ASCENSOS
DE LA FUERZA PÚBLICA
EN LA ESCUELA MILITAR JOSE MARIA CORDOVA
Diciembre
07 de 2004 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
La semana pasada asistimos a actos bien importantes
de graduación
y de asensos en la Policía, en el Ejército, en la Fuerza
Aérea, en la Armada. Concurrimos hoy a un acto de gran trascendencia,
en este momento de la Patria. A un grado más de los mayores.
La semana pasada eran los subtenientes y
aquellos que salidos de sus escuelas, de la primera fase, en los
inicios todavía de
juventud, emprenden el camino del sacrificio, de la exposición
al riesgo para la tranquilidad de la Patria.
En esta ceremonia, acompañados del afecto, del calor del
hogar del los suyos, los mayores con una larga y brillante tradición
en la Fuerza Pública de la Patria, llegan hoy al reconocimiento
y al asenso, que por supuesto, les aumenta el compromiso para servir
bien a esta Nación.
Asciende al grado de General, con todos los
soles, el general, Fredy José Padilla de León, una vida al servicio de la institución
y de la Patria, con decoro, con sabiduría, con permanente
estudio, un gran equilibrio entre la acción en el campo de
batalla y la conducción intelectual de la fuerzas.
Hemos condecorado por quinta vez con la medalla
de servicios distinguidos en Orden Público, al general Reinaldo Castellanos Trujillo,
comandante del Ejército, quien ha llegado al comando del Ejército
lleno de triunfos adquiridos en el campo, en la llanura, un día
liberando del oprobio del terrorismo a Cundinamarca, otro día
dirigiendo las fuerzas especiales en la selva, que aspiramos recobrar
para el medio ambiente, para el futuro de Colombia y arrebatar de
las manos del terrorismo y de la droga.
Nos reunimos para el asenso a Mayores Generales
de los generales: Alonso Ortíz, Gilberto Rocha, Carlos Lemos, Eduardo Bear,
Julio Armando Guzmán, Jorge Luis Castro. Una trayectoria colmada
de servicios para el bien de la Patria, un asenso que nos compromete
más en esta hora de definiciones. Como aquellos que ascienden
al grado de Brigadieres Generales: Jorge Octavio Ardila, Luis Felipe
Paredes, Arnulfo Martínez, Hugo Gutiérrez, Alejandro
Navas, Luis Alfonso Zapata, Héctor Fabio Fandiño, José Joaquín
Cortes, Luis Fernando Puentes, Clímaco Antonio Solórzano.
El capitán, Daniel Iriarte y el general José Javier
Pérez Mejía.
A todos ellos todas nuestras felicitaciones. A sus familias la gratitud.
La semana pasada le decíamos a los familiares de quienes
se graduaban como Subtenientes, que les agradecíamos de corazón
exponer sus hijos al riesgo, al sacrificio permanente por la tranquilidad
de la Patria.
Y hoy decimos, a las esposas, padres, hijos
que han acompañado
a este grupo brillante de Generales de la República y Almirantes:
mil gracias por haberles dado ese apoyo, el más importante,
el mejor de todos desde la calidez del hogar a lo largo de tantos
años de servicio. Mil gracias por haber compartido con ellos
el riesgo, la angustia. Mil gracias por haberles dado reposo y alivio
en sus horas de fatiga. Mil gracias por haber hecho y seguir haciendo
equipo con ellos para que ellos sirvan bien a la Patria entera.
Los del jueves y viernes, los jóvenes Subtenientes, los de
hoy, los mayores Generales de la República, son integrantes
de una Fuerza Pública en trance de victoria, de una Fuerza
Pública que ha dejado atrás el sobrevivir, por una
Fuerza Pública que ha asumido las banderas y la actitud de
victoria para bien del pueblo colombiano.
Ustedes, distinguidos Generales de la República, que asumen
hoy responsabilidades mayores, representan una Fuerza Pública
victoriosa, una Nación que le está dando todo el apoyo
a su institución armada, para que su institución armada
finalmente libere a Colombia de la guerrilla, de los paramilitares,
liberen a Colombia de la maldita cofinanciación del narcotráfico.
A todos ustedes, una voz de estímulo y una consigna de triunfo,
que lo necesita la nación.
Hemos venido ganado terreno, en la Nación entera se respira
un mejor aire de paz, pero todavía no hemos derrotado al terrorismo,
estamos en el camino de derrotarlo. Aquí no hay una sola claudicación,
aquí no hay una expresión de declive, aquí hay
toda la fortaleza para derrotar el terrorismo y ustedes encarnan
esa fortaleza, la reciben del pueblo, la reciben del Gobierno, la
comparten con las fuerzas y la van a traducir en eficacia.
Hace dos años, escribimos unos valores que debe enviar la
Fuerza Pública, hace un año otros y ahora he querido
referirme en los últimos días a otros y a la relación
entre unos y otros.
Necesitamos trabajar permanentemente con
voluntad política,
con agresividad en la iniciativa, con transparencia, el ejercicio
de ustedes tiene que estar caracterizado por don de mando y relaciones
humanas, tiene que darse en un esquema permanente de liderazgo.
Voluntad política es esa energía interior, esa manifestación
exterior del Gobierno para avanzar hacia la derrota del terrorismo,
sin dudas, sin equívocos, sin lagunas en el alma, sin nubarrones
en la decisión.
Voluntad política que muchas veces ha faltado en la historia
de Colombia porque se ha confundido la civilidad con la debilidad.
Los que han interpretado equivocadamente la civilidad, han conducido
al país por tramos, a esa falta de voluntad política
que ha desmotivado a las fuerzas institucionales de la Nación.
Y esa voluntad política tiene que ir en armonía, con
la agresividad en la inactiva de ustedes, iniciativa de todas las
horas, cuando haya una victoria, iniciativa para conquistar la siguiente,
cuando se gane una meta, agresividad para ir por la meta que nos
espera en el camino, que toda meta parcial sea un estímulo
para llegar a la meta final, que es la recuperación de la
tranquilidad del pueblo colombiano.
Cuando no hay voluntad política en el Gobierno, la iniciativa
de agresividad en la Fuerza Pública se mengua, se desmotiva,
se desvanece, pero cuando existe esa voluntad política y no
se acompaña de la iniciativa, en la agresividad por parte
de la Fuerza, se imposibilita que la voluntad política se
traduzca en resultados y entonces termina debilitándose la
voluntad política porque pierde por falta de resultados aquello
que se requiere para alimentar la voluntad política, que es
el permanente apoyo del pueblo.
Y esa agresividad tiene que ir acompañada de transparencia,
porque cuando la agresividad no va acompañada de transparencia,
el pueblo que siempre requerimos para una política de Seguridad
Democrática, el pueblo no piensa en los resultados sino que
se conturba por la falta de transparencia.
¡Cuando no hay transparencia, lo turbio,
opaca la eficacia!
Esta Fuerza Institucional de la Patria, es
hoy motivo de orgullo entre propios y extraños, porque todos los días está más
comprometida con los derechos humanos. En otras latitudes cercanas,
para derrotar el terrorismo, utilizaron prácticas de guerra
sucia que nosotros hemos proscrito, que en Colombia no tienen asidero,
que están rechazadas en el corazón de cada soldado
de la Patria.
Este es el único Ejército del mundo, esta es la única
institución armada del mundo, que es capaz de desprenderse,
como lo ha hecho, de lo que tenía en mina antipersonales a
pesar de que enfrenta el poderío terrorista más grande
del mundo, por una combinación de poder militar y de financiación
de la droga. Eso enaltece a nuestra Fuerza Pública.
¡Vamos a proceder con toda la agresividad y con toda la transparencia,
que ganemos con la eficacia de la acción armada y que ganemos
con la contundencia de nuestra fe, de nuestra adhesión a los
derechos humanos!
Y en el ejercicio de ustedes, todos los días necesitan proceder
más con don de mando y con relaciones humanas. Don de mando,
inherente a la institución, a su disciplina, a su jerarquía.
Relaciones humanas para que ese don de mando permee, para que llegue
tanto a la Fuerza, como para que llegue a la ciudadanía.
Cuando el don de mando no está acompañado de relaciones
humanas, las órdenes se reciben con amargura y la amargura
lleva a que las órdenes no se ejecuten, se ejecuten a medias
o se ejecuten erróneamente. He ahí la importancia de
combinar el don de mando con las relaciones humanas.
Pero cuando todo es relaciones humanas y
no hay don de mando, no aparece el norte, no aparece la certeza
en el horizonte, se vuelve
la relación una camaradería de pachanga que hace inmenso
daño. Que importante pues tener ese equilibrio entre el don
de mando y las relaciones humanas.
Ustedes han recibido hoy la consagración de General pleno
de la República, la consagración de Mayores Generales,
la consagración de Brigadieres Generales, Contralmirantes,
pues bien, lo más importante es que sigan profundizando su
consagración como líderes.
Esta semana anterior, le decía a los subtenientes, ahora
en plena juventud, mañana en plena madurez, más que
los Subtenientes de hoy o los Generales de mañana, tienen
que ser líderes y lo mismo le repito a ustedes, respetados
Generales de la República.
Líderes en un momento en que esta
Patria necesita tornar la historia para quitarle a todos nuestros
conciudadanos la pesadilla
del terrorismo.
Líderes para que esta Patria sienta
que nosotros hemos abandonado el sobrevivir y los hemos sustituido
por la voluntad de triunfar.
Líderes para que llegue ese triunfo, porque ese triunfo de
las fuerzas institucionales de la Patria sobre el terrorismo, es
el triunfo del pueblo colombiano que se tiene que traducir en empleo,
en seguridad social, en la construcción de una sociedad fraterna,
de una sociedad con bienestar, de una sociedad sin exclusiones y
sin odios.
Ese liderazgo exige mucha comunicación. Mucha comunicación
dentro de la institución y mucha comunicación en la
relación de la institución con la sociedad.
Dentro de la institución esa comunicación
no puede ser solamente de superiores a subalternos, hay que abrir
un espacio
permanente para que le subalterno pueda expresarse, para que se le
escuche sin que eso implique afectar la disciplina.
El liderazgo moderno, exige una clara aplicación a la comunicación
y el mejor comunicador, es el mejor escucha. El mejor líder,
es el mejor escucha. Hay que dedicar en ese liderazgo, el 90 por
ciento del tiempo a comunicaciones y el 70 ó el 80 por ciento
de ese tiempo a escuchar.
Y ese liderazgo, con esa actitud de comunicaciones,
a través
de una conexión entre la palabra y el alma, tiene que llegar
todos los días a la comunidad, para que la comunidad rompa
los vínculos con la guerrilla donde los haya tenido, rompa
los vínculos con el paramilitarismo donde los haya tenido,
rompa los vínculos con el narcotráfico donde los haya
tenido, rompa la indiferencia y adhiera, abrace a la institución
armada a la Fuerza Pública de la Patria.
Hoy tenemos retos, en el Catatumbo, en Urabá, en los próximos
días en Cundinamarca, en algunas partes del Magdalena se están
desmovilizando los mal llamados grupos paramilitares. Concejales,
alcaldes, campesinos, empresarios llaman y dicen: ‘¿qué va
a pasar en algunas regiones como el Catatumbo, donde siempre ha habido
ausencia del Estado, donde la ciudadanía fue sometida por
la guerrilla y en donde la ciudadanía supuestamente acudió a
ser defendida por los paramilitares?
Pues bien, lo que necesitamos es esa presencia
del Estado, ese liderazgo de ustedes para que con más o menos hombres, con más
o menos presupuesto, con más o menos logística, pero
siempre con una máxima dosis de liderazgo, allí llenemos
todos los vacíos por parte de quien debe llenarlos, la expresión
institucional de la democracia que es la Fuerza Pública.
Que ese liderazgo de ustedes se sobreponga
a las limitaciones y que en todas partes se sienta la presencia
de la Fuerza Pública
para que el pueblo colombiano jamás vuelva a ser sometido
por la humillación del guerrilla, defendido por la indignidad
del paramilitarismo o maltratado por la miserable cofinanciación
de la droga.
Liderazgo de ustedes y ejerzan ese liderazgo
dando ejemplos antes que dando ordenes. Que importante es esa prelación. Del líder
la primera obligación no es dar ordenes, del líder,
la primera obligación es dar ejemplo. Se fija el camino, se
fija el norte de manera más efectiva a través del buen
ejemplo que a través de la simple dedicación a dar órdenes.
Ejemplo en todas las horas, ejemplo en todos
los momentos, ejemplo en la oficina, ejemplo en el campo, que todos
los soldados y todos
los ciudadanos, a través del ejemplo de la institución
armada, sigan viendo motivos crecientes para tener más confianza
en la institución armada de la Patria.
Generales y Almirantes: las definiciones
de cada día en esta
lucha contra el terrorismo son definiciones difíciles. Nosotros
somos firmes sin ser tercos. Pero si algo necesita Colombia es firmeza
y eficacia en la acción de ustedes, firmeza y la voluntad
política del Gobierno.
Que mis compatriotas entiendan que el Gobierno
no puede ser vacilante a la hora de las definiciones riesgosas. ¡Que
primero hay que enfrentar riesgos antes que claudicar principios!
¡Que primero hay que afirmar a los que creen que Colombia
necesita derrotar el terrorismo antes que salir a apaciguar a aquellos
que quieren que se cambie el rumbo esperando sin esperar que el terrorismo
recobre sus ímpetus!
Sin entrar en lo concreto, simplemente un
mensaje a la Nación
entera: Cualquiera sea el riesgo que tengamos que enfrentar, nos
mantendremos firmes a los principios, que es lo que ha faltado en
el pueblo colombiano, porque cuando el pueblo ve que no hay firmeza
en la dirigencia, que la dirigencia oscila de un lado para otro,
que está buscando el acomodo, entonces el pueblo no se siente
vinculado a una Nación con futuro brillante, se pierde el
sentido de pertenencia que es el lazo que al unir a un ciudadano
con el otro, forma la Nación.
La firmeza alrededor de los principios hace
parte de la virtud para que persista la nación y esa virtud –como lo dijera
el general Bolívar en la carta a la Convención de Ocaña,
que debemos recordar y recordar cuando se aproxima el segundo centenario
de la independencia- la preserva la energía de la Fuerza Pública,
esa virtud la preserva la energía de la Fuerza Pública
que en las palabras del libertador, “es la única salvaguardia
del débil, la única que aterra y disuade al delincuente
y lo que finalmente reclama la sociedad para su reposo”.
Generales y Almirantes, en la conducción de ustedes con manos
firmes como el acero y puras como el oro, queda muy buen a parte
de la confianza de esta nación de derrotar para siempre el
terrorismo para cumplir tres objetivos: la derrota del terrorismo,
la derrota de la corrupción y la reivindicación de
los pobres.
A sus familias y a ustedes nuestra gratitud,
nuestra compañía
solidaria en todas las horas, nuestra fe en Colombia y nuestro propósito
de acompañarlos en todos los sacrificios que haya que afrontar
a fin de que esta Patria colombiana le garantice a la nueva generación,
felicidad, felicidad permanente.
La generación de ustedes, mi generación Generales,
no ha vivido un día de tranquilidad. Para que las nuevas generaciones
de colombianos puedan vivir siglos de tranquilidad y de felicidad,
bienvenido el sacrificio de ustedes.
¡Que viva Colombia!
|