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CELEBRACIÓN DEL BANQUETE DEL MILLÓN
Noviembre 27 de 2003 (Bogotá – Cundinamarca)

Compatriotas:

Desde 1961, los Presidentes de Colombia han venido a este recinto a encabezar el banquete, a recordar lo vanas que son las vanidades y saber lo satisfactorio que es actuar acompañando expresiones de sensibilidad social, de solidaridad real, como la del Minuto de Dios.

La Corporación, inspirada en el evangelio y en el ejemplo de los primeros cristianos, ha construido un mundo nuevo para millares de familias. Muchas necesidades son mitigadas en esta Patria nuestra, gracias al Minuto de Dios. Setenta mil familias tienen techo, miles de jóvenes se capacitan en la universidad, en la formación vocacional. ¡Cómo ha crecido, de qué manera, la parte recreativa! Ancianos y niños cuentan con programas para su promoción y atención. Los desplazados encuentran una mano amiga y un consuelo que les devuelve esperanza. Se otorga microcrédito para ayudar a construir un país de propietarios. El Minuto de Dios nos invita a esta reflexión

Colombia puede escoger entre dos predicaciones: la del amor, que se fundamenta en caridad, en la democracia y en la solidaridad, no para compartir lo que sobra sino para compartir aquello a lo cual de verdad estamos apegados. La otra opción, la del odio, la amargura, el resentimiento, la violencia.

El Minuto de Dios, en este largo y fecundo acontecer nos ha iluminado la opción de la solidaridad, de la fraternidad, de la cooperación que no la de la confrontación. Con su prédica magnífica desde la televisión y la radio, con ese ejemplo bondadoso que nació con este Banquete y que ha venido ampliando con soluciones a cada problema social, con obras, con la redención que ellas implican, nos ha mostrado el Minuto de Dios como aquí hay una alta expresión de la vida cristiana, democrática, solidaria.

Quiero expresar nuevamente a nombre de todos los colombianos nuestra gratitud con el Minuto de Dios, nuestro cariño entrañable.

Padre Diego: cómo quieren nuestros compatriotas al que está arriba, cómo lo quieren a usted, cómo lo queremos.

Déjeme hacer dos trabajitos: el de la seguridad que tiene reveses, que exige persistencia, hay veces uno se quiere acostar con el sentido de que las pilas se le descargaron, pero a las cinco de la mañana hay que recargarlas más, porque hay que llevar de la mano la derrota de los terroristas con el crecimiento de la solidaridad.

Déjeme hacer un segundo trabajito: avanzar a ver si derrotamos la corrupción y la politiquería para que usted se gaste el resto de la plata crecidita, en lo que dijo.

En buena hora el que esta arriba lo legó y cómo le agradecemos al padre García Herreros no solamente su obra, sino su legado. Yo tengo por ahí, una ruana blanca boyacense y cuando me la pongo digo: ‘atrevido, pero ojalá se nos pegue algo’.

A los que no han venido a este Banquete, que compren una ruanita boyacense en el año que viene, la estrenen y cuando la estén disfrutando, que recuerden al que nos enseño a usarla. Para que el año entrante, padre Diego, no quepamos aquí, vaya diciéndole al hotel a ver cómo le resuelve el problema de local porque este año esta más tonificada la solidaridad de nuestros compatriotas que el pasado y el año entrante la vamos a reventar.

Usted aquí trae dos reinas, las que escogen los jurados en Cartagena, estas bellas reinas de la Patria que nos ponen tan ufanos de la mujer colombiana y consagra anualmente la solidaridad como la reina del corazón de nuestros compatriotas.

Muchas gracias Padre Diego.

 
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