CEREMONIA
DE ASCENSOS DEL EJÉRCITO NACIONAL
Diciembre
03 de 2004 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Hace un año, en este lugar mítico de la Patria, graduábamos
una excelente promoción de subtenientes, encabezada por el
subteniente Barrero Guinán.
Con cuánta emoción de Patria asistimos padres de familia,
altos oficiales, comandantes, Ministro (de Defensa, Jorge Alberto
Uribe) y yo a esa ceremonia. Con cuánto entusiasmo se graduó ese
grupo de subtenientes. Con cuánta devoción emprendieron
su tarea en los campos de Colombia.
Hace pocos meses recibimos la infausta noticia
del asesinato por parte de las Farc del subteniente Diego Alejandro
Barrero Guinán.
Lo asesinó el terrorismo alevemente.
Un esfuerzo grande del Ejército para retomar el control institucional
del Nudo de Paramillo, abandonado por décadas, entregado a
la guerrilla y después a que lo compartieran guerrilla y paramilitares,
por el descuido del Estado.
Emprendimos de Tierralta la tarea de recuperarlo.
Estuvimos en Urrá despidiendo
esa Brigada Móvil que emprendía el ascenso a Paramillo,
para clavar allí la bandera de Colombia, a fin de que ondeara
triunfante en señal de recuperación institucional,
y a los pocos días recibimos la noticia del asesinato del
subteniente Barrero Guinán.
Honra a él, a su valor, honra a los centenares de soldados,
de policías, de integrantes de las fuerzas institucionales
de la Patria, de los organismos de seguridad, asesinados por el terrorismo.
Eso nos ha dejado el terrorismo. El asesinato
de nuestros jóvenes,
el desempleo de buena parte de la población, la desolación
en los campos de Colombia. Pero sé que esos actos de heroísmo
que duelen profundamente en el alma de sus familias, son actos que
inspiran a la Patria a superar permanentemente esta pesadilla.
Ahora, cuando saludaba a Doña Amparo, su madre, y a sus hermanos,
venían a mi memoria todos los soldados y policías acribillados
por el terrorismo.
Ayer no más dos infantes de marina fueron asesinados por
minas quiebrapatas de las Farc en el área de los Montes de
María, entre Sucre y Bolívar.
Por eso, para superar esta tragedia, hay
que derrotar el terrorismo. La promoción que hoy graduamos nos da toda la ilusión
de que vamos a derrotar el terrorismo.
Jóvenes subtenientes, ustedes tienen que tener el valor de
quienes le dieron la Independencia a Colombia hace 200 años,
guiados por Bolívar y Santander, y la preparación de
dos siglos más de avance de la tecnología.
La generación de ustedes, por su franqueza, por su espontaneidad,
por su valor, es la generación llamada a darle a Colombia
el punto de quiebre para superar definitivamente la pesadilla del
terrorismo.
Ahora que ustedes van a empezar a ejercer
en el campo de batalla, para que sus compatriotas sientan el bien
de la seguridad, que es
un valor democrático y una fuente de inversión, de
empleo, de erradicación de pobreza, de construcción
de unidad de la Nación, procedan con todos los valores.
Hace dos años, en este mismo campo emblemático de
la Patria, nos referimos a unos principios. Hace un año a
otros. Déjenme hoy repetir lo que hace pocos días asomé acá,
a lo cual me referí ayer en la Policía, y volveré a
referirme esta tarde en la Escuela de Aviación Marco Fidel
Suárez de Cali y en la Escuela Almirante Padilla de la Armada
en Cartagena.
Tenemos que proceder con voluntad política, con agresividad
en la iniciativa, con transparencia, con don de mando y con relaciones
humanas. Voluntad política, esa fuerza interior, expresada
en todas las actitudes y en todos los momentos, con un norte, con
un objetivo irrenunciable: la derrota del terrorismo, sin una sola
claudicación, sin solo palidecimiento, con toda la energía.
Muchas veces ha faltado voluntad política
en el Gobierno y eso ha desmotivado a las fuerzas institucionales
de la Patria.
Vengo a decirle hoy a mis compatriotas, y
especialmente al oído
de los papás y mamás que acuden a la ceremonia de graduación
de sus hijos, que hay toda la voluntad política, inquebrantable
en el Gobierno, para derrotar el terrorismo.
Nosotros no confundimos la civilidad con
la debilidad. Colombia por débil estaba claudicando la civilidad. La civilidad se
defiende con fortaleza, el respeto a la Constitución y a la
Ley. La convivencia civilizada del pueblo no se defiende de manera
pusilánime frente al terrorismo, se defiende con fortaleza
y con la decisión de derrotar el terrorismo.
Y ustedes, formados en esta Escuela, en sus
hogares, conscientes de lo que espera la Nación de su esfuerzo, de su exposición
al sacrificio y al riesgo, van a proceder con agresividad y van a
proceder con transparencia.
Cuando los gobiernos no tienen voluntad política, no hay
motivación para la agresividad y la iniciativa en la Fuerza
Pública. Y cuando el Gobierno tiene voluntad política
y no hay agresividad en la Fuerza Pública, esa voluntad política
es ineficaz, esa voluntad política no se torna en resultados
concretos para el pueblo.
Cuando hay iniciativa, agresividad, pero no hay transparencia, entonces
lo turbio afecta el resultado. El pueblo no piensa en la bondad de
los resultados, sino que se incomoda y sufre por lo turbio del procedimiento.
Por eso necesitamos la voluntad en la iniciativa, la agresividad
y la transparencia. Hay que combinar ambas cosas.
Los derechos humanos son para unir a la Nación, para honrar
a la institución armada. Los derechos humanos son para cumplir
con la Constitución. Los derechos humanos son para defender
al pueblo, para construir confianza. Pero los derechos humanos se
honran con una Fuerza Pública agresiva contra el terrorismo,
con una Fuerza Pública eficaz contra la delincuencia.
El cumplimiento de los derechos humanos no
es para que la Fuerza Pública se quede quieta y pierda la iniciativa en la agresividad.
Si así sucediere, entonces el resultado es que los terroristas
avanzan más en su violación de los derechos humanos.
Nosotros con transparencia cumplimos los
derechos humanos como fuerza institucional del Estado. Y con eficacia
y con agresividad tenemos
que derrotar al terrorismo para que ellos no sigan violando los derechos
humanos, como a diario los violan en contra de la ciudadanía
y de la institución armada de la Patria.
Y vamos a proceder con don de mando y con
relaciones humanas. Don de mando connatural de la esencia de la
institución jerarquizada,
de la esencia de la disciplina que les ha infundido esta Escuela
a ustedes, de la disciplina que los tiene que acompañar en
esa brillante carrera que hoy tiene un ascenso para bien de la Patria.
Pero siempre con relaciones humanas. Relaciones humanas en la jerarquía
y relaciones humanas en el tratamiento horizontal.
El mando no puede expresarse apabullando
al subalterno. El mando tiene que ejercerse con pedagogía, con persuasión,
con comprensión humana, con trato humano al subalterno.
Y el mando, en nombre de las relaciones humanas, tiene que abrir
espacios para escuchar al subalterno.
Es bien importante la comunicación
para que se coordinen el mando y las relaciones humanas.
Ustedes no van a ser solamente subtenientes
o tenientes, o mañana
generales de la República. Ustedes tienen que ser líderes.
Colombia requiere que el ejercicio de ustedes, más que un
ejercicio de la institución armada, sea un ejercicio de liderazgo.
Y ese ejercicio de liderazgo necesita definir el horizonte, mostrar
el camino para conquistarlo y cautivar al pueblo a seguir ese camino
con relaciones humanas.
Como líderes, ustedes tendrán que dedicar muy buena
parte de su tiempo a las comunicaciones. Pero el líder, que
requiere ser excelente comunicador, tiene que dedicar la mayor parte
del tiempo de las comunicaciones a escuchar.
El comandante para ser buen comandante, tiene
que ser buen líder.
Y para ser buen líder hay que ser buen comunicador. Y para
ser buen comunicador hay que ser buen escucha. A escuchar dentro
de la jerarquía militar y a escuchar al pueblo.
El pueblo colombiano está jarto de los terroristas, ávido
de la presencia de la Fuerza Pública en toda la Patria.
Esta mañana me comunicaban que ya los mal llamados paramilitares
del Catatumbo empezaron a llegar al sitio de desmovilización,
y me pedían alcaldes y concejales de esa atormentada región
de la Patria que lo que quiere toda la comunidad es la presencia
efectiva de la Fuerza Pública, en una Patria que no quiere
más ser humillada por la guerrilla y el narcotráfico,
que no quiere ser cofinanciada por la ilicitud y que no quiere tener
la humillación de ser supuestamente defendida por el paramilitarismo.
En una Patria que lo que quiere es la presencia
eficaz y transparente de su institución armada. Esa Patria los llama en todas las
regiones, como hoy los llama en el Catatumbo. Y la expresión
de esa Patria en el campesino, en el labriego, en el trabajador urbano,
en el concejal, en el alcalde, en el diputado, en el parlamentario,
en el industrial, en el microempresario, en el sindicalista, en el
líder gremial, la expresión de esa Patria aspira siempre
poder confiar en su institución armada.
Gánense donde estén el corazón y la adhesión
del compatriota, que sea su casual o su permanente interlocutor.
Que por obra de ustedes, de su liderazgo, apreciados subtenientes,
los campesinos, los trabajadores urbanos, los empresarios, los microempresarios,
todos tengan más motivos para querer más a las fuerzas
institucionales de esta gran Patria colombiana.
Y vamos a trabajar para que la nueva generación pueda vivir
feliz en Colombia. La generación de sus padres y la mía
no ha podido vivir un momento de pleno reposo en esta Nación.
Los años de sus padres y los míos han sido unos años
de permanente desasosiego por el fantasma de la violencia.
En la mente de sus padres y en la mía reposa una ilusión:
la ilusión de que las nuevas generaciones de colombianos puedan
vivir felices en esta Patria. Y en la mente de sus padres y en la
mía reposa una segunda ilusión: que por el valor civil
de ustedes, subtenientes, por su liderazgo, las nuevas generaciones
de colombianos puedan vivir plenamente felices en esta Patria.
Ejerzan siempre el mando dando ejemplo. El
líder para poder
llegar a ejercer bien el mando tiene que agotar tres etapas previas.
Primero, observar el problema, la materia sobre la cual se va a ejercer
el mando. Segundo, indagar para despejar dudas sobre esa materia.
Tercero, dar ejemplo. Y cuarto, dar órdenes.
La noche en que fui informado del asesinato
del subteniente Barrero Guinán, mi primera reacción fue: estaba dando ejemplo, él
no estaba por allá en una retaguardia, no estaba escondido,
iba adelante dando ejemplo. Adelante estuvo cuando recibió en
la José María Córdova el diploma, la Orden Francisco
José de Caldas que lo distinguía como el más
sobresaliente de su promoción y adelante estuvo en Paramillo,
guiando a todos los soldados de la Patria para recuperar la tranquilidad
en nombre de la bandera de Colombia.
Siempre hay que dar ejemplo. Y para dar ejemplo
hay que vencer el cansancio, para dar ejemplo hay que sobreponerse
a la fatiga, para
dar ejemplo hay que desafiar el desafío, para dar ejemplo,
jóvenes subtenientes, hay que saber a toda hora que nosotros,
los que tenemos responsabilidades públicas, y ustedes las
asumen hoy en mayor grado, tenemos que ir adelante en el camino difícil
de la derrota del terrorismo y exponernos a todos los riesgos que
la Patria merece. Porque la Patria merece que nosotros nos expongamos
a ellos para el bien y la tranquilidad de la Patria.
Dentro de pocos años, Colombia celebrará dos siglos
de Independencia. Ojalá los podamos celebrar con la nueva
Independencia, que es la derrota del terrorismo, para que esta Nación
sea una Nación fraterna, democrática y de opciones
de pensamiento, sí, pero fraterna, sin exclusiones y sin odios.
Una Nación en permanente progreso, una Nación justa,
una Nación democrática, una Nación cristiana.
Ustedes van a darle a Colombia la segunda
Independencia, la del segundo centenario, van a liberar a Colombia
del terrorismo, y esa
Independencia sí que será importante.
Empecemos, con miras a estos 200 años, a recabar más
en el recuerdo de los héroes. Ustedes hoy empuñan las
espadas de la virtud de Colombia, ustedes empuñan la fuerza
que conduce a la virtud. Bellamente El Libertador, en aquel mensaje
a la Convención de Ocaña, relacionó la fuerza
con la virtud. La fuerza transparente, la fuerza democrática,
la fuerza institucional del Estado, es la que garantiza la virtud
y la virtud es lo único que garantiza la permanencia de la
Nación.
La espada de ustedes, jóvenes subtenientes, tiene un llamamiento
y una vocación, en las palabras del Libertador: defender al
débil, ser la salvaguarda del débil y aterrar al delincuente.
Recuerden: defender al débil, constituirse en la salvaguarda
del débil y aterrar al delincuente.
Que con la espada de ustedes, el débil
se pueda sentir fuerte. Y que gracias a la espada de ustedes el
delincuente se aterre y se
le disuada y se le derrote para bien de Colombia.
Mil gracias a sus papás, a sus mamás, a todos los
integrantes de sus queridas familias. Estas familias que hoy nos
acompañan para presenciar la graduación de sus hijos
queridos, de sus queridos allegados, son familias que representan
las mejores virtudes colombianas.
Y una más, familias que dan ejemplo de amor a Colombia, porque
han traído a sus hijos a prestar una tarea que honra a la
Patria, pero que los expone a muchos sacrificios, a muchas limitaciones
y a muchos riesgos.
Queridas familias, la inmensa gratitud, la infinita gratitud de
todos los colombianos.
Subtenientes: ni un paso atrás, como dijera el General Córdova.
La felicidad de las nuevas generaciones y la suerte de la Patria
quedan hoy en mejores manos, las manos de ustedes, que han ascendido
a este grado y que es garantía del porvenir de esta gran Nación.
¡Que viva Colombia! Y que ustedes tengan
muchos éxitos
por esta Patria.
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