FORO
REVISTA SEMANA Y FUNDACIÓN LÍDERES
DE LA U
Octubre 18 de 2003 (Bogotá - Cundinamarca)
Compatriotas:
Imaginen ustedes que yo les estoy les estoy
entregando un papelito, una tarjeta aquí a la entrada, para que cada uno escriba
allí cinco palabras, cada palabra refiriendo a uno de los
problemas más graves que puede tener el mundo en los próximos
20 años.
Entonces, cada uno piense que esta escribiendo
cinco palabras, cada palabra referida a un problema, para poner
allí, en
el tamaño de una palabra, un problema y con cinco palabras,
los cinco problemas más graves que puede tener el mundo
en los próximos 20 años. Mientras cuento hasta 20,
ustedes escriben mentalmente.
(Luego de contar los votos y las propuestas)
Han mencionado energía, falta de tenacidad, medio ambiente,
pobreza, ignorancia. Y hace falta una palabra clave que es la falta
de liderazgo. Para enfrentar la solución de todos esos problemas,
lo primero que se necesita es contruir liderazgo. Todos estos problemas
pueden ser menores, si hay gran liderazgo. Estos problemas pueden
ser infinitamente mayores que la ausencia de liderazgo.
El liderazgo lo primero que require es credibilidad. Credibilidad
en la persona, desde que haya todas las condiciones para creer
en la persona, el tema de las ideas y de las orientaciones se va
ajustando.
Rosabeth Moss Kanter, antigua directora
del Harvard Bussines Review, ha escrito mucho sobre credibilidad
y a mi me ha llamado mucho
la atención su tesis de que la credibilidad depende de cuatro
palabras: competencia, congruencia, consistencia y relaciones humanas.
La competencia la asocia con una permanente
vocación de
estudio, el líder tiene que vivir estudiando permanentemente,
ajustando, ajustando, ajustando.
Ayer, en una graduación de muchachos del SENA en Cartagena,
les decía: hoy que se graduaron, empiecen a estudiar, cada
vez que se concluye una etapa de estudio, hay que tener esa etapa
de estudio como el principio para una nueva, hay que vivir en un
proceso de curiosidad intelectual permanente. Los Chinos, bellamente
han dicho que el ser humano empieza a morir el día que deja
de estudiar.
Consistencia. Hay que decir el mismo discurso
en todas partes. Yo no puedo ir a la revista Semana a negar el
artículo 4
del referendo porque la revista Semana dijo en la carátula
que no le gustaba. Si yo defiendo el artículo 4 del referendo,
ayer en Cartagena, ante unos líderes populares que quieren
participar para que en audiencias públicas se les escuche,
antes de que se aprueben los presupuestos, yo no puedo echarme
un discurso allá, defendiendo el artículo 4 del referendo
y venir a Semana a acomodarme, a decir que como que si, que como
que no, que de pronto Semana tiene la razón. Consistencia
es aquella decisión de tener una actitud ajustada a las
convicciones, que no esté acomodándose a los auditorios.
Por su puesto, la convicción tiene que tener mucha firmeza,
pero hay que saber distinguir entre la firmeza y el dogma. Qué línea
tan divisora tan difícil, la línea divisoria entre
la firmeza y el dogma.
La congruencia. Se refiere más a la capacidad de tener
congruencia entre la prédica y la práctica, que mis
hechos se parezcan, se ajusten a lo que yo predico.
Y todo esto tiene que tener relaciones
humanas, indudablemente. Pero miren cómo tiene que funcionar
el tema de las relaciones humanas en el liderazgo.
El líder tiene que estar dispuesto a enfrentarse a corrientes
de opinión prevalecientes, el líder no se puede estar
plegando, el líder tiene que atreverse a decir: ‘mire,
así la mayoría vaya en esa dirección, yo no
estoy de acuerdo’. ¿Y cómo se administra un
desacuerdo con la mayoría, con la necesidad de construir
liderazgo, teniendo en cuenta el imperativo de las relaciones humanas?
Qué tema tan difícil. ¿Cómo convenzo,
a pesar de una oposición mayoritaria en contra de mi tesis
y al mismo tiempo lo hago con ese elemento de liderazgo, que son
las relaciones humanas? Por eso hay que tener muy claro que esto
es de argumentos, de razones.
Y allí entran dos o tres puntos muy importantes: el líder
tiene que promover el debate fraterno, el debate de argumentos
y tiene que separar profundamente la idea de las personas. Frente
a la idea opuesta, cuando hay convicción, mucha fortaleza
para combatirla. Pero frente a la persona que encarna esa idea
opuesta, permanente respeto. Si yo tengo con alguno de ustedes
una diferencia, pues debo insistir en mi tesis, debo rebatir su
idea, pero tengo que procurar mantenerme en una actitud de permanente
respeto hacia la persona, con quien estoy discutiendo. Eso le hace
falta a Colombia.
Yo he dicho: Colombia necesita más debate y menos rencilla,
más deliberación constructiva y menos chisme, más
estudio y menos comentario dañino, negativo; más
profundidad en los temas y menos rumor. Eso es bien importante
en la construcción de democracia.
Entonces ahí vamos pasado de lo que tiene que ser un tema
de persuasión en condiciones de minoría por parte
de un líder, para cambiar las corrientes de opinión,
a lo que tiene que ser el tema del respeto a las personas a pesar
de la dureza en las tesis y a lo que tiene que ser el tema de la
prevalencia del debate constructivo sobre la rencilla personal,
para mejorar la democracia colombiana.
Y en todo ese proceso, el líder tiene que ser un gran comunicador.
Si yo digo que el referendo nos va ayudar porque al congelar los
gastos de funcionamiento de todo el Estado va a poder hacer mejor
inversión social, tengo que decir también que hay
un sector de empleados públicos, el que gana más
de dos salarios mínimos, que tiene que hacer un sacrificio.
No puedo presentar solamente lo bueno, tengo que presentar el tema
completico.
Claridad en el mensaje. El comunicador
tiene que tener una fuerza para luchar contra si mismo, a fin
de procurar que su mensaje esté cargado
de la menor subjetividad posible.
No recuerdo el nombre de un periodista
norteamericano que fue a escribir un libro sobre el Presidente
Castro: ‘El Castro
que yo conocí’, ese libro lo leí, en mi época
de universitario, yo era el más combativo contra lo que
se llamaba la izquierda de la época y sin embargo leía
todo lo que deberían leer los de la izquierda.
Cuenta ese periodista que él llegó a Cuba y le dijo
al Presidente Castro: ‘quiero escribir su biografía’,
el Presidente Castro le dijo: ‘tu eres del imperialismo,
representas un medio de comunicación del imperialismo, tu
no eres capaz de tratarme con objetividad, tu viene cargado con
los prejuicios que sobre mi tiene el imperialismo. Y le contestó el
periodista: ‘Presidente Castro, yo no le prometo objetividad
total, pero si le prometo la menor subjetividad posible’.
En el debate entre los seres humanos, la
objetividad total es un punto de referencia, pero el mínimo
tiene que ser la menor subjetividad posible.
A esto le agregaría otro punto:
para ser un buen comunicador, fundamentalmente hay que ser un
buen escucha.
En el mundo contemporáneo, los líderes tienen que
dedicar un 80 por ciento del tiempo a comunicaciones y de ese 80
por ciento, un 80 por ciento a escuchar. Y eso sí que es
importante para los gobiernos. Yo he procurado mantener el Gobierno
en la calle, porque qué peligroso los gobiernos encerrados
entre las cuatro paredes de las oficinas, mirando las cifras oficiales
y llenándose de vanidad con ellas.
Hace poco un Ministro me acompañó a una reunión
de microempresarios y allá estaban protestando mucho, me
dijo: ‘pero ¿por qué protestan, si este Gobierno
ha logrado que de agosto del año pasado a la fecha se entregue
un billón 300 mil millones en microcrédito, se ha
favorecido a 600 mil microempresarios, un crecimiento del 50 por
ciento?’ Le dije: porque en esta reunión no están
los que ya recibieron microcrédito, sino los que no lo han
recibido, que son muchos más, porque en un país con
los problemas de Colombia, los avances del Gobierno son mucho para
los funcionarios de Gobierno, muy poco para los ciudadanos.
Por eso, para que el Gobierno pueda ejercer
liderazgo, tiene que estar en permanente comunicación
con la comunidad, no atenerse solamente a sus cifras, sino estar
con una actitud dispuesta a
dejarse permear del mensaje ciudadano. Eso es bien importante.
Prioridades. Un profesor que me ha honrado
con su amistad, como el profesor Fisher, ha escrito un bellísimo
ensayo, ya un libro y no lo ha querido publicar: las etapas del
liderazgo.
Lo primero que tiene que hacer el líder es observar. Lo
segundo es preguntar, para enriquecer la observación. Lo
tercero es dar ejemplo y lo último es dar órdenes.
Lo último que tiene que hacer el líder es mandar
y muchos creen que es lo primero.
¿Quién me definiría el ejercicio de cargos
de elección en Colombia?, es más un tema de poder
o un tema de responsabilidad. Son mutuamente dependientes pero
debe prevalecer siempre la responsabilidad, porque si la mayor
incidencia la generara el poder y la responsabilidad apenas produjera
una acción de réplica, el ejercicio se agota. Puede
que uno mande una vez, pero si no se ejerce la tarea con responsabilidad,
en la segunda ocasión ya no hay quien le obedezca.
Y todo esto tiene que conducirse a unas sociedades que no pueden
renunciar a un valor: el valor de la democracia.
El 3 de noviembre se celebra el primer
centenario de la Independencia de Panamá. Nuestra Patria había quedado sumida en
una profunda crisis. El año pasado celebramos el primer
centenario del final de la Guerra de los Mil Días. Hubo
tres pactos de paz: uno en Chinácota, Norte de Santander;
otro en el buque Wisconsin y otro en la hacienda Neerlandia en
le departamento del Magdalena. Los soldados que se enfrentaron
en la guerra, aquel día se abrazaron como patriotas, pero
la Nación había quedado sumergida en muertes y pobreza.
Toda esa crisis, desemboca en la separación de Panamá.
Y esa tesis había estado antecedida en una larga lucha
de guerras y debates por las libertades democráticas. Se
pensó que con la Constitución de 1863 el país
avanzaría inmensamente en democracia, que los Estados que
ganaron tanta autonomía en esa Constitución del 63,
tomarían la decisión de que sus gobernantes fueran
de elección popular, etcétera, pero aquel sueño
de Rionegro se tradujo simplemente en desorden, en anarquía,
no hubo ampliación democrática.
La batalla por la ampliación democrática se dio
en el foro, en el parlamento y mucho más en los campos de
batalla. Después de la Constitución del 86, que la
proclama el Presidente Núñez, para rescatar el orden,
bajo el dilema de regeneración o catástrofe, se aplazan
las aspiraciones democráticas, se demora el país
muchísimo en ganar consenso para aprobar esas ampliaciones
democráticas, el Congreso Ideológico del Liberalismo,
reunido en Ibagué a principios de los años 20 y presidido
por el General Benjamín Herrera, en su proposición
adopta como primer punto la exigencia de que las autoridades locales
se elijan popularmente. Es el año 1922, el año 1923.
Solamente el país gana un consenso en la década
de los años 80, en el Gobierno del Presidente Betancourt,
cuando el senador conservador Álvaro Gómez Hurtado,
presenta el proyecto de reforma constitucional y se aprueba la
elección popular de alcaldes. Una lucha más que centenaria.
Y se requiere la Constitución del 91 para que se adopte
la elección popular de gobernadores y la figura del referendo.
El país había vivido una especia de referendo en
1957, se convocó con palabra plebiscito, los acuerdo políticos
de la época, redactaron unas normas constitucionales, entre
las cuales quiero destacar el reconocimiento de los derechos políticos
de la mujer, la asignación de gran prioridad a la educación
y se convocó al pueblo a votar. Fue realmente el pueblo
constituyente.
Yo había nacido en el 52, mi madre era un gran activista
por aquel referendo de 1957 y de la mano de ella, recorrí varios
poblados de mi comarca, ella llamando a que la ciudadanía
participara en aquel referendo. Después la eligieron en
1958 concejala y presidente del Concejo de un municipio de Antioquia,
donde vivíamos. Aquella infancia me dejó impresiones
imborrables en el alma sobre lo importante de la participación
popular.
Hace pocos días, una niña universitaria me decía: ‘Presidente ¿usted
porqué propuso el referendo?’ y le dije: porque hay
cosas muy elementales que se debieron haber aprobado hace muchos
años, no las aprobado el Congreso, vamos a ver si el pueblo
las aprueba.
‘Presidente ¿a usted por qué le gustan tanto
los Consejos Comunitarios?’, porque creo que los gobernantes
no pueden pensar que ganaron porque ganaron las elecciones, la
democracia hay que reverdecerla todos los días, es la única
manera de mantener la legitimidad de las instituciones.
‘Presidente ¿el referendo lo resuelve todo?’ ¡De
ninguna manera, no es milagrero, pero es un paso en la dirección
correcta!
Hace algunos años, los movimientos violentos inundaban
al país de panfletos, tratando de justificar sus acciones
violentas en la circunstancia de que aquí no había
elección de alcaldes ni de gobernadores ni referendo. Hoy
vemos que los que matan a los candidatos y a los alcaldes y los
procesos electorales y amenazan el referendo son los grupos violentos.
El señor Briceño, terrorista de las Farc, sale en
estos días a ordenarle a los otros terroristas que de él
dependen, que tienen que exigirle a los candidatos negociar con
la Farc, que de lo contrario los asesinen y a ordenar acciones
violentas contra el referendo.
Esta Patria tiene que mirar la historia
de sus luchas democráticas.
Qué bueno, para pensar en las elecciones de alcaldes, gobernadores,
diputados y concejales del 26, recordar las luchas que condujeron
a la pérdida de Panamá, recordar los 150 años
durante los cuales esta Nación tuvo que batallar con mucho
sacrificio para ampliar las oportunidades democráticas.
Qué bueno vincular todas esas luchas, a la posibilidad
de que el pueblo colombiano sea constituyente, el próximo
sábado.
Es que es muy bello pensar que el próximo sábado
el pueblo colombiano, más que elector va a ser constituyente.
No conozco un referendo en el mundo tan complejo, de tantas materias.
Generalmente los referendos preguntan por uno o dos puntos, aquí hay
una serie de puntos elementales, sí, no milagreros, pero
redactados en los textos complejos como tienen que quedar en una
Constitución porque, infortunadamente, nosotros no podemos
presentar el referendo con la amable simpleza de las canciones
de los muchachos del Gran Hermano, tenemos que presentar el referendo
con el rigor de textos constitucionales.
Si este pueblo aprueba ese referendo, el
mundo se tendrá que
inclinar reverente ante Colombia. Y un pueblo con pobreza y con
dificultades, que apruebe un referendo para mejorar sustancialmente
el manejo de la economía, es un pueblo que va a merecer
el respeto del mundo entero.
Yo pienso con pragmatismo: se encartan
los mercados de Nueva York con nosotros donde aprobemos el referendo,
porque a nada nos pueden
decir que no. Esa es la mejor vía para resolver problemas
económicos ante la comunidad nacional e internacional.
Pero, les quiero transmitir -para ser coherente
con lo que le dije al inicio- dos cositas: mi deber como Presidente
es invitar
a los colombianos a la participación y respetar el debate.
Quiero mirar a los ojos de mis compatriotas el próximos
sábado, decirles: realizamos un bello episodio participativo,
no solamente se realizó este referendo sino que construimos
doctrina para los referendos del futuro. Por eso quiero contribuir,
conteniendo las pasiones humanas, con un debate de argumentos,
con un debate de respeto.
Eso me lleva a ofrecer de mi parte dos
tratamientos: al señor
Briceño y a los terroristas, a las buenas o a las malas;
al debate popular sobre el referendo, una u otra materia, siempre
cariño, argumentos y persuación.
Alejandro (Santos, director de la revista
Semana) en Colombia no hay guerra, la Guerra implica un elemento
noble, la legitimidad
de la causa. La legitimidad de una causa de alzamiento contra un
Estado, la puede dar la circunstancia de que ese Estado no tenga
espacios para que quienes están alzados en armas se expresen
de otra manera. En esta Colombia del supuesto “Presidente
guerrero”, hoy hay 70 mil candidatos de las más diferentes
expresiones ideológicas. Miles de ellos, antagonistas ideológicos
del Gobierno y la orden de Gobierno ha sido una: dar a todos ellos
garantías, para honrar la democracia colombiana.
Anteanoche me llamaban personas muy angustiadas,
por televisión,
y me decían: ‘Presidente, lo que ha mejorado el SENA,
ustedes cómo permiten que en la televisión el sindicato
del SENA haga semejante deformación del referendo’.
Yo les dije: yo tengo que defender lo que hemos hecho en el SENA,
pero así nos calumnien, no puedo maltratar la libertad de
comunicaciones.
Entonces, cuando aún, frente a la calumnia se respeta esta
libertad de opinión, no hay legitimidad para los terroristas.
Leo el ordenamiento jurídico inglés, que surge de
ese pragmatismo de que los jueces lo van actualizando permanentemente
y allí se dice: ‘terrorismo es la simple amenaza del
uso de la fuerza por razones ideológicas, por razones políticas
o por razones religiosas’. Aquí no podemos seguir
contemplando estos terroristas.
Además esta mezcla de armas y narcotráfico y además
no les podemos dar legitimidad, considerando los actores de guerra,
cuando son simples terroristas porque nuestro Estado ha venido
haciendo un gran esfuerzo para mejorar las oportunidades democráticas.
Muy bien, ahora les ofrezco la palabra y muchas
gracias a todos.
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