FORO “TRATADOS DE LIBRE
COMERCIO Y REFORMAS INTERNAS
Julio 22 de 2004 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Quiero felicitar a FENALCO por esta muy buena iniciativa y quiero
agradecer inmensamente, en nombre de todos los colombianos, la
presencia del ex presidente Eduardo Frei y del ex primer ministro
Jhon Bruton. Son presencias oportunas, iluminantes, en un momento
en el cual Colombia está empezando a recorrer un camino
que sus países hacen mucho rato recorrieron, camino en el
cual ustedes ejercieron un gran liderazgo, que se les reconoce
en sus patrias y en el mundo entero.
Tenemos todo el interés en escucharlos, lo que nos habrán
de decir, el recuento de sus experiencias, la manera como aprecian
la coyuntura, su visión de lo que viene en la economía
mundial es de gran importancia para los pasos que nosotros tenemos
que dar.
Permítanme hacer unas reflexiones sobre por qué este
paso en Colombia: en el año 2006 vence el sistema unilateral
de preferencias conocido con el nombre de ATPDEA, aspirábamos
que ese sistema fuera reemplazado por el ALCA, todo indica que
es improbable que el ALCA esté negociado y entre en vigencia
en ese momento. Me pregunto, ¿qué le puede pasar
a la economía colombiana sin el ATPDEA, sin el ALCA, pensando
concretamente en el mercado de los Estados Unidos? Aquí hemos
tenido momentos de reverdecer exportador cuando contamos con ese
mercado y momentos de muchas dificultades cuando no contamos con
ese mercado.
Para los inversionistas, el tema de seguir aspirando simplemente
a concesiones unilaterales como el ATPDEA, genera mucha incertidumbre
porque las inversiones que hoy hay que hacer para competir en la
economía global, son inversiones de mucha cuantía.
Nadie se atreve a emprenderlas, simplemente cuando se tiene la
seguridad de acceder a un mercado por cortos periodos de tiempo,
hay que despejar esa incertidumbre.
Hemos dado pasos políticos de gran importancia para aclimatar
en el país y en el Continente la decisión del TLC
con los Estados Unidos. El acuerdo entre la Comunidad Andina y
MERCOSUR, que hace dos años parecía imposible, no
estaba en la agenda económica de Colombia, es un acuerdo
de grandes repercusiones.
Yo no soy muy optimista sobre el corto plazo, todo indica que
es posible que en el corto plazo ese acuerdo no genere un crecimiento
importante en los volúmenes de comercio, pero en el mediano
y largo plazo, tendremos que cosechar buenos resultados. ¿Por
qué?: por el tamaño del mercado que se integra, por
los conjuntos poblacionales que se suman y por los síntomas
de recuperación de las economías CAN – MERCOSUR.
Ese tratado sí tiene un gran significado político.
Al haber dado el paso de ese tratado, se llena un requisito de
avance hacia la unidad política de Suramérica que
despeja dudas sobre la viabilidad política del tratado con
los Estados Unidos, estamos demostrando que aquí lo que
queremos es la unión de las Américas, sin discriminaciones.
Es importante pensar qué ocurrió en dos épocas:
en la época de sustitución de importaciones y en
la época de las aperturas unilaterales.
Primero ¿qué fue subyacente?: la injusticia en los
términos de intercambio. Sociólogos, economistas,
coincidían que los países condenados a exportar productos
básicos y a comprar bienes de capital y tecnología
estaban sufriendo permanentemente la injusticia en los términos
de intercambio, que uno y otros productos, finalmente los fijaban
los dueños de la economía y de los bienes de capital,
porque ellos eran los que podían imponer los precios para
estos bienes en el mercado y los que tenían los subsidios
para imponer también los precios de los productos básicos
en el mercado.
El periodo de sustitución de importaciones, tuvo momentos
muy importantes, pero se agotó. Finalmente, la escala tecnológica
llevó a que las importaciones que sustituimos, empezaran
a ser bienes de capital y avances tecnológicos de segunda
y de tercera importancia y que los países industrializados,
avanzando en esa escalera tecnológica, incorporaran un conjunto
de bienes a cuyo alcance para producirlos no pudimos llegar. Se
agotó el proceso de sustitución de importaciones,
ser mantuvo lo que se quiso corregir, la inequidad los términos
de intercambio, los nuevos bienes de capital, los avances tecnológicos
que aparecieron volvieron a dejarnos retrasados y, finalmente llegamos
a encontrarnos en el mismo problema en el que nos encontrábamos
y el que quisimos resolver cuando empezamos el proceso de sustitución
de importaciones.
Vinieron las aperturas unilaterales, esas aperturas unilaterales
tampoco resolvieron el problema porque no consiguieron reciprocidades.
Yo hacía este ejercicio: ¿cuáles son las reciprocidades
que hemos encontrado con las aperturas unilaterales? No, no hemos
encontrado reciprocidades. Nosotros hemos tenido el acceso al mercado
de los Estados Unidos, no en reciprocidad a nuestra apertura unilateral
sino en reciprocidad al esfuerzo en la lucha contra la droga y
a través de unos mecanismos también unilaterales
como es el ATPDEA.
Idéntico proceder se ha vivido con Europa, allí hemos
tenido el sistema general de preferencias (SGP), en los últimos
años muy difícil de manejar porque apenas hemos logrado
renovaciones bastante reglamentadas y para periodos cortos. Ahora
aspiramos que esa renovación sea por 10 años como
lo han anticipado los mandatarios europeos, más amplia y
que en esos 10 años podamos negociar el acuerdo de comercio
con la Unión Europea.
Entonces, uno va llegando a esta conclusión: lo único
que nos consigue reciprocidades de verdad, para acceder a los mercados,
para introducirles regulaciones de equidad a los términos
de intercambio, son los tratados.
Por ejemplo, hemos logrado abrir espacio en el mercado de México
por el G – 3, entonces allí aparece claramente que
un espacio de mercado esta causado por un acuerdo de comercio.
Eso es mucho más seguro, eso da certeza en el largo plazo,
que depender simplemente de las concesiones unilaterales.
Por eso llamo la atención de mis compatriotas: lo único
hoy, que nos puede ayudar a obtener equidad en los términos
de intercambio, certeza en el acceso a los mercados, son los acuerdos
de comercio, las experiencias de las aperturas unilaterales, de
la sustitución de importaciones, las experiencias de los
actos de liberalidad como el ATPDEA de los Estados Unidos o el
Sistema General de Preferencias de la Unión Europea son
experiencias que no nos permiten poder generar la certeza que se
requiere para el crecimiento de la inversión y del empleo.
Indudablemente ha habido una discusión en la Comunidad
Andina propuesta por Venezuela, la examinábamos hace pocos
días en Quito y la reducíamos a dos puntos. Primero,
estos tratados también hay que observarlos desde la óptica
de lo que producen las respectivas economías.
Una economía que produce petróleo no necesita estos
tratados para acceder a los mercados de los países industrializados,
ese es un producto que se lo arrebatan. Entonces, la circunstancia
de que no se requiera ese tratado para que ese producto acceda
a los mercados internacionales, no justifica un debate ideológico
contra el tratado, porque allí lo que hay es una falta de
necesidad del tratado, contrario a lo que a nosotros nos ocurre
donde necesitamos el tratado. Nosotros, dada la canasta de bienes
y servicios que produce nuestra economía, para acceder a
esos mercados tenemos que franquear toda clase de obstáculos,
el petróleo se lo arrebatan, las confecciones, los textiles,
los productos agrícolas, tienen que pelear para poder llegar
a esos mercados. De ahí la diferencia porque unos no necesitan
el tratado y porque otros si necesitamos el tratado.
Pero ¿qué definimos en Quito? Primero que el tratado
no va a afectar la normatividad andina. Segundo, que vamos a dar
todas las condiciones para que puedan entrar Bolivia y Venezuela.
Confío que después de lo que ha ocurrido en Bolivia
con el referendo y teniendo en cuenta las señales anteriores
que habíamos recibido del Presidente Mesa y que permitieron
que Bolivia entrara en el proceso inicial de negociación
como observador, ahora a se convierta en actor activo del proceso.
Y le hemos dado todas las garantías a Venezuela para que
en el momento que Venezuela lo desee pueda incorporarse al proceso
del tratado.
La agenda interna. Yo diría que hay que hacer un gran esfuerzo
de parte del sector privado y de parte del Gobierno, responsable
de la infraestructura. Para estimular ese esfuerzo del sector privado,
hemos venido eliminando en la legislación tributaria una
serie de perforaciones, exenciones, que no tenían relación
con el crecimiento y las hemos sustituido por otras que si tienen
relación con el crecimiento.
Creo que es importante, para que el sector privado se prepare
para estos tratados, los pasos que hemos dado en materia de tributación:
eliminación del arancel a la importación de bienes
de capital, devolución del IVA a la adquisición de
bienes de capital, no cobro del IVA a la adquisición de
bienes de capital cuando la empresa es altamente exportadora, se
redujo del 50 al 30 por ciento el requerimiento de porcentaje de
producción que deba exportar una empresa para recibir la
calificación de altamente exportadora.
Y le asignó gran importancia a la deducción tributaria
que nos aprobó el Congreso en diciembre del año pasado
y que apenas ahora empieza a ejercerse: la deducción del
30 por ciento a las inversiones generadoras de renta, va a tener
un costo fiscal el año entrante, pero ese costo fiscal va
a ser un costo para que el sector privado forme capital, para que
el sector privado genere empleo y esa formación de capital,
de empleo y de ingresos le va a retribuir al fisco en los años
que vienen. Por eso nos parece de la mayor importancia insistir
en esos estímulos.
Y hay que preguntarse: ¿en un país que no tiene
manera de subsidiar directamente sin esos estímulos, qué otro
camino habría para que el sector privado crezca en la proporción
en que se requiere? Por su puesto, viene el complemento del Gobierno.
En esa agenda interna de competitividad yo diría que entre
muchos deberes del Gobierno hay dos: el uno seguridad jurídica
y el otro infraestructura.
La seguridad jurídica tiene componentes normativos. Chile
e Irlanda del Norte son un ejemplo en acuerdos de seguridad jurídica,
son un ejemplo en acuerdos bilaterales para seguro de inversiones
con muchísimos países. Uno abre los catálogos
chilenos, los catálogos irlandeses y ahí encuentra
todas esas disposiciones de seguridad jurídica que son altamente
atractivas a los inversionistas.
Nosotros estamos dando con el Congreso de la República
un paso normativo, la Comisión III del honorable Senado,
en la pasada legislatura aprobó un proyecto para que el
Gobierno tenga facultad para firmar pactos de estabilidad jurídica
con los inversionistas. En los próximos días ese
proyecto ira a la Plenaria y deberá hacer su recorrido en
la Cámara. Ojalá rápidamente lo entreguemos
convertido en Ley.
Pero la seguridad jurídica, en muy buena parte depende
del equilibrio macroeconómico y ese equilibrio macroeconómico
nos obliga a resolver los problemas fiscales. Un país que
no resuelve los problemas fiscales, un país que no sea capaz
de resolver los nubarrones fiscales, es un país que siempre
va a someter a los inversionistas a la inestabilidad normativa
buscando cómo resuelve los problemas cotidianos. Por eso
para tener esa seguridad jurídica, esa seguridad normativa,
hay que tener una base muy firme que es el equilibrio macroeconómico,
que es la solución de los problemas fiscales. De ahí nuestra
insistencia en la legislatura que empieza a ver cómo damos
un gran avance hacía el despeje de una incógnita
fiscal muy delicada, que es la incógnita de las pensiones.
La otra incógnita fiscal es la incógnita de producción
de petróleo. Hemos venido dando todos los pasos para incentivar
la inversión en Colombia y con el sector privado colombiano,
con todos los grupos sociales de la Patria, vamos a discutir la
agenda de infraestructura que es de gran importancia para la competitividad.
Muchas felicitaciones a FENALCO, a su director y de nuevo muchas
gracias al Presidente Frey y al Primer Ministro Bruton, por acompañarnos
hoy en un momento tan importante para la reflexión colombiana
sobre este tema.
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