LANZAMIENTO
DEL LIBRO EL NUEVO ORDEN POLÍTICO
ELECTORAL EN COLOMBIA
Diciembre
16 de 2004 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
El ilustre magistrado Guillermo Reyes González ha preparado
un tratado de derecho electoral, del nuevo orden político
y electoral en Colombia, diría yo que un tratado de democracia,
que será la mejor fuente de consulta y comprensión
del tema para los colombianos estudiosos de la ciencia política,
los cultores del derecho público, los estudiantes y los ciudadanos
inquietos por esa apasionante rama del derecho.
Basta leer el índice del libro para entender de inmediato
la seriedad, extensión y profundidad de la investigación
que ha realizado el profesor Reyes en la que hay un juicioso y completo
inventario de las instituciones de nuestra democracia.
Pero este tratado no será solamente
fuente de consulta para exclusivos sectores de estudiosos, para
todos los colombianos practicantes
de la democracia.
El libro primero de la obra: “Régimen de los partidos
políticos en Colombia”, nos pone de presente la trascendencia
de una nueva disciplina política que permita la acción
de los partidos a través de bancadas en las corporaciones
públicas. La revolución de las comunicaciones y la
democracia son realidades que plantean el debate entre democracia
participativa y representativa en un marco diferente al de estadios
anteriores de la historia.
Ahora que todos nos podemos comunicar más fácilmente,
que la información carece de privilegios y que es menos difícil
el acceso a la educación, parecería ser el tiempo de
la democracia participativa y a fe que lo es, pero no de modo exclusivo
o con prescindencia de la representativa.
La democracia representativa y sus agentes,
que son los partidos y movimientos políticos, se requieren para definir a través
de la agrupación popular los lineamientos filosóficos,
políticos, programáticos del Estado, de los gobiernos,
de las propuestas alternativas.
La democracia participativa tiene que ser
el método de relación
de los ciudadanos con los partidos y movimientos a los que pertenezcan,
o habrán de pertenecer, de relación de los ciudadanos
con la institución parlamentaria representativa, también
con los gobiernos y de manera más puntual con los procesos
descentralizadores.
Sin nada nuestra época por el ideal de hegemonía democrática,
los partidos y movimientos tienen que ser ampliamente participativos
y deliberantes. Partidos cerrados a las personas y mediante dogmas
cerrados también al debate de las ideas, parecerían
carecer de espacio en la prevalente tendencia pluralista.
Los pueblos en determinadas circunstancias
pueden vivir sin los partidos, los partidos sin ninguna circunstancia
pueden vivir sin
el pueblo, sin el contacto diario con él, sin pulsar sus anhelos
y esperanzas, sin oír sus críticas y reclamos.
En Colombia la unidad de duración de los partidos ha sido
el resultado en buena parte de la existencia de tendencias que indistintamente
han resuelto sus discrepancias por procedimientos internos o con
apelación directa al electorado.
La solución al interior se ha dado por acuerdos o votaciones,
la apelación al pueblo ha producido que los partidos se dividan,
pierdan elecciones pero también, aunque parezca paradójico,
ha garantizado su duración histórica.
Este tratado en su capítulo tercero, título segundo,
se refiere claramente a una de las últimas reformas constitucionales,
la que adoptó el sistema de listas únicas.
Yo he tenido mis discrepancias y dudas sobre
esta institución
de las listas únicas. Es bueno que los colombianos profundicemos
en la teoría y ahora que tenemos la oportunidad de practicar
la institución. Temo que ese esquema da la impresión
de querer enriquecer el debate interno, pero que finalmente pueda
atentar contra el partido y movimiento porque al impedir que se acuda
al electorado universal, no necesariamente al partidista, la contradicción
se resuelve con mayor homogeneidad a favor del triunfador circunstancial
con búsqueda forzada de otros partidos por parte de las tendencias
diferentes, con separación irreconciliable, distinta de la
división creadora.
Tal vez, la aprobación del voto preferente, morigere el efecto
pernicioso de la obligatoriedad de la lista única.
La historia recuerda con admiración y afecto a los hombres
de las dificultades. Las crisis han existido, existen y existirán
siempre y de ellas han nacido las grandes ideas, la solución
en las transformaciones sociales.
Hay dos versiones sobre el diagnóstico de las soluciones
de la actual crisis colombiana: la aparente y la real. Los que solo
ven las apariencias creen que la crisis es un profundo desentendimiento
entre el Congreso y el Ejecutivo, que el Gobierno debería
construir unas mayorías artificiales, que no es necesario,
por ejemplo, demostrar con argumentos la utilidad de unos impuestos
o la inconveniencia de otros, sino que el Ejecutivo debe simplemente
imponer por cualquier método, recurrir a cualquier método,
para que el Congreso vote en atención a ese método,
inclusive en contra de sus convicciones.
Eso no resuelve las crisis. Eso son soluciones
dañinas al
problema de gobernabilidad. Finalmente, el problema de gobernabilidad
depende de un gran compromiso programático, en la coalición
que debe tenerse entre el Ejecutivo y las fuerzas del Congreso que
lo apoyan, un gran compromiso programático enriquecido en
la permanente apelación al pueblo.
Simplemente, resolver esas crisis con el
método, muy frecuente
en la historia de Colombia, de un entendimiento en contra de convicciones,
por otras razones entre el Ejecutivo y el Congreso, es dejar de resolver
los problemas de fondo.
En lugar de alianzas sin convicción, por motivos clientelistas,
requerimos profundizar alianzas programáticas, por el único
motivo de servir bien a Colombia, y eso exige una deliberación
permanente entre los partidos y sus ciudadanos, entre los partidos
y la opinión pública, entre los partidos y su representación
parlamentaria, entre el Ejecutivo y el pueblo, y entre el Ejecutivo
y la representación parlamentaria.
Hemos vivido unas épocas muy importantes de utilización,
por primera vez, de las nuevas instituciones de participación.
El Fiscal General de la Nación (Luis Camilo Osorio), se ha
referido ampliamente al referendo que el país estrenó el
año pasado y en la obra del magistrado Guillermo Reyes González,
hay un capítulo apasionante sobre el tema.
Llegará el momento de hacer la evaluación crítica
de ese experimento colombiano. Creo que nos excedimos en propuestas.
Un referendo con tantos temas, es un referendo difícil de
entender, es un referendo difícil de votar para quienes lo
han entendido, porque muchos ciudadanos pueden estar de acuerdo con
unos puntos del referendo y con otros puntos en desacuerdo.
A eso se suma, las decisiones de la Corte
Constitucional a las cuales se acaba de referir el Fiscal General
de la Nación, que dirá la
historia, de pronto para bien de la democracia, dificultaron la expresión
de los colombianos.
Diría yo, que en ese análisis crítico, debe
aparecer también un elemento bien importante sobre ese referendo.
Ese referendo careció de atractivos populistas, a un pueblo
con inmensas dificultades, con desempleo, con pobreza, con desigualdades,
se le convocó a tomar unas decisiones muy severas en materia
de pensiones, en materia de salarios de los empleados públicos.
Eso, creo, que dificultó la aprobación, pero finalmente
contribuyó mucho a la madurez política de los colombianos.
Distinto es convocar a un referendo insulso
o a un referendo populista. Aquí convocamos a un referendo muy serio que exigía
sacrificios.
Lo que pasó con decisiones del Consejo Electoral y de la
Registraduría, que como lo acaba de decir el Fiscal, generó discrepancias
y al mismo tiempo acatamiento por parte del Gobierno, también
tiene en la obra del magistrado Reyes González, una gran respuesta.
El Gobierno no pudo estar de acuerdo con
que el censo electoral se entregara la noche anterior, con que
el censo electoral no se
depurara sustrayendo las cédulas de las personas fallecidas,
sustrayendo las cédulas de los integrantes de la Fuerza Pública
que no podían votar, y sustrayendo aquellas cédulas
expedidas pero que no habían llegado a las manos de sus titulares.
De manera respetuosa pero clara, el Gobierno
Nacional presentó su
reclamo al Consejo Electoral, se hizo en privado y en público.
La historia dirá quién tuvo la razón, pero lo
importante es que prevalecieron las instituciones. Diría yo
que eso es lo fundamental.
Yo quiero, magistrado y amigo, felicitarlo
de todo corazón.
Esta obra, cuando me informaba de sus esfuerzos para escribirla,
llegué a pensar en aquellos episodios cuando Lenin escribió El
Quehacer. En medio del activismo, sentarse a escribir enjundiosos
ensayos y un tratado de esta dimensión resulta, paradójicamente,
muy importante porque se está ante la posibilidad de la explicación
inmediata de los hechos, pero muy difícil porque no hay el
suficiente espacio de tiempo para la consagración absoluta
al tema de la obra intelectual que se ha proyectado.
Usted nos da un gran ejemplo de disciplina
a todos los colombianos. Y quise invitarlo a que lanzara esta obra
en el Palacio de Nariño
por muchas circunstancias. Por la gratitud que le debo. Usted, su
señora, me recibieron tan generosamente en la Universidad
Católica. Allí propiciaron debates tan constructivos.
Por la admiración que le tengo. Siempre lo he visto con dinamismo,
con acción, con fogosidad. Una fogosidad que nunca lo ha llevado
a exceder los límites del rigor intelectual. Qué importante
encontrar en usted el intelectual sin frialdad y el dirigente fogoso
con respeto al rigor intelectual.
Pero le confieso hoy, cuando usted le da
el 16 de diciembre este aguinaldo a los compatriotas, que tenía un interés
especial en que esta obra se lanzara en la Casa de Nariño.
La historia no es abundante en ejemplos de
un país enfrentado
en una lucha contra el terrorismo y simultáneamente dedicado
a profundizar su democracia.
Cuando en otros países y en otras latitudes se luchaba contra
una expresión de violencia, allí no coincidía
ese tiempo con el lanzamiento de obras para estimular el debate democrático.
Parece una contradicción a la luz de la historia que en la época
de la seguridad, cuando los colombianos estamos empeñados
en esta política, florezcan estímulos tan fertilizantes
para la democracia como el tratado que hoy usted entrega a nuestros
compatriotas.
Este libro me permite decir a los compatriotas
que se constituye en otra prueba del carácter democrático
de la seguridad que estamos buscando.
Esta seguridad la llamamos democrática porque es para todos
los colombianos. Porque es para profundizar la democracia dentro
de una concepción: nosotros queremos una patria en profundo
debate, pero en debate sin acidez que lo vuelva insuperable.
En debate siempre buscando opciones. Siempre
buscando cómo
de la contradicción se llegue a la síntesis para el
mejor provecho nacional. Una patria sin exclusiones, pero una patria
sin modelos políticos de odio. Eso creemos que es de gran
importancia.
Y esa seguridad democrática coincide con la vocación
de la profundización democrática.
Cuando los colombianos lean aquí lo referente a las elecciones
de octubre del año pasado, al referendo, podrá agregarse
algo: en plena lucha contra el terrorismo por parte del Gobierno,
con un gran respaldo del pueblo, la oposición, en las diferentes
expresiones, tuvo tantas garantías como el Gobierno para atacar
ella y para defender éste el referendo.
Incluso los espacios de comunicación de quienes se opusieron
al referendo o animaron la abstención, fueron inmensamente
más generosos que lo que fueron con los propios defensores
del referendo.
Pero usted no se queda en el análisis de lo hecho, sino que
le proyecta al país soluciones prácticas que todos
estamos compelidos a poner en marcha para que esta democracia funcione
mejor.
Ojalá rápidamente podamos disponer del voto electrónico,
como usted nuevamente lo reclama en su tratado.
Muchas gracias por darnos a los colombianos,
en un diciembre de lucha por la seguridad democrática, una prueba más
de que la democracia y la seguridad son valores mutuamente dependientes.
Citó ahora al ex presidente Laureano Gómez. Decía él
que el problema no es tanto de estructura sino de hombres. Cuando
Colombia tiene hombres de su dimensión ética, de su
aplicación intelectual, de su liderazgo práctico, esos
hombres son la garantía de que las instituciones y las estructuras
funcionen mejor y produzcan mejores resultados para Colombia.
Al saludar a todos ustedes, que han acudido
esta tarde a acompañarnos
a recibir este libro de un gran compatriota, quiero desearles a ustedes,
a sus familias una Feliz Navidad.
Quiero desearles a todos ustedes, compatriotas,
que el año
2005 sea mejor para esta patria.
Tenemos tres grandes retos profundamente
conectados. La inserción
creciente de Colombia en la economía mundial nos obliga a
definir una agenda interna. Estamos trabajando el primer documento
para someterla a consideración de todos los colombianos. Al
debate en todos los estamentos de la patria.
Esa agenda interna tiene que ir de la compañía de
otra proposición: qué Colombia queremos en lo social,
en lo político, en lo democrático para el 20 de julio
del año 2010, cuando se complete el segundo bicentenario de
la Independencia.
Ambos temas tienen que estar enmarcados en
una visión de
país de largo plazo que permita que cuando se vaya a estudiar
un plan cuatrienal de desarrollo, esa visión pueda enlazarlo
con el anterior o con los futuros.
Esta tarde definimos aquí mismo entregarles a las asociaciones
de líderes estudiantiles de la Patria, la tarea de ser el
apoyo ejecutivo a la deliberación de la agenda interna de
competitividad, a la deliberación del documento “La
Visión de Colombia”, y de apoyo ejecutivo a todo lo
que tiene que ser la preparación del país para el segundo
bicentenario de la Independencia.
En este año celebramos el primer centenario de Pablo Neruda.
Un gran colombiano, el presidente Betancur, dirigió la incorporación
del país a esa celebración. Creo que solamente Chile
pudo producir mayor entusiasmo por el centenario de Neruda, que el
que se sintió en nuestra patria.
Ya nuestra patria, también con la dirección del presidente
Belisario Betancur, ha empezado a preparar la celebración
de los 400 años del Quijote. Su impecable estilo literario
hay que destacarlo ahora, cuando tenemos que beber todos en las fuentes,
en la pluma de Don Miguel de Cervantes, para evitar que el idioma
se nos deteriore. La publicación de esta obra ayuda inmensamente
al culto del idioma.
Este año hemos celebrado el centenario de la ascensión
a la Presidencia de uno de los más importantes colombianos
de todas las épocas: del General Rafael Reyes. Celebramos
muchos centenarios, que surgieren de su obra y de su iniciativa.
Y el próximo año tenemos que celebrar los 150 años
de otro de los más importantes compatriotas de toda la época:
Don Marco Fidel Suárez. Lo tendremos que reestudiar en la
política, en la filosofía y en la literatura. Qué bueno
regresar el año entrante a las páginas del Quijote
y a las páginas de los sueños de Luciano Pulgar.
Muchas gracias por animar este país a profundizar más
su democracia, en un momento tan importante para la vida nacional.
Muchas felicitaciones, Guillermo, en nombre de
todos los colombianos.
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