CELEBRACION
DE LOS 100 AÑOS
DE INDEPENDENCIA DE PANAMA
Noviembre 03 de 2003 (Bogotá -
Cundinamarca)
Compatriotas:
“Se separó sin rencor y sin alegría, de los
hermanos de Colombia, como un hijo se separa del hogar paterno,
considerando a Colombia como nación hermana”. Así lo
expresaron los firmantes del acta de Independencia de Panamá.
Con sentimientos de hermanos vinculados
eternamente por la solidaridad del hogar paterno, acudo hoy,
con un grupo de colombianos encabezados
por el ex presidente Alfonso López Michelsen, en nombre
de la Nación entera, a participar de la celebración
de este cumpleaños de madurez de nuestra gran hermana Panamá.
Esta tierra ha sido predestinada, visionaria y ejemplar.
Predestinada por El Libertador, que desde
la Carta de Jamaica la concibió como la capital de la tierra y comparó su
visión con la de Constantino que quiso fijar en Bizancio
la capital del antiguo hemisferio.
Predestinada por El Libertador, que convocó en Panamá el
Congreso Anfictiónico, llamado a proteger la Independencia
de nuestros pueblos por los siglos de los siglos. Bolívar,
con inspiración de precursor del Derecho Internacional,
fijó al Congreso un temario de 7 puntos que incluía
la prohibición de guerra entre las partes, de guerra entre
hermanos, la defensa del principio de América para los americanos,
el desarrollo del derecho Internacional, la organización
democrática al interior y la abolición de la esclavitud.
Y, si bien El Libertador fijaba una posición defensiva
contra la Santa Alianza, también expresaba un sentimiento
amistoso hacia Inglaterra y los Estados Unidos, que por entonces
eran los soportes de las ideas liberales.
Este Istmo fue inspirador del pensamiento
visionario de El Libertador. El proceso previo a la separación y vida independiente de
Panamá dejó enseñanzas de lo que debe ser
un sistema descentralizado o federal, como condición para
mantener la unidad nacional de los pueblos. En efecto, los constantes
reclamos de aquella época y los avances que alcanzó el
Istmo, como el ferrocarril inaugurado en 1855, dejaron para siempre
la lección de una necesaria relativa autonomía de
las regiones, del empuje que deben éstas imponer a su propio
progreso y de la prontitud y diligencia con que los gobiernos nacionales
deben responder a los justos reclamos regionales.
Panamá ha sido visionaria en su apertura al mundo, en su
actitud cosmopolita. Si bien a ello ha contribuido la afluencia
en la historia de quienes han necesitado trasladarse de un océano
al otro, en el talante del pueblo panameño no ha existido
espíritu de claustro. Al contrario, ha hecho gala de una
formidable predisposición a interactuar con el universo,
bien sea con sus hermanos colombianos o centroamericanos o con
los conquistadores norteamericanos del Oeste, que por aquí cruzaron
en sus carretas antes de la construcción del Ferrocarril
y del Canal.
Siempre hay una enorme distancia entre
celebrar este centenario en el pleno goce de la soberanía sobre el Canal o haberlo
hecho con el alma afligida por el enclave colonial. Para lograr
ese tránsito a la soberanía, Panamá fue visionaria
y ejemplar. Entendió que no había más camino
que la aplicación del derecho internacional, la negociación
política con altivez y la perseverancia.
La posición panameña ajustada sin esguinces al ordenamiento
jurídico y la justeza de su causa, que supo presentar ante
próximos y extraños, crearon primero, una unidad
nacional imbatible y además conquistó la solidaridad
universal, manifestada sin reticencias por hermanos y vecinos.
Qué bueno que en Colombia pueda acudir a este centenario
con la conciencia tranquila de no haber opuesto torpedos a la recuperación
del Canal, sino de haber otorgado cooperación oportuna y
pragmática.
Por eso la presencia en este acto del ex
presidente Alfonso López
Michelsen es bien significativa, bajo su dirección Colombia
renunció a los derechos derivados del Tratado con los Estados
Unidos, lo cual removió un posible obstáculo imputable
a mi Patria y con generosidad y grandeza, Panamá concedió posteriormente
esos derechos derivados ya de su decisión soberana.
La concurrencia de Colombia, Costa Rica
y Venezuela para animar y apoyar la aprobación del Tratado Torrijos – Carter
y la concesión de los derechos de tránsito como hermanos
y vecinos por parte de Panamá, deja ante la historia un
testimonio que honra a quienes fueron los actores de ese momento:
todo pueblo para la obtención de sus legítimas aspiraciones
requiere del apoyo solidario de hermanos y vecinos, solidaridad
que se obtiene cuando se hace del cumplimiento a la palabra, una
escritura.
Colombia fue solidaria y tomó riesgos para demostrar esa
solidaridad y Panamá fue cumplida y generosa, esto es, Panamá fue
una hermana por quien se justificó jugarse y en quien se
puede confiar plenamente.
De cara al presente y futuro concurren
nuestras dos naciones al punto que divide materialmente a las
Américas. Motivo de
esta conmemoración centenaria debe ser nuestra reiteración
política de quebrar barreras. Debemos acelerar los estudios
y la ejecución de la interconexión eléctrica.
De Colombia hacia el sur ha avanzado notablemente, como también
de Panamá hacia Puebla. El nudo está entre nuestras
dos patrias y la obligación es superarlo cuanto antes.
ETESA de Panamá e Interconexión Eléctrica
de Colombia de Colombia trabajan en esa dirección, de acuerdo
con lo ordenado por el memorando de entendimiento firmado entre
los dos gobiernos en la reunión de la Comisión de
Vecindad celebrada en abril de este año en Cartagena. En
mayo de 2004 deberá estar finalizado el diagnóstico
que caracterizará el entorno ambiental del área del
proyecto y dará los lineamientos sobre las alternativas
técnicamente viables.
Es un buen augurio que esta semana se firme
el acuerdo de accionistas para que Empresas Públicas de Medellín capitalice
y entre a formar parte del proyecto de la empresa del PERIBE, que
construirá el proyecto hidroeléctrico Bonyic.
Estamos en mora de conectarnos por gasoducto
y poliducto. Colombia está lista para facilitar y aportar a la construcción
del sistema que conecte a Venezuela con Panamá a través
de nuestra Costa o Mar Caribe.
Temas como la droga, el terrorismo, la
ecología y la democracia,
hacen parte esencial de la agenda del presente. El temor al daño
ecológico ha sido obstáculo para construir la carretera
del Darién, lo que no podemos permitir es que esta reserva
sea destruida por la droga o que terroristas la utilicen como refugio.
Por fortuna, bastante hemos avanzado en
el último año.
Colombia no solamente ha agradecido los esfuerzos de la Presidenta
Mireya Moscoso, sino que ha realizado un enorme esfuerzo para dotar
de Fuerza Pública aquellos puntos de frontera que eran objeto
de permanente abuso de los terroristas.
Los sucesos democráticos de Colombia de las últimas
semanas, acreditan ante el mundo que nuestro problema no es de
restricciones democráticas sino de un imperio terrorista
que se construyó al amparo de la debilidad del Estado, de
la indiferencia de muchos y de las justificaciones de otros.
El hermano pueblo de Panamá debe saber que Colombia tiene
dos decisiones: amar, proteger y honrar su democracia y derrotar
el terrorismo. En buena hora ha entendido Panamá que el
mal de su hermana mayor tiene que ser curado para no correr el
riesgo del contagio.
Colombia mira con ilusión que este Istmo, que El Libertador
quiso convertir en capital del mundo libre y en sede de todos los
plenipotenciarios defensores de la Independencia, sea un vigía
insomne de nuestras democracias y buenas costumbres.
El Tratado Urrutia – Thompson, por el cual los Estados Unidos
se comprometieron a indemnizar a Colombia a raíz de la separación
de Panamá, fue prolijamente discutido en ambas naciones.
Entre las razones de la indemnización, de acuerdo con uno
de sus promotores, el ex Presidente colombiano Marco Fidel Suárez,
figuraba la pérdida del ferrocarril que en territorio panameño
Colombia había concesionado mucho antes del Canal. Algunos
de mis compatriotas exigían de los Estados Unidos una declaración
de ‘sincero pesar’ que finalmente no se dio.
Saludo con alborozo al pueblo de Panamá y a la hermandad
continental aquí reunida.
Expreso con convicción que en mi Patria nadie anida sentimientos
de sincero pesar y, en cambio, todos los ciudadanos expresan sincera
fraternidad con la hermana Panamá.
Muchas gracias.
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