CONMEMORACIÓN
DE LOS 200 AÑOS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
Mayo
18 de 2003 ( Medellín – Antioquia)
Compatriotas:
¡Qué buena idea han tenido los directivos de la Universidad,
para iniciar la conmemoración de estos 200 años con
el simposio sobre un nuevo contrato social para la ciencia!
¡Qué bueno que ese sea el tema de reflexión
que nos introduzca a todos en este bicentenario de nuestra alma
mater!
Claro que al ingresar a este claustro,
a este teatro Camilo Torres, a este campo, me cruza una infinidad
de recuerdos, de días
de lucha política, de intensa lucha ideológica, de
permanente contradicción, de gran esfuerzo académico.
Una universidad pública es la caja de resonancia donde
se expresan todos los conflictos sociales, donde se tiene que dar
todo el debate, donde se tiene que hacer muy buena parte de la
investigación y se tiene que proyectar en réplica
a la sociedad las recomendaciones de soluciones.
Permítanme, simplemente, expresar
algunos conceptos generales de la tarea de este Gobierno para
que ustedes, en la oportunidad
que van a tener, con los conocimientos y las experiencias que han
acumulado a lo largo del simposio, nos hagan las rectificaciones
y nos hagan las recomendaciones para poder cumplir con nuestros
objetivos.
El Gobierno tiene en marcha seis políticas: la política
de Seguridad Democrática, la política de disminución
de gastos del Estado, la de aumento de ingresos del Estado, el
referendo, la política de reactivación social y la
política de reactivación económica. Todas,
integradas.
A ellas subyacen dos conceptos: el concepto de la seguridad para
el pluralismo y el concepto del Estado de la comunidad y para la
comunidad, el Estado comunitario.
Hemos denominado democrática nuestra política de
seguridad, por una connotación histórica, una apreciación
del presente y una proyección del futuro.
La connotación histórica: regímenes monolíticos
de extrema derecha y de extrema izquierda, han hecho recorrer en
el mundo y en nuestro medio, políticas como la de seguridad
nacional o aquella otra de la defensa de la revolución,
que incorporaban un concepto de seguridad para perseguir al adversario
ideológico, para maltratar el disenso, para anular la controversia,
para evitar el florecimiento del pluralismo. Nuestro concepto de
seguridad no es ese.
El nuestro busca reconocer que, si el Estado
defiende el pluralismo democrático, no hay razón que explique que alguien
quiera actuar, por ideas políticas o religiosas o de diversa
naturaleza, violentamente.
Al leer algunas legislaciones como la de
Inglaterra y otras de diferentes países europeos, han evolucionado hasta el punto
de definir el terrorismo como la amenaza o el uso de la fuerza
por razones ideológicas, políticas, religiosas o
de diferente naturaleza. Eso tiene una contrapartida, cual es la
de suponer que ese Estado está totalmente comprometido con
el pluralismo, con la regla democrática; que ese Estado,
en la medida que es tan riguroso para reprimir la violencia, es
tan amplio para aceptar el debate de las ideas.
Entonces, nosotros partimos del supuesto
que el Estado no puede afectar el debate de las ideas, para que
el Estado tenga la autoridad
moral, la legitimidad política, para poder enfrentar las
acciones violentas, así quieran defender ideas legítimas.
Y, trasladando la proposición programática a la
práctica, nuestra política de Seguridad Democrática
busca defender a todos los colombianos, independientemente de su
estatus económico o de sus ideas; proteger por igual al
empresario que al trabajador, al líder gremial que al líder
sindical, al profesor que es crítico del establecimiento
como al profesor que presente menor inconformidad con el orden
establecido. Seguridad Democrática para defender a todos
los colombianos.
He venido insistiendo diariamente que tenemos
que dar resultados para eliminar acciones de violencia profundamente
perturbadoras
del pluralismo democrático, las que afectan a los líderes
sindicales, a los profesores, a los periodistas, a los activistas
de derechos humanos.
Hace dos días expresaba, en la conmemoración de
un nuevo aniversario de la escuela de Policía General Santander
que, cualquiera sea la actitud de las Ong’s frente a este
Gobierno, cualquiera sea su inclinación crítica,
nuestro deber es respetarlas y aclimatar en la conciencia de todos
los colombianos, una profunda actitud de respeto para dar ejemplo
en materia de construcción de pluralismo.
La Patria no va a conseguir resultados
tempranos en materia de seguridad, es una lucha intensa, tiene
que convertirse en una política
de largo plazo y para poder dar la posibilidad de una política
de largo plazo en una democracia de opinión, esa política
tiene que ser acatada por la opinión, tiene que ser sostenible
en base a mantener el respaldo de opinión.
La sostenibilidad de esa política implica que esa política
sea eficaz y sea transparente. Y para que sea transparente, esa
política tiene que demostrar que defiende a todos los colombianos
por igual y que adhiere en su praxis a los derechos humanos.
El otro gran eje es el Estado Comunitario.
Nosotros hemos querido presentar una proposición práctica para romper el
antagonismo que se ha venido profundizando tanto en la emoción
del discurso colombiano entre lo que fue la degeneración
al burocratismo de los postulados social-demócratas y la
ilusión con el paradigma neoliberal.
Creemos que tenemos que disponernos a trabajar
con un Estado cuyo objetivo sea la comunidad, no el clientelismo
ni el mercado. Un
Estado con creciente participación de la comunidad en la
toma de sus decisiones, en la ejecución de sus decisiones
y en la supervisión de esa ejecución como garantía
de transparencia. Ese Estado tiene que conducir a que haya más
acelerado nivel de crecimiento económico y mejor equidad
en la distribución del ingreso.
Hemos replanteado tanto el origen de los
recursos públicos
como su destino. En el origen de los recursos públicos,
con la reforma tributaria del año pasado, desafiamos la
idea de tantas décadas en Colombia, de que la progresividad
del tributo depende de quien lo paga.
Cuando avanzamos con una tarifa decreciente
para gravar con IVA hasta el ciento por ciento del universo de
bienes y servicios,
lo hicimos con dos convicciones: la primera, que la progresividad
del tributo no la define quien lo paga, sino a quién lo
destina el Estado. Y segundo, que la universalización del
tributo crea responsabilidades de todo el conglomerado de la sociedad
con el Estado.
Además, hemos venido reduciendo gasto público administrativo,
gasto público burocrático porque nuestra tarea no
es una tarea que parte de decir si necesitamos más o menos
Estado, lo que necesitamos es buen Estado. Y creemos que Colombia,
además de su escasez crítica de recursos, ha sido
caracterizada por una vergonzosa ineficacia en la aplicación
de los recursos públicos, por eso estamos librando la batalla
de la reforma del Estado.
Venimos de un acto de graduación de 6.800 muchachos del
programa Jóvenes en Acción en Medellín y allí anunciábamos
cómo en el Sena nos hemos propuesto pasar de 8 millones
de horas lectivas de enseñanza al año, a 16 millones,
pero reducir los gastos de funcionamiento de cada 100 pesos a 60.
Hace pocos días, le expresaba a los trabajadores de Ecopetrol
que para el manejo de un recurso estratégico como es el
petróleo, la discusión en este momento de la vida
colombiana no es entre la empresa petrolera estatal o privada,
sino cómo darle sostenibilidad a la empresa estatal.
Y le expresaba a los trabajadores de Emcali
que allí tampoco,
la discusión es, para mantener a Emcali como estatal o privatizarla,
lo importante es darle sostenibilidad, darle un nivel razonable
de costos, darle toda la eficiencia y al mismo tiempo todo el esquema
de participación comunitaria.
Queremos, por ejemplo, que para ampliar
propiedad en nombre del Estado democrático, del Estado Comunitario, todos los usuarios
de servicios públicos puedan ser socios directos o indirectos
de estas empresas. Ahí vamos pasando de una proposición
general a una aplicación casuista de nuestro Estado Comunitario.
En la reactivación social estamos trabajando con Siete
Herramientas: la revolución educativa, la ampliación
y el mejoramiento de la protección social, el impulso a
la economía solidaria, el manejo social de los servicios
públicos, el manejo social del campo, avanzar hacia un país
de propietarios y la calidad de vida urbana.
La revolución educativa la radicamos en cinco capítulos:
cobertura, calidad, pertinencia laboral, capacitación técnica,
ciencia y tecnología.
En cobertura, el gran esfuerzo de los secretarios
departamentales y municipales de educación y de la Ministra (Cecilia María
Vélez) nos ha permitido –hasta la fecha- crear unos
430 mil cupos en primaria y secundaria, con los mismos recursos,
simplemente con reestructuración de planta de profesores.
El Gobierno se ha propuesto crear millón y medio de cupos,
ya estamos próximos a agotar el margen que nos daba la racionalización
de nómina, nos tocará aplicar crecientes recursos.
Por eso la propuesta del referendo en dos sentidos: el primero,
asignarle el 57 por ciento de la aplicación de regalías
a la educación y el segundo, al eliminar una serie de entidades
públicas innecesarias como contralorías y personerías,
que ese dinero vaya –todo- al programa educativo, inicialmente
en cobertura.
Si este Gobierno logra que creemos millón y medio de cupos,
habremos avanzado mucho pero no lo suficiente. Algunos estiman
que todavía quedarían, los más optimistas,
500 mil niños sin atender y otros que quedaría un
millón.
En cobertura universitaria nos hemos propuesto
crear 400 mil cupos, una tarea inmensa y todavía quedaremos muy por debajo de
la cobertura universitaria que el país requiere.
Confío que a lo largo de esta semana ustedes puedan examinar,
para hacerle el análisis crítico, a las políticas
de calidad con las cuales está comprometido el Gobierno.
Regresando a cobertura, déjenme decir que necesitamos la
universidad pública y la privada, que no tenemos ningún
sesgo contra la universidad pública, lo que requerimos es
que la universidad pública sea sostenible en términos
de opinión y tiene que hacer un esfuerzo para la mejor aplicación
de sus recursos, para una más estrecha vinculación
con la comunidad.
En muchas regiones del país, los mismos estudiantes de
los estratos populares, reniegan de la universidad pública.
En la medida que la universidad pública mejore la aplicación
de sus recursos, los indicadores de productividad, va a gozar de
mejor acogida en la opinión y va a facilitar que se le asignen
recursos de manera creciente.
Estamos haciendo un gran esfuerzo a ver
cómo avanzamos
con el Icetex. En diciembre del año pasado suscribimos un
crédito con el Banco Mundial para fortalecer el Icetex y
confiamos que podamos avanzar mucho en número de créditos
asignados en el propósito de poder financiar al estudiante
durante toda la carrera, de reducir sustancialmente trámites,
tasa de interés y de adoptar, para los sectores más
populares, como norma de plazo, que puedan pagar el crédito
con un plazo igual a dos veces la duración de su ciclo académico.
Hemos propuesto a la universidad pública un convenio con
sus egresados para que durante su vida laboral regresen a la universidad
el subsidio que la universidad les dio como estudiantes. Quiero
proponer eso a la ilustrada discusión de ustedes porque
creemos que es un camino equitativo para poder superar el déficit
de financiación de nuestra universidad pública.
Quiero invitarlos a hacer crecientes esfuerzos
de administración
en la universidad pública para que sea tan eficaz y tan
altamente productiva en la planeación de sus recursos, como
las mejores universidades del sector privado.
Y quiero invitarlos a fortalecer los vínculos de la universidad
pública y la sociedad civil y la empresa privada. Cuando
tuve la oportunidad de ser gobernador de esta comarca y tener la
compañía del doctor Jaime Restrepo Cuartas en la
rectoría de la universidad, pudimos avanzar mucho para integrar
la universidad con la empresa privada, a través de sus exalumnos
y una fundación creada para el efecto. Porque encontrábamos
un tropiezo, causado durante años: una gran prevención
de la empresa privada frente al egresado de la universidad pública
y mucho resentimiento en la universidad pública frente a
la empresa privada. Eso hay que superarlo plenamente.
Y necesitamos que una manera de vincular
universidad pública
con la sociedad, sea a través de la venta de servicios,
pero hay que crear confianza. Por eso, los servicios que le venda
la universidad pública a la sociedad, tienen que ser servicios
de la más alta calidad, no simplemente despachar estudios
de consultoría por despacharlos, sino garantizar que esos
estudios permitan la mejor aplicación posible.
En el programa de ciencia y tecnología, la verdad es que
tenemos atrasos que debo reconocer. En nuestro primer presupuesto
no pudimos mejorar la participación de Colciencias, este
Gobierno empieza con un déficit fiscal del 4.2 por ciento
(del PIB), con los mercados cerrados, con unos intereses nacionales
e internacionales altos para los papeles del Estado y eso lo hemos
venido corrigiendo poco a poco, pero tardaremos en tener el espacio
fiscal que requerimos.
Vamos a hacer todo el esfuerzo posible
a ver cómo podemos
mejorar la situación presupuestal de Colciencias, la reforma
tributaria eliminó unas exenciones que se habían
consagrado en el pasado, caprichosamente y creó algunas
que consideramos profundamente conectadas con la recuperación
económica del país, con la recuperación del
empleo y una de ellas, con el estímulo a la investigación
científica.
Los software, los medicamentos, producidos
con un alto contenido de investigación nacional, han quedado con la reforma tributaria –aprobada
en el mes de diciembre- totalmente exento de impuestos. Confiamos
que nuestras reformas en el SENA liberen recursos para los programas
de investigación.
Quiero expresarles el interés del Gobierno de que todos
los días juntemos más la comunidad académico,
con la comunidad productiva, para la investigación.
Estudiosos del tema nos han presentado
experiencias de países
que en algunas décadas fracasaron porque todo el esfuerzo
investigativo lo radicaron en la comunidad académica y esa
comunidad académica, desintegrada de la comunidad productiva,
no tuvo manera de convertir sus esfuerzos en bienes y servicios.
Y otros fracasaron porque hicieron insostenibles sus programas
de ciencia y de investigación, debido a que lo radicaron
en esfuerzos empresariales de corto tiempo y no promovieron la
posibilidad de que se creara una cultura investigativa en la comunidad
académica. Tienen que ir de la mano.
Por eso celebro el avance en Antioquia
y concretamente en esta universidad, de todos los esfuerzos para
la investigación,
de su vinculación con el sector privado. ¡Qué bueno
que aquí vayan saliendo adelante con los centros de desarrollo
tecnológico y que ahí patenticen la necesidad de
integrar la comunidad académica, el Estado y la comunidad
productiva!, es lo que debemos hacer en toda Colombia.
Este país, el segundo en disponibilidad de agua dulce,
en el mundo, uno de los primeros siete en biodiversidad, tiene
enormes posibilidades para salir adelante a partir de la investigación.
Quiero también, felicitar a la Universidad de Antioquia
por el esfuerzo que ha hecho en los últimos años
para dar a sus profesores la oportunidad de títulos superiores.
Ese es un camino correcto para mejorar la calidad y para inducir
más y más espíritu investigativo.
Hace pocos días me hacían una pregunta: ‘¿cómo
van a estimular masivamente el interés de los niños
por la investigación?’ y me sentí tartamudo
para responderla. ¿Por qué?: porque un Gobierno angustiado
por la circunstancia de haber encontrado alrededor de dos y medio
millones de niños sin cupos escolares, pues lo primero que
tiene que hacer es buscar cómo resuelve ese problema de
cobertura. Pero sé que tenemos que hacer esfuerzos en esa
materia.
Por eso la señora Ministra quiere poner en marcha un programa
de competencias laborales, que no tenga –solamente- la visión
cortoplacista de estimularle al estudiante, en los primeros años
o al menos como requisito de grado de bachiller, el desarrollo
de un conocimiento laboral básico, sino de despertarle un
interés investigativo. Ojalá en eso podamos tener éxito.
El país esperará, con mucha inquietud y con mucha
ilusión, las conclusiones de ustedes. En este salón
del Camilo Torres se reúne esta tarde un cuerpo científico
de ciudadanos, al que todos respetamos profundamente.
¡Qué bueno ver que están sentados en estas
butacas, prestos a participar en este simposio, a colombianos que
han hecho sentir bien a la Patria y le han dado buen nombre ante
el mundo entero, por su dedicación y sus resultados en materia
de ciencia! Eso nos devuelve a nosotros la ilusión.
Muchos éxitos y el Gobierno estará presto, de manera
receptiva, a examinar todas sus recomendaciones a ver cómo,
en medio de esta escasez crítica de recursos, podemos salir
adelante.
Muchas gracias.
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