ASCENSOS ESCUELA MILITAR DE CADETES
JOSÉ MARÍA CÓRDOVA
Junio 18 de 2004 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Esta ceremonia es un paso más en la recuperación institucional
de Colombia. Ésta juventud que hoy se gradúa, ésta
juventud que hoy asciende como Subtenientes del Ejército de
la Patria, constituye una esperanza, una realidad de una Colombia
que quiere dejar atrás el proceso durante el cual siempre
ganaron poder los delincuentes y siempre perdió predominio
el Estado, la paz y la tranquilidad. Una Colombia que quiere recuperar
plenamente el imperio de las instituciones.
Jóvenes graduandos: los exalto a ustedes como un ejemplo
ante las nuevas generaciones de colombianos. Quiero que ustedes sean
el espejo en el cual miren campesinos, jóvenes urbanos, estudiantes,
la nueva generación de todas las condiciones económicas
y sociales.
Siempre me alberga una nostalgia porque al lado de la gran ilusión,
de la felicidad por su ascenso, de todo este anticipo de triunfo
para Colombia, en que se constituye el avance en su carrera militar,
pensamos en los campesinos y en los jóvenes urbanos que todavía
son asaltados y capturados por el engaño de los terroristas
y de la droga y que permiten que sean ingresados a las organizaciones
del terror.
¡Queremos que ningún joven de la Patria sea reclutado
por los grupos violentos! ¡Pedimos que ningún joven
de la Patria sea vinculado a organizaciones de narcotráfico!
¡Deseamos fervientemente, que ningún joven de la Patria
sea enrolado en organizaciones de milicias delincuenciales urbanas,
de pandillas delincuenciales, de grupos de asaltantes en nuestros
campos y en nuestras ciudades! ¡Que todos los jóvenes
de la Patria miren el ejemplo de los graduandos de hoy!
A cada uno de ustedes expreso la felicitación de una Nación
que empieza a cambiar la tristeza del abatimiento en que la tuvieron
sumida los violentos, por la alegría del despertar de una
nueva ola del triunfo institucional.
A sus familias expreso el reconocimiento a su sacrifico, a su abnegación.
El sentimiento que acabo de constatar, tan cerca de él, del
ex ministro Fernando Londoño Hoyos, de su señora María
Margarita, porque aquí se ha graduado como subteniente Fernando
Londoño Camargo, es el sentimiento que advierto en todos los
papás y en todas las mamás. Ese sentimiento de conjugar,
de ver en un mismo ser, el amor filial y el amor a la Patria. De
ver en un mismo ser el amor infinito al hijo y el amor, el siempre
primer amor, el amor de todas las horas a la Patria.
Papás y mamás de esta juventud: nuestra gratitud.
Estos muchachos ahora se incorporan más activamente a las
filas, estos muchachos ahora son motivo de tranquilidad para todos
los colombianos, pero siempre de preocupación y de angustia
para los papás.
Cuanta gratitud tenemos que sentir los colombianos con los papás
y las mamás de estos jóvenes, porque mientras estos
jóvenes empiezan a hacer ese sacrificio, a cumplir con ese
deber de exposición al riesgo para darnos garantías,
tranquilidad a todos los colombianos, ustedes, papás y mamás,
están haciendo el sacrifico de desprenderse de ellos para
que ellos le sirvan bien a Colombia.
¡A todos ustedes, papás y mamás, nuestra gratitud
y nuestro aplauso desde el corazón!
Pero es que a esta Patria la tenían hecha hilachas. Se juntaban
dos terroristas, reunían unos fusiles, accedían a negociar
con unos kilos de coca, a eso le sumaban algunas bolsas de explosivos
y constituían un grupo terrorista que se adueñaba de
parte del país.
La Nación mantenía solamente su unidad formal, el
poder de hecho había sido asaltado por el terrorismo, ya no
imperaba el ordenamiento constitucional. El conjunto de leyes de
la Nación, de verdad, estaban constituidos –esos textos-
en letra muerta. Imperaban los caprichos de los terroristas. Porque
no era el Estado el que mantenía la capacidad de tomar y hacer
cumplir decisiones en concordancia con la ley, sino los terroristas
los que imponían y todavía tratan de imponer en algunos
sitios de la Patria, sus designios de terror y de destrucción.
De Colombia sólo quedaba el ideal, de Colombia sólo
quedaba el corazón del pueblo, pero Colombia con la flagelación
del terrorismo, estaba totalmente desintegrada.
Con nuestra Fuerza Pública, con esta nueva promoción
avanzamos en el proceso de recuperar el imperio de la ley, el imperio
de la Constitución.
¡Que no sean los ejércitos terroristas los que dominen
al pueblo colombiano, los que arrodillen al pueblo colombiano!
Que el pueblo colombiano no tenga que someterse un día al
guerrillero terrorista, a la mañana siguiente al paramilitar.
Que el pueblo colombiano siempre tenga la presencia de su Fuerza
Pública para defenderlo y apoyarlo. A esa noble tarea se han
vinculado ustedes, jóvenes graduandos.
Y quiero rendir mi testimonio de admiración al ex ministro
Rodrigo Lloreda Caicedo, cuyo nombre lleva esta promoción,
a su señora doña María Eugenia de Lloreda, a
sus hijos, la voz de gratitud por la manera como él sirvió bien,
oportunamente, sin límite, al interés de la recuperación
institucional de la Patria.
Vamos a seguir trabajando para hacer del Ejército de Colombia
el más importante del mundo. Ningún Ejército,
en la orbe, está enfrentando hoy el desafío terrorista
que enfrenta nuestro Ejército. Otros ejércitos lograron
contener a los terroristas violando derechos humanos, cercenando
libertades públicas, desconociéndolas. El nuestro,
procede con transparencia, aquí no hay interés de ocultamiento,
la Nación está abierta a los ojos del mundo. Nuestra
Fuerza Pública procede con toda valentía y al mismo
tiempo acepta toda vigilancia.
¡La victoria, que con el esfuerzo de nuestros soldados y de
nuestros policías, se está tejiendo en Colombia, será una
noble victoria porque será una victoria contra el terrorismo,
serán una victoria a favor de la seguridad! ¡Si triunfamos
en la seguridad, estarán abiertos inmediatamente los espacios
de la reconciliación y será una victoria noble, una
victoria caracterizada por la transparencia a favor del pueblo colombiano!
Y ese ánimo de victoria lo tenemos que agrandar en nuestros
corazones. Esa medalla José María Córdova, esa
medalla Francisco José de Caldas, que acaba de recibir el
subteniente Fernando Londoño Camargo, tiene que motivarlos
a todos ustedes para que avancemos hacia la victoria.
Aquí creyó el terrorismo que iba a ganar. Hay que
hacerle sentir al terrorismo por la mañana, al medio día,
por la tarde, en la media noche, que la Fuerza Pública de
Colombia, en nombre del pueblo, lo va a derrotar.
Necesitamos mejorar todos los días la integración:
Ejército, Policía, Armada, DAS, Fuerza Aérea
y entre todas las Fuerzas y la administración de justicia
y entre toda la expresión del Estado y la sociedad civil.
Que todo colombiano sea cooperante de la Fuerza Pública. Ahora
que ustedes van a estar en las diferentes regiones de la Patria,
apreciados Subtenientes, den ejemplo como constructores de confianza
con la ciudadanía.
Una reflexión: la Fuerza Pública solitaria, en una
Nación de millón 164 mil kilómetros cuadrados,
aún con 578 mil kilómetros de selva, con todos los
accidentes de la geografía de la Patria, con grupos terroristas
que llegaron a sumar 50 mil individuos y que llegaron a disponer
de 170 mil hectáreas de droga, el triunfo de la institucionalidad
no se consigue con la Fuerza Pública solitaria, se obtiene
cuando toda la ciudadanía se vuelque a acompañar a
la Fuerza Pública.
Cada colombiano tiene que ser un cooperante de la Fuerza Pública
y para eso se necesita que cada integrante de la Fuerza Pública
sea un constructor de confianza.
Con la eficacia de la Fuerza Pública, se construye confianza
en la ciudadanía. Con la transparencia de la Fuerza, Pública
se construye confianza en la ciudadanía.
Den ejemplo siempre, ustedes, de transparencia y eficacia, de agresividad,
de ir a la ofensiva, de tomar la iniciativa. Den ejemplo de buena
comunicación con el campesino, con el empresario, con el obrero
urbano, con el estudiante, con las amas de casa. Ordenen ustedes,
en sus cuarteles, que se reciba bien al ciudadano, que se le escuche
la queja, que se reaccione con diligencia, que en todas partes haya
buen trato de nuestra Fuerza Pública a los ciudadanos.
Recuerden: la victoria depende de nuestra acción ofensiva,
de nuestra eficacia y nuestra transparencia. Recuerden: solitarios
no esculpiremos la bella artesanía de la victoria. Recuerden:
necesitamos la cooperación ciudadana. Procedan cada uno como
un constructor de confianza para que la ciudadanía nos apoye.
Estamos empezando en Neiva un magnífico experimento, un experimento
de integrar –amplia, profundamente- a la Policía de
Neiva con las empresas privadas de vigilancia, que son organización
ciudadana. Confiamos que Neiva sea ciudad modelo en esa integración
y que a eso se le sume una integración de toda la ciudadanía
de Neiva con la Fuerza Pública; para convertir esa ciudad
afectada por el terrorismo, en una ciudad modelo de seguridad.
¡La construcción de confianza con la ciudadanía
es un imperativo, una urgencia, un afán de la hora! Que este
sea un mensaje que yo, como Presidente, con amor infinito por ésta
Patria, con confianza y admiración infinita en ustedes, pueda
dejar hoy en sus mentes, en su vocación, en su voluntad.
Y para tejer esta bella artesanía de la victoria tenemos
que mejorar en todas nuestras acciones, en todas nuestras expresiones.
Todos los días hay que coordinar mejor con quienes desde el
extranjero nos quieren ayudar, con los países amigos que nos
quieren ayudar. Que su ayuda sienta en nuestro Ejército, campo
fértil y receptivo.
Nosotros no podemos dejarnos llevar por inflexibilidades, por arrogancias
para cerrar el camino a quienes nos quieren ayudar. Es mejor un Ejército
triunfante, con cooperación de la Comunidad Internacional
que un Ejército sosteniendo una acción prolongada del
terrorismo, por negarse a ser más receptivo a la cooperación
internacional. Abramos todas las posibilidades para esa cooperación
internacional.
A mi generación le ha tocado presenciar un círculo
sumamente dañino. De un lado los terroristas llamados guerrilleros
han sometido a Colombia lo que se llama la tortura de una guerra
prolongada: 40, 50 años y nada pasa, no se avanza hacia la
paz, solamente se prolonga el sufrimiento del pueblo colombiano.
De ese circulo, ha hecho parte la falta de sostenida voluntad del
Estado para derrotar a los terroristas. A mi generación a
penas le han tocado destellos cortos de voluntad estatal para derrotar
a los terroristas.
Cuando alguien de mi generación escriba, con la mayor objetividad,
lo que le ha tocado vivir en esta materia, tendrá que decir: ‘mucha
agresividad terrorista, permanente agresividad terrorista, mucha
flojera, permanente flojera estatal. Apenas pequeños destellos
de voluntad estatal’.
Pero Colombia no quiere eso ahora, el pueblo se ha revelado contra
eso. La nueva generación, la que representan ustedes jóvenes
graduando subtenientes, quiere otra cosa: no quiere que los terroristas
prolonguen su “guerra prolongada”, porque esa guerra
no ha sido más que la cotidiana masacre del terrorismo al
pueblo colombiano.
¡El pueblo, la nueva generación, la generación
de ustedes, no quiere gobiernos pusilánimes, no quiere estados
contemporizadores con el terrorismo! ¡Demanda fortaleza en
el Gobierno, compromiso en las instituciones para derrotar el terrorismo!
Ese es el mandato de la hora, así lo percibimos en nuestra
diaria comunicación con el pueblo colombiano. Por eso, con
la ayuda de Dios, nada nos hará aflojar.
¡La batalla de ahora es hasta la victoria! ¡La batalla
de ahora es hasta la victoria!
Espero que los cambios de diciembre, en las Fuerzas Militares, den
una indicación de que la batalla de ahora es hasta la victoria.
No envíen más a los comandantes de Brigada y de Batallón,
a cumplir periodos fijos como comandantes; envíenlos a dirigir
batallas hasta la victoria para el pueblo o hasta que demuestren
su incompetencia.
El pueblo colombiano no quiere que le enviemos comandantes a las
brigadas, a las divisiones, a los batallones, para que estén
allí simplemente por un ratico. El pueblo colombiano quiere
que esos comandantes vayan y estén allí, hasta la victoria
de la Fuerza Pública, hasta la victoria de las instituciones
o hasta que demuestren su incompetencia.
Hace dos días, en la Escuela General Santander de la Policía,
me referí a Amnistía Internacional. Todo está dicho.
Ahí siguen en su perorata, todos los días inventan
justificaciones para maltratar al Ejército, al Estado colombiano
y todos los días inventan justificaciones para no condenar
a los terroristas. Pero todo está dicho.
Mientras ellos quisieran, con sus palabras y sus acciones, que el
terrorismo triunfara en Colombia, nosotros de la mano de la Constitución,
con el pueblo y con ustedes –jóvenes Subtenientes que
hoy se gradúan- vamos a tejer la artesanía de la más
bella victoria de la seguridad para el pueblo colombiano.
La victoria de ustedes, es la victoria de la seguridad y es el camino
de la reconciliación. Porque cuando estos bandoleros, definitivamente
entiendan que no tienen espacio en Colombia, ese día se tendrán
que reconciliar con Colombia.
Cuando entiendan que el Ejército de la Patria es victorioso
en todas las esquinas del territorio nacional, ese día renunciarán
a su acción armada y terrorista. Ese día aceptarán
la reconciliación con las mayorías colombianas, a las
cuales han hecho sus víctimas.
Y tenemos que corregir muchos puntos, necesitamos mirar con mucho
cuidado la Justicia Penal Militar. La Justicia Penal Militar tiene
que ser más eficaz, tiene que proceder con más prontitud,
tiene que ser más cumplida. A nosotros no nos queda bien que
algunos hechos como el de Santo Domingo se hubieran demorado tantos
años, aparece una justificación o la otra y todas esas
justificaciones, finalmente, lo que hacen es crear desconfianza en
la Justicia Penal Militar.
Nada mejor para defender la permanencia Justicia Penal Militar,
que los resultados de una Justicia Penal Militar cumplida, imparcial,
eficiente y que falle en tiempo oportuno.
Nosotros hemos impuesto una norma: la norma de que la Fuerza Pública
comunique sus reveses, dificultades, sus errores de manera espontánea,
rapidito. Como ayer se hizo con el lamentable insuceso del sureste,
donde un error de la Fuerza Aérea produjo la muerte de un
soldado de la Patria y heridas en otros. Lo lamentamos, nos duele.
Nos duele por la Patria, por los soldados heridos, por la familia
del compatriota, soldado, muerto. Nos duele por la Institución
Armada, sin embargo, con coraje, la Fuerza Pública no esperó que
vinieran los periodistas investigativos a esculcar qué había
pasado y a hacer la denuncia, sino que tomó la iniciativa
y le contó al país.
Hay que contarle al país siempre la verdad, oportunamente.
No esperemos que vengan los investigadores a sacarnos la verdad con
ganzúa.
Por eso espero, que rápidamente, podamos escuchar la verdad,
la verdad verdadera, sobre Guaitarilla. Ese enigma, esas hipótesis,
esa falta de la versión totalmente objetiva, unificada y final,
del fallo de la Justicia Penal Militar, eso nos hace daño,
eso nos afecta credibilidad y para ganar esta batalla por la seguridad, ¡nada,
nada, nada! nos puede afectar credibilidad.
Nosotros no tenemos que cuidar que Amnistía Internacional
nos apoye. Nunca nos va a apoyar. Lo que tenemos que cuidar es que
el pueblo nos apoye, hacernos querer del pueblo.
Mis queridos soldados de la Patria: a mi no me preocupa el apoyo
de Amnistía Internacional con el cual nunca vamos a contar.
Me preocupa que el pueblo pueda confiar en los soldados de la Patria,
que pueda confiar en nosotros. Eso sí me preocupa. Y para
ese gran propósito, el propósito de cultivar la confianza,
el afecto del pueblo, lo de Guaitarilla nos hace daño, por
eso hay que superar esa pesadilla de Guaitarilla rápidamente.
Subtenientes graduandos: empiezan hoy ustedes otra etapa de este
bello ciclo en que se han empeñado para servir a Colombia.
Que cuando ustedes estén mayores, cuando ya los años
de la vida los hayan conducido a otras etapas de la existencia, puedan
recorrer retroactivamente la Patria y no decir, como mi generación,
que siempre nos ha tocado el amargo destino de la violencia.
Que ustedes puedan decir que por su propia obra convirtieron un
país maltratado por el terrorismo en una Nación segura,
reconciliada. En una Nación sin exclusión. En una Nación
sin odios. En una Nación pluralista con debate sin armas.
En una Nación con contradicciones, pero fraternas y siempre
superables.
A ustedes muchas felicitaciones, la Patria espera mucho de ustedes.
Papás y mamás, infinita gratitud.
A todos, todos: unámonos en un ¡viva Colombia!
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