LA ENTREGA DE LA ORDEN DE BOYACÁ EN
EL GRADO DE GRAN CRUZ
A JULIO MARIO SANTO DOMINGO
Junio 17 de2004 (Bogotá – Cundinamarca)
Compatriotas:
Una excelente crónica de Juan Gossain tiene un título
sugestivo y sorprendente: “Cuando Julio Mario Santo Domingo
escribía cuentos”.
Dice Gossain que hurgando en los archivos de El Heraldo, encontró,
al lado de los textos de figuras cumbre de la literatura como García
Márquez, Fuenmayor y Cepeda Samudio, un cuento titulado Divertimento.
Su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió que el nombre
del autor coincidía con el de un importante líder empresarial,
Julio Mario Santo Domingo.
Efectivamente, en su juventud, fue él uno de los miembros
del grupo la Cueva de Barranquilla y de la redacción de la
revista Crónica, que dirigía Alfonso Fuenmayor.
A don Julio Mario nunca le ha sido ajena la cultura. Él y
sus empresas, extraordinaria expresión del empuje y laboriosidad
de los colombianos, han sido durante todo el tiempo, mecenas de las
artes y de las letras. Tampoco le han sido ajenas la solidaridad
y la filantropía. Desde la Fundación Mario Santo Domingo
trabaja arduamente por mejorar la suerte de los pobres y de los que
sufren.
Este homenaje que le hace el pueblo colombiano, al conferirle merecidamente
la Orden de Boyacá en el Grado de Gran Cruz, suscita varias
reflexiones: los colombianos, como todos los pueblos del mundo,
apreciamos y respetamos a nuestros empresarios, a los constructores
de riqueza, a los generadores de crecimiento económico y
desarrollo social.
Esa, que sería una perogrullada en otras latitudes, es una
idea que hay que estar repitiendo a nuestros compatriotas en todos
los escenarios: en las escuelas, en los medios de comunicación
y, sobre todo, en las universidades.
En mis tiempos universitarios, era común el ataque al capitalismo
y tenía como fuente los escritos de Marx y Lenin y todos
sus epígonos. Ya esas no son las tesis que lo atacan peligrosamente,
son dos factores los que lo ponen en riesgo: la falta de construcción
de equidad y la falta de posibilidades para que se generen nuevas
empresas y nuevos empresarios.
Los problemas de Colombia no son el resultado de la vigencia del
capitalismo, sino de la ausencia de más capitalismo. A mayor
número de empresas, a mayor número de empresarios,
gozaremos de más democracia y crecerá el cariño
de la comunidad con los inversionistas, con la acción de
la empresa privada a la cual, ojalá, tengan interés
y oportunidades de acceder todos los ciudadanos.
El capitalismo con equidad y con dinamismo para generar nuevas empresas
y nuevos empresarios, es inderrotable.
Es necesario ganar la confianza de los inversionistas. Para conseguir
confianza hay que tener Seguridad Democrática, administración
pública transparente, y reactivación económica
y social, para que el pueblo colombiano disfrute de los bienes
y servicios de las sociedades modernas.
Honrándolo a usted, don Julio Mario, honramos también
a toda una estirpe. Desde los albores de la Patria, el nombre Santo
Domingo descuella por esforzadas acciones, como las del general
Santo Domingo y Vila, puntal del movimiento regenerador dirigido
por el Presidente Núñez, que en 1886 recuperó para
Colombia el orden y la seguridad, como valores esenciales de la
vida en sociedad.
Don Mario, su padre, estuvo en la fundación de la aviación
y fue quien entregó el primer correo aéreo que se
hizo en América. En medio de la terrible crisis de la post-guerra,
arriesgó su capital en la adquisición de una planta
de la postrada industria cervecera de Barranquilla, que bajo su
conducción hoy está convertida en un emporio con
ramificaciones universales.
Barranquilla y Santo Domingo son dos nombres que parecen uno, por
el legado inmenso que hizo don Mario, su padre, al desarrollo y
crecimiento de la ciudad.
A la Fundación Mario Santo Domingo, convertida por usted
en uno de los pilares del desarrollo de la Costa Caribe y de muchos
otros lugares del país, debemos el apoyo a miles de microempresarios,
jóvenes, desplazados, ancianos, tenderos, pescadores, artesanos,
mujeres cabeza de familia, grupos solidarios y muchos otros sectores
del pueblo colombiano.
La Orden de Boyacá, en grado de Gran Cruz, queda hoy en
el pecho de un hombre que luce, individualmente, las virtudes que
hacen notable al empresariado colombiano.
Esta condecoración, don Julio Mario, no es un gesto protocolario,
sino ocasión para revitalizar y expandir el buen ejemplo:
el de la inteligencia, el estudio, el amor a las letras, el ejemplo
del trabajo honrado, de la iniciativa inversionista, del interés
por el desarrollo tecnológico, de la filantropía,
la generosidad, del desprendimiento y el interés por crear
puestos de trabajo y bienestar para los compatriotas.
Que la pertenencia a la Orden creada por el Libertador para honrar
a los grandes de la Patria, sea acicate para seguir sirviendo a Colombia,
a sus empresas y a su familia, por muchos años más.
Que los suyos, honrados por las obras y buenas acciones de tantas
generaciones, que han llevado ese apellido ilustre, sientan igual
pasión que la suya: amor a Colombia y decisión de
servirla bien y en todo tiempo.
Muchas gracias.
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