GRADUACIÓN DE ESTUDIANTES DE ARTES Y HUMANIDADES
E INGENIERÍAS
DE LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
Septiembre 20 de 2003 (Bogotá – Cundinamarca)
Jóvenes:
En la vida de los seres humanos, las familias,
las comunidades, la ceremonia de graduación constituye un momento de reflexivas
emociones, gratos recuerdos, nostalgias, nuevas ilusiones. El día
de grado es episodio esencial de la existencia.
Acudo a acompañarlos con entusiasmo por la Patria, respeto
y admiración por esta Universidad, complicidad en el gozo
con sus familias, alegría por ustedes y esperanza en su
papel por Colombia.
Deseo referir unas líneas sobre la universidad, aquello
que de ustedes esperamos y el amor por esta gran Nación.
La universidad debe ser científica, abierta a la libre
cátedra, no dogmática, crítica con espontaneidad
y sin amarguras, batalladora en las ideas y ejemplar en la convivencia.
La universidad debe recibir la problemática social, procesarla
en el laboratorio de la ciencia y entregar soluciones a la comunidad.
La universidad científica debe partir de reconocer que
su tarea es una búsqueda sin fin por la verdad y que su
logro es apenas una verdad relativa y una base para emprender una
nueva investigación. Después de respetar el compartimiento
individual de las creencias religiosas y los principios de la democracia
como regla insustituible para la convivencia, todo lo demás
es revisable y demanda aproximaciones sin dogma. El trabajo científico
no admite cansancios y el logro de cada nueva hora debe ser el
renacer de la esperanza para las siguientes.
La pasión en la defensa de las convicciones y en el resultado
de las investigaciones, se excluye con el dogma que cierra las
puertas a los nuevos avances. La emoción se necesita pero
es obligatorio trazar la línea divisoria con el fundamentalismo
intransigente.
La universidad tiene que ser crítica. Para dar un buen
producto a la comunidad, el universitario debe asumir una actitud
espontánea, libre de amarguras y resentimientos. Signado
el mundo contemporáneo por la diversidad, se convierte en
escenario diario de conflicto entre opiniones diferentes que puede
ser destructivo al desembocar en la confrontación antagónica
o constructivo al escoger la cooperación creadora.
El rechazo a la lucha violenta de clases
no implica renunciar a la crítica. Cuando la crítica va acompañada
de la reacción violenta se genera un bloqueo en la mente
individual y en la acción colectiva, que empeora los problemas
y no deja ver la luz de las soluciones. De la crítica surgen
las semillas que demandan suelo enriquecido por la disposición
anímica de construir.
A fin de responder bien a la sociedad,
a partir del debate científico
debe preferirse el descubrimiento de la nueva opción antes
que la suma transaccional de las viejas y agotadas.
La universidad no puede presumir su aislamiento,
debe entenderse a sí misma como parte fundamental de la sociedad, ser consciente
de su papel de liderazgo para el bien común y ejercer ese
liderazgo.
Precisamente asumir y ejercer liderazgo es lo que los mayores
esperamos de ustedes, apreciados graduandos.
Leí hace años, en un ensayo
de Rosabeth Monss Kanter, antigua directora de Harvard Bussines
Review, que la credibilidad
del liderazgo supone competencia, consistencia, congruencia y relaciones
humanas.
Creo en esas palabras. En el ejercicio
del liderazgo, debemos intentar definirlas adecuadamente y practicarlas
siempre. Competencia,
supone un gran esfuerzo de mejoramiento y aprendizaje continuos.
El grado de hoy es apenas el comienzo para una vida sin desmayos
en materia de estudio. Han dicho con sabiduría los chinos
que “el día que se deja de estudiar se empieza a morir”.
Consistencia, es la capacidad de tener
el mismo discurso en todos los escenarios. En la época de congresista, cuando hablaba
de las leyes 50 y 100, expuse un mismo punto de vista a los sindicatos
y a los gremios empresariales. Cuando ejercí la Gobernación
de mi comarca, expliqué el propósito y las características
de las Convivir, tanto a los sectores que me apoyaban, como a aquellas
ONG’s europeas que me criticaban. El discurso del líder
es uno, no puede cambiar a la medida y al gusto del auditorio.
Congruencia, es saber que lo que se piensa,
dice y hace, son partes de la misma acción. Hilvanar la actuación con la
prédica representa la coherencia edificadora de liderazgo.
Relaciones humanas. A la gente hay que
quererla, es la única
posibilidad de cumplir con el precepto ético que nos obliga
a no hacer daño el prójimo. Es necesario exigir y
es muy difícil exigir con amor. Si se exige con amor se
logra lo exigido. Para exigir con amor a los demás, es debido
exigirse primero con severidad a sí mismo.
El líder jalona para transformar sueños en realidades
y no puede distraerse en la búsqueda de mayores niveles
relativos de verdad. Para seguir luces de verdad el líder
tiene que observar, preguntar y escuchar. Para dar órdenes
primero hay que dar ejemplo.
El líder es un comunicador y el comunicador tiene que ser
escucha. El buen escucha no siempre asiente, no duda en reconocer
la razón cuando los demás la tienen y al serle presentado
un problema que no puede resolver de inmediato, estimula el examen
de las opciones posibles.
Les hablo desde el deber ser, no desde
el ser. Cada uno de nosotros tiene que tener claro el deber ser,
repasarlo con frecuencia y
buscar que el comportamiento cotidiano se ajuste a este deber ser,
lo más cercanamente posible.
No hay liderazgo sin carácter. El carácter reposa
en aquello que de buena fe se considera adecuado para el bien general
y no puede fundarse en la satisfacción de las vanidades
individuales. El carácter reclama la razón con argumentos
y también por argumentos acepta la razón contraria.
El carácter no se pliega a la corriente pero insiste en
convencer hasta cambiar el rumbo de las aguas.
Miramos con ilusión la generación de ustedes, porque
su preparación, franqueza y el fuego de las dificultades
nacionales que ha fundido su formación, los convierte en
el punto de quiebre para avanzar hacia una Nación con transparencia,
crecimiento vigoroso, equidad sin egoísmo, calor de hogar
sin cicatrices y pan sin llanto.
Ustedes se gradúan porque la universidad nunca los rajó.
Que la vida nunca los raje y que cualquier obstáculo sea
la plataforma de impulso para una nueva victoria.
Jóvenes: amor por Colombia y firmeza
para servirla.
¡Firmeza! Porque, como preguntaba San Pablo
en su última
epístola a los Corintios: ‘Si la trompeta emite un
sonido incierto y débil, ¿quién
se aprestará a la batalla?’
Felicitaciones muchachos.
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