CEREMONIA
DE ASCENSOS DE LA ARMADA NACIONAL
Diciembre
03 de 2004 (Cartagena de Indias – Bolívar)
Compatriotas:
Este es un día de mucha reflexión y de mucha ilusión
para la Patria. Acudimos esta noche a Cartagena para presenciar en
la compañía de sus familias la graduación de
ustedes como tenientes de la Armada. Hace pocas horas en Cali unos
jóvenes como ustedes, de la entraña colombiana, de
familias como las de ustedes, como las nuestras, fueron graduados
en la Fuerza Aérea, y esta mañana un grupo idéntico
se graduó en el Ejército.
¿Por qué es un día de reflexión? Porque
es un día que nos invita a pensar en la inmensa tarea de ustedes
en favor de Colombia. ¿Y por qué es un día de
ilusión? Porque ustedes, que tienen el valor de aquellos que
acompañaron a Simón Bolívar hace casi dos siglos
para sellar la Independencia, se han podido graduar adquiriendo los
conocimientos técnicos y humanísticos, propios de dos
siglos, de más avance de la ciencia. Y un día de integración:
saludamos la presencia en este acto del Comandante del Servicio Marítimo
de la hermana Panamá, el Contralmirante, Ricardo Trael Porras.
Saludamos el hecho singular para la integración que un hijo
de la hermana Patria ecuatoriana, el teniente de corbeta Cristian
Andrés Rozo Figueroa, haya obtenido la medalla Francisco José de
Caldas por ser el primer puesto en esta promoción. Saludamos
la presencia en esta promoción del teniente Cristian Saúl
Escala, hijo de la hermana República de Panamá.
Ayer el terrorismo de las Farc, con sus minas
quiebrapatas, asesinó a
los infantes de marina Enrique Cervantes Nagles y Roger Manuel Díaz
Puerta. Hoy hacen parte de ese grupo inmenso de héroes de
la Patria que por defenderla han ofrendado sus vidas, víctimas
del terrorismo.
Ustedes, jóvenes graduandos de esta noche, son una esperanza
para que esta Nación supere definitivamente la pesadilla del
terrorismo. Sus familias, la generación de sus padres, la
mía, no hemos visto un día completo de reposo en nuestro
discurrir en la Patria colombiana. Pero tenemos la ilusión
de que las nuevas generaciones puedan vivir felices en esta Patria.
Por eso nuestro empeño, nuestro afecto a la tarea pública
de derrotar al terrorismo. Y la graduación de ustedes esta
noche, los atributos de que hacen gala, nos llenan de entusiasmo
de que Colombia va a convertir en realidad, va a ser palpable la
ilusión de que las nuevas generaciones puedan vivir felices.
Ustedes lo van a lograr, ustedes son la generación del tránsito,
ustedes están llamados por el destino, por las circunstancias
de su época, a producir el punto de quiebre para que esta
Nación encuentre centurias de felicidad.
Hace dos años, cuando acudía a este campo emblemático
de la Patria, les traje algunas líneas de reflexión,
sobre valores para el ejercicio de su noble actividad. Hace un año
agregamos otras.
Y quiero traerles esta noche la integración de cinco valores,
de cinco axiomas necesarios para cumplir bien con la Patria, que
tuve la oportunidad de exponerlos esta mañana y esta tarde
a sus compañeros de la José María Córdova
y de la Marco Fidel Suárez.
El ejercicio de ustedes requiere voluntad
política, agresividad
en la iniciativa, transparencia, don de mando y relaciones humanas.
Voluntad política, esa fuerza interior, ese compromiso exterior
de todas las horas, sin desmayo, sin declive, sin claudicación,
que debe imperar en el Gobierno de turno para derrotar el terrorismo,
para que Colombia recupere plenamente la paz.
La Nación no puede regresar a la equivocación
de confundir la civilidad con la debilidad. La civilidad, que es
ese estado colectivo
mediante el cual los ciudadanos aceptan la ley como regla de convivencia,
no se consigue con debilidad.
La debilidad lo único que crea es el caos. Lo único
que crea es la sustitución de la ley por la fuerza del delincuente.
La debilidad lo único que hace es desunir a la Nación,
fomentar el desapego de cada individuo en relación con el
colectivo. La fortaleza de las instituciones hace ver a cada quien
la obligación de respetar la ley como regla de la convivencia.
Reitero ante ustedes, ante sus comandantes,
ante sus familias, el compromiso total del Gobierno de mantener
la voluntad política
en la expresión superior, para derrotar el terrorismo.
Nosotros no queremos una Patria humillada
por la guerrilla, defendida con humillación por los paramilitares y cofinanciada por el
narcotráfico.
Nosotros queremos una Patria amable, digna,
tranquila, segura, fraterna. Y eso lo vamos a lograr con ustedes,
con ustedes mantenidos permanentemente
en la iniciativa, en la agresividad, en el entusiasmo, para lograr
ese objetivo de sueño de Patria.
La historia ha demostrado que cuando en la
institución armada
hay iniciativa, esa iniciativa se desfigura, se desvanece, pierde
el ímpetu, si no está apoyada en la voluntad política
del Gobierno.
Y si la voluntad política del Gobierno se da, y llegare a
no darse la agresividad y la iniciativa de ustedes, esa voluntad
no tiene la manera de trascender en resultados al bienestar popular.
Se requiere la voluntad como factor de motivación, como causa
eficiente, y la agresividad de ustedes como medio para obtener ese
resultado, que es el bienestar del pueblo.
Pero todo tiene que acompañarse de la transparencia. Cuando
hay transparencia, el resultado de la eficacia gana adhesión
del pueblo a la ley. Cuando no hay transparencia, y en su lugar prospera
lo turbio, lo turbio no permite que el pueblo aprecie el resultado,
por tener que quejarse de lo turbio.
Transparencia en los derechos humanos. Transparencia
en el cuidado de los bienes públicos. Transparencia en la relación
con sus superiores. Transparencia en la relación con sus compañeros.
Transparencia en la relación con sus subalternos. Transparencia
en la relación con la ciudadanía, con el campesino,
con el pescador ribereño, con el empresario, con el sindicalista,
en la relación con todos los compatriotas.
Pero esa transparencia tiene que ir acompañada
de la agresividad. Porque si en nombre de la transparencia se abandona
la agresividad
y se procede con debilidad, entonces se facilita y se abre el espacio
para que la delincuencia viole los derechos humanos que nosotros
alegamos proteger.
Para protegerlos eficazmente tenemos que
tener la suficiente agresividad para derrotar la delincuencia y
la transparencia para que nuestra
acción sea limpia, prístina.
Ustedes están formados en una institución que exige
el don de mando, una institución de disciplina, una institución
jerarquizada. Hoy se han graduado como tenientes de corbeta, mañana
o pasado mañana llegarán a ser almirantes de la República.
Más importantes que ser tenientes de hoy o almirantes de
mañana, es que sean líderes, para visionarle un futuro
promisorio a esta Patria, para buscarlo desde la primera hora del
día hasta la última durante todos los días de
la vida, para dirigir a los colombianos en esa tarea, para apoyar
a las instituciones en esa tarea.
Y ese liderazgo necesita visión, que
tiene que ir jalonada por don de mando en su tarea y por relaciones
humanas para que el
pueblo aprecie esa tarea.
Esas relaciones humanas tienen que traducirse
en realidades concretas al interior de la institución. Y en las relaciones con todos
los colombianos por fuera de la institución.
Por ejemplo en el mando, si el mando no va
acompañado de
relaciones humanas, el subalterno recibe las órdenes con amargura,
y las órdenes recibidas con amargura no se ejecutan con entusiasmo
ni con amor, generalmente se ejecutan mal.
Pero si hay solamente relaciones humanas
y se carece de mando y de energía, entonces el subalterno queda desorientado. Tan
importante el mando para orientar como las relaciones humanas para
que la orientación sirva, se asimile y se ejecute.
Pero antes de dar órdenes el líder
tiene que detenerse en tres elementos: primero, observar, observar
el campo, la materia,
observar el grupo humano sobre el cual tiene que aplicar el liderazgo.
Segundo, indagar, captar las sensibilidades,
ser un buen escucha. El líder tiene que ser un formidable comunicador, el líder
contemporáneo tiene que dedicar el 90 por ciento de su tiempo
a comunicaciones y de ese 90, el 70 o el 80 por ciento a ser un buen
escucha. El mejor líder es el mejor comunicador y el mejor
comunicador es el mejor escucha. Y ahí se cumple esa segunda
tarea del liderazgo, de las tres que preceden la de dar órdenes,
la tarea de indagar.
Y la tercera, antes que dar órdenes, la de dar ejemplo. Quienes
fallecieron ayer asesinados por los terroristas, los infantes Enrique
Cervantes Nagles y Roger Manuel Díaz Puerta, fallecieron porque
estaban dando ejemplo, porque estaban asumiendo todo el riesgo, exponiéndose
enteramente al sacrificio en bien de la Patria.
Nos toca dar ejemplo. Para dar ejemplo tenemos
que pasar por encima del cálculo del riesgo, para dar ejemplo tenemos que madrugarle
a la madrugada, para dar ejemplo tenemos que prolongar nuestro insomnio
más allá de la noche, para dar ejemplo en la tarea
de laborar por esta Patria no podemos reclamar para nosotros el concepto
de vacaciones, ni el concepto de festivos, para dar ejemplo tenemos
que vivir dedicados enteramente al servicio de la Patria. Sólo
eso da el derecho a dar órdenes, que es el último de
los puntos, y sólo eso permite que las órdenes se den
con legitimidad, se reciban con adhesión, se ejecuten con
lealtad y con entusiasmo.
Combinen todos estos elementos, reflexionen
sobre ello, háganse
respetar por su eficacia y su transparencia, hagan que las cosas
resulten bien por su liderazgo, visión y don de mando, y fundamentalmente
hagan querer la institución con esa mezcla de todo y de todo
con las relaciones humanas. Cuánto lo necesita Colombia hoy.
En el día se han estado desmovilizando en el Catatumbo integrantes
de los mal llamados grupos paramilitares. Alcaldes, concejales de
aquella tierra de la Patria, campesinos, empresarios, todos llaman
a decir: cuídennos, que no nos abandonen las instituciones.
Esa región de la Patria por años sin presencia del
Estado, abandonada, sus ciudadanos vilipendiados y sometidos a la
guerrilla. En los últimos años, en la mitad de una
disputa entre guerrillas y paramilitares y siempre maltratados por
la presencia nefasta de la droga.
¿Hoy qué quieren? Que la única presencia sea
la presencia del Estado, la presencia transparente, eficaz, de la
Fuerza Pública, de las instituciones de la patria. El corazón
del pueblo colombiano está abierto a la Fuerza Pública.
Los brazos del pueblo colombiano quieren abrazar permanentemente
a la Fuerza Pública. Hoy hay más anhelo popular por
la Fuerza Pública que posibilidad nuestra de responder en
la misma proporción en que se expresa ese anhelo. Para equipararnos
con el anhelo popular, tenemos que redoblar nuestros esfuerzos y
garantizarles a los colombianos una Patria sin guerrilla, una Patria
sin paramilitares, una Patria sin droga.
Cuando pienso en esta Cartagena, es esta
ciudad de la historia del presente y del futuro, en esta ciudad
tan bella, en esta ciudad tan
alegre, en esta ciudad tan atractiva, en esta ciudad con tantas posibilidades
y con tanta pobreza, pienso en la necesidad de la seguridad de la
Patria. Cuánto ganaríamos en el momento en que las
señales de seguridad permitan, por ejemplo, que el Departamento
de Estado de los Estados Unidos acepte nuestra solicitud de eliminar
las restricciones a los viajeros para que vengan a Cartagena.
Cuánto ganaríamos con buques de turismo haciendo fila
en el puerto para desembarcar turistas. Cuánto ganaríamos
en eliminación de la pobreza, en construcción de empleo.
La seguridad, que anhelamos para los colombianos,
es un valor democrático.
Sin seguridad no hay expresión democrática, es una
fuente de recursos. Sin seguridad no hay inversión, no hay
empleo, no hay manera de resolver los problemas de la salud, los
problemas de la educación. No hay manera de adelantar hacia
el bienestar.
Tenemos que luchar por esa seguridad. Qué responsabilidad
tan grande la que ustedes asumen hoy.
Pero a fe que lo van a cumplir bien, y a fe que lo van a cumplir
bien por el honor de sus familias, para compensar el sacrificio de
sus familias.
Cuando veo las caras de los papás y de las mamás y
de los familiares de ustedes, veo en ellos la expresión de
las mejores virtudes de la familia colombiana. Y de una virtud más:
la virtud de la abnegación, de la entrega del hijo al servicio
de la Patria.
A tiempo que ustedes reciben estas espadas
esta noche, con emoción
y con devoción, porque perfeccionan y solemnizan un escalafón
de su carrera, sus familiares, sus mamás, sus papás,
viven entre la emoción que ustedes contagian. La felicidad
que cuando se percibe en el hijo, se replica en el papá y
la mamá. Pero también con la preocupación de
entregar sus hijos al mayor riesgo por el bienestar de la Patria.
Solamente el bienestar de la Patria es la
razón por la cual
sus padres aceptan este sacrificio. Por eso es muy importante que
todos hagamos un esfuerzo, para que sus padres, con el éxito
de ustedes, que es el bienestar de la Patria, sientan compensados
sus desvelos, sus sacrificios, sus angustias, ese padecimiento diario
de pensar en la suerte de ustedes.
Distinguidas familias, mil gracias en nombre de todos los colombianos.
El desprendimiento de ustedes de entregar sus hijos al bienestar
de la Patria no encuentra palabras para expresar toda la gratitud
que les debemos.
Dentro de pocos años vamos a celebrar los 200 años
de vida independiente. ¡Qué bueno que sirvan estos años
para prospectar en la rememoranza en la historia de la Patria! ¡Qué bueno
que todo lo que ha sido la historia de la Patria lo procesemos, lo
llevemos a la mente y al corazón para prospectar la Patria!
Esta semana hemos tenido que recordar al
Libertador por múltiples
circunstancias. Cuando nos visitó el Presidente de Bolivia
recordamos al Libertador, que con Sucre fundará a Bolivia
en el alto Perú y que redactara para ese país la primera
Constitución, gran expresión de la igualdad, gran expresión
de fraternidad.
Hoy, cuando le entregamos la medalla Francisco
José de Caldas
al teniente hijo del Ecuador y cuando graduamos al teniente hijo
de Panamá, vienen a nuestra memoria los sueños de la
integración del Congreso Anfictiónico para construir
una América grande.
Y cuando entregamos a ustedes la espada,
que es el símbolo
de la fuerza legítima del Estado, viene a nuestra memoria
el mensaje de Bolívar a la Convención de Ocaña,
cuando les expresó a los legisladores que la energía
de la fuerza pública es la salvaguarda del débil, lo único
que aterra al delincuente y la añoranza de toda la sociedad.
La espada que hemos entregado a ustedes,
la acción enérgica
que ustedes van a cumplir para derrotar al terrorismo, es lo que
habrá de salvar al débil, es la salvaguarda del débil,
es la esperanza de toda la sociedad.
El Libertador relacionaba bellamente la fuerza
democrática
de las instituciones, la energía de la Fuerza Pública,
con la virtud, y la virtud con la salvación de la República.
Mantengan viva esa relación. La espada como expresión
de la fuerza, de la energía de la Fuerza Pública, manténgala
en relación con la virtud, que la virtud se da al doblegar
al delincuente y al lograr que todos cumplamos la ley.
La expresión de la virtud es la obediencia de la ley, y esa
expresión de la virtud es la garantía de la unidad
de la Nación, unidad de la Nación que con la fuerza
de ustedes ponemos en sus manos.
Muchas gracias, almirante Mauricio Soto Gómez.
Muchas gracias, comandantes de la Armada. Muchas gracias a la Escuela,
a sus directivos.
Muchas gracias padres de familia.
Tenientes, el futuro de la Patria del Ecuador,
el futuro de la Patria de Panamá, espera que los dos graduandos de esta noche contribuyan
mucho a ese futuro. Y el futuro de la Patria colombiana queda en
muy buena parte en las manos de ustedes, para que podamos decir:
que Viva Colombia, y que ese grito se pueda legitimar en la felicidad
de las generaciones que habrán de venir.
Mil gracias, tenientes”.
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