ENCUENTRO
CON LOS JÓVENES
POR EL REFERENDO
Septiembre 06 de 2003 (Bogotá – Cundinamarca)
Jóvenes:
Ustedes nos tienen que obligar a nosotros
a no ser inferiores, porque a ratos pienso que la lentitud de
nuestros resultados nos
hace inferiores a la ilusión de ustedes.
Me llena de alegría y de ilusión en Colombia este
evento, pero también de preocupación, me demuestra
que hay que ajustar más este Estado, mejorarlo, acosarlo
todos los días más para que produzca mejores resultados,
para que este Estado, estas instituciones, los seres que transitoriamente
las dirigimos, podamos merecer esta confianza que ustedes nos están
dando.
Les voy a pedir que a lo largo de todos
estos días, inviten
a desfilar por aquí a todos los que tenemos que ver con
las instituciones colombianas: a los ministros, a la Fuerza Pública,
a los organismos de control, para que todos se contagien de este
entusiasmo, de esta ilusión de ustedes, que es una exigencia
para que nosotros no le fallemos a Colombia.
Les agradezco de corazón este inmenso esfuerzo y me compromete
mucho más con Colombia.
Yo diría que el referendo hay que ponerlo en su exacta
dimensión. Cuando los veo a ustedes, quiero ratificar que
el referendo, más que en sus específicos aspectos,
que en sus decisiones concretas, está llamado a producir
una gran movilización de colombianos, una gran agitación
de colombianos para construir un alto nivel de cultura política
contra la corrupción y contra la politiquería.
Ese es un mensaje fundamental para transmitir
a todos nuestros compatriotas. Más que medir el referendo por su efecto jurídico
inmediato, por los específicos renglones de sus preguntas,
hay que medirlo por el estado de ánimo colectivo que puede
crear en nuestro país para ayudar a construir una cultura
política de determinación de todo el pueblo colombiano
contra la politiquería y contra la corrupción.
El referendo no va a producir milagros,
pero es un paso en la dirección correcta para reestablecer confianza en Colombia,
porque la confianza en Colombia necesita seguridad y necesita derrota
de la corrupción y necesita transparencia en la política
y necesita que los recursos no se derrochen, no se lleven a lo
innecesario, sino que se apliquen a las prioridades: a la educación,
al saneamiento básico, etcétera.
El referendo no lo resuelve todo, pero
nos muestra caminos. Si se aprueba el referendo, después del 25 de octubre, los
colombianos estarán más vigilantes para que el dinero
no se derroche.
Todos los días van a preguntar: ‘¿y por qué no
hay dinero para la salud y por qué no hay dinero para la
educación y por qué se lo están gastando allí en
politiquería o se lo están gastando allá,
en aquella institución innecesaria?’
Toda mi gratitud cuando pulso esta energía de ustedes,
cuando la siento de cerca, cuando miro a la nueva generación
de nuestros compatriotas que ustedes representan, cuando me informan
de los esfuerzos de muchos –tu (dirigiéndose a un
asistente) viniste 28 horas en bus para asistir a esta reunión,
me siento anonadado, creo que lo que estamos haciendo nosotros
por Colombia es muy poco, en comparación con lo que ustedes
están haciendo y quieren hacer por Colombia.
Pero ese entusiasmote ustedes, de pronto
no puede tener toda la reciprocidad de mi generación, pero sí va a salvar
a Colombia a favor de la generación de ustedes y de aquellos
que vendrán detrás.
De verdad, Nicolás, Ernesto, Carlos, Mauricio, hagan pasar
por aquí a todos los que tenemos que ver con las instituciones,
para que ellos sientan porqué la razón de nuestro
compromiso. Para que entendamos todos, que no podemos defraudar
esta Colombia joven que quiere recuperar las ilusiones.
Una palabra fundamental de la política
que hemos querido impulsar es: confianza.
Confianza para que los colombianos recuperen
la posibilidad de invertir en el país. Confianza para que se pueda trabajar
en Colombia. Confianza para viajar por Colombia. Confianza para
empresarios y trabajadores. Confianza para los intelectuales. Confianza
para los artistas. Confianza para los jóvenes.
Cuando recorrí la Patria como candidato presidencial, que
acudí a una innumerable cantidad de eventos universitarios,
a conversar con los universitarios, acostumbraba a preguntar: ¿quiénes
de ustedes, si tuvieran la oportunidad de irse de Colombia, definitivamente,
sin vocación de regreso, lo harían? Y me sentí muy
triste porque la inmensa mayoría levantaba la mano.
Expresaba: muy bien que un joven quiera
salir a estudiar al extranjero, a tener una experiencia, a una
investigación científica,
a prestar un servicio, a formarse más, a conocer otra cultura,
pero qué tan triste que quieran irse de Colombia definitivamente,
que el país los este expulsando, que estemos produciendo
una estampida.
Confío que con nuestros esfuerzos, que tienen que ser superiores
y la generosidad de ustedes para acompañarnos, esa confianza
de los jóvenes en Colombia la podamos recuperar.
Lo que se ha hecho es muy poco, pero por lo menos hay un caminito
que va a forzar a todo el mundo a trabajar bien por Colombia. De
pronto nosotros no podamos presentar tantos resultados materiales
como el intangible del ejemplo, trabajar bien por Colombia, a toda
hora, con afecto. Ese tiene que ser un mensaje y un mandato.
Que quien quiera aspirar a regir responsabilidades
públicas,
de cualquier nivel, esté obligado por el pueblo a cumplir
el mandato de trabajar transparentemente, con dedicación,
sin derecho a fines de semana ni a horas de ocio y fundamentalmente,
con amor por Colombia.
Cuando mi hijo Tomás cumplió 10 años, una
médica de la familia, amiga, le envió una tarjeta
bellísima, escrita por ella. Y el resumen de esa tarjeta
es: que la única manera de lograr resultados difíciles,
es trabajando con amor, es lo que necesita hoy Colombia. Que trabajemos
con amor por Colombia para que Colombia pueda superar todas estas
dificultades.
Miro con mucho compromiso a los ojos de
ustedes y le pido a Dios que nos deje fallar al entusiasmo con
que ustedes quieren servir
las causas colectivas de esta gran Nación.
Muchas gracias a todos ustedes y les cedo ahora la palabra. |