CONDECORACIÓN
CON LA ORDEN DE BOYACÁ EN GRADO DE COMENDADOR A DÉBORA
ARANGO
Noviembre 21 de 2003 (Medellín – Antioquia)
Compatriotas:
Débora Arango ingresó hace muchos años a
la historia universal del arte, a la historia de Colombia en sus
diferentes facetas y a la crónica de Antioquia.
Ese camino, en sentido inverso, lo recorren
los genios pictóricos,
por su carácter sencillo, por sus descubrimientos amorosos
del paisaje y de las gentes de su terruño natal y por su
respeto devoto y profundo de los valores y creencias populares.
La grandeza del artista está en que descubre pronto la
inmensidad de las cosas pequeñas. Fueron artistas quienes
primero dijeron verdades evidentes y simples, como que todos los
hombres son creados distintos e iguales y dotados por su Creador
de derechos inalienables como la vida, la libertad y la búsqueda
de la felicidad. Esas ideas saltan a la vista en su obra, maestra
Débora Arango.
Agradezco todos los días al pueblo de Colombia el haberme
dado tantos honores, uno de ellos el hacerle entrega de su ascenso
al Grado de Comendador dentro la Orden de Boyacá, ese legado
del fundador de la República, El Libertador Bolívar,
que premia a quienes son grandes en el servicio a la sociedad.
Su generosidad, maestra Débora, se ha visto recompensada
con creces, pues al donar su obra para exposición perenne
en el Museo de Arte Moderno de Medellín, la convirtió en
patrimonio de toda la sociedad.
Hoy sus cuadros recorren el país y son admiración
de niños y jóvenes, que en ellos aprenden a valorar
la igualdad de género, amar la libertad y reprobar con indignación
la tiranía, respetar y admirar el cuerpo, al que usted desnuda
para demostrarnos que es templo viviente del espíritu crítico
y libertario.
Querida maestra: usted que mira con el escepticismo de los sabios
a la riqueza y el poder y que ha hecho de su vida un himno contra
la codicia y el despotismo. Usted, la alumna aventajada de los
grandes maestros. Usted, creyente y contestaria a la vez, merece
todo el reconocimiento de la Patria.
Esta medalla que le impongo, este ascenso
en la Cruz de Boyacá,
será aquí, en esta casa y en estos salones, un testimonio
para recordar al mundo que la democracia colombiana existe, que
en su legitimidad que vibra en el corazón del pueblo, tiene
un enorme espacio afectivo y de respeto por el artista de quien
es usted expresión eximia.
Con su don creativo, usted hace parte de los poetas del pueblo
y de los profetas desarmados y de los revolucionarios con las ideas.
En la cabecera del escritorio de Lina,
está expuesto un
bello dibujo suyo que preludia la llegada de la seguridad y la
paz para el pueblo de Colombia. Una paz que brillará, maestra
Débora, con toda la fuerza, como la del sol cuando nace
y usted ha hecho brillar el sol de la Patria.
Muchas gracias.
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