ACTIVACIÓN
BATALLÓN DE ALTA MONTAÑA RODRIGO LLOREDA
Mayo
5 de 2003 ( Farallones de Cali – Valle del Cauca)
Compatriotas:
¡Qué grato que la bandera de Colombia
regrese de manera permanente a esta cordillera a recuperar soberanía,
a dar tranquilidad a los campesinos que viven en estas laderas
vallecaucanas, a cuidar desde aquí a su capital, a mirar
desde acá al Pacífico, al norte de la cordillera,
al sur de la cordillera y a esa tierra de promisión que
tiene Colombia alrededor de su río Cauca, que es el Valle
del Cauca!
¡Qué bueno que esta mañana,
ascienda a general de la República, Édgar Lesmes,
en compañía de su señora y de sus hijos, aquí en
la montaña vallecaucana, en el justo momento en que se activa
el batallón!
Señor General Lesmes, 38 años de
carrera al servicio de la Fuerza Aérea, con abnegación
y patriotismo, le permiten hoy a las instituciones colombianas,
recibirlo con alborozo como general de la República.
Nuestra profunda gratitud en sus desvelos, las
angustias de su familia, todo sea para que usted continúe
sirviendo bien a Colombia.
Y activamos el Batallón Rodrigo Lloreda
Caicedo, desde unas colinas como éstas, pero que aquellas
que están en la trascendencia de la historia, él
debe mirar complacido este momento, porque la muerte lo encontró con
angustia y sufrimiento por la seguridad de su Valle del Cauca,
por la seguridad de su Cali, por la seguridad de sus empresarios,
de sus campesinos y de sus trabajadores. Y había acariciado
que tuviéramos este batallón para poder dar un paso
adelante en la garantía de seguridad a esta, su gran tierra.
Hace pocas semanas, en un aniversario de El País,
expresé que de no ser por aquello inexplicable del destino
que cortó plenamente su existencia, muy probablemente Rodrigo
Lloreda estaría desempeñando la responsabilidad pública
que hoy se lleva sobre mis hombros. ¡Qué buen homenaje
este a Rodrigo Lloreda!
Que cada uno de nuestros compatriotas soldados,
de nuestros compatriotas suboficiales, de nuestros compatriotas
oficiales, desde el señor Coronel Rubén Darío
Hernández, comandante del Batallón, hasta el más
recién llegado de los soldados, recuerden en su cotidiana
labor el patriotismo, la verticalidad, el valor civil de Rodrigo
Lloreda, para que les dé fuerza para esta tarea.
Tengo que dar especial gratitud a todos los que
han hecho su aporte para convertir esta vieja aspiración
vallecaucana, en una realidad. Al sector privado del Valle del
Cauca y de Colombia por dos aportes. El sector privado del Valle
del Cauca un aporte generoso, voluntario, específico, para
poder avanzar y comprar estos terrenos.
El sector privado de la Patria, como contribuyente
del impuesto de conmoción (interior), que ha permitido que
a los aportes particulares del Valle del Cauca y de las autoridades
regionales, la Nación pueda sumarle cerca de 36 mil millones
para instalar este batallón que finalmente tendrá 1.200
hombres, que ya está activado con más de 870 y cuyas
obras físicas deberán concluirse por el mes de agosto.
¡Qué bueno, señora Ministra
(Marta Lucía Ramírez), poder decir hoy desde esta
cordillera vallecaucana y el próximo lunes, desde los altos
cerros de la cordillera oriental en Boyacá –allá donde
esa cordillera se muestra impetuosa entre la Sierra Nevada del
Cocuy y el piedemonte llanero, donde habremos de instalar el batallón
de alta montaña de Boyacá-, que el dinero que los
colombianos han pagado en el impuesto de conmoción se está invirtiendo
bien y de manera transparente para un propósito firme la
derrota del terrorismo a fin de curarle a la Patria esa plaga!
Quiero agradecer inmensamente al señor
gobernador del Valle del Cauca su interés, su aporte para
convertir este batallón en realidad. Germán Villegas
Villegas es un gran patriota, no ceso de aplaudirlo, he podido
compartir con él momentos muy importantes de mi vida pública,
como aquel período en el cual ejercí la Gobernación
de mi comarca y tuve la compañía de él como
Gobernador de esta tierra.
Muchas gracias al gobernador del Valle del Cauca,
por todo su esfuerzo para convertir esta necesidad de esta gran
tierra en realidad.
Y quiero agradecer al alcalde de Cali, a Jhon
Maro Rodríguez, su aporte, su interés, su entusiasmo. Él
tiene los bríos de la juventud, es polémico y fundamentalmente
es un hombre bueno que quiere su comunidad y que mantiene un gran
espíritu de superación y ha ejercido una alcaldía
con manos transparentes.
Me gusta mucho, Alcalde, poderle decir hoy a
muchos compatriotas que no imaginaba vernos visto en esta tarea,
que aquí estoy con usted, pero usted no escondido en la
retaguardia, sino en la primera línea de vanguardia deseándole
firme a la Fuerza Pública y a la necesidad de derrotar el
terrorismo. Eso se lo van a aplaudir sus coterráneos.
Y quiero agradecer profundamente a los diputados
del Valle del Cauca, a los concejales de Cali, su estímulo,
su permanente reclamo para convertir está expectativa en
realidad. Muy especialmente a los Senadores y Representantes del
Valle del Cauca.
Quise ganarme el premio de ser el candidato presidencial
que en esta campaña más visitará esta tierra
y cada vez que aquí llegaba lo hacía con profundo
afecto, con compromiso con esta tierra. Y quienes me recibieron
a lo largo de esta campaña, como Claudia Blue de Barbieri,
siempre ponían como primera prioridad el batallón
de alta montaña en los cerros de Cali. Y todos los Senadores
y Representantes de esta tierra han estado reclamando permanentemente.
A todos ellos nuestra gratitud porque han ejercido el control político
sobre el Ejecutivo para demandar que el Ejecutivo le respondiera
con obras concretas al Valle del Cauca. De esa manera se hace Congreso
en la Nueva Colombia.
Y quiero agradecer al Batallón de Ingenieros
del Ejército por la manera como ha venido trabajando en
la construcción de estas obras de infraestructura que son
y serán elementales, pero que se ubican en un lugar estratégico
excepcional para dar seguridad a la ciudadanía. Quiero agradecer
a usted señora Ministra, a los altos Mandos Nacionales,
al Comandante de la División, a los Comandantes de Brigada,
a los Comandantes de Policía, su celo, su infatigable trabajo,
su ejemplar devoción para que esta obra se convirtiera en
realidad.
¿Qué sigue?: derrotar el terrorismo. ¿Qué sigue?:
cuidar desde acá, eficazmente, a Cali para desterrar el
secuestro y el terrorismo de esa ciudad, para que vuelvan la inversión,
el empleo, los recursos para la justicia social.
Apreciados soldados, oficiales y suboficiales
de mi Patria: ustedes, con su presencia en estos cerros de la Cordillera
Occidental, en esta cumbre que mira al Pacífico y al interior
de la Nación, le están dando una muestra de coraje,
de aquel coraje que como dijera el pensador, ‘es el más
importante de los valores porque del coraje se derivan los demás
valores’.
Y quiero hacer una comparación: ¡no
tiene coraje el integrante del grupo violento que a mansalva asesina
soldados, que acecha una población para destruirle su casco
urbano, no tiene coraje el integrante del grupo terrorista que
asesina al Obispo Isaías Duarte Cancino, no tiene coraje
el integrante de grupo terrorista que financia los sicarios que
asesinan como asesinaron a Monseñor Isaías Duarte!
¡No tienen coraje el señor Marulanda
y el señor Briceño, quienes cobardemente, aprovechando
la densidad de la selva, engañan con discurso político
mientras mandan a asesinar a los colombianos de Neiva o del Club
el Nogal de Bogotá o a humildes colombianos de los sectores
populares de la capital de la Nación!
Estos tienen habilidad, estos tienen un cinismo
pendenciero, que se los ha contemplado parte de la cobardía
que ha disfrazado el miedo, inventando un discurso para entenderlos.
Eso se acabó en Colombia.
Hemos venido a este cerro a decir que los que
tienen coraje, el valor superior, del cual se derivan los otros
valores, son ustedes mis compatriotas, los soldados de la Patria.
¡Ustedes no están movidos aquí por
un valor sicario, ustedes están movidos por esa bandera
de Colombia hincha el corazón de cada uno ustedes!
¡Ustedes no están movidos aquí por
el narcotráfico, ustedes están movidos aquí porque
crecieron en un hogar que les infundió amor por Colombia!
¡Ustedes no están movidos aquí por
unos los líderes terroristas que los engañan, que
los coaccionan, que los someten como esclavos, ustedes están
aquí porque hacen derroche de coraje para venir a defender
a sus compatriotas, porque ustedes son hombres íntegros!
Porque como dijera un gran pensador: ‘la carrera militar
de ustedes los prepara para aquel día cuando tengamos todos
que encontrarnos ante el juez de la historia, podamos contestar
afirmativamente –como ustedes van a contestar-, que sí hemos
sido verdaderos hombres de carácter, de coraje, de integridad
y de buen juicio.
¡Ustedes no están aquí para
matar, ustedes están aquí para defender que no maten
a sus compatriotas!
¡Ustedes no están aquí para
secuestrar, como cobardemente se sigue secuestrando en Colombia,
ustedes están aquí por el valor superior de proteger
a sus compatriotas para que no los sigan secuestrando!
¡A diferencia de los engañados de
los grupos violentos, ustedes no están aquí para
afectar el tránsito al primer puerto de Colombia, Buenaventura
y afectar la economía y el empleo, ustedes están
aquí con su coraje para defender que la economía
y el empleo de la Patria se recuperen!
Ese día, con una economía creciente,
con un empleo en expansión, la Patria tendrá mejores
recursos para toda la inversión en justicia social que nos
espera. Y los soldados de la Patria, con sus acciones son causa
determinante a fin de que el Estado pueda tener los recursos para
las inversiones en justicia social.
Ustedes hacen enormes sacrificios al distanciarse
de sus familias. ¡Qué coraje el de las familias de
ustedes!
Hoy, todos los padres de familia, todas las mujeres
colombianas que tienen hijos, nos unimos para hacer llegar espiritualmente
un estrecho abrazo a los papás y a las mamás de ustedes
por el coraje de aportar el sacrificio de ustedes para el bienestar
de la Patria.
¡Qué ejemplo el de las familias
de ustedes a todas la familias de la Patria, mis queridos compatriotas
soldados de este batallón Rodrigo Lloreda Caicedo!
Hay muchos debates en la Patria, hay dificultades
y también señales de buen camino. En las últimas
semanas, han desertado de los grupos violentos centenares de compatriotas,
ese es el principal acuerdo humanitario al cual puede aspirar Colombia.
Desde esta Cordillera hago llegar mi voz a aquellas
mujeres jóvenes y aquellos jóvenes colombianos engañados
por los grupos violentos para que se rebelen y se liberen de las
garras de los criminales de profesión, que los han engañado
y sometido a participar en sus grupos violentos, para que vengan
a vivir con nosotros bajo el tranquilo cielo de la Constitución
de la Nación.
Miren lo que ha pasado: nuestra política
de Seguridad Democrática, es democrática porque quiere
proteger por igual al empresario que al líder sindical,
al político amigo del Gobierno que al crítico del
Gobierno, al campesino y al dueño del ingenio azucarero.
Nuestra política de Seguridad Democrática
es tan firme para derrotar a los terroristas, como los vamos a
derrotar, como generosa para albergar de corazón a todos
los conciudadanos que abandonen los grupos violentos.
Hoy hace una semana, en Cartagena, recibí una
gran visita. A esa ciudad histórica acudió la señora
Ministra con los altos mandos y un comandante de frente las Farc
de Santander. Nos dijo que tenía 40 años de edad,
que había pasado 20 en la guerrilla, que no veía
ninguna razón a que siguiera matando colombianos, que eso
para ninguna parte iba, que a él solamente le había
costado años de abandono de su familia, que quería
reintegrarse con la vida constitucional. Y le dije: Rafael ¿cuándo
tomó esa decisión? Y me contestó: ‘el
viernes’. Le estreché la mano y le dije: hasta el
viernes la mano dura, desde el viernes el corazón grande.
Ustedes van a llevar, mis soldados de la Patria,
mano dura y corazón grande. ¡Mano dura para derrotar
a los terroristas, corazón grande para tratar bien al campesino,
para hacerse querer del campesino!
Que en estas montañas, en cada casa campesina,
reciban un gesto de solidaridad del Ejército de la Patria
para que en cada casa campesina haya cariño por los soldados
de la Patria.
Ustedes van a tener el corazón grande
de su abnegación, para tener el corazón grande por
el vecino, van a tener el corazón grande para respetar los
derechos humanos y van a tener un corazón grande para ayudarnos
a que aquellos que hagan la reflexión y abandonen los grupos
violentos, los acojamos plenamente y demos a ellos todas las oportunidades.
Miren qué diferencia: la televisión
del mundo se recorrió no hace muchos años, por unas
imágenes que provenían de un país hermano,
en el cual había una política de seguridad. Allá se
solazaban de mostrar los rendidos o los capturados en cárceles
subterráneas, con pijamas de rayas y enjaulados. Aquí,
todo lo contrario. Aquí como hay toda la firmeza para derrotar
las estructuras del terrorismo, hay todo el espíritu democrático,
todo el sentimiento de solidaridad, toda una profunda convicción
cristiana para recibir con brazos abiertos a quienes rectifiquen.
Que el mundo vaya haciendo estos razonamientos,
que el mundo profundice en estos raciocinios, porque estos hechos
van marcando la diferencia entre una política de tierra
arrasada y una política democrática de seguridad.
Eso sí, generosos con todos los que abandonen
la vida de las armas y llenos de vitamina a mis soldados para derrotar
a todos los que persistan en las acciones terroristas.
A partir de hoy, en estos cerros no va a campear
el cinismo de los terroristas sino que se va ondear tranquilamente
la bandera de Colombia, llevada en las manos pulcras y firmes de
los soldados de la Patria.
Se que en esta tierra hay mucha preocupación
por el acuerdo humanitario, por los diputados y ciudadanos vallecaucanos
secuestrados en poder de la guerrilla. Todos queremos el acuerdo
humanitario, pero hay que entender que el Gobierno no puede hacer
un acuerdo humanitario que debilite la política de orden
público. El acuerdo humanitario exige que el Gobierno proceda
con toda la prudencia para no ir contravía de la política
de orden público.
Expresé como candidato y en las primeras
semanas de Gobierno, que el acuerdo humanitario debería
acompañarse de una iniciación de diálogos
serios, cese de hostilidades y siempre con la compañía
de Naciones Unidas. El propio Secretario General de Naciones Unidas,
el Presidente de Francia, el Ministro de Relaciones de Francia,
familiares y allegados a los colombianos secuestrados, pidieron
que diferenciáramos la política de iniciación
de un proceso de paz, de la política hacia un acuerdo humanitario
y lo acepté.
Pero hemos propuesto unas condiciones que no
surgen de nuestra vanidad porque cuando se trata de defender los
intereses superiores de la Nación, la vanidad es inexistente
y hay que derrotarla.
Hay momentos que surgen de la razón. ¿Por
qué mi insistencia en la participación de las Naciones
Unidas? Porque siempre estos grupos violentos, las Farc, se burlaron
de los gobiernos que fueron generosos con ellos.
Recordemos la buena fe de muchos Presidentes,
cómo les dieron espacios a las Farc para lograr el diálogo
y la negociación y recibieron en pago una bofetada llena
de mala fe de las Farc. Se acordó las Farc, de aquel consejo
que Stalin tomó bien de algunas interpretaciones de Maquiavelo,
según las cuales cuando hay gestos generosos del adversario,
deben tomarse como expresiones de debilidad y aprovecharse para
armarse y avanzar hasta derrotar al adversario. Mientras había
generosidad con las Farc, las Farc se preparaban más para
golpear con sus designios terroristas.
¿Por qué Naciones Unidas? Para
que ningún proceso vuelva a engañar a Colombia, para
que Naciones Unidas le lleve un testimonio al mundo y sea garante
de que lo que empiece aquí tiene que respetarse, conducirse
con buena fe, no puede tener marcha atrás y tiene que llegar
finalmente a acuerdos plenos de reconciliación.
Es que estos señores terroristas han tenido
una muy bien aceitada diplomacia en el extranjero, llevando una
fotografía muy diferente de la realidad colombiana, han
abusado de la buena fe de muchas organizaciones de derechos humanos,
han abusado de la buena fe de muchos intelectuales y de políticos
y les han pintado una realidad diferente de Colombia. Por eso necesitamos
a las Naciones Unidas, para que sea testigo de esta política
de seguridad y de todas las acciones que estamos buscando para
la reconciliación.
Y hemos exigido también que se ponga en
libertad a todos los colombianos secuestrados. Es el primer deber
por el que tiene que luchar un Presidente de la República.
Y hemos decidido –también- que aquellos
guerrilleros que de acuerdo con la Constitución y la Ley
pudieran obtener el beneficio de la excarcelación, para
poder cumplir con un acuerdo humanitario, no salgan a delinquir,
no salgan a reincorporarse a las Farc para maltratar al pueblo
colombiano. Que se pongan en actitud de respetar la Constitución
y la Ley y que haya una garantía, que debería ser
que los acoja un país amigo –como se lo propusimos
a Francia- y que ese país amigo dé la seguridad de
que esos guerrilleros que salgan de las cárceles no pueden
delinquir.
¡El tema no es si queremos o no acuerdo
humanitario, todos lo quisiéramos! El tema es en qué condiciones.
Pregunto a mis compatriotas vallecaucanos: ¿les
parece lógico que soltemos centenares de guerrilleros de
las cárceles para que vuelvan a delinquir? ¿O es
más lógico que si se llegará a dar ese acuerdo
humanitario, ellos tengan que comprometerse a no volver a delinquir
y la garantía la dé la tutoría que sobre ellos
se compromete de hacer un país amigo?
Le pregunto a mis compatriotas del Valle del
Cauca: ¿acaso no tenemos que motivar a la Fuerza Pública
permanentemente? Cuando estrecho la mano de ustedes, cuando un
joven soldado de ustedes saca una maquinita de fotos y me dice: ‘Presidente,
me quiero tomar una vista con usted para enviarla a mi familia’ y
siento a los oficiales de mi Patria tonificados y vitaminizados,
digo en mis adentros: a los soldados y a los policías de
la Patria no los podemos desmotivar.
Esta política de orden público,
además de ser democrática, necesita tres elementos:
una alta motivación de los soldados y de los policías
de la Patria, necesita claridad del mando, claridad de la visión
política y necesita debilitar la retaguardia de los terroristas.
Si llegaran a salir de la cárcel unos
guerrilleros para reincorporarse a la Farc, esos tres elementos
se afectarían. Qué dirían los soldados de
la Patria: ‘¿cómo vamos a seguir nosotros motivados
si soltaron centenares de terroristas para que vuelvan a manejar
explosivos, a matar a los soldados, a los policías y a los
civiles?
Yo no puedo desmotivar con una decisión
imprudente a los soldados y a los policías de la Patria.
Este batallón es un gran activo para la
seguridad, pero el principal activo que tiene Colombia hoy para
su seguridad, es un activo difícil de ver: es la alta motivación
de los soldados y de los policías de Colombia.
Un general extranjero que conoce bastante nuestra
Fuerza Pública me decía, para orgullo de nuestra
Fuerza Pública, que nunca antes la había notado tan
comprometida, tan resuelta, tan energizada, para derrotar el terrorismo,
como está ahora nuestra Fuerza Pública.
La motivación de nuestra Fuerza Pública
la tenemos que cuidar y preservar. ¿En qué quedaría
la claridad en las órdenes, la claridad en el mando, la
claridad en la visión, si vamos y le entregamos al señor
Marulanda y al señor Briceño los comandantes que
ellos tienen en las cárceles? Perderíamos un elemento
muy importante, algo que agradecemos la señora Ministra
y yo, es tener la fortuna de tener gobernabilidad entre nuestros
soldados y nuestros policías, de tener ese sentido de obediencia
tan importante para derrotar el terrorismo.
¿En qué quedaría esa gobernabilidad
el día en que nos vean entregándole a Manuel Marulanda
y al señor Briceño, a los comandantes de ellos que
están en las cárceles y que volverían a ser
comandantes al servicio del terrorismo?
Y como tenemos que derrotarlos en la retaguardia,
y ahí nos estamos preparando para buscar a Marulanda y a
Briceño en todas las madrigueras y ojalá podamos
dar con ellos rapidito, ¡ojalá! Ahí nos estamos
preparando.
No les podemos permitir que esa retaguardia que
les queremos debilitar, se les fortalezca con la liberación
de unos prisioneros, que tanto trabajo le ha costado a la Fuerza
Pública el capturarlos.
Claro que a mí me duele cuando hablo con
la señora y con los hijos de los secuestrados, yo hago parte
de ese 50 por ciento de las familias de la Patria que ha tenido
motivos de luto, tristezas permanentes por el terrorismo, yo sé que
es eso. Yo hago parte de ese 50 por ciento de las familias de la
Patria, que conoce un caso de desplazamiento, que conoce un caso
de alguien que se ha tenido que ir al extranjero para eludir la
violencia.
Claro que a mí me duele la tristeza de
los familiares de los secuestrados. Quisiéramos liberarlos,
tenerlos con nosotros, poder hacer un acuerdo humanitario razonable,
pero la comprensión que pido de mis compatriotas todos,
es que en un lado de la balanza no está el acuerdo humanitario
y en el otro la negativa al acuerdo humanitario.
La comprensión que pido de mis compatriotas,
todos, es que no hay que pensar en sí o no acuerdo humanitario,
sino en una manera razonable para hacerlo a fin de que ese acuerdo
humanitario no llegare a afectar la necesidad de tener este ánimo
de los soldados y de policías de Colombia, que es la garantía
de que vamos a derrotar el terrorismo.
¡Y soldados, ustedes van a ayudar a construir
una Patria más amable, una Patria más próspera,
una Patria más libre! ¡Nosotros no tenemos sino dos
enemigos: los terroristas y los corruptos!
Cualquier contradicción con un partido
político, con una tendencia parlamentaria, con un grupo
sindical, la tenemos que manejar solamente en los argumentos, en
la razón. ¡A derrotar el terrorismo y la corrupción
y en lo demás a construir los grandes consensos que necesita
Colombia!
Aspiro a que la Providencia nos permita, al terminar
este Gobierno, tener a los terroristas derrotados o adelgazados.
Aspiro que la Providencia nos permita, al terminar
este Gobierno, tener 43 millones de colombianos aplaudiendo a su
Fuerza Pública, reconociendo a su Fuerza Pública,
queriendo profundamente a su Fuerza Pública y atribuyéndole
a su Fuerza Pública el rescate de la paz.
Aspiro, con la ayuda de ustedes, los soldados
y los policías de Colombia, que al final de este Gobierno
tengamos una Nación más unida, una Nación
en permanente deliberación creativa, una Nación que
haya sido capaz de abrazar plenamente la derrota del terrorismo
como su primera prioridad y al mismo tiempo, la construcción
de su equidad como su compromiso permanente.
Queda en muy buenas manos esta bandera de Colombia
en esta cordillera y espero que con este paso, aquella ciudad allá,
que despunta allí entre el cruce de las laderas de las montañas,
entre la hilera de las cuchillas de la montaña, que esa
ciudad vaya encontrándose con el empleo, con la capacidad
de traer inversión internacional, con el civismo del cual
ha hecho gala para efecto de toda Colombia, que la ciudad vaya
reencontrándose con los caminos de justicia social, de lo
cual dio ejemplo a toda Colombia.
Hago, pues, en este momento solemne de la Patria,
al entregar este Batallón de Alta Montaña que lleva
el nombre de Rodrigo Lloreda Caicedo, todos los votos para que
el éxito de los soldados y de los policías de Colombia
sea la gran causa de la prosperidad de la Nación entera.
Muchas gracias, mis soldados. |