ENTREGA
DE LA CRUZ DE BOYACÁ A JORGE RODRÍGUEZ ARBELAEZ
Noviembre
10 de 2004 (Rionegro – Antioquia)
Señoras y señores:
Jorge Rodríguez Arbeláez, es usted encarnación
de dos grandes paradigmas históricos: el hombre del renacimiento
y el de la Ilustración.
Quienes lo conocen lo han visto embebido en la cultura, apasionado
por los avances del pensamiento, los progresos de la ciencia y la
técnica. Como se dijo de Göethe, a usted ninguna parcela
del conocimiento le ha sido indiferente.
Su formación como jurista tiene sólido fundamento
de la universidad pública, de la Nacional de Colombia. En
el alma mater, Carlos Lleras Restrepo, Alfonso López Michelsen,
Gerardo Molina y otros, formaban a la juventud en el espíritu
democrático dentro de una profunda convicción humanista.
En plena juventud, la Providencia llamó a muchos de los suyos
al cielo. Y por algo que, como dijera Borges, no se nombra con la
palabra “azar”, decidió que fuera usted el único
sobreviviente. Desde ese momento, doctor Jorge, usted decidió entregar
toda su inagotable energía vital a los demás. Kirama,
recinto de su filantropía y de su amor por la cultura auténtica,
se convirtió entonces en el más influyente centro de
producción de pensamiento, en el faro que orientó muchos
procesos de la vida nacional.
Luego de abrevar en el saber superior en universidades de Francia,
Inglaterra y Estados Unidos, fundó, junto con su esposa, doña
Helena Canal, la institución que tanta influencia ha tenido
en el proceso de recrear los elementos esenciales del ser colombiano.
Desde los años 60, usted ha sido el guía y mecenas
del trabajo intelectual y de la integración Cultural en Kirama,
nombre que en lengua aborigen es “lugar de encuentro”.
Este recinto, bajo su dirección, se ha convertido en foro
que recoge e irradia la cultura auténtica de la nacionalidad
en toda su riqueza en la dimensión de sus expresiones.
En las cuatro últimas décadas se ha reunido aquí lo
más excelso del pensamiento colombiano, de los estudiosos
extranjeros que piensan a Colombia. Aquí nació uno
de los más profundos estudios sobre la idiosincrasia antioqueña,
tesis doctoral de antropología cultural que fue aplaudida
en la universidad de Yale y por estos corredores se pasearon, durante
varias temporadas, los estudiosos canadienses de la obra de don Tomás
Carrasquilla.
El recinto Kirama ha sido el centro de debate de los grandes temas
del país. Los presidentes colombianos, desde Guillermo León
Valencia, Julio César Turbay Ayala –quien nos hace el
honor de acompañarnos esta tarde-, sin excepción, han
venido a este paraíso de nuestras montañas a exponer
su visión de país, su proyecto de sociedad, a escuchar
al grupo de altos estudios de Kirama y escuchar a través de él
la expresión de Antioquia.
Por su convicción sobre la trascendencia de la cultura política,
usted, como fundador y líder de Kirama, convocó a un
grupo de juristas y politólogos a pensar sobre la mejor forma
de gobierno para la Nación. Así nació, en los
80, el grupo de estudios constitucionales de Kirama.
Hay un aporte luminoso que la historia reciente de la Patria reconoce
a usted y a Kirama: haber suscitado en la opinión nacional
el interés por la forma federal de Estado.
En usted el Federalismo no es una consigna radical heredada del
pensamiento decimonónico, sino la convicción de que
las comunidades territoriales deben tener poder y autonomía
para gobernarse ellas mismas, sin tutelas, sin frenos centralistas.
Sólo así, los pueblos desarrollan su potencialidad
creadora.
Usted, doctor Rodríguez Arbeláez, no piensa el federalismo
como dispersión de la unidad y disolución del mando
central, sino como la estructura institucional que mejor propicia
la democracia, la fecunda diversidad cultural y, por tanto, la dignidad
humana.
Fruto maduro de esa pasión intelectual por el Federalismo,
usted, con un grupo de juristas y politólogos, ha aportado
al país tres proyectos de Constitución Federal.
El primero, el de 1979. El segundo, el que presentó a la
Asamblea Nacional Constituyente, y del que se plasmaron algunas ideas
en la nueva Carta Constitucional. El tercero, publicado por la Cámara
de Representantes en 1999. En todos ellos se refleja su pensamiento
centrado y razonable, la lucha revolucionaria del federalismo con
equilibrio patriótico, lo que usted ha definido como “un
federalismo moderno, no radical, y a la colombiana”, que refuerce
la unidad nacional mediante el reconocimiento a las autonomías
territoriales.
Su lucha por el federalismo ha sido una muralla de defensa de la
descentralización de Colombia.
En esta ocasión, cuando a nombre de todos los compatriotas
hago el reconocimiento a toda una vida de cultivo de la cultura y
el patriotismo, debo traer a la memoria el nombre de algunos de sus
eximios compañeros de brega intelectual: Samuel Syro Giraldo,
Jorge Restrepo Uribe, J. Emilio Duque, Luis Eduardo Mejía
Jiménez, Oscar Peña Alzate, Javier Henao Hadrón,
Jesús Vallejo Mejía, Tulio Elí Chinchilla y
Jaime Sierra García, gobernador recientemente fallecido.
Cuando los tiempos transcurran y con el esfuerzo de todos los compatriotas
de buena voluntad, Colombia sea íntegramente una Nación
de paz y un suelo fecundo de pensamiento creador, su ejemplo de hombre
bueno, generoso hasta el desprendimiento total, lleno de virtud cívica
y modelo de vida cristiana, brillará como faro espléndido
para las futuras generaciones.
Su aporte intelectual y su gran obra social e institucional en pro
de la autenticidad cultural de Colombia, serán referente obligado
en la construcción de esa Nación en que estamos empeñados.
Doctor Jorge: este recinto de paz espiritual que usted creó para
la reflexión científica y para el sereno debate de
ideas, debe vivir por siempre. Esa biblioteca, pletórica de
los mejores frutos intelectuales de la Patria, debe seguir nutriendo
a nuestros estudiosos. Esa fonoteca que guarda la voz de tantos y
tantos conferenciantes y polemistas que por aquí han pasado,
no puede quedar reducida al silencio. Y las begonias del patio, que
usted ha contemplado con deleite todas las mañanas durante
tantos decenios, no deben marchitarse.
Entrego la Cruz de Boyacá, creada por el Libertador para
honrar a los mejores hijos de la Patria, a quien ha sido una vida
de ejemplo.
Durante mi carrera política siempre he debido tener como
referente la lucha de muchos de mi tierra, uno de ellos usted. Por
aquí he pasado en diferentes edades y en diferentes batallas
de mi existencia a laborar a su lado por causas de interés
patriótico. Cuando visito a Kirama para entregarle la Cruz
de Boyacá y saber que aquí tenemos ya en plena marcha
la alianza con la comunidad científica, recuerdo con más
profunda gratitud su desprendimiento, cuando gracias a usted y a
la universidad de Antioquia pudimos concretar este centro de investigaciones
que mucho habrá de servir para la inserción de la Patria
en la economía mundial, para la inmersión de nuestra
juventud en la ciencia para le mejoramiento de la productividad,
la competitividad, el ingreso y la equidad social.
Entrego la Cruz de Boyacá a quien es ejemplo para las generaciones
presentes y futuras, a fin de que trabajemos con patriotismo, con
transparencia, con toda la entrega para que aquellos que habrán
de vivir, puedan vivir felices en Colombia.
Dios le depare muchos años fecundos, que su sabiduría
siga ayudando a Colombia. Que su obra ilumine esta Nación
en la eternidad, esta Nación que tanto le debe y que hoy quiere
reconocerle su esfuerzo.
Muchas gracias.
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