es un imperativo’.
El Alcalde Mockus ha apoyado a la Fuerza
Pública en Bogotá con
toda determinación, sin reservas y ha sido una formidable
combinación de pedagogía de la convivencia y de ejercicio
firme de la autoridad. Nos sentimos muy honrados al imponerle la
Estrella de la Policía.
Y hemos asistido hoy al ascenso de Teniente
Coronel a Coronel de los oficiales Carlos Humberto Vargas Rincón, José Humberto
Henao Castaño, Juan Emilio Ortiz Ortiz, José David
Guzmán Patiño y Fortunato Vergara Marín.
Ascienden hoy un escalón en su abnegada e importante carrera
en la Policía, en momentos difíciles de la Patria,
este escalón lo han ascendido con su sacrificio, con su
abnegación, con su capacidad de enfrentar todos los riesgos
en diferentes regiones de Colombia. A ellos, a sus familias, que
los han acompañado con tanta devoción, nuestras felicitaciones.
Este ascenso y estas condecoraciones, en
la Patria de hoy, maltratada por el terrorismo y resuelta a derrotar
el terrorismo, más
que reconocimientos implican la recordación de que tenemos
que aumentar, todos, nuestra entrega para servir mejor a Colombia
y en el caso concreto de la Policía, para derrotar la violencia
de la Patria.
Y tenemos el inmenso honor de entregar
la Estrella Superior al general Teodoro Campo Gómez, director Nacional de la Policía,
36 años de servicio, administrador policial y economista.
Al decir de sus compañeros, de sus superiores, de sus subalternos,
de su familia: riguroso pero fraterno, transparente y con un espíritu
de servicio a toda prueba, comprometido en todas las obras de bienestar
que se han emprendido en los municipios y en las ciudades en las
cuales se ha desempeñado a lo largo de su carrera, comandante
Antinarcóticos, ha ganado una gran confianza en el mundo,
director del Instituto de Seguridad Social de la Policía,
comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá,
inspector General de la Policía y director General de la
Policía.
Lo acompañan hoy su señora María Cristina
y su hija Paola, quienes con él han integrado una bella
familia y le han dado ese calor del hogar que necesitan los hombres
que tienen que enfrentar los rigores de la Patria.
Lo acompañan hoy, General, todos sus compatriotas en este
momento estelar de su carrera. Lo acompaña la Ministra de
la Defensa Nacional (Marta Lucía Ramírez), que lo
llamó nuevamente al servicio activo y al lado de quien usted
ha venido cumpliendo una gran tarea para Colombia.
Lo acompañan los comandantes de las diferentes Fuerzas,
lo acompañan los señores ex Presidentes, en cuyos
gobiernos usted tuvo que cumplir tareas de mucha responsabilidad.
El ex Presidente Julio César Turbay Ayala, ejemplo de determinación
para enfrentar a los violentos y también de apertura y generosidad
cuando se dieron los procesos de paz. Y lo acompaña el ex
Presidente Ernesto Samper Pizano, durante cuyo gobierno se hizo
una profunda transformación de la Policía y para
bien de la Institución, se le depuró y salió bastante
fortalecida.
Y lo acompañan sus compatriotas, que tenemos mucha confianza
en la obra de la Policía. Sí, hemos mejorado, pero
falta mucho. Sí, Dios mediante en octubre tendremos Policía
en el último de los 173 municipios que encontramos con ausencia
de esta Institución el pasado 7 de agosto. Sí, ha
descendido el homicidio, ha descendido el secuestro, se ha recuperado
en un 66 por ciento el tráfico en las carreteras de Colombia
y cuando un empresario sabe que su mercancía llega de Bogotá a
Barranquilla, se despierta en él la confianza y el aprecio
por el policía que está a la vera del camino cuidando
la carretera.
Muchas familias colombianas han recuperado
las carreteras para hacer turismo, para conocer la Patria, para
hacerla conocer de
sus hijos, para ayudar a crear empleo. Y cuando las señoras,
los niñitos y los señores observan al policía
y al soldado a la intemperie, cuidando la carretera, se despierta
en ellos una gran emoción. Se expresa un sentido de gratitud
por los integrantes de su Fuerza Pública y eso nos ha ayudado
a crear confianza entre la Fuerza Pública y la ciudadanía.
Hoy hay más de un millón de cooperantes y tenemos
que hacer realidad que tengamos 42 millones de cooperantes con
la Fuerza Pública.
La Fuerza Pública, con el apoyo de la ciudadanía,
con la dirección de las instituciones democráticas
civiles, de la mano de la Constitución, nos tiene que devolver
la paz.
Hemos avanzado pero no suficiente, los
colombianos hoy nos piden que haya Fuerza Pública no solamente en estos 173 municipios,
sino en los corregimientos, en las veredas, que tengamos más
Grupos de Reacción, más tecnología, más
inteligencia.
Los ciudadanos hoy nos piden que todo policía sea un agente
de inteligencia, que todo policía se entregue con abnegación,
con sacrificio total a la derrota de los violentos.
Los colombianos ven una luz de esperanza porque hemos reducido
el secuestro en un 33 por ciento, pero los colombianos quieren
que en Colombia no haya un solo secuestro.
Vengo a felicitar a todos ustedes, por
conducto del general Teodoro Campo, quien hoy recibe su estrella
superior, pero a pedir a todos
ustedes que redoblemos los esfuerzos, que al despuntar del sol
de cada día, sintamos más energía, tomemos
más energía, para que en esta hora definitiva de
la Patria derrotemos a los violentos.
Nosotros no vamos a prolongar esta violencia
ni la vamos a llamar conflicto, nosotros estamos recibiendo un
mandato de los colombianos
que se reverdece todos los días para que acabemos con esta
violencia.
Hemos perdido, entre la droga y la violencia,
varias generaciones de colombianos y es nuestro deber, con la
generación que
hoy crece en la Patria, entregarles una Nación en completa
paz.
Y esta violencia no la llamamos conflicto,
a sus actores no les reconocemos el título de combatientes, son terroristas. ¿Y
por qué lo repito? Porque el mundo contemporáneo
ha logrado un consenso alrededor de la democracia pluralista, porque
Colombia es ejemplo en ese consenso, porque este Estado nuestro
no es un terrorismo de Estado sino una fundación democrática,
porque aquí no están suprimidas las libertades ni
recortadas.
Ayer recordaba a los magistrados de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, que
Colombia es un caso particular.
Es el país que enfrenta el mayor desafío terrorista
del mundo y al mismo tiempo el país que presenta la mayor
libertad de prensa del mundo.
Aquí no hay mordazas a la crítica, aquí no
hay caminos traviesos al pluralismo, aquí no hay trampas
a la democracia y eso nos da la razón y la causa para decir
que, cuando, en contra de una democracia transparente que funciona,
de unas instituciones pluralistas se ejerce la oposición
armada, esa oposición armada es terrorismo.
Y es terrorismo por sus métodos, ya no los vemos combatiendo
transparentemente, con gallardía, a los soldados y a los
policías de Colombia, se han dedicado –estos grupos
violentos- a plantar el territorio de minas quiebrapatas. Por eso,
cobardemente, lo que han hecho es dejar lisiados a centenares de
soldados y de policías y de ciudadanos trabajadores de Colombia.
Por sus métodos los denominamos terroristas y los denominamos
terroristas por sus fuentes de financiación: la droga que
acaba con la ética y con la moral, la droga que corrompió a
la misma guerrilla, la droga que con la capacidad militar ha creado
en los violentos una actitud vanidosa, una actitud desdeñosa
con el Estado, con la moral, con la sociedad. La droga que no respeta
fronteras, que ha destruido la selva colombiana, que ha amenazado
con destruir las instituciones colombianas y que puede causar los
mismos daños en el vecindario.
Y los llamamos terroristas porque son los
causantes de las dificultades sociales y políticas de
Colombia.
Es bueno que el mundo entienda que esta
Patria nuestra se gastó 100
años discutiendo para incorporar la elección popular
de alcaldes y de gobernadores. Es bueno que el mundo sepa que cuando
no teníamos elección popular de alcaldes y de gobernadores,
en los comunicados de la guerrilla se demandaba como una prioridad
nacional incorporarla.
¿Pero qué ocurrió? Hoy se eligen los alcaldes
y los gobernadores libremente, pasos trascendentales de la democracia
de nuestra Patria. Y aquellos mismos grupos violentos, que pretendían
justificar sus acciones violentas en la falta de estas posibilidades
democráticas, son los que hoy destruyen la elección
popular de alcaldes y de gobernadores, son los que hoy restringen
las libertades públicas de Colombia.
El Estado colombiano ha avanzado en oportunidades
democráticas
y estos grupos violentos conculcan, anulan, esas libertades democráticas.
Por eso nos sentimos muy complacidos cuando
la bandera del orden la agita el Alcalde Mockus, quien simultáneamente y durante
toda su vida, como académico, como pensador y como funcionario,
ha sido un defensor de las libertades públicas y de la democracia
de bases populares.
Estos grupos violentos, terroristas, le
piden al mundo audiencias, maliciosamente le responden al Grupo
de Río, negando el
camino del diálogo a través de Naciones Unidas y
pidiendo audiencias.
¡Los conocemos, llevan 50 años engañando al
mundo. Mientras en Colombia anulan la elección popular de
alcaldes y asesinan a los candidatos a las gobernaciones, cuando
hacen sentir su voz en el extranjero reclaman por más democracia
en Colombia!
¡Han manejado la actitud y el discurso hipócritas! ¡Los
conocemos, mientras algunos de ellos mantenían al país
saturado de peroratas desde el Caguán, otros, en buen ritmo
con los oradores del Caguán, detonaban los carros terroristas
contra 198 municipios de la Patria que destruyeron en ese período!
¡Los conocemos, son políticos
en el exterior y terroristas en Colombia!
¡Los conocemos, eran políticos en los discursos del
Caguán y simultáneamente terroristas contra los aviones
y contra los senadores y contra los diputados en diferentes sitios
de Colombia!
¡Los conocemos, han sido políticos de día
y terroristas de noche! ¡Que se definan y actúen como
gentes de bien, esa mezcla no se admite, que sean terroristas definidos,
siempre y a toda hora, para derrotarlos o que sean políticos
para que ayuden a abrir las vías del entendimiento y hagamos
un proceso de paz!
Lo que no admitimos es que sigan pretendiendo
darle al mundo y a Colombia el almíbar del engaño.
¡Si quieren la paz, que no pidan audiencia para peroratas
politiqueras e hipócritas, que se sienten con Naciones Unidas,
a ver cómo se logra un cese de hostilidades que nos abra
el camino hacia la paz!
Y queremos que se dividan, si en las Farc
los hay todavía
con ideales políticos, que abandonen a los capitanes del
terrorismo y que vengan a hacer la paz con nosotros.
Algunos me han dicho: ‘no le juegue a la división
de la Farc, que allá hay una jerarquía indestructible’.
Otros me han dicho: ‘no insista en derrotarlos que la Farc
es indestructible’.
Ese es el cuento que le han vendido a muchas
personas a quienes han engañado. Jerarquías indestructibles, comandadas
por terroristas, unos más confesos y otros más solapados,
no hay. ¡Todas son destructibles y las vamos a destruir porque
lo único indestructible es el Estado de Derecho de Colombia!
Llevamos en estos casi 11 meses de Gobierno,
1.700 personas desmovilizadas de los grupos violentos. Los hemos
acogido fraternamente, hemos
querido proceder de acuerdo con esta democracia que ha sido magnánima,
con su tradición jurídica y con su tradición
de reconciliación.
Esas 1.700 personas están abrazadas por el Estado y el
Estado está haciendo todos los esfuerzos, dentro de las
limitaciones, para dar a ellos todas las garantías.
Cuando se hizo la paz con el M – 19, quedaban 600 hombres
en armas, con el EPL, un poco más, un poco menos. Con la
Corriente de Renovación Socialista, una cifra parecida.
Este Gobierno, a partir del ejercicio de la autoridad, en 11 meses
ha hecho la paz con 1.700 personas que estaban en armas en los
diferentes grupos.
La paz no nace de actitudes débiles frente a los violentos,
la paz nace de una actitud firme para interpretar el mandato del
orden del Estado de Derecho para sacar adelante el concepto de
autoridad, que es lo único que finalmente produce reflexiones
en los violentos.
Cuando a los violentos se les trata con
azúcar, ellos responden
con cicuta. Cuando a los violentos se les trata con la firmeza
del Estado de Leyes y con la firmeza de las Armas de la República,
en ese momento se les rebaja su dosis de vanidad, su dosis de criminalidad,
hacen reflexiones y se producen resultados como el de las 1.700
desmovilizaciones de los últimos 11 meses.
Y estos violentos, tienen que preguntarse: ¿les ha servido
el camino de la violencia? Para nada, algunos de ellos dicen que
se fueron a la guerrilla por una ilusión universitaria en
materia ideológica y contestan que después de 20 ó 30
años, esa ilusión se ha desvanecido, vieron que sus
jefes cambiaron la ilusión ideológica por la ambición
del dinero mal habido.
Otros de estos desmovilizados contestan que se fueron a la guerrilla
porque los reclutaron a la fuerza, amenazando con asesinar a sus
padres y que han podido hoy desertar de la guerrilla porque ha
llegado el Estado para proteger a sus padres.
Otros contestan que se fueron a la guerrilla
por la pobreza de la familia y que al regresar de la guerrilla
encontraron a la familia
más pobre y además, en muchos casos, perdieron la
familia.
Las comunidades más atrasadas, las comunidades con menos
servicios públicos, la violencia y la droga, sólo
le han dejado males de la mayor gravedad a nuestra Patria.
Para nosotros, construir equidad en Colombia,
necesitamos que haya confianza inversionista en la Patria y esa
confianza se logra
a partir de que haya determinación para recuperar la paz.
Ustedes, integrantes de la Policía
de mi Patria, con sus acciones en pro de la seguridad, van a
ser los grandes generadores
de empleo y los grandes redentores de las masas pobres y miserables
de Colombia.
Con la seguridad que derive de sus acciones
el país verá un
mayor crecimiento económico y mejores y mayores recursos
para ir simultáneamente mejorando la situación social.
Y lo acompaña también, General
Teodoro Campo, el Ministro de Defensa del Brasil, a quien agradecemos
su visita.
Hace pocos días en el Grupo de Río, el presidente
Luis Inácio Lula Da Silva reafirmó el compromiso
del Brasil para derrotar el terrorismo. Hemos sentido en él
un gran espíritu de cooperación con Colombia.
Él sabe –y así me lo ha expresado- que si
Colombia no derrota el terrorismo, el terrorismo puede hacer un
gran daño al Brasil. Y ha llegado a contarme casos concretos,
como aquellos de las bandas terroristas y narcotraficantes de Río
de Janeiro que quisieran replicar, en el país carioca, los
actos que tanto han maltratado al pueblo colombiano.
Al Gobierno del Brasil y a usted Ministro,
nuestra gratitud y nuestra gratitud porque la Declaración del Grupo de Río
no fue una Declaración retórica más, fue una
Declaración juiciosa y práctica. Primero, exhorta
a las Naciones Unidas para que conmine a los grupos guerrilleros
a que, a partir de un cese de hostilidades, se sienten a dialogar
y a buscar la paz.
Y segundo, dice la Declaración del Grupo de Río,
que si ello fracasare, las Naciones Unidas, el Grupo de Río
y el Gobierno de Colombia buscarán alternativas.
Ese es un paso práctico, por eso ahora necesitamos la respuesta
de Naciones Unidas, como la demandé ayer en la intervención
ante la Corte de Derechos Humanos en Costa Rica.
A todos ustedes, nuestra inmensa gratitud.
General Teodoro: ¡comande!, que no es la hora del trato
dulce al terrorismo, sino del trato duro al terrorismo, para que
le llegue a la Patria el trato dulce a toda su ciudadanía.
Muchas gracias. |